- ¿A dónde vas Kanato-kun?- preguntó la muchacha de cabellos claros y de sonrisa asustada por la reacción que podría tener el vampiro de cabellos morados.

-a comprar algo… para Teddie- dijo mirando claramente hacia la puerta, estaba anocheciendo y se podía apreciar las primeras estrellas del cielo morado y azul.

El chico sin más salio de la gran mansión, pasando a través de los jardines de Rosas rojas, que habían plantadas, pasó por el umbral de metal negro de la reja puntiaguda, y "caminó".

Llegó donde habían unas tiendas, buscó con la mirada la tienda de su objetivo, al encontrarla, caminó hasta ella, y al entrar, se escuchó la campanilla que colgaba, este levantó la mirada hasta a campanilla dorada, fijó su mirada en la señora regordeta que atendía la tienda y se le acercó.

-quiero hilo, especial para mi Teddie- dijo fríamente sin prestarle atención a la señora, que había bajado la mirada hasta el peluche del "adolescente", al parecer solo se fijaba, en todos los tipos de telas, y objetos de esa extraña tienda, la mujer había ido en busca del hilo, el chico caminaba de punta en punta de la tienda que no era muy grande, mirando cada objeto hasta notar la presencia de otro oso de peluche, de color blanco y usaba vestido.

El chico frunció el ceño- tranquilo Teddie tu eres mejor que él- e susurró al oído del oso que portaba.

-muy bien tengo estos tres colores- dijo la mujer atrayendo la atención del peli-morado, el chico camino hasta la caja, miró los tres colores que habían en la caja, Rojo, beige y morado- el chico copio el de color Beige, miró el papel de atrás, entregó el dinero a la mujer dejando la boleta.

Caminaba satisfecho, con objetivo a su hogar con todos sus hermanos y Yui.

Pero algo llamó su atención, era un lugar de muchos colores, brillantes, el chico curiosos, se pegó en el ventanal de la tienda, y sonrío, al ver la cantidad de dulces que se encontraban, miró el cartel de arriba "Candy Kingdom", estaba escrito con amarillo y rojo, entró a la tienda, felizmente habían muchos niños pequeños, y personas, todos sonreían, mientras la pobre nariz de Kanato, se decidía entre la sangre o los dulces, pero ninguna persona de allí era tan dulce como la sangre de Yui. Pero percibió otro olor, no era dulce ni salado, sino atrayente, para cualquiera incluso un vampiro, combinado con un olor a goma de mascar de frutillas.

Se acercó, a los puestos tomó una de esas bolsas, de papel, y empezó a coger todo a su alcance, al fin había llenado más de siete bolsas, se acercó al mostrador, pero antes de llegar, vio a una chica, pero no cualquier chica, tenía una ¡mochila de oso!, el chico, sin despegar la mirada de la chica, de cabello castaño y puntas rosadas y moradas puso sus bolsas en el mostrador.

La miraba con la boca entre abierta, y antes de que el señor de la tienda le digiera cuanto costaban los dulces, le lanzó muchas monedas, y más de las que debía.

La chica lo veía de reojo algo asustada, no era para nada disimulado, pensó la chica, tomó las bolsas, de papel llenas de dulces y salio de la tienda, el chico la imitó con sus bolsas y Teddie la siguió.

La chica gritó sobre sus talones, y allí estaba ese chico extraño de la tienda- la chica levantó una ceja, y ladeo un poco su cabeza demostrando confusión- hola- dijo la chica confundida aun.

-hola- dijo el chico aun con sus ojos penetrantes bien abiertos.

-¿puedo ayudarte en algo?- dijo la chica extendiéndole la mano- soy Tammi- dijo la chica con una tímida sonrisa.

-Kanato y este es Mi Teddie. Dijo mostrando a su peluche.

La chica sonrío, se sacó su mochila- es Hoshi- Dijo la chica sonriendo, mientras que este seguía con su mirada penetrante, el chico soltó tres de sus bolsas y apretó su mano.

Rápidamente las volvió a tomar mientras sacaba una gomita en forma de oso verde mientras que Tammi sacó un chocolate en barra.

Ambos comían sus dulces, y no se dieron cuanta de que estaban sentados en una banca tragándose todos los dulces que podían, cada uno.

La chica sonreía y de vez en cuado Kanato la imitaba, se hacía de noche rápidamente.

Cuando notaron que ya no había nadie, y sus golosinas se acabaron, ella estaba bien, mientras que Kanato seguía con hambre.

La chica notó como el la miraba, muy cerca suyo.

-¿Kanato?- la chica ya se escuchaba asustada, cuando notó que el chico se acercaba más y más hasta tal punto que la chica se sonrojaba, mucho.

-¿podrías dejar de sonrojarte?- dijo el chico mirando sus mejillas, por cada vez se ponía más nerviosa y más hambriento.

Cuando la chica sintió que el chico la besaba, Tammi nerviosamente se separó de el, el chico la miró, mientras tomaba su muñeca,- no grites- susurró antes de tomar su sangre, la chica contenía las lagrimas, ¿como eso era posible?, el chico mordió su cuello dejando dos orificios que despedían su sangre de un rojo brillantes, el chico sacó las gotas de sangre haciendo que ella se estremeciera

-me tengo que ir,- dijo la chica más que asustada.

Tomó su bicicleta morada y se fue, el chico vio la banca donde descansaban Teddie y Hoshi. El chico tomó ambos oso, y se fue hasta su casa, si notar la gota de sangre que resbalaba por sus labios.

Entró a la casa, llamando la atención de los que estaban cenando.

-¿Dónde estabas Kanato?- dijo Reiji levantándose rápidamente de la mesa.

-fue por hilo para algo, y me comí unos dulces.

-y se te olvido, de tomar sangre a un humano- dijo su hermano Raito, sonriéndole

-ya te aburriste de Yui- dijo Ayato sonriéndole a su "hermano".

-¿ah? No solo es que estaba, tomando sangre de Tammi-

-¿Tammi?, ¿Quién es Tammi?- ahora el interesado era Raito.

-una chica, que conocí, en la tienda, de dulces… me voy- dijo yéndose, mientras tomaba las últimas gotas de Tammi en su rostro.

Raito lo seguía por detrás, pervertidamente, -¿y como era tu amiga eh?- olía cada molécula de sangre que absorbía su "hermanito" no era dulce, como la de Yui pero era como extravagante- ¿es de ella?- dijo refiriéndose a el oso mochila blanco que tenía Kanato, pero este no le respondía a su hermano.

-¿te dejó mudo, Kanato-kun?- dijo Raito aun siguiéndolo, pero Kanato entró a su habitación, cerrando la puerta en su nariz.