Disclaimer:
Ni Naruto ni sus personajes me pertenecen. Son obra de Masashi Kishimoto.
Sin embargo, ésta historia es de mi autoría por lo que queda prohibido el plagio o distribución sin mi consentimiento.
I
El Reencuentro
Cuatro años atrás, de un modo bastante ambiguo, le había pedido que le esperara, y ella planeaba hacerlo. No tenía ojos ni tiempo para nadie más, y ciertamente no le importaba dedicar sus noches al recuerdo de aquella extraña relación que tuvieron, pues quería confiar en él y creer en su palabra. Es por ello por lo que no vería a nadie más, no estaría con nadie más y, aunque se lo propusiera, no querría a nadie más.
Un sonido en la puerta le hizo suspender sus pensamientos y, con un pesado suspiro, levantarse de la mesa de té en su sala de estar para atender a quien fuese que le visitara.
–¡Ino! –dijo sin intentar disimular la sorpresa de verle ahí.
–Frentona –contestó acompañada de una dulce sonrisa–, Sai y yo saldremos a un nuevo bar que inauguraron hace poco y nos preguntábamos si querrías ir con nosotros –agregó de un modo gentil, sin intención de presionarla. Le vio considerar la idea con calma.
–Claro, ¿por qué no? –dijo al fin Sakura al cabo de algunos segundos que parecieron eternos, con una sincera sonrisa en su rostro–, ¿a qué hora? –preguntó, logrando un gesto similar por parte de la rubia.
–Le dije a Sai que lo vería a las ocho en punto afuera del bar, así que eso nos deja unas dos horas para arreglarnos –contestó, dedicándole un guiño, tomándose la libertad de entrar al departamento de su amiga–. Dime que tienes algo lindo para ponerte –pidió dando media vuelta para encararla, aún con una sonrisa en el rostro, viendo como Sakura cerraba la puerta con tranquilidad al tiempo que le prestaba atención.
–Lo cierto es que no tengo mucha variedad, pero seguramente encontraremos algo en mi guardarropa –dijo un poco más animada, comenzando el andar hacia su habitación.
–Sakura –llamó Ino de repente. Aguardó un momento hasta asegurarse que su amiga le prestaba la debida atención y una vez cerciorado esto, prosiguió–, ¿aún le esperas? –preguntó con seriedad, entrecerrando ligeramente los ojos, con una expresión difícil de descifrar.
–Toda la vida, si es necesario –contestó sin más, con una sonrisa cargada de recuerdos, esperanza y, tal vez, un poco de resignación.
–Ánimo, frentona –intentó alentar la rubia–. Uno de estos días nos dará una sorpresa a todos –dijo acercándose a Sakura para luego colocarse a su espalda y comenzar a empujarle por los hombros en dirección hacia la habitación de la anfitriona.
Hora y media después las dos kunoichis se encontraban listas. Sakura optó por un vestido discreto color verde pálido con vuelo, le llegaba sólo un poco arriba de las rodillas, tenía mangas cortas y prácticamente nada de escote, ya que únicamente dejaba visible sus clavículas, cubriendo su busto por completo. El vestido no se adhería más de lo necesario a su figura, incluso estaba un poco holgado en la parte superior, ajustado únicamente con un cinturón verde de un tono más oscuro, para luego soltarse y ondear libremente sobre sus piernas. En sus pies un par de zapatillas blancas con un pequeño tacón complementaban la vestimenta. Su cabello suelto bailaba apenas unos centímetros por encima de sus hombros, contenido por su típica diadema roja. El maquillaje, igualmente, era discreto, por lo que escaseaba sobre su piel, sólo un poco de delineador para resaltar sus ojos y un suave brillo sobre sus labios.
Ino, por otro lado, llevaba puesto un conjunto de falda larga y top color tinto que lograba ceñirse a sus curvas. Había un espacio entre éstas dos prendas que lograba dejar al descubierto su estrecha cintura y con ello su ombligo. La falda se encontraba abierta por un lado hasta medio muslo, permitiéndole movilidad en caso de que ésta fuese requerida. Un par de botines de tacón alto color negro acababan el atuendo y, en su rostro, un maquillaje apenas cargado que resaltaba sus facciones, acentuando el lado sensual y coqueto que su personalidad tenía. A diferencia de Sakura, había aplicado un poco de colorete sobre sus pómulos, sólo lo necesario, y, en contraste, la sombra sobre sus párpados era un difuminado entre tonos oscuros y metálicos. No había duda que Ino sabía cómo verse increíblemente guapa.
