Hemos vuelto, con algo aún mejor. Este fic contiene Merlock y Mpreg, advertidos están.
Ahora disfruten de la historia tanto como nosotras disfrutamos escribiéndola.
Secretos de la mar
Capítulo 01
El reloj de muñeca dio un pitido indicando que eran las cuatro en punto. La habitación estaba en silencio y a oscuras, tan solo iluminada por una lámpara led enfocada hacia unas muestras colocadas entre dos rectángulos de cristal.
Sherlock Holmes movió la rueda del microscopio para hacer más nítida la imagen. Tras unos segundos de observación tiró la prueba al suelo totalmente frustrado. Era ya la décimo tercera vez que examinaba ese tipo de alga y no encontraba nada nuevo. Ni en esa ni en ninguna.
Tras haber sido reconocido por todas las instituciones dedicadas a la biología por sus trabajos y tesis en biología marina, sentía que se le acababa el trabajo, que ya no había cosas nuevas que descubrir y analizar. Se le acababa su mundo y pronto tendría que dedicarse a la enseñanza.
Se subió las solapas del abrigo y se dirigió a su coche en el parking vacío. Condujo hasta su apartamento en el centro de la ciudad y se duchó antes de ponerse ropa más cómoda. El contestador de su teléfono fijo parpadeaba. Ni si quiera sabía porque aún tenía uno. Sería propaganda probablemente.
Se acercó a pulsar el botón de borrar mensajes pero sin querer le dio a escuchar.
"Buenas tardes, doctor Holmes. Soy el doctor Montgomery. Espero que se acuerde de mí, nos vimos en la convención de Washington. Verá, le llamo porque... La verdad es que es algo difícil de creer y dudo que aceptara a venir si se lo contara. Recientemente hemos descubierto una nueva especie. La capturaron en aguas cálidas cerca de Filipinas. Es... algo que no habíamos visto en la vida. En la historia se ha descubierto algo así. Por eso me pongo en contacto con usted. Es uno de los mejores, por no decir el mejor, biólogo marino de nuestros tiempos. Si viene se quedará asombrado, no dude de eso. Póngase en contacto con nosotros si desea aceptar la propuesta. Buenas tardes, doctor Holmes."
El biólogo reprodujo el mensaje dos veces más. Una especie nueva no vista hasta el momento... Cerró los puños y dio un saltó de alegría en el sitio. El doctor Montgomery trabajaba en el laboratorio de Massachusetts y al cambio horario, allí no sería muy tarde.
Cogió el teléfono y marcó. Ni si quiera dejo que la otra persona contestara.
—¿Montgomery? Cuenta conmigo, salgo mañana en el primer vuelo.
Tres horas después estaba subiendo a un avión rumbo a América con la maleta en la mano. Había metido todo lo que pudo ya que pensaba pasar mucho tiempo descubriendo las maravillas de esta nueva especie.
Había alquilado un piso que estaba a cinco minutos andando desde el edificio de investigación así que fue directamente a él a dejar sus cosas tras casi diez horas de viaje. Las manos le temblaban mientras guardaba su bata, gafas, espátula y demás utensilios que necesitaría en su maletín.
Después de conseguir su tarjeta identificadora caminó rápidamente a dónde le habían indicado. Bajó varios pisos en un ascensor donde le pidieron la tarjeta para subir. Las manos le sudaban al llegar a la puerta. Había un guardia de seguridad y le chequeó entero en busca de cámaras o algo parecido. Eso solo impacientó a Sherlock. El nuevo espécimen debía de estar protegido por el gobierno o peor por la seguridad secreta.
Pasó a la sala blanca donde Montgomery le esperaba.
—¡Holmes! No sabes lo mucho que agradezco que haya venido...
—Ya, claro. ¿Dónde está?— preguntó mientras se colocaba la bata y unos guantes de látex.
—Holmes, no es lo que usted se espera. Es... Mejor será que lo vea con sus propios ojos— le indicó que le siguiera y así lo hizo.
Atravesaron otra puerta. Entraron a una sala con varias sillas y un gran ventanal de cristal que ocupaba casi toda la pared. Al otro lado se veía una sala igual de iluminada y en el fondo había una pequeña piscina de unos tres metros de cristal. Tres hombres vestidos de blanco luchaban con algo que se movía en el interior de la piscina.
De pronto uno de los hombres gritó y cayó al suelo tapándose la cara. Las manos se le mancharon rápidamente de sangre que caía sin cesar. Sherlock apartó la vista hacia la piscina y vio algo que ni en sueños se hubiera imaginado.
