Era una cocina pequeña pero funcional, abierta al resto de la casa, lo que facilitaba que el olor a pollo asado invadiese todo el espacio. Margot se agachó y miró el color de la carne. La piel se veía crujiente, pero no quemada. Apagó el horno, sabiendo que aún quedaba un rato hasta que Eli volviese. Cogió una manzana del cuenco y se puso a cortarla en tiras pequeñas.

'Mira, mamá.'

Detrás de ella un niño de no más de seis años de edad miraba a su madre, señalando el plato vacío. Margot se giró y sonrió a su hijo.

'Muy bien, Sam.' Dijo con una sonrisa. Enseñó la manzana a su hijo y preguntó. '¿Quieres postre?'

'¿Con forma de conejito?' Preguntó el niño.

'Sí. Con forma de conejito.' Dijo Margot, pero no pudo oír la risa de su hijo, pues un potente ruido vino de la puerta trasera, como si alguien la hubiese volado. Margot tiró el trozo de manzana y abrió el último cajón de la cocina, sacando la pistola de mano que siempre estaba ahí. 'Sam, ven aquí.' Su tono serio. El niño se bajó de la silla y fue hasta ella, tratando de cogerla de la mano, pero los ojos de Margot estaban fijos en dirección a la puerta.

'¿Mamá?' Su voz era pequeña, asustada.

'Todo va a ir bien. Recuerda lo que te he enseñado. Agarra mi pierna y no te muevas, no hagas ni un ruido.' Fue todo lo que pudo decir sin perder la concentración. Sabía que ese día llegaría, lo había estado esperando desde hacía años. Aún así, no sabía si sentirse aliviada o no. Ya no había vuelta atrás, ya no podían seguir pretendiendo que todo era normal. Miró al reloj, Al estaría en casa en cuarenta minutos. Respiró. Sabía que la mesa le serviría de cobertura si hacía falta, sabía que por ahora Sam estaba a salvo de peligro. Respiró. Escuchó pasos y quitó el seguro.

Eran dos hombres. Uno de ellos llevaba una especie de espada que emitía una luz blanca. Ambos tenían aspecto amenazador. Ambos iban de negro. Sus brazos estaba cubiertos de unos tatuajes extraños, algo que Margot no había visto nunca. Cogió la información y la guardó en su cerebro. Si salían de ésta podría investigar más a fondo, pues sin duda eran la marca de una mafia.

'¿Dónde está?' Dijo el que no llevaba una espada, mirándola fijamente.

'No sé de que hablas, pero si no os vais inmediatamente me veré en mi derecho a disparar.'

El de la espada rió y miró a su compañero.

'El brujo, mundana. Entrégamelo y nadie saldrá herido.'

Margot no sé inmutó. No era el momento para tener un viaje psicológico retrospectivo, para admitir lo que llevaba años temiendo.

Notó las manos de Sam agarrarla con más fuerza. 'Idos. Ya.'

El de la espada volvió a sonreír y Margot supo en aquel momento que solo había una forma de acabar con estp. Disparó al de la espada, el único que por ahora representaba una amenaza. La bala fue directa a la cabeza, entre ceja y ceja. Sus años en el ejército habían dado su fruto. Vio la sorpresa del otro y se dispuso a dispararlo también, pero no tuvo tiempo. No sabía cómo, pero el hombre estaba a su lado. La agarró del cuello, levantándola y haciendo que Sam gritase.

'No pensaba matarte, mundana, pero no me dejas más remedio.' Dijo mirándola a los ojos y apretando la mano en torno a su cuello. Margot trató de golpearlo, pero nada hacía efecto. Vio como el hombre miraba a su hijo, como una siniestra sonrisa aparecía en sus ojos. No podía liberarse, por lo que dejó de moverse, pretendiendo estar muerta. Notó el golpe contra el suelo, sin duda el hombre estaba demasiado concentrado en su hijo como para darse cuenta de que su pulso no había parado. Sam gritaba su nombre mientras daba pequeños pasos hacia atrás. Sus mejillas, las cuales siempre habían sido verdes, ahora se tornaban rojas del llanto.

'Ven aquí, demonio.' Dijo el hombre acercándose a Sam.

Margot vio el cuchillo que había usado para cortar la manzana en el suelo. Lo cogió con cuidado y se levantó en silencio. Dio pequeños pasos, tratando de no hacer ruido y no respirar. Cuando el hombre estaba a punto de coger a Sam, el cuál se había resguardado en una esquina, Margot se lanzó a su cuello, clavando el cuchillo en la arteria. Notando cómo la sangre le salpicaba la cara. No dejó de apretar hasta que notó el cuerpo caer sin vida al suelo. Fue entonces cuando soltó la mano del mango y respiró.

/

Isabelle fue la primera en darse cuenta de que la puerta había sido destrozada. Llamó al resto e inspeccionó lo que quedaba de la puerta. No parecía magia, sin duda uno de los cazadores de Valentine la había destrozado con una estela. Alguien principiante, por el destrozo que podía verse.

