Nuestra Canción

Sus paso resonaban entre las paredes de los pasillos. El instituto Teikoku estaba completamente vacío a esas horas salvo por aquellos que participaban en las respectivas actividades de su club. Aun faltaba un rato para que el entrenamiento comenzase, por eso Kidou decidió pasear por los pasillos del edificio donde se encontraba su clase, la soledad de ese lugar acompañada por el sonido de sus pasos conseguía que su mente se evadiese de todas sus preocupaciones y le ayudaba a dejar la mente en blanco.

Aunque esta práctica solía funcionar bastante bien ese día parecía ser una excepción. Comenzó escuchando un leve murmullo a lo lejos, extrañado de que alguien siguiese a esas horas en el edificio decidió investigar quien podía ser pero a medida que se acercaba pudo distinguir una sola voz que se le hacia conocida.

La dulce voz que estaba oyendo envolvían los pasillos acallando el ruido de sus pasos. Sin darse cuenta Kidou comenzó a acelerar el paso, estaba ansioso por llegar al origen de esa voz, antes de darse cuenta estaba prácticamente corriendo hacia el final del pasillo. Su mente estaba completamente hipnotizada por esa voz, distintos rasgos se le aparecían delineando el rostro de quien dejaba salir esa hermosa voz.

Por fin llego a la última clase, no se preocupo de mirar cual era, solo se quedo quieto en la puerta abriéndola lentamente procurando no hacer ruido. Su respiración se paro al verle sentado sobre uno de los pupitres de espalda a la puerta y mirando por la ventana. Las piernas cruzadas descansando sobre ellas sus manos que acariciaban un pequeño colgante enganchado a su móvil, el mismo que él le había regalado hacía un tiempo.

Kidou estaba atónito, nunca podría haberse imaginado eso de él, pero su asombro no era de decepción, mas bien todo lo contrario. Su corazón se aceleró al tiempo que se acercaba a la mesa con una lentitud asombrosa intentando con esto que sus pasos no interfirieran en la melodía que poco a poco iba descendiendo de tono mientras se acercaba a su final.

Una última nota siendo sostenida en el aire fue el toque final a su canción. El silencio volvió a envolver la clase en la que ahora se encontraban, el peli largo no necesito darse la vuelta para saber quien estaba tras el, le había oído entrar y sus pasos eran tan característicos que podría reconocerlos en cualquier lado.

Con lentitud Sakuma se bajo del pupitre girándose a mirar al estratega con una sonrisa en los labios. En esos momentos, cuando ambos se encontraban solos, Kidou se permitía dejar de lado su faceta de frio jugador para dejar salir su verdadero ser, ese que solo su hermana y sus verdaderos padres habían conocido.

Los labios no tardaron en juntarse en un beso suave, cargado de todo lo que ambos querían decir y no decían. Ese día Kidou asistió al entrenamiento entendiendo por que decían que los pingüinos escogían a su pareja ideal mediante una canción, el jamás olvidaría la voz de Sakuma entonando esa dulce melodía que seria su consuelo infinidad de noches, cuando solo la voz del peli celeste al otro lado del móvil pudiese ayudarle a seguir adelante.

FIN