La Historia-
Naruto Uzumaki es un joven de diecisiete años que vive en la gran ciudad de Konohanagure. Donde antes había un enorme bosque ahora solo el concreto y el vidrio dominan en una de las metrópolis mas influénciales en el Japón moderno. Entre rascacielos inmensos sólo queda un último retazo de naturaleza. El gran árbol: Sarutobi. Un enorme roble, el homenaje al antiguo bosque de Konoha, rodeado de lagos artificiales y esculturas es el único árbol natural que queda. Durante su lección diaria Naruto cae en un pesado sueño y al despertar termina perdido en un lugar entre la realidad y la fantasía……Dark Land.
Sasuke Uchiha es un Ghaia, una criatura inmortal del elemento de tierra, un felino, un cazador salvaje y un enemigo audaz. En constante conflicto con su familia, vive una vida solitaria, viajando de un lugar a otro, tomando refugio en las múltiples guaridas de su familia en las cuales existe total imparcialidad que es impartida por el antiguo espíritu de fuego Le Blanc et Noir Feu. Siendo un Djinn Sabaku no Gaara es un ser antiguo, quien puede ver con gran facilidad el más recóndito rincón de la mente y el corazón, esto le provee gran conocimiento, pero a su vez le deja con un gran vacío que nada ni nadie podrá llenar…
En este reino en donde solo existen los cazadores y sus presas, eternamente bañados en oscuridad, quizás un poco de luz es lo que hace falta para romper la rutina y con un poco de caos quizás crear una oportunidad de ser feliz…
(Adaptacion de Alice in WonderLand)
Disclaimer:Solo la historia me pertenece, los personajes son propiedad de Kishimoto.
Dark Land
Chapter one
Down the rabbit hole
Unas manos cerraron el pequeño libro de golpe con toda la intención de despertar al joven que dormitaba descaradamente, pero fallando. Un hombre hermoso se encontraba sentado plácidamente bajo la sombra de un gran árbol, uno de los pocos que quedaba en esta ciudad tan vacía. Intentaba inculcarle valores a su hijo, miró a los grises cielos implorando a Kami-sama todo poderoso que le diera paciencia.
En Konoha ya no brillaba el sol y hacia cien años que nadie veía el bosque que antes caracterizaba esta zona. La industrialización había arrasado con la naturaleza. Los muchos edificios que se erguían hacia un cielo siempre gris, estaban construidos con muchas plantas integradas a su estructura, pero no podrían igualar nunca la extinta majestad del antiguo bosque.
Miró a su hijo, yacía entre las raíces del árbol, su pancita expuesta, una mano levantando levemente su camisa. El rubio cabello que lo marcaba como su primogénito revoloteaba en la brisa y un hilillo de saliva comenzaba a derramarse de sus labios. Este niño no tenía remedio, pensó con un suspiro. Dando por terminada su lección se dispuso a despertarlo, pero al ver su expresión tranquila, se contuvo. Era mejor dejarlo de disfrutar de la libertad que proveían los sueños. Dejarlo volar entre la fantasía y la realidad hasta llegar al lugar en que toda ambición era alcanzable…
El lugar donde nacen los sueños…
***
Despertó súbitamente y miró a su alrededor. ¿Dónde estaba su padre? Se rascó la nuca perplejo buscando a su padre en la oscuridad creciente. Ya estaba oscureciendo, era esa hora mágica en que el sol ya se había perdido en el horizonte y aun la luna no se asomaba. Una oscuridad misteriosa e impenetrable ya cubría la ciudad, el cielo teñido de un perpetuo gris hacía la oscuridad más profunda. Estaba completamente solo, a orillas de un lago artificial; hacia mucho frio y no sabía en qué dirección se encontraba la parada pública para poder al menos llegar a su barrio.
Una brisa cálida lo atrajo. Desde el rincón más apartado y tétrico un aroma lo atraía hacia sí, despojando su mente de toda preocupación. Un olor exquisito pintaba en la frialdad de la noche ilusiones multicolores que parecían embriagar el interior con adrenalina. Sin ofrecer resistencia alguna derramó sus miedos junto al gran árbol, se desprendió de aquel instintivo temor a la oscuridad y se perdió en ella, hasta que eran solo uno y ni el más mínimo rastro quedó de su existencia.