Alec fue el último en llegar. Quedándose detrás para asegurar el perímetro. Llevaban dos horas de caza. Había oído rumores de pelea, de unos cazadores de sombras atacando a unos mundis en busca de algo. Les había costado dar con su rastro, pero por fin estaban en la dirección acertada. Miró a Jace y asintió, haciéndole saber que todo estaba bien, que les cubría. Jace se giró y fue hacia la puerta con Clary a su paso. Izzy entró en la casa, andando con cuidado para no hacer más ruido del necesario. Alec nunca averiguaría cómo conseguía ser completamente silenciosa en las misiones y hacer ruido con los tacones nada más dejar una.

Izzy miró a su alrededor y supo que algo había pasado ahí. Caminó hasta llegar a la sala principal de la casa y vio el cuerpo de uno de los cazadores de Valentine en el suelo, había un agujero en su frente, sin duda de bala, pero no tuvo tiempo de analizar más.

'No os mováis.'

Izzy levantó la mirada y se encontró con una mujer sujetando un arma en su dirección. Sus manos y parte de su cuerpo estaban llenas de sangre, su pelo alborotado y en su cuello se podía ver la marca que unos dedos habían dejado no hacía mucho; aún así sus ojos estaban claros. Isabelle supo que no dudaría en matarla si daba un paso más.

Notó cómo el resto se paraba tras ella. Ninguno iba con un arma en la mano menos Alec, el cuál tenía el arco apuntado en su dirección. Izzy vio cómo la mujer miraba detrás de ella y supo que Alec acababa de entrar.

'Baja el arco.' Dijo con voz fría, autoritaria. Un soldado, pensó Izzy. Pues sin duda esa mujer había tenido práctica en situaciones de alto riesgo y estrés.

'Cuando bajes el arma.' Dijo Alec.

Fueron unos segundos de tensión, cuando Izzy por fin habló. 'No pretendemos herirte.'

'Eso dijeron los otros.'

'Nosotros no estamos con ellos.' Dijo Jace.

'Lleváis los mismos tatuajes. Vestís parecido. Perdona si no os creo.' Dijo la mujer sin bajar el arma ni un centímetro.

'Sé que puede parecer confuso, pero te prometo que no somos iguales. Nosotros no estamos aquí por ti, sino por ellos. Hemos venido a detenerlos.' Continuó Jace, el cuál siempre había sido el mejor lidiando con mundanos.

'Ya me he encargado yo de ello, así que no hay nada más que hacer para vosotros aquí.' Su tono seguía firme, serio, pero Izzy podía ver como estaba cansada, como la adrenalina empezaba a bajar poco a poco. Hace tiempo que dejó el ejército. No está acostumbrada a esto.

'Sé que esto es difícil.' Dijo Clary dando un paso adelante. La mujer movió el arma, apuntando a ella. Jace se llevó la mano a la daga que tenía en el cinturón, pero Clary le paró. 'No voy a hacerte daño.' Dijo ella hablando de nuevo a la mujer. 'Sé que tienes las de ganar con la pistola. Sé que estás asustada, que todo esto es nuevo para ti. Lo sé porque yo también he pasado por ello.'

'¿También intentaron matarte unos hombres con tatuajes?' Dijo con tono sarcástico.

'Sí.' El tono de Clary era serio y honesto, algo que la mujer notó.

'¿Y ahora eres parte de ellos?' Había duda en su voz, e Izzy notó como se Clary se estaba ganando su confianza.

'No somos como ellos. Ellos… ellos son unos asesinos. Nosotros estamos aquí para protegerte.'

Isabelle estuvo a punto de decir algo, pero un llanto la interrumpió. Venía de una habitación cercana, era un niño.

'Ni se te ocurra.' Fue todo lo que dijo la mujer e Izzy supo a qué se refería.

'Mi nombre es Isabelle. Hemos venido a ayudarte. Solo queremos saber que estáis bien, coger los cuerpos e irnos. Por favor, deja que te ayudemos.'

La mujer miró de nuevo a Alec y este destensó el arco, quitando la flecha y bajando los brazos. La mujer tardó unos segundos en decidirse, pero al final optó por confiar en ellos. Había algo en esos chicos, algo que le inspiraba confianza.

'El más mínimo movimiento extraño y no dudaré en disparar.' Dijo mientras caminaba hacia ellos muy despacio.

Fue entonces cuando los cuatro notaron el cuerpo sin vida en el suelo del otro cazador. Las baldosas estaban cubiertas de sangre, sangre que ahora se estaba marcando en la moqueta según la mujer caminaba.

'Tú.' Dijo señalando a Jace. 'Coge ese.' Dijo indicando el que estaba en el suelo de la cocina. 'Tú.' Indicó a Alec. 'El otro.' No dejó de mirar a ambos, el arma siempre preparada.

