N.A: Le prometí a Luanda que le escribiría un fic de Soul Eater.
Lo cierto es que es una serie fantástica que me encantó desde el primer momento, pero todavía no las tengo todas conmigo de si atreverme o no a escribir un fanfic de este fandom. Como sea, una promesa es una promesa.
Así que a continuación os presento un fanfic chorra dónde los halla. Lo hago de este personaje porque a Luanda le gusta, y a mi me gustan sus tirantes. Soy fan de los tirantes. Terriblemente fan de los tirantes. Otro día, y en otra ocasión, usaré esos tirantes para colgarle de uno de los pirulí de la fachada del Shibusen y jugaremos a la piñata. A ver si suelta caramelos de cebra.
Espero que os riáis y paséis un buen rato. No quiero el mal para nadie, y todos los personajes son lo mejor de lo mejor. Así que si existe algún "maltrato" en la historia no es cosa mía, sino que está justificado en el propio carácter de ellos mismos. Por si acaso, dejo ésta y otra cosa clara desde el principio: Esto no es amor ni es odio, es una enfermedad obsesiva.
Dedicado a: Luanda, "Roberto" y al chico de los pies grandes.
¿Y si SÍ que es el fin del mundo?
El arte fue en su día una ciencia nacida de la belleza para el deleite del ojo humano. Lo bello, lo correcto, lo perfecto, es el arte de unas épocas prósperas, sin lugar a dudas. Admirables arquitecturas, esculturas y pinturas del pasado, obras de maestros obsesionados con la proporción. Eso es lo que debería encontrarse en cualquier museo de arte. ¿Verdad? Eso, y nada más.
Pero claro, ¿Qué se podía esperar de los gustos artísticos de unas personas que habían tachado a Santa María Novella de iglesia "gótica"?
Le extrañaba que el espíritu de Alberti no se hubiese atormentado al escucharlo, revolviéndose en su tumba, y posteriormente hubiera dado mal por toda Florencia, intentando ingerir el alma de semejante cazurro y cualquier otra que se le pusiera por delante.
Él, desde luego, no habría sido quién para detenerlo en un caso tan justificado. De hecho, incluso se habría tomado la justicia por su mano, en el mismo instante en el que había escuchado a sus amigos comentándolo; particularmente a Soul, de no ser que se encontraba terriblemente enfermo.
Estaba al borde de la muerte.
En resumidas cuentas: Se hallaba en el museo de los horrores, y su única salvación era sacarse los ojos.
Vale, no.
Supuestamente era un museo de arte contemporáneo, pero no había ni una sola pieza que fuese bonita o normal. Todo estaba patas arriba. Mirara a dónde mirara; dirigiera la vista a dónde fuese, no podía encontrar ni un solo objeto simétrico y proporcionado. Hasta algunos cuadros estaban colgados torcidos aposta.
¿Qué fantoches de poco gusto se atrevían a llamarse artistas difundiendo algo que anunciaba el Apocalipsis de su era?
Le habían entrado tiritonas, nauseas y una profunda depresión, por el mero hecho de saber que era la sociedad actual la que producía esas cosas. Esos pinchos, garfios, curvas, medias bicicletas incrustadas, mierda pura, caos, caos, caos, de objetos rotos que no llevaban a ninguna parte.
La desesperación de no poder pulverizar nada de lo que estaba en las vitrinas, muy a pesar de que Patty ya hubiese hecho sonar las alarmas en dos ocasiones; tratando de animarle, le había llevado a amonchonarse en un rincón esperando el momento de su muerte. Estaba acabado.
Al principio, todos pasaron mucho de él. Lo dejaron tirado como a un pañuelo mocado e inútil, y siguieron a su aire. Pero después, con el paso del tiempo, el museo tenía la intención de cerrar sus puertas. Y a media hora de que esto sucediera, nada ni nadie podía moverle de allí.
Black Star y Soul lo intentaron por las buenas, y luego por las malas. No obstante, ni las patadas en las costillas dolían tanto como lo hacía el lienzo a sus espaldas, y por lo tanto, Kid seguía inmóvil. Sufriendo por gilipollas.
-No pienso cargarlo en mi espalda como si fuera un saco. –murmuró Liz, con bastante desgana. –Es demasiado camino hasta casa, y pesa.
Black Star, miró para otro lado, haciéndose el loco. Ambas hermanas sabían que él ya había hecho algo así una vez, cuando quisieron hacerse con Excalibur. Pero no estaba muy por la labor de repetir la experiencia de cogerlo a colletas. Menos aún con toda la tropa delante.
