Renuncia: todo de Thomas Astruc.
n.a: me enamoré de trans!Adrien por completo ;;; es culpa de los fanarts y hc's que hay, así que sí, tenía que escribirlo (con suerte no será la última vez que lo haga)
n.a2: el rating es por precaución (hay muy muy suave lime al final)
i–
Adrien Agreste sabe que ha nacido en el cuerpo equivocado. O no del todo.
Quizás el equivocado es él. (pero nunca podría ser un error).
Porque tiene ojos de manzana, verdes como el océano, y sonrisa fácil, de telaraña con hilos transparentes. Piel un poco tostada y cabello de medalla de oro derretida. Caderas no muy sobresalientes y cintura delgada y el rostro un tanto redondeado. Y hasta ahí eso está bien, pero llega al busto pequeño —no lo suficiente, no obstante— e inexplicablemente todo lo anterior se vuelve un error a su modo de ver, incluso lo bueno.
Como un chiste mediocre.
Adrien odia sentirse así.
ii–
La revelación de esto ocurre cuando más niño.
Cuando todavía usaba vestidos de holanes y blusas rosas y se sentía... no mal pero diferente. Como con un cosquilleo, el presentimiento de que podría ser mejor. Y aún con el pelo largo igual que una cascada de sol en trenzas y coletas. (—Es que este no soy yo, sabes).
La primera en enterarse es Chloé. Chloé que es su mejor (única) amiga (en esa época) y tras cavilarlo un poco, le dice con voz chillona: ¿entonces no podré pintarte más las uñas? Es una lástima, con lo bonito que me queda el manicure.
Pero que lo acepta sin cuestionarlo. Y hace que él suelte un par de risas un tanto nerviosas bastante aliviadas. "Por supuesto todavía puedes pintarme las uñas, Chlo." Es ella también quien lo anima a que le diga a Gabriel Agreste, su padre, además.
Adrien recuerda que fue difícil.
Se sintió ansioso todo el tiempo mientras explicaba que no era una niña, que jamás lo fue, que no está(ba) roto pero era quien era. Más su padre lo acepta con rapidez, para su sorpresa. Y es sugerencia suya que él se llame Adrien.
— Fue la primera opción de un nombre que tu madre pensó —explica con su característica seriedad— para un hijo.
El corte de pelo, comprar nueva ropa y modular su voz es más sencillo.
Crecer, no tanto.
Adrien no tiene problema con su reflejo ni a los siete ni a los nueve ni a los once pero alrededor de los doce empieza a detesta mirarse en un espejo, a veces. Los cambios se hacen notables y teme que otros se percaten (que lo juzguen). Incluso si usa un binder en el busto, su busto, e incluso si este es pequeño, sigue ahí.
(no es nada justo, sentir disgusto por causa del resto y no sí mismo).
Trata de no pensar al respecto demasiado.
iii–
El lado bueno del asunto es que se vuelve modelo.
Y se le da tan natural, que nadie creería que él no es un muchacho, que ha sido un muchacho toda su vida (verdadverdad). Gabriel y Chloé contribuyen, en parte.
Su padre preguntando a cada persona que conoce: ¿verdad que mi hijo es apuesto? con un tono que sólo Adrien identifica como inseguro. Y Chloé proclamando a los cuatro vientos: ¡Adrien eres tan guapo!
Él se siente bien en esas ocasiones, muy a menudo.
Se atreve a observar espejos además, con más frecuencia. Sonríe a su reflejo.
Hasta que de pronto lo consume una absurda ansiedad como un hueso que es roído al empezar a asistir al colegio, pese a que es su idea. Pero resulta todo tan: "Adrien, mi amigo, eres increíble" y "Adrien, ¿juegas con nosotros al futbol? necesitamos un chico más" y "Joven Agreste, háganos el favor de responder esta pregunta."
No hay nada que temer.
—su alegría es demasiada, tanto que—
como estrellas explotando en la infinidad del espacio-tiempo podría sumergirse y nadar en esta.
Hace más amigos. Convive con gente. Es él mismo, sin miedos.
Entonces.
Se vuelve Chat Noir. Al principio cree que su traje será un problema, es tan ajustado. Pero Plagg le asegura que no tiene que preocuparse de nada, la magia de los kwamis ayudará.
— Vas a ser tu verdadero tú, después de todo.
Entonces.
(asíderepente) se enamora.
Dos veces.
De la misma chica.
iv–
Ladybug está hecha de espuma de mar. Marinette Dupaing-Cheng es miles de colores en pétalos de rosas volando a través del viento.
(Ambas resultan ser una sola.)
Adrien lo descubre por error. Así como ella descubre que él es Chat Noir (chatnoiryadrien, todo junto).
Es algo que tendría que pasar tarde o temprano pues vamos, son compañeros muy unidos y los años corren un maratón y ellos se acercan más y más, como amigos y como personas
—porque son imanes y la gravedad los empuja directo a los brazos del otro—.