Al quedarles media hora disponible decidieron beber un poco de vino en la barra que se encontraba entre la cocina y el comedor de la vivienda, sentadas en un par de banquillos altos, una al lado de la otra, con Ino a la derecha. La conversación era más bien trivial, sin embargo, tal vez gracias a la ayuda del alcohol o a la melancolía que le abrumaba, Sakura no podía dejar de darle vueltas a la pregunta que la rubia le había soltado al llegar. Dejó escapar un suspiro, ¿cuántos llevaba?, no cabía duda que bastantes, y la noche aún era joven. Con los dedos de su mano derecha presionó la base de la copa de vino que estaba sobre la barra. Levantó suavemente la mano libre, con el codo apoyado sobre la barra. Bajó la cabeza hasta apoyar la frente sobre la palma de su mano, recorriendo su cabello con los dedos. De un momento a otro, con expresión afligida, se relajó un poco bajo la atenta mirada de Ino y comenzó a hablar intentando retomar el tema.
–Lo cierto es –comenzó a decir Sakura reflejando frustración y dolor–, que he intentado dejar de esperarlo, en verdad que sí –su voz comenzaba a quebrarse, mientras dejaba que sus dedos se escondieran aún más entre sus mechones–, pero simplemente no puedo, Ino, no puedo dejar de sentir lo que siento, y el siquiera pensarlo me produce repulsión. No logro deshacerme de una sensación de equivocación, como si el atreverme a hacer algo así estuviese mal –cerró los ojos intentando controlar las lágrimas que amenazaban con salir–. No entiendo cómo, pese a todo este tiempo sin llamadas, sin señales de su parte, siga aquí, amándolo más que la última vez que lo vi –abrió los ojos y dio un trago más a la copa, dejándola al aire bajo su propia mirada–. Soy patética –concluyó al fin, dejando salir un nuevo suspiro, sin abrir los ojos.
–Sakura –llamó Ino con un deje de lástima, poniendo una mano en la espalda de la pelirrosa mientras comenzaba a frotarle, intentando darle consuelo con evidente preocupación maternal. La aludida apenas se inmutó–, eres muy fuerte. Cualquier otra mujer en tu lugar hubiese hecho su vida sin importarle nada, y es por eso que creo que tu sentimiento es genuino, es honesto… y por ello es doloroso –agregó captando la atención de Sakura, quien abrió los ojos y ahora le veía a punto de derramar lágrimas–. No creo que sea patético –dijo con una sonrisa en un tono un poco más alto, manteniendo la suavidad y tranquilidad, intentando animarla y brindarle confianza y seguridad–. Es tu vida –hizo énfasis en "tu"–. Tú mejor que nadie sabes cómo lograr sentirte feliz. Nadie más que tú lo sabe. Pero, si algún día decides que has tenido suficiente, nadie podrá recriminarte por eso, ni siquiera él. Es tu decisión, si quieres esperarle cuatro años más, yo te haré compañía, si decides que has tenido suficiente, yo misma arreglaré citas a ciegas para ti –sonrió nuevamente, viendo como Sakura respondía con el mismo gesto, dejando la copa de vino sobre la barra para darle un sincero abrazo cargado de emociones, al tiempo que escuchó a la pelirrosa decir un "gracias".
El abrazo duró lo suficiente para tranquilizar a la Haruno. Una vez los sollozos terminaron, decidieron retocarse el maquillaje para, un par de minutos después, salir del departamento cargando cada una un pequeño bolso con los artículos esenciales para la noche. Caminaban con parsimonia por las calles de una oscura Konoha, intentando abordar únicamente temas lejos de ser trascendentales.
Al llegar al bar pudieron divisar a Sai en su clásico atuendo negro. Se encontraba acompañado de la pareja Uzumaki. Hinata había al fin superado los innumerables sonrojos que atravesaban su pálido rostro durante su noviazgo, y ahora podía sostener conversaciones sin problemas con su ahora esposo, permitiendo incluso algunos gestos de efusivo afecto en público sin el temor de desmayarse en el acto, como el brazo de Naruto alrededor de su cintura en aquel instante.
–Hola, preciosa –dijo Sai dirigiéndose a Ino luego de divisar al par de amigas–. Hola, fea –en esta ocasión el saludo fue para Sakura, quien le dedicó una sonrisa forzada, sin ánimos de discutir.
