-Relatos-

.

-Los Gemelos del Bosque-

.

.

.

La pequeña vivía en un pueblo pequeño. Los pastizales siempre verdosos y el lugar lejano de todo. Los árboles rodeando algunas áreas. La pequeña acostumbrar a dar una caminata alrededor de una parte con algunos pequeños árboles.

En ese día en particular la niebla de aquel campo cubría levemente algunos árboles. La chica simplemente observaba y continuaba su caminata. Sus pequeñas botas tocando los altos pastizales.

Se comenzó a aburrir después de algunos veinte minutos de recorrido. De su cabeza salió la gran idea de adentrarse un poco más hacia donde unos pequeños árboles cubrían largas rocas donde algunos animales habitaban bajo suelo. Quería una pequeña aventura. Sabía que lo peor que encontraría sería algún roedor enojado.

La rubia dio un giro y se adentró a los árboles que cubrían unas dos largas rocas donde salían pequeñas flores moradas que parecían consumir al rocoso objeto. Después de todo había encontrado algo interesante.

-Que bonitas.- toco con sus palmas algunas de las flores. Pero al poco tiempo de haberlo echo se estremeció.

Giró y a lo lejos observó como la niebla cubría una figura oscura que alzaba la cabeza de un lado para otro. Como una madre buscando sus pequeños desesperada. Se movía rápidamente y le era difícil de saber qué animal.

Miró como se alejaba. La pequeña sonrío al saber que cerca podría haber algún pequeño animal que podía tomar a casa y mostrar a su madre. No tardó en ir en busca de la cría que aquel animal extraño había perdido.

Se acercó a más rocas y notaba que la niebla se estaba desvaneciendo. Se apuró en su busca. Tendría que ser ella la primera en encontrar si no quería enfrentarse a una madre furiosa.

-Ah ah...No hay nada...- se quejó la rubia. -sera mejor...¿eh?-

Pauso sus palabras al escuchar pequeños quejidos que escuchaba. La rubia trepó rápidamente unas rocas para tener un mejor punto para poder observar más terreno.

Fijo su mirada a unas pequeñas rocas que eran cubiertas de maleza. Ahí la nieve poco a poco despejo lo que se escondía. Y de ahí mismo se volvían a escuchar pequeños quejidos. Como si llamaran por alguien.

Sus ojos pudieron por fin ver. Ahí se encontraban dos pequeñas criaturas. No era el tipo de bebés que había esperado. Pero algo más, interesante.

¿Duendes? Había sido su primera impresión. Aquellos pequeños vestían lo que parecían gigantes abrigos de lana que cubrían sus cuerpos. Ambos tenían orejas como un tipo de venado, sus pies descalzos. Pero, parecía como no les molestara el caminar así.

-Mama...mama...-

Ambos llamaban al mismo tiempo. Elizabeth solo se quedaba observando algo entusiasmada y triste. Los pequeños gemelos se apegaban el uno con el otro. Llamaban con desespero a su madre. No sabía si sería buena idea el acercarse.

Dio algunos pasos hacia ellos. Cuidadosa de no ser visible ante ellos. La poca niebla le ayudaba. No tardó en detenerse cuando miro a una alta criatura acercarse rápidamente hacia los gemelos.

-Diablos...- rápidamente se acostó en el pasto. Su madre le había ganado.

Miró como la alta figura rodeaba a los gemelos. Ambos pequeños callados en un silencio que poco a poco comenzó a perturbar a Elizabeth. Y supo el por qué cuando aquella criatura mostró su rostro.

Destapó su cabeza y retiro poco a poco el manto cenizo que cubría su rostro. Sus cabellos eran oscuros, los ojos rojos intensamente observando a los pequeños. Alzaba su mano para tocar la cabeza de uno de los gemelos. Ahí la chica noto las largas e filosas uñas. Sus cuernos como los de un chivo, oscuros e intidantes.

Los gemelos se alejaban poco a poco, o al menos uno de ellos se alejaba. El otro gemelo parecía querer desafiar a la larga criatura.

La criatura pauso y abrió su boca para reír. Elizabeth tembló.

-Ah, por fin encuentro a mi pequeño.- Su voz era dulce, pero algo letal se podía notar en su tono de hablar. - Tu madre es tan descuidada. Trató de timar me. Escondiendo lo que me había prometido, un nuevo alimento. Así que ven mi pequeño.-

Elizabeth comenzó a temblar. Su furia y tristeza apoderándose al ver todo. Se decidió ir a interferir. Más una vez más lo que vio la hizo pausar.

Un gemelo se acercó. Alzo sus manos, pidiendo a aquella cosa que lo tomará en su regazo. El otro que estaba temblando de miedo jalo de el abrigo de su hermano. Desesperado por detenerlo.

-¡Ciel no te atrevas! ¡No!-

-Suelta.-

La alta figura se agachó y tomo al pequeño llamado Ciel. Elizabeth notó una herida en su ojo derecho. El ser no tardó en lamer la horrenda herida. La piel y ojo poco a poco borrando aquella marca. El chico parpadeo y miro al ser con sorpresa.

-Buscas a quien te hizo esto...¿ no es así ?- dijo el ser. -Un trato con un demonio de bosque no se rompe muy fácil. ¿Qué ofrecerás a cambio? Tú madre me prometió que sería mi alimento. Busco algo más entretenido que eso,así que tú dime...-

El chico se aferró y murmuró algo que Elizabeth escucho claramente. Ciel no volteo ni soltó el cuello de aquel ser. Su gemelo calladamente observó como la creatura tapaba su cabeza de nuevo e cubría a su hermano con su oscuro manto. Sonrío y acaricio la cabeza de el pequeño.

-Cuidare de el. No te preocupes...- la malicia de su voz y su sonrisa inocente no taparon ninguna de la crueldad de sus palabras. - Tu madre perderá más que un hijo. También, perderá la cordura cuando vea a mi nueva pareja...-

Fingía consolar y así retiró su mano de los cabellos grises de aquel pequeño. Sus garras aferrándose a su nueva víctima.

Elizabeth observó como la figura se desaparecia rápidamente entre la neblina. Poco a poco retirándose de ahí. Dejando a un desamparado hermano que gritaba por su gemelo. Sus lágrimas derramándose sin parar. Elizabeth soltando unas pocas de sus propias lágrimas. Aún callada e impotente.

Se había quedado un rato más. En cuanto escucho una dulce voz llamando por su hijo la pequeña se alegró al saber que por fin el chico se había encontrado con su madre. La dama abrazo a su hijo. Más lo que pasó después rompió algo dentro de Elizabeth.

La madre noto que faltaba alguien. Llamaba desesperada entre gritos y una cara llena de lágrimas. Su llanto continuo, pero la pequeña no quiso escuchar más y se paró lentamente. Corriendo hacia su casa. El gris cielo acompañándola hasta que por fin cansada y rendida de adentro a su habitación.

Había buscado una aventura. Y se había encontrado con una.

.

.

.

.

.

Gracias por leer.

No se. Eh estado escuchando historias de hadas etc. Por una rara razón me dieron ganas de escribir esto... Escribiré mini historias que me lleguen ala cabeza aquí.

Si tienen algo como de un tipo de hadas o algo mitológico que quieran que tal vez escriba pueden decir.