Por su parte, Tsubaki dejó escapar un suspiro hastiado. No había que ser maleducada, pero aquel día, Kid se llevaba el record guiness de mayor estupidez reunida en menos de un metro cuadrado. Sospechaba bien, que en el caso de que transcurriera un minuto más sin cambios aparentes, la situación terminaría teñida de rojo... o no, y sería incluso peor. Black Star y Soul estaban apunto de llegar a su límite de paciencia.
-Yo voy al baño... –anunció, en una reverencia de disculpa.
-Te acompaño. –sentenció Maka, rápidamente.
Los chicos y las hermanas, contemplaron con indignación cómo ambas huían cuales lagartijas, colándose por la puerta del fondo.
-Está claro que tienen una mente sensible y prefieren no verle morir. – concluyó Soul, fulminando a Kid con la mirada. De haber apretado más los dientes, habría terminado por rompérselos.
Desvió entonces la vista hacia Patty, que era la única que estaba campante y feliz, alejada de toda la desesperación que suponía tener que aguantar a su técnico en uno de sus bajones de absurda depresión. Eran tan contrarios, que a la chica deberían haberle recetado depresivos, puesto que se advertía por su carácter que también era irritante en esos momentos.
Entonces se le ocurrió una idea. Una que les sobrevino justo a tiempo.
-Patty, ¿Te acuerdas de cuál ha sido el cuadro que le ha hecho retroceder y caminar gateando hasta el otro extremo de la sala?
-¿En qué estás pensando? –inquirió Black Star, con curiosidad.
-¡Sé cuál es! –exclamó de golpe la pequeña de las hermanas. -¡Se llamaba "Parque infantil con niños en toboganes"! ¡Está en la sala de al lado!
-¿Crees que serías capaz de descolgarlo y traerlo? –continuó.
-¡Eh! ¡Un momento! –se escandalizó Liz. Pero su hermana ya había soltado un cantarín "vooy" y se había marchado con una radiante sonrisa; más feliz que unas castañuelas, a seguir las órdenes del chico. -¡Volverán a sonar las alarmas! –gritó inútilmente.
-¡Ah! ¿Es eso lo que queremos, verdad? –dedujo Black Star. -¡Yahoo! ¡Nos van a echar a todos! –saltó entusiasmado.
-No. –le cortó Soul. –Ya has visto que al estar con el hijo de Shinigami eso no surte mucho efecto. Pero si le ponemos el cuadro delante, a lo mejor conseguimos hacer que retroceda poco a poco hasta la salida. –apuntó.
Así que dijo esto, la alarma del museo volvió a escucharse inundando cada rincón de las habitaciones, y poco después Patty entró corriendo con el susodicho cogido con ambas manos sobre su cabeza; riendo a carcajadas sin venir a cuento.
-¡Rápido! ¡Colócalo justo delante suyo! –le ordenó su hermana.
-¡Sí! –contestó rebosando felicidad.
Dicho y hecho.
Y Kid, que había estado de cuerpo presente pero de mente ausente, y por lo tanto no se había enterado absolutamente de los planes conspiradores que habían estado tramado ante él, se pegó un susto morrocotudo cuando entre las dos chicas, postraron ante sus ojos dicha aberración.
El grito que salió de su garganta fue tal, que más que retroceder él mismo, lo hicieron los cuatro que estaban a su alrededor. Pero no desistieron de su misión, y acto seguido, gracias al cuadro demoníaco, Kid se arrastraba como un gusano de seda huyendo hacia la salida. Al menos lo hizo hasta que ante él halló algo libre de imperfección asimétrica y otras atrocidades de la proporción, y se precipitó hacia ese lugar como alma que lleva el diablo: una puerta.
Una puerta a un mundo desconocido para el hombre.
El lavabo de las chicas.
Aunque el hecho de que fuera el aseo femenino, no fue tan traumático como la decoración de espejos flotantes, picudos y colocados de cualquier manera por toda la ondulante extensión de la pared; o las tazas del váter totalmente irregulares y distintas entre si; o el papel colocado sobre una encimera sin ningún tipo de pulcritud. Ni si quiera había el mismo número de retretes dispuestos a un lado que a otro.
Fue la gota que colmó el vaso.
Totalmente desquiciante.
Calló al suelo de rodillas llevándose las manos a la cabeza, queriendo sacar todo cuánto había presenciado; expulsar toda la contaminación que lo devoraba.
