CAPITULO 1
Una línea… Dos…
Acomodaba lentamente ambas líneas de polvo blanco sobre la desvencijada mesa. Las miraba con ansias, asi que sin más preámbulos se acerca a la primera. La aspira a través de las fosas nasales. Entonces siente la acostumbrada comezón, que ella ignora con un leve movimiento de las alas de nariz.
El efecto no fue el deseo entonces se abalanza sobre la segunda línea. Ahora si. Ahora sentía como sus neuronas descansaban y se dejaba llevar por los efectos mágicos. Su mente ya se encontraba lejos del ático donde se había refugiado.
15 segundos después, volvía a la conciencia. Se maldijo por ello. Solo pudo conseguir esas dos líneas ya que el proveedor se negó a darle un poco mas por los míseros 10 dólares que habían conseguido después de haberse dejado manosear por un borracho, ya que el pobre no pudo siquiera tocarla como debía.
Recostada sobre la mesa, volvió a maldecir entre dientes al oír el sonido de un golpeteo en la puerta.
Rei, tienes que bajar ya. Lady Susan está esperando. Resonaba la voz cantarina de Mina.
Ya Mina. Ya va. Dile que retoco mi maquillaje y voy.
Se levanto como pudo y se coloco sus altas y delicadas sandalias doradas de un taco interminable, ajusto las correas. Se miro al espejo de cuerpo entero y reacomodo el retador vestido rojo, asegurándose de que el escote dejara revelar lo impresionante de sus senos. Ajusto el lazo que sostenía su larga y oscura cabellera y corrigió el labial.
Se veía como una hermosa mujer, a pesar de que solo tenía 17 años. Pero nadie jamás siquiera lo pensaría. La experiencia que los hombres relataban de ella, era insuperable. Por eso era la estrella y la más costosa prostituta del burdel de Lady Susan.
Asi que, con toda la elegancia de la que pudo hacer uso, se dirigió al gran salón donde se estaba desarrollando la fiesta mensual de Lady Susan. A esa fiesta acudían los hombres grandes y poderosos del país, en busca de las hermosas jovencitas para salir de la rutina o simplemente un revolcón.
A medida que se acercaba al salón finamente decorado, observaba como los hombres se acercaban a sus compañeras, con una mano que subía indecorosamente un poco de falda, o acariciando con suavidad los glúteos sobre la tela.
Reizel suplicaba en su interior que la escogiera el de mayor dinero. Necesitaba tanto el dinero para las medicinas de su tía y para poder conseguir un poco de cocaína para poder continuar con el negocio. Asi que se acerco con determinación y altivez hacia la zona de bebidas, donde todos quedaban boquiabiertos por la sensualidad y divinidad que desprendía en sus pasos. Un hombre mayor se acerco y le palmeo la nalga derecha.
Ella, con un giro que hizo que su cabello cayera como una cortina sobre el escote que llevaba, dejando un aire místico y sensual. La sonrisa de sus labios color cereza casi mata de un infarto al hombre, quien casi pierde habla.
Del otro lado del salón, dos hombres hablaban entre ellos.
Créeme Darien. Puedes divertirte. Las chicas aquí son hermosas. Si yo no estuviera tan enamorado de mi esposa, ya me habría tirado a alguna de ellas. Es que todas están…
Para comérselas, Andrew. Para comérselas. Me lo has dicho desde que entramos.
Mientras decía eso, coloco una copa sobre la bandeja que un mozo se había acercado a ofrecerle un recambio.
Mira Andrew. No estoy dispuesto a acostarme con ninguna.
Vamos amigo. Tienes 26 años. Y sigues soltero y amargado después de la traición de...
Ni la menciones. Ni la menciones. Podría escupirte si llegas a decir su nombre.
Está bien. Lo siento, amigo.
En eso, Darien giro la cabeza y vio el perfil de la hermosa pelinegra. La cascada oscura que caía como un velo sobre su cuerpo, ese vestido que remarcaba cada rincón de su cuerpo. Esa piel transparente…
Vaya, vaya. Creo que ya encontraste una musa.
Cállate Andrew, esta con el Senador Mont-Blanc.
Y? Solo acércate y saluda. El senador no se pondría a discutir contigo. Verdad?
No seas tonto.
Entonces la hare venir. Con permiso, amigo.
Con una sonrisa, se aleja dejando a un hirviente Darien. Pero debía admitirlo. Aquella mujer lo había hipnotizado completamente. Durante ese instante en que la había observado, se había sentido completamente atraído. Deseo poder obtener su atención y arrancarle ese vestido, mientras recorría esa marmórea piel.
Mientras se dejaba llevar por esas fantasías, observo que Andrew traía del brazo a Rei. Observaba sus pasos. Sus caderas se movían con el fin de enloquecer a quien la mirara. Y lo había logrado. Había enloquecido a Darien por completo. Con una hermosa sonrisa se acerco a Darien.
Buenas noches, Darien.
Su nombre en los labios de ella, había sonado como una invitación al paraíso. A un paraíso que él hace tiempo había dejado de visitar.
Buenas noches, señorita…
Hime. solo dime Hime.
Está bien. Hime.
Andrew no me has contado de tu amigo jamás. Porque nunca lo has traído?
Porque es la primera vez que viene al país, loquilla. Y a ver si me lo animas. Si?
Claro Andrew. Saludos a tu esposa. La última vez Tía Amy quedo encantada con los nuevos vestidos.
Pero si no eran nuevos…
Lo eran para nosotras. Gracias.
