Invencible
Nunca me he visto capaz de realizar correctamente lo que hago y mucho menos de enfrentarme a otros. Mi debilidad es dolorosa, siento como los demás siguen avanzando hacia adelante y yo solo puedo mirar sus espaldas desde la lejanía. Duele. ¿Por qué no puedo alcanzarles? ¿Por qué no puedo luchar en el mismo escenario que ellos? Se me oprime el pecho. El dolor cada vez es más grande y ya no sé cómo remediarlo. Quería gritar, quería llorar... Es lo que hacen los cobardes después de todo ¿no? La confianza que hasta ahora había mantenido al permanecer al lado de Tsukki, iba desapareciendo poco a poco. Él también avanzaba, iba evolucionando, él también quería volverse más fuerte. A ese paso me dejará completamente atrás y nunca podré caminar a su lado de nuevo. Solo deseaba poder luchar por mi cuenta, tener un arma propia que me hiciera dar la cara también por mi equipo. Pero otra vez la frustración, el miedo, la cobardía se apoderaba de mi cuerpo y me hacían retroceder en mi progreso. Era tan frustrante ¿por qué solo me pasa esto a mí? ¿Por qué? ¿¡Por qué!? ¿Acaso no me merezco luchar junto a unas personas tan dedicadas al voleibol como mis compañeros? Me golpeé el rostro. Es estúpido, yo también soy parte del equipo, debo dar el ciento diez por ciento de mi esfuerzo en cada jugada que hagamos. Miré al frente. Las espaldas de mis compañeros de nuevo. Podía notar como se iban alejando lentamente y la luz cegadora que desprendían me cegaba y no me dejaba seguir observándoles. El dolor volvió. Me arrodillé en el suelo, agarrándole la camiseta con fuerza, teniendo ganas de llorar allí mismo. No era justo, nada justo. Rompí a llorar. Las lágrimas inundaron mis ojos y se deslizaron por mis pecosas mejillas con abundancia. Quería decirles que pararan que se detuviesen, pero no podía pedirles que se detuvieran por mí. No podía hacer que avanzaran más lento para que yo pudiera caminar a su lado. Me froté los ojos y observé de nuevo aquella cegadora luz. No había nadie, habían desaparecido, completamente. Observé a mí alrededor y noté como unas siluetas me rodeaban. Eran ellos, mis compañeros de primero. ¿Se habían dado la vuelta para venir a buscarme? Me agarré la camiseta con más fuerza y los miré a todos al rostro para observar sus expresiones. Todos me miraban fijamente con una sonrisa en su rostro. Observé a Tsukki que estaba a mi lado con los brazos cruzados, parecía enfadado ¿Debía pedir perdón? Abrí la boca para disculparme, pero sentí como me cogía del brazo y me levantaba de nuevo. Hinata y Kageyama me miraron con una sonrisa y comenzaron a avanzar cogidos de la mano. Volví a mirar a Tsukki y noté como me extendía la mano. Me sequé las lágrimas, que aún inundaban mis ojos, y posé la mía sobre la suya. Me agarró con fuerza y me arrastró junto a mis otros dos compañeros. Podía sentir como me sujetaba con fuerza como si quisiera que no me separara de él, que no me extraviara por el camino. Me sujeté con fuerza a su mano y dejé que me llevase, que tirara de mí y me hiciera avanzar como muchas otras veces había hecho conmigo. Aunque pareciese frio, malhumorado y alguien con una personalidad terrible… Esa era la persona que me había acompañado todos estos años, esa persona que no me abandonó en ningún momento y que hizo que caminara a su lado en todo instante. Corrí. Me puse a su lado. E hice que yo tirara de él. Que por una vez fuera él, el que me siguiera. Me coloqué delante de él y le detuve, mirando a su serio semblante. Moví mis labios diciendo unas palabras que llevaba sintiendo en mi interior desde hace mucho tiempo. Se lo dije alto y claro y él me miró de nuevo. No había cambio alguno en su rostro, pero yo sabía que lo había entendido a la perfección. Le cogí la mano de nuevo y entrelacé nuestros dedos caminando de nuevo. Pero esta vez yo no estaba solo. Me acompañaba la persona que más quería.
De repente. Me sentí invencible.