Se ahogaba en una locura, en la impenetrable oscuridad que parecía rodearlo y a la vez llenarlo en el interior. Su cuerpo se movía al compas de la música inaudible que salía de lo más recóndito de su ser, una melodía que escapaba por sus poros y lo rodeaba hasta cubrirlo. Llegó a la fuente de tan embriagante aroma, se lo dijeron las mariposas que revoloteaban en su estomago; parecía un hormiguero, pero más ancho y sin siquiera pensarlo puso sus manos a los lados del agujero y dejó caer su cabeza entera en su interior, inhalando hambrientamente el aroma que era causante de su éxtasis. Ni siquiera notó que su cuerpo caía por la abertura, se dejó envolver en el perfume…en la oscuridad que lo consumió rápida e insaciable.
***
En el interior de la eterna oscuridad que cubría día y noche este lugar, solo sus pisadas rompían el silencio; pero sería muestra de ignorancia el pensar que se encontraba solo, seguramente cientos de figuras le observaban, indetectables en las sombras. Corriendo sin parar, seguía el dulce olor que le embriagaba, un olor que no tenía posibilidad de existir en este lugar…el olor de un humano.
Siguió el olor hasta el "lugar prohibido" y se detuvo. Podía divisar un cuerpo acurrucado en las raíces del Gran árbol, pero sabía que no debía, no podía acercarse. Por horas contempló el cuerpo, inhaló su aroma y esperó, aun sabiendo que no despertaría. Pasó la luna roja y la luz de la luna blanca comenzó a brillar en el horizonte cuando se puso en pie. Tomando parte de su ropa para protegerse de la luz que cubría el "lugar prohibido", se acercó. El mero reflejo de la luz en sus ropas y a su alrededor lo enloquecía, pero mordió sus labios y resistió.
La figura dormía de manera intranquila, acurrucada como un chiquillo y escondiendo su rostro, como si intentara protegerse o sobrellevar algún dolor. Se arrodilló muy cerca de esta figura, no podía evitarlo, era hechizante. Con una timidez inusual en él extendió su mano para voltear aquel cuerpo que exigía curiosidad. Sus manos solo llegaron a rozar las extrañas ropas, cuando el cuerpo se estremeció y se volteó repentinamente, arrancando un ruido sorprendido de sus labios.
Sus negros ojos no podían saciar la necesidad sentida de contemplar aquella imagen por toda la eternidad que le quedaba por vivir. Se reflejaba en sus ojos aquella ilusión etérea mientras que lo miraba hasta más no poder; su cabello dorado, su piel tostada que parecía brillar desde el interior y su rostro contorsionado por algún temor sin nombre que dominaba su sueño intranquilo. Lo miró hasta el punto que al no parpadear sus negros ojos derramaron lágrimas, que escaparon hasta perderse en el oasis de luz que era aquel rostro. Con sus manos temblando, se atrevió a borrar las lágrimas y recorrió suavemente unas marcas en las mejillas de aquel extraño. Eso era lo único que le hacía parecer normal, todo lo demás le hacía irreal. Inconscientemente y perdido en un pandemonio de emociones que se mezclaban con sus ideas, rozó con las yemas de sus dedos aquellos labios rosados. Nunca había visto ese color en la piel de alguien, ni siquiera en ropas o en flores, en genios ni en hechiceros, nunca había visto un color que pareciera tan…vivo…
***
Sus parpados parecían pesar una tonelada y hasta el rincón más recóndito le dolía, sentía dolor en lugares que ni siquiera hubiera pensado posible. Pero dentro de aquel pesado velo que era el dolor, sentía un cosquilleo gentil, tan leve e irreal como las alas de una mariposa en su piel, algo que parecía imitar una caricia recorría sus labios. ¿Me estarán besando? pensó. Abrió con dificultad sus ojos, para solo divisar muchas siluetas borrosas. Al poco tiempo sus ojos pudieron enfocar un poco y divisó una figura sobre si: un círculo blanco rodeado por una negrura ininterrumpida, un rostro en la penumbra.
-¿Q-quién es?- musitó con dificultad.
-…Soy…- *GROOOWL*
El estomago rugió de manera curiosa y sonora, provocando que un sonrojo escapara y cubriera el rostro del joven que permanecía acostado en el suelo. El joven de ojos negros miró el estomago del otro perplejo y luego subió la mirada, solo para ser cautivado al ver como el color raro de aquellos labios se regaba por esas mejillas infantiles. Un poco estremecido tomo aire de nuevo:
-Black Cat.-
A pesar de estar extrañado sonrió dulcemente y se levantó un poco.
