Resumen:
R.A.B. Entre la luz y la oscuridad hay una persona que hizo mas que escribir una simple nota. La vida de Regulus Black desde sus tiernos diez años SLASH
Penumbra entre dos Sendas
Capitulo I:
Sonrisa fragmentada
Abrió los ojos de golpe. Su respiración vacilaba todavía agitada por la pesadilla de la que había despertado. Aun asustado retorció más fuerza con su mano el pijama sobre su pecho tratando de calmarse. Los ojos grises recorrieron ansiosos el cuarto con el miedo aun latente en ellos. Pero, por la completa oscuridad, no se podía distinguir nada, tan oscuro estaba que era igual tener los parpados cerrados que abiertos, aun así intento agudizar su mirada esperando encontrar algún vestigio del sueño en la realidad.
-Ah….sueño, fue un sueño- susurro, repitiéndose como tratando de auto convencerse. Corrió un mechón de cabello humedecido por el sudor de su frente.
La oscuridad era tan profunda que no se podía discernir ni la silueta de su propia mano a centímetros de sus ojos. Quería llamar a alguien, el oscuro silencio era terrible y parecía tan espeso que podía ser cortado con un cuchillo. Llamar, llamar a alguien, aunque sea a un elfo, una presencia conocida que rompiera lo bochornoso e insoportable de ese vació. Junto valor y se puso de pie en la absoluta negrura de su cuarto, sus piecitos tocaron el piso de madera, piso que brillaba cuando había luz y ahora solo era una superficie fría y dura. La puerta debía estar hacia adelante, unos pocos pasos hacia el frente, si extendía los brazos quizás podría tocar antes el ropero y guiarse desde allí.
Dio los primeros pasos en la oscuridad tratando de no producir ruido, sintiendo la distancia que separaba su cama de la puerta mucho más extensa que nunca en su vida. Era como si en la oscuridad la gravedad, el tiempo y el espacio fueran distintos. Fueran mas pesados y lentos y el aire no existiera, dios tres pasos mas apresurados sonando el ruido de sus pisadas mas fuerte hasta por fin encontrar la pared. Al fin la pared y siguiendo su línea dio con la puerta, luego con el picaporte. Se aferro a el unos segundos, disfrutando de ese tacto metálico del cual detrás se encontraba la luz y la seguridad, acariciándolo entre sus manos antes de girarlo y salir del cuarto.
La penumbra del conocido pasillo rompió el embrujo de la oscuridad colándose dentro de la habitación por la puerta abierta. Suspiro y con paso mas decidido se dirigió a donde sus pensamientos lo llevaban.
-¡Regulus!- exclamo Sirius al ver a su hermanito abrir la puerta de su cuarto y entrar tratando de no hacer mucho ruido- Pero…. ¿Que haces aquí?- pregunto bajando la voz para no ser descubiertos.
El menor camino hacia la cama y se subió a ella solamente respondiendo un simple:
-Mal sueño- apenas dijo y se fue acercando mas a su hermano, Sirius abrió las mantas permitiéndole meterse bajo ellas.
Por el cuarto se podían ver varias cosas empacadas, un baúl ya cerrado, algunas ropas listas para la mañana y una jaula sobre el baúl que pronto contendría la lechuza preferida de Sirius. Sobre el escritorio la lista de Hogwart del primer año tenía todos los ítems tachados. Sirius comenzaría ese año, esa misma mañana partiría para el colegio de magia y hechicería.
Y en el fondo, Regulus no podía estar más orgulloso de su hermano mayor.
- Es mañana….- murmuro el más chico acercándose un poco en la cama, pronto los brazos del mayor lo rodearon atrayéndolo en un abrazo conocido aunque extraño y el silencio volvió a reinar en el cuarto.
Regulus se aferro a su hermano, no podía imaginar casi todo un año sin él. Sin nadie que lo abrazara de ese modo. En el fondo sentía gran admiración por su hermano un año mayor, era tan independiente de lo que le dijeran, siempre hacia lo que quería sin importarle lo que los pensaran, seguro, decidido, aun contra su dictatorial madre y familia sabia mantenerse firme.
-….Es mañana- volvió a susurrar abrazándose con más fuerza.
-Si….hoy, porque ya es mas de las 12- dijo por fin Sirius con la mirada perdida en algún punto del penumbroso cuarto.