'¿Qué ha pasado?' Fueron la primeras palabras de Clary, la cual había tardado unos minutos en hacerse a la situación.

'Entraron en mi casa, me amenazaron y yo me defendí. Estoy en mi derecho.' Dijo la mujer sin dejar de mirar a los dos chicos.

'Pero no has llamado a la policía ni estás en contra de que nos llevemos los cuerpos.' Aclaró Clary. 'Aquí hay algo más. Es como…'

'Mamá.' Se oyó desde el otro lado de la puerta. Fue un sollozo suave, seguido de varios sollozos un poco más fuertes. La mujer miró a la puerta y volvió a mirar a los chicos.

'Quédate en tu cuarto, cariño. Todo está bien.' Dijo con seguridad en la voz.

'Vé con él, nosotros nos encargaremos de esto.' Dijo Izzy, que no quería dejar al pequeño solo.

'¿Y dejaros solos? No lo creo.' Dijo ella.

'¿Por qué te atacaron?' Dijo Clary, volviendo al tema de antes, pues había algo que no le cuadraba. 'No suelen atacar a gente como tú. No van tras de ti. Y todo esto…' Dijo mirando a su alrededor, a los dos cuerpos junto a la puerta que Alec y Jace habían dejado ahí. 'Debieron de tener un motivo.'

Izzy vio cómo la mujer miraba hacia la puerta donde estaba el niño y volvía a mirarles a ellos. No lo hizo de forma consciente, pero Izzy se dio cuenta de que la razón del ataque había sido el niño.

'Buscaban a tu hijo.' Dijo finalmente.

'¿Vosotros no?' Preguntó ella.

'No. ¿Por qué íbamos a querer a tu hijo?' Dijo Jace, volviendo a colocarse al lado de Clary.

La mujer bajó el arma un poco, sin relajar del todo su postura, pero sí lo suficiente como para darles a entender que empezaba a confiar un poco en ellos.

'¿No venís a por Sam?'

'¿Es Sam tu hijo?' Dijo Izzy. Ella asintió. 'No. No venimos a por tu hijo. Nosotros… Veníamos a por ellos. Nuestra intención era llegar antes de que ellos te atacasen.'

'Pero…' La mujer miró hacia los lados, sopesando sus palabras. 'Ellos sabían. Sabían de Sam. Venían a por él.'

Clary miró a Jace, preguntándole en silencio por qué dos hombres de Valentine irían detrás de un niño.

'Mi nombre es Jace, el tuyo…'

'Margot.' Dijo ella, volviendo a fijar la vista y subiendo un poco el arma.

'Margot, ¿hay algún motivo por el cual ellos quisieran a tu hijo?'

Margot suspiró. No había vuelta atrás. Desde el momento en el que había oído la puerta había sabido que su vida como la conocía había acabado. Y ahora, con dos hombres muertos en su piso, con cuatro chicos recogiendo los cadáveres, comprendió que no podía seguir ocultando más la realidad. Se había pasado cuatro años viviendo una mentira, cuatro años sin tener una respuesta, sin saber con certeza lo que hacer, cómo afrontar la situación. Quizás… quizás esos chicos tenían la respuesta.

'Sam, cariño, sal. No hay peligro.' Dijo con ternura en su voz, bajando el arma, pero dejándola en su mano derecha.

La puerta se abrió y los cuatro abrieron los ojos al ver a un niño de no más de seis años, con pijama de dinosaurios, caminar lentamente hacia su madre, mirándoles con miedo. Sus ojos están rojos de llorar, pero el resto de su piel era verde. Ya no había la más mínima duda del motivo de la visita de los hombres de Valentine.

El niño se agarró a la pierna de su madre y la miró. Ella le acarició la cabeza y volvió sus ojos a los cuatro chicos. En ellos había una plegaría de ayuda.

'Le buscaban a él.' Dijo Margot con voz entrecortada. 'Le llamaron brujo y demonio.' El niño pegó su cabeza a la pierna de la madre, intentando esconderse del mundo. Ella le acarició el pelo con suavidad. 'No sé quiénes son ni cómo nos han encontraron, pero sabía que tarde o temprano alguien vendría a por él.'

Hubo un silencio en la habitación, donde cada uno comprendió exactamente lo que había pasado. La mujer no sabía del Mundo de las Sombras, no sabía de la naturaleza de su hijo, no sabía que el niño que había criado era mitad demonio.

'Voy a llamar a Magnus.' Fueron las primeras palabras de Alec. Nadie le llevó la contraria.

Continuará…


Esta historia es la primera que escribo en español de Shadowhunters. Va dedicada a todos los fans de habla hispana, porque creo que hay más de los que aparenta pero no somos tan visibles en tumblr o demás redes. Si os gusta, por favor comentar para que sepa que hay gente interesada en fanfics en español de este fandom. Estoy abierta a todo tipo de críticas constructivas.