-¡Hola Black Cat, me llamo Naruto Uzumaki!...Umm… ¿Dónde...estoy?-
Miró un poco alterado a su alrededor, fuera del círculo de luz en el que se encontraba todo era oscuridad y siluetas inidentificables. La cara del otro chico se tornó muy seria y carente de emoción, y le inquirió con calma:
-¿Qué año es Uzumaki Naruto?-
Tratando de no mostrar su inquietud ante el cambio en el otro y muy extrañado por su formalidad Naruto contestó:
-…2173…3 de julio…a menos que haya dormido demasiado…-
El silencio se extendió hasta el punto que Naruto comenzó a rascar su nuca nervioso.
-… ¿Cuántas lunas hay?-
Su cara se matizó con la confusión y el leve coraje que sentía ante tan extraña pregunta y el comportamiento de este otro chico.
-Pues cuantas va haber, una sola desde que tengo memoria…-
-…No hay duda...eres humano…-murmuró con un poco de tristeza manchando su obvia admiración.
-¿Qué quieres decir con humano? ¿Que mas sería si no…-
A modo de respuesta el chico viró a un lado su blanco rostro tierna y sugestivamente; de entre sus cabellos negros se asomaron dos protuberancias que se sacudieron de lado y lado de forma adorable.
De la boca del humano se desprendió un ruidito ahogado de sorpresa al ver como unas orejitas se asomaban entre los oscuros picos que formaban el cabello del otro.
-¿E-e-eso es…esto…un disfraz no?-
Como respuesta el pálido chico le regaló una sonrisa de alago y se peinó los mechones a un lado para revelar como las orejas salían directamente de los lados de su cabeza y se erguían hasta mostrar las puntas peluditas por entre el cabello, perdiéndose en el negro de la poblada melena.
-Ven, tienes que comer.- Dijo simplemente, ignorando la cara pasmada del otro y poniéndose en pie. Cuando el otro solo lo miraba con asombro, pensó que lo había espantado. Pero de repente:
-¡Wow! ¡Qué cosa tan loca!- Estalló y luego con un poco de timidez y un fascinante sonrojo:
-…Etto… ¿Puedo tocarlas?-
-…Uh…si…-
Naruto pasó varios minutos halando y admirando las suaves orejitas del chico y preguntándole sobre estas, para luego formar otro escándalo al ver que también tenía una cola peluda y suave.
-…Black Cat… ¿Dónde estamos?...- preguntó un poco temeroso luego de saciar su curiosidad.
-Este es el reino de Kronos, la tierra de los inmortales, guarida de los sueños…el mundo de la eterna oscuridad…- Dijo de manera cautivante ante la expresión de asombro que se adueñaba de Naruto.
-Dark Land.-Dijo de una manera poderosa que hizo que un escalofrío recorriera la espalda del joven rubio. -... ¿Cómo llegué aquí?... ¿Cómo puedo regresar…-
-Necesitas comer, te puedo ofrecer refugio…si lo deseas…-
A pesar de que no pudo ignorar el hecho de que el otro había evadido su pregunta Naruto decidió aceptar la cortesía que se le ofrecía ya que ya era de noche y a estas horas, sin haber comido no era favorable el intentar ir a casa. Muy dentro de sí sabía que no regresaría a su hogar, ya que un lugar donde había chicos con orejas de gato no parecía ser un lugar a los que llegaría un taxi. Pero rehuía la idea ya que el enfrentar algo de tal magnitud le sería imposible en su estado.
-Hai…arigato Black Cat.-
El ojinegro le sonrió levemente, más de lo que nunca había sonreído en realidad y le ofreció una mano. Al tomarla Naruto fue halado y en un segundo se encontraba en la espalda del otro. Sin poder hacer más se sujetó con fuerza ya que el joven gato corría y saltaba sobre las ramas con gran agilidad.
El bosque era solo múltiples celajes a sus lados, suaves roces en su piel y una fuerte brisa que lo mantenía despierto, aunque solo por un tiempo. Se sujetaba con fuerza aunque el cuerpo del otro solo tenía movimientos casi imperceptibles al saltar; pero su cabeza ya se encontraba recostada de la espalda del otro y comenzó a disfrutar de la brisa y los olores tan extraños del bosque. Al borde de su mente consiente, en ese lugar placentero y tranquilo entre dormido y despierto, una voz le arrullaba y con su ultima onza de fuerza capturó aquel momento en su memoria sin siquiera notarlo.
-Puedes llamarme…Sasuke...-
El susurro fue cargado por el viento hasta los oídos del rubio, mientras corría entre las extremidades de las plantas, la luna blanca tomaba el cielo y sobre la espalda del gato dormitaba un chico con una leve sonrisa en sus labios y un amigo entre sus brazos.
To be continued...