-….- Otra vez silencio, silencio que Regulus no soporto y dándose ánimos dijo a su hermano lo que no se habían permitido hasta ese momento - Sirius….- llamo hablando apenas audible- sabes….te extrañare mucho- confeso y aferrandose al pijama del mayor y escondió su rostro en su pecho.
-Tampoco es para tanto- bromeo Sirius acariciándole la cabecita- además el año que viene tu también vendrás. Y los dos nos iremos de esta casa de locos….- dijo esto ultimo mas para si que para el pequeño.
-Pero este año estaremos separados- Argumento Regulus con voz suave siendo apenas un niño de diez cortos años que comenzaba a entender como funcionaba el mundo detrás de lo que se mostraba.
-Solo es un año, es muy poco tiempo- dijo Sirius.
-Poco para ti que no tienes que quedarte aquí con Madre!- casi grito el mas chico sonando ahogado por presionar su rostro contra el pecho de Sirius aferrandose a su ropa.
El mayor sonrió a la oscuridad y susurro:
-Si, no tengo que hacerlo….
Silencio
-Pero yo debo…- murmuro Regulus con pesar.
Nuevamente silencio. Hasta que Sirius lo rompió:
-Es tu culpa por ser el enano- susurro Sirius con voz algo triste acariciando las hebras negras del cabello de su hermanito entre los dedos- Pero yo….tengo otras cosas que debería hacer…
El silencio esta vez fue mayor, ambos abrazados sin decir nada mas. No era necesario hacerlo, sabia perfectamente a que se refería Sirius, todas las responsabilidades que caían en el por ser el primogénito eran algo muy pesado, todos los entrenamientos especiales, destinos. El deber de seguir los senderos Black, las reglas y el estigma, y todas las cosas que hacían que Sirius odie pertenecer a una familia como esa.
Situaciones que causaban las continuas peleas entre Sirius y su madre, desacuerdos en cada ocasión en la que se presentara la oportunidad.
Regulus escuchaba todas esas discusiones tratando de mantenerse al margen, su madre lo intimidaba, el no era como Sirius para contradecirla a cada palabra y lidiar con las consecuencias. Aun recordaba los castigos que le habían impuesto cuando desobedecía. Su hermano era diferente y lo respetaba por eso, porque Sirius era el que tenía el camino más duro por delante, el que había nacido fuerte para poder sobrellevar todo eso y ser un Black.
Llevar ese apellido no era nada fácil en ninguna época, y menos en aquella donde las ideologías comenzaban a efervecer con más fuerza y hasta niños de once y diez años quedaban metidos.
La noche paso lenta y plagada de recuerdos. Uno de ellos, el mas pequeño, con los ojos aguados, aferrandose a ellos como a la tela del pijama entre sus manos. El otro, más grande y más decidido los dejaba ir, dejando que los recuerdos pasen y se despidan quedando atrás. Dejar todo ir, no pertenecía allí y al amanecer, cargando únicamente un baúl pensaba dirigirse a donde, esperaba, encontrara su hogar, uno real.
La mañana sorprendió a Regulus despertando solo por segunda vez ese día, ahora en la vacía cama de su hermano. Sus ojos se abrieron y vio gracias al sol que entraba por la ventana que el baúl y las cosas de Sirius ya no estaban allí. Asustado se levanto y se precipito escaleras abajo corriendo descalzo, al pasar los retratos le gritaron por el alboroto, pero por suerte llego.
Sirius aun estaba de pie junto a la puerta, sosteniéndole la mirada a su madre. Al lado de Sirius su padre estaba listo para acompañarlo a la estación.
-Hazle honores a tu apellido hijo- dijo la Señora Black sin nada de cariño en la voz.
Regulus se apresuro y se puso de pie junto a la mujer viendo a su hermano listo para partir.
-Se nos hace tarde, vamos Sirius- ordeno el padre.
Sirius apenas si desvió la mirada de su madre para ver a su padre y asentir.
-Si ya se- dijo regresando la mirada a la mujer que realmente odiaba, ella representaba a esa familia, a esa casa, a esa cárcel , esos ideales con los que no estaba de acuerdo y los que no pensaba seguir jamás en su vida. Ni siquiera se percato de la presencia de su hermano- No sabes el honor que le haré Madre- dijo y sonrió. Sonrió burlón y decidido a hacer todo por alejarse de allí.
Ajeno al significado de ese gesto, el menor de los Black regreso la sonrisa, pero ahora con la cariñosa inocencia que solo en ese momento podría tener. Sonrió, sin saber que esa misma sonrisa en el rostro de su hermano era la sentencia suya
Continuara…..
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