El ser que había en aquella piscina era una criatura mítica. Su mitad humana, era claramente de hombre como la de cualquier otro de aquella sala. Tenía dos brazos, cuello y cabeza completamente normales.
Músculos bien definidos y un moreno poco evidente en toda la piel. Pelo corto y rubio, ojos azules y nariz redondeada. Pero, a partir de la cintura de donde podrían haber comenzado sus piernas, comenzaba a formarse una cola de pez de hermosas escamas azules y verdes.
La cola, era ancha por la zona de los muslos y se iba estrechando conforme se iba acercando a la aleta caudal que usaría para impulsarse. De ambos lados de la cadera tenía otras dos aletas, al igual que las otras dos que tenía justo detrás de los antebrazos. Las orejas sin duda eran muy diferentes a las de los humanos
También parecían dos altas del mismo color azul verdoso pero tenían dos agujeros para oír. Aunque, lo más impactante de todo era que las branquias, que en los peces solían estar en el cuello, las tenía en los costados, tres en cada lado, como si estuvieran en los espacios que formaban las costillas.
El ser, según la mitología, era un sireno. Y estaba furioso.
Se agitó y gritó con un sonido atronador que obligó a la mayoría de los presentes a taparse los oídos. Fue cuando la criatura cogió a de los pies a uno de los hombres con bata blanca que estaban atendiendo al herido y lo metió en el agua. Lo hundió hasta aplastarlo contra el fondo.
El hombre gritaba, dejando un rastro de burbujas, pero aquellos gritos fueron callados y el agua se tiñó de rojo pues el ser le había mordido el cuello con una fuerza descomunal. En otras palabras. Se lo estaba comiendo.
Montgomery y algunos otros científicos que estaban en la sala de la ventana salieron corriendo a intentar ayudar y rescatar al pobre ayudante. Sherlock no se movió del sitio.
Aquel ser era magnífico. Toda la historia escribiendo relatos fantásticos sobre esos seres y ahí estaba él, al otro lado de un vidrio viendo como el ser se alimentaba de un ser humano.
No pudieron hacer nada o no quisieron hacerlo por el miedo a ser arrastrados a la profundidad del tanque y ser devorados también. Los médicos llegaron para llevarse al herido mientras el sireno seguía concentrado en comer. Sherlock se acercó a ver la herida del muchacho. Tenía cuatro rajas perfectas en la mejilla derecha, como si estuvieran hechas con cuchillos, tenía la carne viva y aún seguía sangrando. Cerraron la puerta de la sala del tanque y todos se marcharon quedándose Sherlock solo al otro lado.
Era fantástico, increíble. Sherlock no encontraba las palabras exactas para describir a esa criatura marina. Se quedó hasta que el ser se sintió saciado y abandonó el cadáver en el fondo del tanque.
La criatura nado hasta la superficie y asomo la cabeza. Olio el aire, se giró y se encontró con los ojos de Sherlock. Los miro intensamente durante unos minutos, moviendo lentamente la cola para mantenerse a flote. Le chillo y volvió a introducirse en el agua. Se agito y golpeo el cristal furioso por no poder salir de allí. Su puño izquierdo choco fuertemente contra la vidriera pero al golpear contra ella grito. Tenía una herida en el hombro que estaba roja y a pesar de que estaba cerrada mostraba claros signos de infección. El sireno bajo la mano por su torso y se rasco lentamente la cola con sus uñas afiladas cual garras de animal. Cerró los ojos y se apoyó contra el cristal.
Sherlock intentó relajarse cuando el sireno sacó la cabeza del agua y se acercó al borde para verle. Estaba inmóvil, estático. No se atrevió a acercarse más. El sireno se cansó y volvió a hundirse en el agua después de golpear la pared de cristal.
Sherlock caminó hacia la puerta y le dio una última mirada antes de salir. Fuera era todo un revuelo, gente con bata hablándose a voces, algunos manchados de sangre y otros caminando histéricos por la sala. Buscó con los ojos a Montgomery que intentaba relajarse apoyado en una mesa.
—Doctor Montgomery— le llamó Sherlock cuando se acercó a él.
—Doctor Holmes —digo acercándose —. ¿Qué le parece? —pregunto pues no se le ocurría que decir después de lo ocurrido.
Que es maravilloso, la cosa más fascinante que había visto en su vida. Pero, por su puesto, eso no lo dijo en alto.
—Interesante — respondió con un tono de voz aburrido.
El científico expulso el aire que había contenido.
—Siento el revuelo, la criatura no nos deja acercarnos. Es más, esto ha ocurrido varias veces —se sinceró —. Es su segundo muerto y su cuarto herido de gravedad.