Sintió que su mente abandonaba a su cuerpo. El Apocalipsis se había desatado, y no había nada que consiguiera volver a anclarle al mundo perfecto que había conocido. Nada. Absolutamente nada.
-¿Kid? ¿Eres tú?
La voz que le llamaba lo instó a que se diera la vuelta. Ante él distinguió una figura. Alguien reconocible. ¡Sí! ¡La conocía!
-¿Maka?
-¿Que... Qué haces en el lavabo de las chicas? –apretó el puño con vehemencia.
-¿Ya te encuentras mejor Kid-kun? –preguntó Tsubaki, apareciendo por detrás.
Pero lo cierto es que no parecía estar bien en absoluto. Ponía ojos de lunático; estaba como ido, y además no podía apartar su mirada de Maka.
A ésta le asustó en tal medida la cara que tenía, que se vio demasiado tentada de estampar su puño contra su nariz. Pero no lo hizo. Tampoco lo hizo cuando Kid, con manos temblorosas, se acercó a ella y sin apartar la vista, tocó con cuidado las gomas que sujetaban sus coletas.
-¿...Kid? ... Kid... ¿Qué haces?
-...Son... iguales... –murmuraba el otro. –...peinadas... a la misma altura...
-¿Eeeh? Kid, deja de tocarme el pelo. –ordenó imperativa.
Tsubaki contemplaba la escena casi tan patidifusa como Maka; sin saber muy bien qué hacer. Entonces fue cuando él posó sus manos sobre los hombros de la chica, y apartó por un momento la mirada de su rostro para enfocarle más abajo.
Un par de colores sonrosados aparecieron en las mejillas de la otra. ¿En qué rayos se estaba fijando?
-Kid, como no te apartes a la de ya, te rompo la nariz. –le amenazó, dejando muy claro que sus palabras iban en serio.
Pero él siguió:
-... esto no está bien. –soltó entonces, tembloroso y sudoroso, comenzando a desanudarle con urgencia el nudo de la corbata, ante una muy sorprendida y cada vez más colérica chica.
¿Se estaba atreviendo a desnudarla?
-¡Kid!
Y la corbata cayó al suelo.
-¡Ya está! –solucionó el otro, deshaciéndose de las molestas rayas inclinadas sobre la prenda verde; para luego deleitarse con su buena obra.
Soltando chiribitas agregó:
-Es maravilloso...¡Eres absolutamente preciosa! –justo antes de que los nudillos de Maka se estrellaran hundiéndose contra su cara, y perdiera el conocimiento.
Al día siguiente, Kid no acudió a clase.
Sus compañeros no le echaron especialmente de menos. Sobre todo habiéndoles puesto el día anterior los nervios de punta. Pero Maka, que aunque la pasada noche no había sentido ni un ápice de remordimientos por atizarle así, sí que comenzó a sentirse mínimamente culpable cuando no apareció por el Shibusen.
¿Cómo iba a saber ella que le quitó la corbata porque era asimétrica? ¡Si además se había colado en el lavabo femenino!
Pensando en esto, sentada en el banco del anfiteatro de su clase como se encontraba, mostró una mueca involuntaria en sus labios. Lo cierto es que Kid sí se la había ganado. De volver a suceder, estaba convencida de que volvería a pegarle.
-No te preocupes Maka. -escuchó que le decía Liz por detrás, sacándola de su ensimismamiento. Tanto ella y su hermana acababan de llegar justo a tiempo para la siguiente lección.
-¡Ah! ¡Habéis venido! -se sonrió. Pero Kid no estaba con ellas. - Un momento, ¿Y Kid?
-¡En la cama! -contestó Patty.
-¡¿Sigue inconsciente?!-se horrorizó la chica.
-Algo así. -suspiró Liz. -En realidad está despierto, pero como si no lo estuviera. No se le puede decir nada ni hace caso de nada.
-¡Dice que el mundo se va a acabar! -rió Patty. -¡Nadie puede salvarse!-levantó entonces la voz por encima de las de todos los alumnos, que se giraron súbitamente hacia el lugar en el que estaban. -¡Es el fin del mundo! ¡El fin del mundo! -hacía aspavientos.
-Sí, la imitación es perfecta. -corroboró su hermana, asintiendo.
-Je,je. Es que he ensayado un poco. -sonrió la otra. -Y también repite tu nombre todo el rato, Maka. ¡A lo mejor busca venganza!
-¡¿Qué?!
-¡Patty! -la regañó Liz. -Habíamos quedado que eso no hacía falta decirlo.