De acuerdo. Te dejo en sus manos. No la lastimes, Darien.
Darien había quedado de una pieza. Se conocían?
Se lo que piensa. La esposa de Andrew me ha ayudado bastante con la enfermedad de mi tía. Ella no sabe a que me dedico.
Pero…
Usted no quiere hablar. Usted quiere lo que los demás. Por favor. Acompáñeme al piso superior.
Asi que tomo de la mano a Darien y se encaminaron hacia la escalera. Bajo ella, Rei observo como Mimet se dejaba manosear descaradamente por un bancario. Solo giro la cabeza y guio a Darien a lo largo de la escalera.
Al llegar al piso superior, abrió una de las puertas y encendió la luz. La habitación era preciosa. Los amplios ventanales dejaban ingresar la luz clara de la luna, la cama estaba decorada con colores bordo y crema. Los muebles era de una fina caoba que Darien pudo identificar rápidamente. Cuando giro la cabeza, Rei ya estaba acomodada en la cama, con los tirantes de su vestido ya cayendo por los hombros.
No, espera.
Por favor, Darien. Apúrate. Debo atender a más hombres.
Pero, yo…
No quiere hacer nada? Entonces me retirare.
Subió sus tirantes y se levanto, pero Darien la tomo de la mañeca.
Cuanto cobras?
1000 dólares. Pero depende siempre de la cara del cliente
Y cuando me cobrarías a mi?
Lo mismo. Pero si no quieres hacer nada, debo ir a conseguir dinero.
Te pago 10 veces más. Pero quédate aquí conmigo.
Pero… Si tú no quieres…
Solo quiero conocerte.
10000 dólares. Solo por conocerla. Debía admitir que esa noche no conseguiría esa suma. 2000 para Lady Susan y el resto sería solo para ella. Compraría las medicinas de su tía, pagaría el alquiler y hasta podría conseguirse más droga. Con una sonrisa satisfecha, se giro hacia Darien.
Está bien. Solo déjame avisar a Lady Susan que estaré contigo.
No tardes. Por favor.
Contoneándose, salió de la habitación. Pero al cerrar la puerta, se recostó en ella. Su mirada se notaba confundida. Es que ella también lo estaba. Es que… quien pagaba 10000 dólares para "conocer" a una prostituta? Aun asi se dijo que no debía dejar pasar esta oportunidad. Asi que comunico a su jefa con quien estaría y regreso.
Darien se encontraba recostado sobre las finas sabanas de seda, pensaba en esa mujer. Como habría terminado aquí? Como es que de tantas profesiones, escogió la más antigua del mundo? Miles de preguntas rondaban sus cabeza, cuando una Rei sonriente ingreso de nueva cuenta a la habitación.
Ya está. Tienes la noche exclusiva solo para ti.
El la miraba asombrado. Esos hermosos ojos, dejaban entrever demasiados sentimientos: cansancio, aburrimiento y desolación. Todo eso en alguien tan hermosa como ella.
Incomoda con la situación se dirigió a la mesilla donde descansaba un buen surtido de bebidas, lleno dos copas con el finísimo champan y se acerco a la cama donde Darien se había instalado. Le tendió una de ellas y para aligerar el ambiente soltó una broma.
No te preocupes, no coloque ninguna droga en tu bebida.
El solo atino a sonreír y ella bajo la mirada. La sonrisa de ese hombre tan apuesto la había desarmado por completo.
Ambos miraban sus copas en el más absoluto de los silencios, sin atreverse a romper el sutil hechizo que estaba naciendo.
Pero la impaciencia de Rei ya era inevitable,
Dime, Darien… puedo tutearte no?
Por supuesto.
Como es que me ofreces tanto dinero, para no hacer nada?
Porque no quiero, Hime. Me agrada tu compañía. Pareces ser mucho más honesta de lo que tus palabras dejan entrever.
Pero si no me conoces de nada. Como puedes saber si soy honesta o no? Y si soy una asesina? O una traficante?
O una mula, dijo internamente.
No lo eres. Eres una mujer que solo esta adaptándose a sus circunstancias. O me equivoco?
Apenada bajo los ojos y dijo en un susurro.
En absoluto. Tienes toda la razón.
Entonces, me dejas simplemente hablarte y conocerte un poco mejor?
Para eso me has pagado. Lo mínimo que debo es una completa honestidad.
Asi transcurrió una velada agradable entre ambos. Entre risas y varias copas de champan, hablaron de varios temas, unos banales, otros importantes. Asi los encontró la madrugada.
Una Rei completamente cómoda, sin los zapatos de tacón ni el maquillaje grotesco que cubría su rostro y un Darien con su olvidado decoro, las mangas de la camisa subidas hasta los codos y con el pelo alborotado.
Cuando llego la hora en que debía irse, ella sintió una punzada de dolor.
El sin embargo se estaba rebuscando en los bolsillos. Saco un pequeño papel de uno de los bolsillos de su saco y se lo extendió a Rei con una pluma.
Me darías una manera de encontrarte, que no sea en estas condiciones?
En serio soy tan buena compañía?
La mejor, créeme. Pero quiero conocerte mejor Hime. ser amigo tuyo. Que dices?
Ella sonrió encantada.
Claro Darien.
Rápidamente anoto el número del móvil que dejaba en casa de su tía en caso de emergencia.
Se lo tendió y él lo recibió con una gran sonrisa.
Gracias Hime, esta noche ha sido maravillosa.
Gracias a ti Darien. Yo también disfrute de tu compañía.
Y con sendas sonrisas, se despidieron.
