Sacudió la cabeza aturdida, los oídos le retumbaban y tampoco lograba acostumbrarse a la penumbra abismal que la rodeaba, la cabeza le daba vueltas y sentía como las filosas piedrecillas se clavaban en sus piernas sin remordimiento alguno, provocando que finas líneas de sangre recorrieran sus muslos hasta llegar a sus pies.
Alzó la vista pero lo único que encontró fue más oscuridad, de a poco comenzaba a desesperarse, la voz no lograba atravesar su garganta y se sentía ahogada, se removió en el suelo e busca de ayuda pero lo único que obtuvo fueron más y más cortes. Resignada decidió mantenerse quieta, pasaron largos minutos hasta que su vista se logró acostumbrar a la oscuridad y todo comenzó a volverse más claro, los cortes no le dolían como deberían y de hecho ya estaban cicatrizando.

- ¿Quién eres?

Escuchó una voz grave cuestionarle, se volteó e intentó buscar el dueño de la voz, sin embargo no había nada, ni nadie.

- ¿Quién eres?

Volvió a escuchar, observó fijamente un punto intentando materializar en su imaginación el cuerpo de la persona que le hablaba.

- Yo.. No lo sé..

Se sorprendió al escucharse a sí misma, era la primera vez que lo hacía.

- ¿No lo sabes?

Frunció los labios en respuesta, sintiéndose idiota por no tener la más mínima idea de quién era o qué hacía ahí.

- No..

La voz rió de manera juguetona, pero por alguna extraña razón no sintió que se burlase de ella, se mantuvo quieta sin saber como responder a eso.

- Entonces.. ¿Debería ponerte un nombre?

Asintió levemente sin responder en voz alta, no le gustaba ser una persona al azar sin identidad. La voz rió nuevamente, complacida ante la respuesta.

- Te llamarás Erszébeth

Memorizó su nuevo nombre de inmediato, le agradaba bastante y no tenía objeción alguna respecto a este.

-Dime Erszébeth.. ¿Sabes qué eres?

Y esa era la pregunta del millón, llevó la vista a sus manos y luego a sus cortes, si no fuese porque estos últimos hace un buen rato cicatrizaron hubiese respondido sin dudar que ella era un humano. Pero algo le decía que no era así, que era algo más, algo que no comprendía ni conocía. Negó suavemente con la cabeza, bajando la mirada algo apenada.

-Lleva tus manos a tu cabeza

Desconcertada obedeció inmediatamente, llevándose las manos a la cabeza, sintiendo algo duro y enrollado a ambos costados de esta, abrió los ojos sorprendida, sin embargo, no apartó sus manos en ningún momento.

- ¿Cuernos? –Preguntó insegura, esperando que la voz misteriosa fuera capaz de responderle.
-Así es, son cuernos –No demoró demasiado en dar la respuesta- Te veo sorprendida –Agrega con tono divertido.

Su rostro era un reflejo del desconcierto y la confusión que poseía en esos momentos.

- ¿Qué demonios soy?
- Eso mismo.. Un demonio

Un escalofrió le recorrió el cuerpo, pero no lo negó, estaba consiente de que todo lo que le decía era cierto.

-Pero no te preocupes, tienes una clasificación más bonita. La gente te conoce como Succubus. ¿Recuerdas algo de antes que te encontrara?

Negó suavemente con la cabeza, no tenía recuerdos de nada, solo de la oscuridad en la que despertó ya a la que se tuvo que acostumbrar.