-¡Hala, es verdad! Lo siento, Maka. Se me ha escapado.
-¡¿Cómo que repite mi nombre?!
-No tiene importancia.
Le hubiese gustado seguir discutiendo sobre este asunto, bastante preocupante en su opinión, pero el profesor hizo su estrepitosa aparición en el aula magna, y no les quedó otra que volver a sus respectivos asientos para dar paso a la siguiente lección.
De esta manera se sucedió el resto de la mañana sin ningún comentario ni nuevas al respecto, hasta que se hizo la hora de marchar a casa, y Maka intentó dar alcance a las hermanas Thompsom para esclarecer lo anterior; haciendo caso omiso a Soul, quien le había aconsejado que dejara de comerse el tarro por cosas tan irrelevantes.
No obstante, mucho mejor que la palabra de las dos chicas, justo en la salida, Death the Kid se hallaba de pie esperando a sus armas. O eso es lo que creyó todo el mundo cuando le vio allí. Pero eso fue antes de que distinguiera a Maka, y acto seguido echara a correr a su encuentro con desmesurada desesperación.
Soul, que caminaba a la par que su técnico y había escuchado vagamente la conversación que se habían llevado entre manos las tres chicas, notó cómo Maka se ponía en alerta al ver la forma en la que Kid se estaba encaminando hacia ella.
El chico no creyó que Kid fuese tan estúpido como para hacer alguna tontería insospechable; de venganzas o vete a saber qué. Menos por un puñetazo. Pero como le había demostrado el día anterior en el museo que era imbécil perdido, también mantuvo alerta todos sus sentidos por si la situación requería seccionarle por la mitad.
-¡Maka! -exclamó Kid cuando le dio alcance, cayendo a sus pies, venerándola como si estuviera ante toda una reliquia para el desconcierto general de todos los presentes. -Maka, ¿Qué haces aquí? ¡Te estaba buscando! ¡Te he estado llamando! ¿No has sentido mi alma?
Aunque visto lo visto, Soul comprendió que tampoco hacía falta llegar tan lejos. Sólo se había vuelto loco de remate.
-¡¿Eeeeh?!
-¡Ay, no! -dejó escapar Liz, acudiendo junto a su hermana a sujetar a Kid. -¡Se ha soltado las cuerdas!
-¿Le habíais atado? -inquirió Maka, con los ojos como platos.
-¡Sí! ¡A la cama! -rió la otra. -¡Se ha escapado!
-¡Alejaros de mí malditas criaturas, esperpentos de la naturaleza!- les acusó Kid a ambas, rehusando a mirarlas, y centrándose únicamente en Maka.
-Como puedes comprobar, era necesario. -explicó Liz, intentando mover a Kid inútilmente.
-¿Qué le ha pasado a este tío? -preguntó Soul, arrastrando las palabras con parsimonia.
-Le ha dado algo a la cabeza...
-¡Maka! -siguió el otro a lo suyo. -No tenemos tiempo. Tenemos que escapar de aquí ahora mismo. ¡Es el fin de Death City! ¡Es el fin del mundo! ¡El fin del mundo de verdad! ¡Lo he visto! Todo está desordenado. ¡La simetría está acabada!
-¿Y si lo lleváis a la enfermería? -señaló la chica.
-¡No! -gritó el otro al instante, cogiéndola por las mejillas y obligándola a mirarle. - Tú todavía no lo entiendes, Maka. No me he vuelto loco. Es la pura verdad... Nada es simétrico. Toda la simetría se ha roto. Y cuando hasta la última simetría del planeta haya caído, yo moriré con ella.
-Vamos, Kid. No exageres. -sonrió la otra, empezándose a acojonar y con razón.
-Eso. ¿Qué hay si no de tu casa, Kid? -intervino Soul. -¿Y de la fachada de la escuela que tanto te gusta?
Sin ni si quiera necesidad de mirarla, Kid alzó el brazo y señaló con su dedo índice en dirección a uno de los pinchos dónde Black Star se hallaba subido, dando un discurso para tranquilizar al resto del alumnado preocupado por Kid (y de paso ahuyentarlos), que los había rodeado.
-Ah. -alcanzó a decir Maka. -Pero todavía no se ha roto.
Nada más decir esto, un fuerte CRAC seguido de un estrepitoso CATAPÚM, anunciaba que Black Star había vuelto a hacer lo mismo de siempre, y ahora estaba en el suelo entre un montón de escombros siendo atendido por la pobre Tsubaki.