—Y encima os seguís preguntando porque es tan hostil— sonrió de medio lado y miró a los demás biólogos—. Menos mal que me ha llamado. Es la primera cosa que ha hecho bien desde que la criatura llegó aquí. ¿Tiene algún informe? ¿Cómo lo descubrieron y lo trajeron aquí?
Montgomery se acercó a una mesa y abrió una carpeta marrón. Había un informe escrito a mano en inglés, con una foto del ser entre redes de pescadores. También había mapas de coordenadas.
—Fue encontrado hace siete días en mar sulu, cerca de Sioon, en Filipinas. Lo encontró un barco de pesca que salía a faenar. Según nos contaron la criatura estaba sobre la superficie respirando y creyeron que era un hombre a la deriva le lanzaron las redes —explico.
—Me imagino que parte de la tripulación tuvo un bonito final bajo las garras de nuestro pez— rozó la foto del sireno entre las redes y levantó la vista hacia el doctor más mayor—. Sin duda alguna sois todos una panda de idiotas. ¿Os creéis que se va a dejar hacer como una muñeca? Le habéis sacado de su hogar, le habéis metido en un tanque con agua dulce y encima os acercáis a él todos a la vez. Es normal que se asuste y que os ataque para defenderos.
El científico apretó los labios.
—Es por eso que le hemos llamado Doctor Holmes. Cualquier intento de acercarnos ha sido en vano y necesitamos hacernos con su confianza para poder acercarnos a él. Hacerle entender que no le haremos ningún daño.
—Pues no habríais podido empezar de mejor forma que esta. Ya desconfía de todos vosotros. Yo me he quedado aparte, quizá quepa la posibilidad de que sea diferente conmigo. Lo cual veo casi imposible. Siendo mitad humano, probablemente tenga la misma inteligencia que nosotros, o incluso más. No es tonto... Tendré que encontrar una forma de comunicarme con él— suspiró—. Déjamelo a mí. Que no entre nadie, ¿me oyes? Ni si quiera tú. Quiero descubrir todo sobre esta criatura más incluso que tú a sí que haremos las cosas a mi manera.
—Como diga señor Holmes —bufo —. Le daremos todo aquello que nos pida si con ello podemos al menos hacerle un análisis.
—Me llevaré esto para leerlo más detalladamente esta noche. Será mejor dejarle solo hasta mañana para que este más relajado después del 'incidente' que ha ocurrido hoy— cogió la carpeta y se la guardó en su maletín—. Mañana a primera hora quiero que tengan listas algunas cosas. Todo lo necesario para desinfectar y curar heridas, aparte, también quiero que traigáis comida variada; carne de cerdo, de vaca, pescado, frutas... Seguramente no le habéis dado nada de comer y por eso ha cogido lo primero que ha pillado.
—De acuerdo. Todo estará listo a primera hora —aseguro el médico —. Doctor Holmes, no hace falta que se lo diga pero esto es alto secreto...
—No, no hace falta que me lo diga. Ya he visto la seguridad que tienen en el recinto— tomó sus cosas y tras quitarse la bata habló una vez más—. Puede venir y esperarme aquí para contarle avances si quiere pero, repito, nadie puede entrar en la sala del tanque, nadie— le miró amenazadoramente.
—Se lo prometo Doctor Holmes —aseguro Montgomery —. Nadie le molestara durante su cometido.
—Puede durar de unas pocas semanas hasta meses. No depende de mí sino de él— dijo señalando hacia la puerta. Le veré mañana, doctor Montgomery. Buenas tardes.
—Buenas tardes Doctor Holmes. Y gracias.
Sherlock no respondió a eso y salió del cuarto. Menuda pandilla de ignorantes.
Dejó las llaves sobre el cenicero cuando cerró la puerta. Tiró el abrigo y el maletín sobre el sofá mientras se calentaba su cena en el microondas. El apartamento era pequeño y tenía el mínimo de muebles pero para lo que lo iba a usar él, le servía. Abrió la ventana y encendió un cigarrillo. Desde su piso se veía el edificio de investigación.
Aquel ser, esa criatura... Era algo que aún no acababa de asimilar Sherlock. Era tan maravillosa. Cuerpo de hombre y cola de pez. Por el color de su piel, debía de nadar cerca del ecuador de la tierra y además cerca de la superficie del agua para que los rayos llegasen y broncearan su piel. La marca de su hombro sería de un arpón o algún elemento parecido. Tenía tantas ganas de poder acercarse a él. Tocar sus orejas puntiagudas, sentir el tacto de las escamas y, sobretodo, analizarlas para descubrir cómo podía existir semejante criatura.
Se metió en la cama tras una ducha rápida aunque probablemente no dormiría aquella noche.
