Summary: El doctor esconde unas descaradas notas y River las encuentra, pero ¿porque esconderlas a simple vista? ¡Eso nunca funciona!

Disclaimer: Todo el universo de Doctor Who pertenece a la BBC, incluidos estos dos increíbles personajes.

− ¡Doctor! – gritó River desde la biblioteca de la Tardis.

− ¿Qué pasa River?, a penas si ha amanecido, vas a despertar a todo el… ¡oh!

− ¡Si! ¡Oh! –contestó la mujer que sostenía una enorme caja y un montón de sobres y notas arrugadas en las manos − ¿quieres decirme que significa esto?, no espera, es que tienes que escucharlo− dijo ella tomando una de las notas− Querido Doctor, no veo la hora de que llegue mi oportunidad de conocerte, porque sé que ese día me harás gozar y no solo eso, porque yo prometo que yo te hare gritar tan fuerte que resonara mi nombre a través del espacio. Rebecca Cole− leyó la rubia con tono meloso− ¿Quién esa tal Rebecca? Dime algo doctor ¿ya te has acostado con ella? ¿y que me dices de todas estas? – River le lanzó todas las cartas a la cara− ¡Oh vamos! No sabía que fueras tan popular entre las mujeres – la mujer se dio la vuelta dándole la espalda.

−¿Qué puedo decir River? Hay alguien por ahí que se la pasa haciéndome buena publicidad− contestó el Doctor mientras la rodeaba para quedar frente a ella− ahora no te pongas celosa, después de todo no soy yo el que ando contando rumores de lo bueno que es mi marido en la cama, a todas las damas del universo a través del espacio tiempo. ¿Tienes alguna idea de quien podrá ser la autora de dichos rumores?

−No fue a todas las damas del universo, solo a unas cuantas miles y eso no responde a mi pregunta− dijo River sin suavizar un poco su expresión− ¿¡te has acostado con ellas!?

−Tu sabes que no River, además siempre queda algo bueno de cosas como estas− la rubia lo miro sin entender que podría haber de bueno en esa situación− ¡chocolates! – El doctor abrió un enorme cajón del escritorio, que estaba lleno por completo de chocolates – es curioso como todas envían siempre chocolates con sus notas… ¿chocolate de avellana cielito? –sonrió el doctor, mientras se sentaba en el sillón del escritorio.

−No puedo enojarme contigo por más de tres minutos ¿verdad?, es que eres adorablemente infantil cariño−River aceptó el chocolate que él le ofrecía y se sentó en su regazo – ahora ¿quieres decirme que es esto? – dijo e sacando algo del cajón que aun seguía abierto.

−Son bragas de chocolate y supongo que han de tener relación con lo de las notas, pero chocolate es chocolate y se quedan− contestó el hombre mientras le arrebataba la prenda de las manos a River− aunque pensándolo bien− conozco a alguien que no le quedarían nada mal− los ojos del Doctor brillaron con lujuria − ¿Qué dices cariño, quieres descubrir si todos esos rumores que dicen sobre mi son ciertos?

−¡Oh cállate!− rio la rubia golpeándolo juguetonamente para después darle un pequeño beso en los labios y arrastrarlo consigo hacía su habitación , después de todo puede que las notas insinuantes y las mujeres desesperadas por follarse a su marido no fueran tan malas como creía.