–Hola, galán –respondió el saludo Ino al tiempo que se colgaba de su brazo más cercano, para luego pararse de puntas y besar su mejilla sonoramente.
–¡Sakura! –gritó Naruto emocionado.
–Baja la voz, Naruto, no tienes por qué gritar, no estamos ni a un metro de distancia –le dijo con regaño.
–Lo siento, pero es que me emocioné al verte, hace mucho que no salías con nosotros –dijo ensanchando una sonrisa mientras el agarre a su esposa se fortalecía.
–Hola, Sakura –saludó suavemente Hinata, esperando evitar una discusión entre el par de amigos.
–Hola, Hinata, luces muy linda –contestó Sakura–. Deberíamos entrar –sugirió inmediatamente después, tomando la iniciativa y el rumbo hacia el interior del establecimiento.
No podía negar que se sentía muy bien salir con sus amigos. Su trabajo en el hospital le absorbía, desde luego aquello era decisión propia después de haber notado el cómo el estar ocupada le impedía divagar en temas deprimentes que terminarían por menguar su estado de ánimo día a día.
–¡Necesito orinar! –exclamó Naruto repentinamente al cabo de poco más de hora y media para sorpresa de todos y disgusto de las damas. Le dio un casto beso a Hinata para después emprender el camino hacia los sanitarios. Una vez llegó al lugar, se aseguró que nadie le viese y salió del bar. Caminó un par de metros hacia la izquierda, por dónde había sentido el chakra del Uchiha. Dio unos cuántos pasos más y detuvo su andar.
–Sasuke –dijo sin más a la sombra que se aproximaba.
–Naruto –saludó en respuesta con la mirada fija en el rubio. El pelinegro dio un par de pasos en dirección al Uzumaki, hasta quedar a un brazo de distancia, permitiendo que la luz de un poste cercano le iluminara. Naruto divisó su atuendo mayoritariamente negro, nada resaltaba, ni siquiera la capa que le protegía y cubría justo dónde el brazo le faltaba, o la muñequera que se extendía lo suficiente, teniendo debajo de la misma algunas vendas blancas. El ojinegro soltó un ligero suspiro de alivio al cabo de unos segundos, esbozando una sonrisa a la par que cerraba los ojos, para luego abrirlos y extender su brazo a modo de saludo. El rubio no tardó en comprender y aceptó el gesto con gusto, estrechando su mano con la propia, para luego soltarle y rodearle por los hombros.
–Bastardo –exclamó Naruto dirigiéndolo hacia el bar. El rubio sabía muy bien la razón por la que el Uchiha se encontraba a esa hora por esos rumbos, así que prefirió darle un pequeño empujón y dejar para después los reclamos sobre su notable ausencia en su boda algunos meses atrás.
Ambos se habían detenido apenas llegaron a la puerta del bar, apreciando el momento. Naruto sentía una increíble satisfacción al ver a su amigo ahí, a punto de dar un paso importante tanto en su vida como en la de Sakura. Sasuke, por otro lado, sólo contemplaba a la distancia a la menuda mujer que se encontraba en la barra del establecimiento, esperando tal vez un par de tragos, notó que conversaba con Ino animadamente, sonriendo en todo momento y, sin embargo, con un prácticamente imperceptible brillo de tristeza en su mirar.
–Te ha estado esperando –le confesó el rubio de repente, sin perder detalle de cualquier expresión del pelinegro, quien no había quitado la vista del par de kunoichis–. Iré primero.
Avisó para después comenzar a avanzar bajo la atenta mirada de Sasuke. Al llegar a la barra, tomó tres de los vasos que acababan de servirle al par de amigas y le indicó a Ino que tomara los otros dos, urgiéndole a irse hacia la mesa.
–¿Podría darme un trago más de sake? –dijo al encargado del bar al tiempo que ponía un billete sobre la barra– Sakura, por favor espéralo por mí y llévalo a la mesa –pidió de inmediato a la pelirrosa para ir rápidamente detrás de Ino.
–¡Naruto! –llamó en vano Sakura al no entender para qué necesitarían un trago extra, mas no recibió respuesta.
El lugar estaba lleno y cuando el bartender puso la bebida sobre la barra, giró rápidamente intentando agarrar el vaso para reunirse lo más pronto posible con sus amigos. En el acto, chocó contra un hombre alto que se encontraba a su espalda.
