- Uhm-. Seras no es particularmente valiente. Al menos, no se considera valiente. Luchar por tu vida (... lo más cercano a una, de cualquier forma) no es algo que considere tanto valiente como, bueno, necesario, porque una bala en tu cabeza o una extremidad menos nunca son buenas noticias así que no es como si le dejaran mucha opción ahí para empezar, realmente.

- Si tienes algo que decir, aconsejaría hablar con más claridad, Seras-. Su meñique perfectamente alzado cuando lleva la taza a los labios y cómo es que no deja una marca de labial en la porcelana, hasta el día de hoy sigue sin averiguarlo.

- Es descortés murmurar-.

Bajo sus piernas, un muy adolescente, muy no-muerto mayordomo escribe diligentemente 'No debo desobedecer al Amo' en un cuaderno, de principio a fin, por lo que puede apreciar ya es más de la mitad del susodicho. Desde donde están, le llega el sol al rostro.

- Solo- admiraba el nuevo salón, señora-. Realmente le alegra tener al señor Walter de vuelta. Condición- adolescente aparte. Y sabe que también a la señorita Integral, medidas- disciplinarias aparte.

- Tu Amo es sorprendentemente hábil para construir cosas, considerando todo el tiempo que pasa destrozándolas-.

- A-ahahah, eso es, ¿verdad?-. Y sabe que está muy, muy, muy feliz de tener al Amo de regreso. Entiende- puede sentirlo, no es- ya no es reservada con esas cosas, cuando está junto a ellos, al menos. Ella misma está enfadada con él por haberlas preocupado así, después de todo. ¿Pero quizás encargarle la reconstrucción de la mansión fue algo- severo?

- Si tienes algo más que agregar, este sería un buen momento, Seras-. Ella no es valiente, ni heroica ni nada de eso. Pero le gusta pensar que tampoco es cobarde.

-¡N-nada más, señora!-.

- Perfecto. Mantén el paso, Walter. Esos papeles no se llenarán solos. ¿Oficial?-.

-¡S-si, señora! ¡Enseguida, señora!-.

A mejores y más grandes les ha temblado la mano con ella, después de todo.