Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Son propiedad exclusiva del señor Hideaki Sorachi. No lucro con este fic.

Aclaraciones: La que cuenta la historia es Kagura. La trama empieza cuando se registra en una página que es "yorozuya. com " que vendría a ser como una especie de "yahoo respuestas". La idea es que las personas se registren y publiquen una inquietud o problema y otros usuarios comenten dando una solución. Y tooooodo lo que cuenta Kagura a partir de ahora no es más que una pregunta que ella ha formulado.


Prologo

Sadaharu35 pregunta:

Hola a todos. Inicio este nuevo tema para plantearles el problema que me ha acongojado durante todo el año. Para que entiendan mejor comenzaré desde el principio:

Comenzó hace unos cinco meses, lo recuerdo perfectamente aun cuando parece tan lejano. Era una mañana soleada, hacía bastante calor. Me acuerdo que me alegré solo por esa vez de que nuestro uniforme fuera una camisa blanca y una falda roja a tablas –en realidad es azul pero a mí me gusta más el rojo–. Como sea, ese tan "ansiado" lunes parecía preceder a una serie de tediosas tardes de agonía. Exacto. Primer día de clases. Los compañeros de siempre, la misma aula, los mismos profesores, la misma rutina. Este año parecía ser igual de "emocionante" que el anterior. Y como si fuera poco, el colmo de todo era que mi querido "tutor" era el flamante educador de Lengua y literatura, Historia y Ética en formación ciudadana. ¿Pueden creerlo? Si lo conocieran dirían que es el peor ejemplar de ser humano para dar estas materias. La única disciplina que no aceptó dar era inglés –y porque era pésimo–. El resto eran dictadas por profesores de verdad. Los únicos que habían aceptado tenernos como alumnos.

En fin, yo estaba en casa alistándome para salir. Mientras me acomodaba la corbata azul –no conseguí una roja– y me subía las medias hasta la mitad de la pantorrilla, oía a mi sensei quejarse y maldecir buscando sus zapatos. Tomé lo más que pude de la heladera y me fui antes de que se ofreciera llevarme con él en su moto.

Llegué temprano, ritual que solo hago el primer día de clases. El resto del año llego al margen de la hora o incluso tarde. ¿La razón de mi puntualidad? Molestar a los nuevos de primer año o en su defecto, a los de secundaria. No hay nada mejor que ver la cara de susto y horror cuando les hablo del terrible sensei Gin y sus crueles métodos de castigo.

- ¡Oi! ¡Enano! ¿Eres de secundaria? –divisé a mi primera víctima sentada en un banco, mirando perdido a los alumnos.

- ¿A quién le dices enano? –preguntó él dándose vuelta y poniéndose de pie de un salto.

Tenía el cabello despeinado color avellana y corto. Sus ojos oscuramente marrones tenían un tono morado, casi rojos. Y, por su supuesto, lucía un atuendo de idiota colegial típico: camisa blanca desabotonada hasta el pecho fuera de los pantalones negros. Zapatos deportivos de color blanco y los cordones desatados.

Me miró de pies a cabeza antes de sacarse los auriculares con su cara de nada.

- ¡Pues a ti, idiota! Te pregunto que si eres de secundaria, o ¿acaso eres de primer año? –le contesté yo.

Caminó decidido hasta quedar frente a mí y me lanzó una mirada desafiante.

- ¿Te parece que soy enano? Soy más alto que tú.

- ¡Ohhh! Vaya, estoy en presencia de un jugador de la NBA. Qué honor. –dije sarcásticamente a lo que él reaccionó frunciendo el ceño.

- Mira quién lo dice. Aquí el único renacuajo eres tú –puso su brazo en mi cabeza, recargándose en ella –Y por cierto, soy de segundo.

Le quité el brazo enojada y me dispuse a rebatirlo pero él me ganó de antemano.

- Dime, niña, ¿dónde está el salón de los de preparatoria? –preguntó el muy descarado mirando distraído hacia las aulas.

- ¡¿Qué cosa?!

- Supongo que debes ser de primaria ¿no es así? ¿Qué haces en el lado de los más grandes?

- ¡No soy de primaria, caimán de charco!

- ¿A no? Por tu apariencia parecía que apenas salías del jardín de infantes.

- ¡Que no! Soy bastante grande. Apuesto a que soy mayor que tú. ¿Cuándos años tienes?

- 17 –me contestó esbozando una ridícula sonrisa especulando, quizás, que yo tenía 16, y en lo cual acertó.

Seguramente mi expresión de sorpresa habrá sido demasiado evidente porque de inmediato puso una expresión cargada de satisfacción. Y claro, no me podía quedar atrás dejando que me humille así.

- ¿17 y estás en segundo? Deberías estar en tercero año.