Era algo tan común, que ninguno se extraño en demasía. Ni si quiera Kid. Pero no porque la situación no le hirviera la sangre, sino porque parecía más preocupado por otra cosa. Qué era... ¡Ah, sí! ¿El fin del mundo?
-¡¿Ves Maka?! Eso ha sido otra señal. Otra señal irrefutable de que toda la simetría va a romperse.
-Pero Kid, eso ocurre semana sí; semana también.
-Nada de eso. ¡Es el fin del mundo! ¡El fin del mundo!
-La imitación desde luego era muy acertada... -masculló Soul, refiriéndose a Patty.
-Por eso, -prosiguió el chico, que no estaba muy en sus cabales. - He de permanecer contigo Maka. Necesito contemplar tu bella simetría hasta que se extinga... ¡Me quedaré contigo hasta que envejezcamos y nuestras arrugas nos lleven a la tumba!
Tras esta declaración, el silencio les sobrevino.
Un denso silencio únicamente interrumpido por una alejada algarabía estudiantil, que quedaba lejos, muy lejos. Tan lejos como los cantarines grillos nocturnos:
CRI, CRI...
CRI, CRI...
Una suave brisa se alzó y peinó las coletas de Maka, haciendo que se balancearan con suavidad... Gesto que contrastó estrepitosamente con la cara que ponía: con los ojos muy abiertos y la boca desencajada en una sonrisa nada fresca.
El rostro de Soul, también impactado, mostraba algo parecido aunque sin llegar a tal extremo.
Y así podrían haberse quedado todo el día; en este extrañísimo triángulo de expresiones desencajadas: la de Kid, Maka y Soul, de no ser porque Black Star, quien también había escuchado todo cuanto había dicho Kid, se acercó incapaz de aguantarse más la carcajada.
Su estrepitosa risa, que desconcertó a Tsubaki y rescató a las chicas de su estado catatónico, contagió entonces a Soul. Lo hizo de tal manera, que para no caer al suelo y comenzar a revolcarse como una croqueta sobre pan rallado, tuvo que apoyarse en Black Star. Y viceversa.
-¡Ha sido lo más absurdo que ha dicho nunca!
-¡Hasta que nuestras arrugas nos lleven a la tumba! -lloraban la de la risa.
-¡Las arrugas se nos comerán!
-¡Y lo dice un shinigami!
-¡Ya sabía que era idiota, pero no tanto!
-¡Ya basta los dos! -les espetó Maka, a la que no le hacía gracia que se estuvieran cachondeando de la situación. -¡Callaos, ya!
-¡Eso! -se interpuso Liz. Luego juntó las manos en una palmada, y comenzó a desprender radiantes chiribitas por los ojos. -¡Ha sido una declaración de amor preciosa!
-¿Qué? -se volvieron hacia ella.
-¿De... declaración de amor? -repitió Maka espantada.
¡Eso no era una declaración de amor!
Pero Patty aplaudía, Liz asentía y lo que era peor: Kid no lo negaba.
Aunque tal vez, Kid no estaba en condiciones de negar nada; decir nada, o abrir la boca para otra cosa que no fuera tragarse involuntariamente una mosca. Sin embargo, sí la estaba mirando. Seguía contemplándola con esos ojos de loco...
¡No podía ser! ¿Sería posible que a Kid se le hubiesen cruzado los cables hasta tal punto? Había algo nuevo en su mirada que albergaba no sólo admiración, sino algo más cercano a la obsesión. Al igual que también lo había percibido en sus palabras... Le resultaba familiar. ¿Dónde la había visto antes? Un momento, ¡¿En su padre?!
-¿Estás segura de que eso ha sido una declaración de amor? -insistió Tsubaki, con una gota de circunstancia resbalándole por la nuca, al ver la cara de sufrimiento de su amiga. -La verdad es que me parece que Kid...
-¡Por supuesto que sí! ¡Si Liz lo dice, será verdad! ¡Kid y Liz son unos expertos en declaraciones de amor! -intervino Patty, callándola al instante.
-¿Cómo? ¿A qué te refieres? ¿Se declaran entre ellos?
-¡Claro que no! ¡Vemos las telenovelas de la tarde los tres juntos! Ellos se saben los diálogos de memoria. ¡Entienden más que nadie!
Liz asintió corroborando lo dicho.
-Incluso nos hemos aprendido la coreografía de las canciones. -añadió información, muy dispuesta a demostrarlo si hacía falta.