En un principio Marinette se pone a gritar cuando lo ve, sin poder evitarlo.
Y él se pone muy ansioso, tanto que debe obligarse a resistir las inmensas ganas que tiene de abrazarla y no soltarla jamás. Es muy penoso de hecho.
No obstante se van acostumbrando a la idea.
— En el fondo me alegra que seas tú —le declara ella una vez, siendo impulsiva, cerca de los casilleros—. Q-q-quiero decir, empezaba a confundirme demasiado que tuviese sentimientos por Chat estando enamorada de ti al mismo tiempo.
— ¿Estás enamorada de mí? —inquiere él con genuina sorpresa.
Marinette se sujeta la cabeza fuertemente, como apenas notando lo que ha dicho, y suelta un gritito.
— ¡No! ¡Digo sí! Digo–
Pero no alcanza a pronunciar otra palabra. Porque Adrien se inclina hacia adelante, y la besa.
v–
Ellos se vuelven novios.
Tanto en sus alter-egos, como en su forma civil.
Causan un enorme furor de ambas maneras. Y Adrien no puede creerlo. Es alucinante.
Ya que Marinette (ladybugymarinette, todo junto) es dulce y valiente y hermosa y creativa y más de lo que él se siente capaz de recibir, incluso con sus defectos.
— Me haces muy feliz Princesa —le susurra en las noches donde los dos están recargados en su balcón, la luna brillante. Marinette sonríe y le besa la frente, contestando con un suave: "Y tú a mí, Chaton."
(Son azúcar y miel, derritiéndose en sus bocas que se encuentran sin buscarse).
vi–
Y algo eventualmente pasa.
Algo entre los mimos y los cariños, entre los besos y los abrazos, algo algo algo muy hambriento. Algo que hace que se les corte la respiración y les dé fiebre. A Adrien le da temor descubrir qué es, definirlo y ponerle nombre, volverlo real. Pero va como una serpiente y se enreda en torno a él, pidiendo ser alimentado. E incapaz de soportarlo, decide contarle la verdad a Marinette.
Porque lo merece.
— Marinette.
— ¿Sí?
Respira, inhala, exhala, respira de nuevo.
— Tengo algo que confesar —y titubea—. La razón de que no hayamos ido muy lejos en la relación... por la que yo no me he atrevido a ir más lejos... es porque soy... un chico trans.
Y ya está, lo ha admitido. Cierra los ojos y aprieta los párpados y espera que Marinette le grite o se asuste o salga huyendo o lo que sea.
Pero–
— Esto, uh, ¿de verdad?
Marinette lo pregunta con timidez. Adrien abre los ojos y la mira.
— S-sí.
Permanecen callados un minuto.
— Okay —responde ella al fin—. Es decir, es genial. ¡Es decir, tú eres genial! ¡Es decir, estoy bien con ello! P-porque, bueno, para mí eres simplemente Adrien ¿sabes? Y, eh–
Sin poder contenerse Adrien la abraza, interrumpiéndola.
Más tarde llueve en silencio, agradecido.
vii–
La cosa es.
Que el hambre no desaparece.
Al contrario, parece incrementarse.
Los dos tratan de ser pacientes, en serio. De tomarlo con calma. Pero resulta casi imposible.
Así que un día, donde se encuentran solos en la habitación de ella, no consiguen resistirlo más.
— ¿Estás seguro? —insiste Marinette. Tiene el pelo revuelto como un nido de pájaro y las mejillas rojas, de frambuesa. Adrien luce prácticamente igual.
— Seguro.
Confío en ti. En nosotros.
Se ríen un tanto histéricos, con mariposas revoloteando en los alrededores.
Y Adrien remueve su playera, dejando a la vista su binder, de inmediato también se lo quita.
(es como ser libre).
— ¿Uhm, te ayudo con esto? —señala su blusa floreada y Marinette asiente. La prenda cae al piso, y la acompañan los pantalones de los dos. Finalmente, el brasier de Marinette. Quedan en sólo bóxers y bragas. Y se observan, medio incómodos, pero solo un instante—. Luces preciosa —admite al fin, casi sin aliento.
— G-gracias. Tú te ves muy sexy.
Vuelven a reír, con vergüenza.
Entonces Adrien busca sus labios, en una caricia tímida. Marinette le corresponde. (marinette siempre le ha correspondido.)
Sus manos están inquietas. Le dibujan la piel, el cuello, los brazos, el estómago, las piernas, los muslos. Delineando cada centímetro a su paso. Con ternura. Está muy caliente, hirviendo, está muy caliente. Marinette guía sus manos hasta sus pechos y gime en voz baja. Adrien empieza a marcar un ritmo en sus caderas, jadea contra su oído. Lento, tan lento.
Ella murmura: Adrien, Adrien, Adrien acariciándole el cabello.
(Lo mira, sólo a él).
Y eso basta, de alguna manera, para tranquilizarlo.
viii–
se pierden a sí mismos en el cuerpo del otro.