- ¿Ah así? No me digas. No eres tan tonta como aparentas. ¡Si hasta te sabes los números!

- No voy a aceptar eso de un retrasado que repitió un año.

- Eso nunca pasó.

- ¿Y cómo es que es que estás en un año menor en el que deberías estar?

- Q-u-é t-e i-m-p-o-r-t-a –me dijo en tono molesto.

Hasta ahora había permanecido serio y casi sin expresión, pero mi burla parecía que había dado en el blanco.

- Sí, repetiste y te avergüenzas de decirlo porque eres un zopenco, un tonto.

- ¡Claro que no!

- ¿Y entonces por qué no estás en tu año correcto?

No obtuve respuesta. Él solo se limitó a mirar hacia otro lado indignado.

- Eres tonto. Muy tonto –me, burlaba una y otra vez.

Al final, molestar a este idiota resultó más divertido que mofarme de los novatos de primero. O eso fue lo que pensé.

- ¡Ya cállate, china enana!

¿Acaso no lo dije? Se me olvidó aclarar que me recojo el cabello atándolos con un rodete y cubriéndolos con un adorno de color negro con ribetes amarrillos, que hacen juego con mis alpargatas. Eso me da un cierto aspecto de extranjera –que en verdad soy– y es por eso que me llama así.

- Pero si eso eres. Deberías poner a trabajar la única neurona que tienes.

- Por favor tesoro, ¿por qué no buscas alguien que te entierre?

- Una vez tuve un perro más listo que tú.

- Microbio.

- Retrasado.

- Anormal.

- ¡Oigan! ¡Ustedes dos! ¿Qué hacen ahí? Vallan a sus salones. –ordenaba un "señor" de cabello plateado y rizado con anteojos.

Su bata blanca y traje –arrugado–daban a entender que se trataba de un profesor. Así es. Mi tutor-sensei había llegado en el momento más oportuno. Y justo cuando se estaba volviendo interesante.

- Oi, Gin-chan. Si solo estábamos charlando.

- ¡No me llames así! Trátame con respeto. Y ya va siendo hora de que entren a clases. Vamos, a sus aulas.

Ése fue el final de mi encuentro con el lunático, por el momento.

Me fui escoltada por Gin-chan hasta el aula mientras me regañaba por mi comportamiento.

- ¿Cuándo vas a dejar de hacer chiquilinadas? Madura.

- ¡Hola! Tú no eres exactamente el más indicado para hablar de eso. Eres el Rey de los inmaduros, irresponsables…

- Ya, calla. Guárdate esas cosas para cuando estemos en casa. Aquí soy un docente. ¡El más importante de todos! Que no se te olvide. Vamos, entra y no causes más problemas.

Me acomodé en mi asiento de siempre, el último banco de la segunda fila más cercana a la puerta. Como siempre Shinpachi, mejor amigo ya estaba ubicado en el asiento de mi derecha.

- Buenos días, Kagura.

- Buen día –dije sin ánimos.

- ¿No estás emocionada? Por fin empezamos las clases, estuve leyendo hace un par de semanas sobre cómo mejorar nuestro desempeño en las tareas; mira, si te fijas…

Mi mejor amigo es un fanático traga libros que le encanta estudiar. Está obsesionado con ser el alumno con las mejores notas. Su otra obsesión es una estudiante de cuarto año que se llama Tsu Terakado. Una idol que sale en revistas y canta, para mi gusto, unas canciones muy desagradables y ordinarias. Sin embargo, a Shinpachi le encanta y encabeza un pequeño club de fans que la siguen a todos los recitales a los que se presenta. Patético.

Yo seguía inmersa en mi apatía. Escucharlo hablar tan entusiasmadamente sobre los exámenes y las materias de este año, me daban pereza y sobre todo sueño.

Cerré mis ojos y apoyé la cabeza sobre mis brazos en la mesa. La puerta se abría y cerraba a cada rato. Mis compañeros no dejaban de entrar y salir. Escuchaba de vez en cuando un saludo que otro pero yo no contestaba. Me decidí simplemente a mecerme en un mar de sueños.

- Ey, Kagura. No te duermas –decía mi amigo.

Escuché que la puerta se abrió una última vez. "Seguramente ese debe el profesor" pensé pero aun así seguí sin moverme.

- Bien, tenemos dos lugares libres. Escoge el que quieras –escuché que decía alguien.

- Quiero ése –contestó otra voz.

- ¿Estás seguro? No prefieres ése que está al lado de esa linda chica de allá.

- No, ahí estará bien.

- Ok. No quiero quejas después.

Se oyeron muchos pasos y el chirrido de los pupitres y sillas corriéndose. Algo espantosamente ruidoso ¿Que la gente no tiene respeto? ¡Hay alguien que intenta dormir!