Esta otra declaración también abrumaba a cualquiera. Pero Maka estaba muchísimo más preocupada por el posible significado de la de Kid, que de que esos tres se pusieran un sombrero de vaquero y bailaran "Los Gavilanes". En su casa no los escuchaba ni les veía nadie, que hicieran lo que quisieran.
-Bien, Maka, ¿Qué contestas? -preguntó Liz, sacándola de su ensimismamiento.
-¿Qué contesto? ¿A qué?
-A la declaración de Kid, es obvio.
La chica, con los ojos muy abiertos, fue posando la mirada en el rostro de todos los presentes. A cada cual más divertido con la escenita que acababa de montarse. Hasta que finalmente se detuvo en la del susodicho convaleciente; todavía de rodillas, pareciendo suplicarle.
-¿Vas a venir conmigo? -inquirió esperanzado, con un hilillo de voz.
Apretó con fuerza el manojo de libros y apuntes que llevaba con ella. Con gusto se los habría estrellado sobre la cabeza con el único fin de poder escapar de allí. En su cabeza todavía resonaba eso de "hasta que nuestras arrugas nos lleven a la tumba". Aquella encrucijada era peor que cualquier otra que pudiese haberles acechado en alguna misión otorgada por el colegio.
Finalmente, elaboró una resuelta reverencia; que tantas veces había conseguido rescatar a su amiga Tsubaki de embrollos provocados por su técnico, y con voz queda soltó:
-Lo siento Kid, tengo mucho que estudiar hoy.
Escueta y fría.
Así era ella y así fue su contestación.
Maka dio media vuelta sobre sus talones y echó a caminar a paso ligero alejándose de todos ellos. Dejando a Kid incluso más desquiciado que antes, si cabía. Tras emitir un grito desgarrador, se desmayó, dándose al mismo tiempo un fuerte golpe en la frente contra el duro suelo al caer. Y poco a poco, un charco de sangre fue formándose en torno a su cabeza.
Tsubaki suspiró.
-Ya sabía que esto acabaría teñido de rojo tarde o temprano... Voy a buscar algo para limpiar.
Liz asintió con pesadumbre.
-Maka le ha dado calabazas.
-Ha sido muy dura. -arremetió Patty con el puño en alto.
-¿Y qué esperabais? -murmuró Soul, encogiéndose de hombros. - Si todo ha terminado, yo también me voy a casa.
Y así, Soul también puso rumbo hacia su casa; siguiendo a su técnico, hasta que le dio alcance en la distancia.
Todo parecía haber terminado. Sobre todo para Kid, quien, a pesar de haber perdido el conocimiento, se convulsionaba en fuertes tiritonas.
Pero lo cierto es que cuando Tsubaki regresó con el material de limpieza, trajo consigo a alguien que, además de ayudar a trasladar al chico a la enfermería para curarle la brecha, lo alentó con novísimas esperanzas cuando recuperó el sentido.
No el sentido común, puesto que siguió obsesionado con el fin del mundo y con Maka, pero...
-¿Quién no se obsesionaría con Maka si es tan perfecta?
-Es cierto. -asintió Kid, con bastante mejor apariencia; casi del todo recuperado. - Ella es la única esperanza que le queda a este mundo sumido en la asimetría...
-Maka...
-¡Iré a buscarla! ¡Si no puede venir conmigo, yo iré con ella! -se puso en pie con decisión.
To be continued...
N.A.Again: Estaba plenamente confiada de hacer de este fic un oneshot. Pero a medida que lo iba escribiendo, más páginas se iban acumulando y más crecía mi inquietud por saber que si quería hacerlo "no tan largo" un montón de ideas se quedarían en el tintero. Más que nada, porque todavía no he llegado ni a la mitad de lo que quiero que suceda, y ya llevo diez páginas escritas. Creo que esta extensión ya es suficientemente buena para un capítulo, así que pido disculpas e intentaré que la historia termine en el siguiente.
Para todos aquellos que me estéis leyendo, os doy infinitas gracias por haberlo hecho, y espero que esté logrando entreteneros. ¿Nos veremos en el siguiente?
La idea principal del fic ya está plasmada, pero todavía quedan por suceder bastantes acontecimientos que, espero que además de sorprender a los protagonistas, lo haga a los lectores.
Voy a recalcar, por si acaso, que esto no es ninguna historia de amor, y mucho menos entre Kid y Maka.
Como suelo decir siempre, admito de todo en los reviews. Pero tened en cuenta de que la historia ya está completamente pensada y por muchas sugerencias que tenga, dudo que cambien mi parecer.
