Bucky era el primero que lo había tratado como un igual.
Y es que Bucky era el único que se había preocupado por él cuando nadie más lo hizo, Bucky siempre lo estimó, lo aceptó y lo quiso por lo que era, por ser Steve Rogers. El sargento jamás le pidió que mostrará su valor, porque él sabía exactamente cuánto valía.
Él conocía a Steve antes y mejor que nadie, sabía del buen corazón de Steve, aquel chico de hebras doradas que defendía sus ideales, el escuálido chico que sonreía por la mera ilusión de ser un soldado y que se las arreglaba para postularse en el ejército (sin ni siquiera haber sido llamado) a punta de mentiras y formularios falsificados.
El chico que tenía una convicción más grande que su propio cuerpo. Que por jugarretas del destino, no tenía las condiciones físicas para brillar en el campo de batalla como los demás.
Y es que tal vez, la fuerza de Steve no residía en sus manos su entereza iba por dentro.
Cuantas veces no lo había encontrado con múltiples moretones, y el labio roto. Y ninguna respuesta coherente.
El rubio no era un buscapleitos, sin embargo no soportaba las injusticias y era apegado a sus ideas.
Y donde ocurría una injusticia Steve se metía a emparejar las cosas, sin importar que tuviera con todas las de perder.
El pequeño Rogers tenía una bondad tan grande, que estaba dispuesto a sacrificarse a sí mismo por los demás. Y de alguna manera Barnes no podía soportar que el mundo no lo notara. Aún si eso implicaba tratar de disuadirlo de convertirse en soldado, no quería que la vida de Steve fuera usada como cualquier otra.
Steve valía tanto, que no merecía morir como un número.
Pero el rubio no quería ser menos que nadie, quería ayudar a su país, como cualquier otro. Junto a Bucky.
No tienes nada que probar – le había dicho, aunque sabía que no era ese el objetivo de Steve.
Rogers no necesitaba probarse nada así mismo, en su cabeza el único anhelo era ayudar a su país de la forma más valiosa que podía en esos momentos, como soldado.
De hecho, cuando tuvo la oportunidad, de ser un arma experimental, no lo dudó.
Y era tan feliz cuando empezó a realizar misiones con Bucky. Podría seguir compartiendo con el castaño, como lo hacían desde pequeños. La gente decía que eran inseparables.
Bucky lo invitaba a las fiestas a pesar de que era un espanta chicas, lo defendía a pesar de que a veces solo eran peleas sin sentido, lo visitaba antes y después de la muerte su madre, lo cuidaba cuando estaba estúpidamente enfermo, y lo consentía llevándolo a los juegos que se instalaban cerca de la ciudad.
Por eso cuando, Steve se enteró que Bucky estaba capturado, fue por él.
No importaba ser el capitán América, no importaba su trabajo como bailarín ni la tonta recaudación de fondos.
Años después al saber que James no estaba muerto. Peleó con el mundo para traerlo de vuelta.
Ya lo había perdido una vez, y una segunda estaba seguro que no podría soportarlo. Prefería darle la espalda a todas las reglas, a todo lo correcto, a todo lo que había creído siempre, pero no le daría la espalda a Bucky.
Bucky con memoria o sin memoria, seguía siendo su Bucky y eso nada lo iba a cambiar.
Lo cuidaría, lo apoyaría, lo ayudaría a encontrar su camino, y lo amaría tal y como era ahora, exactamente como lo había hecho él en el pasado.
N/A: Espero les guste, me gusta explicar porque esta pareja es tan especial. Porque la relación es inquebrantable. No es que Steve esté compensando a Bucky por lo bueno que fue con él en el pasado, sino que quiere a Bucky porque es Bucky y nadie más. Y es a él a quién ama, y Steve realmente conoce a Bucky sin toda la mierda que Hydra le metió en la cabeza, sabe que esa persona sigue en él. Pero más que recuperar al Sargento Barnes y tener a su amigo de vuelta, quiere que viva como una persona normal, que sea feliz, y si hay una mínima y escasa oportunidad de que eso pase, entonces apostará todo a eso. Y eso para mí es la máxima prueba de amor.