- Hola, china –ese saludo con tono ácido me hizo dar náuseas.

Levanté la cabeza para ver de quién provenía esa horrible voz justo a tiempo para presenciar el comienzo de la lección y el discurso desganado del sensei.

- Buen día, clase. Para los que no me conocen soy Gintoki Sakata y voy a ser su profesor de Lengua y literatura los lunes en las dos primeras horas.

Si tuviéramos que nominar al sujeto más desanimado y la presentación más decaída del siglo, probablemente veríamos el nombre de Gin-chan como gran triunfador de todos los tiempos. Era desalentador con tan solo mirarlo: tenía el cabello todo alborotado (aunque su peinado ya es así, ese día estaba más desalineado que de costumbre y eso se debe a que apenas se había levantado de la cama cuando me fui), detrás de los anteojos (sin aumento, es solo una fachada) sus ojos de perro muerto miraban sin rumbo alguno, con una paleta en la boca.

Se dio la vuelta y mientras escribía los nombres de los libros que leeríamos este año, yo me giré hacia la izquierda para ver al muy idiota que me había llamado "china".

- Ah. Así que eres tú ¿Qué demonios haces aquí?

- ¿Qué parece que hago, tonta?

Y fue entonces cuando comprendí la conversación de hacía un rato. "Maldito Gin, me las vas a pagar cuando lleguemos a casa". Iba a contestarle al miserable pero Shinpachi me detuvo con su estúpido pacifismo inútil y después nos dijeron que teníamos que formar grupos para los trabajos que haríamos en la clase. Adivinen con me tocó estar.

- ¡Gin-chan! Yo formaré equipo con Shinpachi –dije levantándome de mi asiento.

- Son muy pocos.

- Nos las arreglaremos para trabajar bien.

- Oye, tú, el nuevo ¿Ya tienes grupo? –preguntó Gin.

- No, señor.

- Bien, estarás con Shimura y la pelirroja molesta.

- ¡Oi! ¡No quiero estar con esta larva! –protesté indignada.

- A mí tampoco me hace gracia formar grupo con una pulga.

- Qué bueno que se llevan tan bien. Cierren la boca por ahora y trabajen en equipo o los reprobaré a los dos.

Y esa fue la última palabra del sensei. Me gustaba molestarlo pero tampoco tener que convivir con él. Lo miré con desprecio y me senté haciendo un berrinche cruzando los brazos. Escuché que él se reía bajito, cosa que me dio más bronca aún.

El resto de la tarde la pasé intentando ignorar al cretino. Me había puesto de tan mal humor que no tenía ganas de hacerle pelea por ese día. En los recreos veía cómo mis estúpidas compañeras se le arrastraban preguntándole su nombre y todas esas cosas de chica tonta. Mientras él sonreía con malicia, ellas se paseaban gateando detrás suyo. Parecía que las había domado.

- Sougo Okita –escuché de repente después de que sonó el timbre en la última hora.

- ¿Y quién demonios te preguntó tu nombre?

- Nadie, solo quería que lo recordaras bien porque será lo último quieras volver a oír.

Dicho esto, se levantó de su asiento cargando su mochila y se fue. Fiel al estilo tele-novela. Ni quiera me dio tiempo de insultarlo. Pero lo mejor del día estaba por comenzar, la hora de ir a casa.

- Gin-chan ¿por qué dejaste que ese tarado se sentara al lado mío? –pregunté cuando llegamos a casa.

- Él eligió ese lugar. Supongo que le gustas.

- ¡Puff! Muchísimo. ¿Y qué fue eso de "no prefieres sentarte al lado de esa linda chica"? ¿Acaso no soy bonita?

- Tanto como un simio con vestido.

- ¡Escuché eso Gin, cretino!

- ¿A quién le dices cretino, mocosa?

Después de discutir por un largo rato, le di de comer a mi amada mascota Sadaharu, un perro extremadamente grande –según los vecinos, pero yo lo veo normal– y luego me fui a dormir. Creí que una vez en casa, me olvidaría de todo. Pero extrañamente tuve un sueño con el maldito sádico de ese día. Tuve la desgracia de encontrármelo incluso allí.


Notas del autor:

Me quedó corto este primer cap. pero es de introducción. El próximo va a ser más largo.
Críticas y sugerencias que puedan hacerme, bienvenidos sean.

Aclaraciones finales:

Gin es el encargado de tres asignaturas porque ningún docente pudo llevar las clases normalmente con este grupo debido a su mal comportamiento. Por eso Gin es designado, aún sin ser sin profesor de forma oficial, a que dictara las clases para esta división. Ellos son 2°-A.

Saludos a todos y gracias por leer.