–¡Lo siento! –se disculpó rápidamente, viendo con atención a aquel hombre, esperando no ocasionar ningún problema.
El tipo era más alto que ella por una cabeza, y a pesar que desprendía un ligero olor a alcohol, no lucía ebrio, sólo un poco más relajado de lo que, suponía, sería su natural estado de ánimo. No pensaba negar el hecho de que aquel hombre era verdaderamente atractivo, por lo que un tenue sonrojo cubrió sus mejillas. "No es Sasuke", pensó con tristeza, disminuyendo así un poco su rubor.
–No te preocupes, linda –le contestó con una sonrisa coqueta, guiñándole un ojo–. ¿Vienes sola? –preguntó, a lo cual ella negó con la cabeza, desvaneciendo por completo el rojo de su rostro– ¿Puedo ayudarte? –inquirió esperando una respuesta afirmativa que nunca recibió.
–Gracias, pero puedo sola –dijo ella, y, sin esperar que él dijese algo más, tomó el vaso y dio media vuelta con la intención de comenzar su caminar, sin embargo, casi al instante sintió como el peso del vaso ya no era sostenido por su mano. Se detuvo y giró su cabeza inmediatamente hacia su lado derecho, siguiendo el trayecto de la bebida con enojo ante semejante insolencia. No obstante, quedó estupefacta al distinguir sus rasgos. Notó como él ingería el sake con lentitud, sin despegar su mirada de la de ella. Sus ojos jade se abrieron lo suficiente para demostrar la sorpresa que sentía, sus mejillas se tornaron en un adorable color rojo para demostrar su nerviosismo, su boca quedó entreabierta, conteniendo la respiración, como una demostración involuntaria que le confirmaba el hecho de que los sentimientos profesados en el pasado seguían ahí y, sin embargo, no pudo emitir siquiera una palabra.
Al terminar el trago, el azabache limpió cualquier rastro de sake cerca de sus labios con su muñequera. En ningún momento apartó la mirada de la de ella. Su expresión era indescifrable, Sakura no sabía si la mirada que él le dedicaba era de enojo, de nostalgia, o de cualquier otra clase de emoción que no se atrevería a considerar.
–Sasuke… –susurró apenas con un hilo de voz, pero él no contestó. Vio cómo se giraba apenas un poco, quedando frente a ella. Vio cómo alargó el brazo aun sosteniendo el vaso, quedando a milímetros del de la joven pelirrosa mientras depositaba el contenedor en la barra. Sus ojos nunca parpadearon ni se apartaron del rostro de Sakura, quién tampoco podía abandonar el propio.
Luego de dejar el vaso descansó la mano en la barra con la palma abierta y, con movimientos suaves, se permitió acercarse sólo unos cuántos centímetros al cuerpo inmóvil de ella, quien seguía conteniendo la respiración.
Comenzó a retirar la mano de dónde estaba, bajándola lentamente, hasta posar las yemas de sus dedos en la muñeca de ella, con un suave tacto sin llegar a agarrarla del todo. Se percató cómo el cuerpo femenino se crispaba al instante. Era una buena señal, se dijo, y con ello comenzó un trayecto ascendiente por el brazo de la chica. Ella comenzó a respirar con cierta rapidez, mientras sus ojos se entrecerraban y el sonrojo aumentaba.
Cuando sus dedos llegaron a su hombro, siguieron el trayecto sobre su piel hacia la izquierda, rozando la clavícula con delicadeza para luego subir un poco más hasta llegar a la base del cuello, donde se permitió posar por completo la palma de la mano, con un firme y suave agarre, haciendo que ella inclinara la cabeza hacia un lado, cerrando por completo los ojos y disfrutando de la sensación. Dejó su mano ahí pocos segundos, y comenzó luego lentamente el trayecto de regreso hasta detenerse en el antebrazo, tomándolo con un agarre firme, ocasionando que ella abriera de golpe los ojos, regresando a la realidad. Estaban en un bar. Estaba con él.
El pelinegro giró ligeramente su cuerpo sin soltarla y comenzó a caminar hacia la salida. Ella sólo se dejó guiar a través de la multitud, hasta que sintió el frío golpear su rostro. Al salir del lugar logró parpadear un par de veces, tratando de asimilar lo que estaba sucediendo. Sasuke Uchiha había regresado y había ido por ella hasta sacarla del lugar, y ahora se encontraban caminando hacia quién-sabe-dónde.
Al caminar sobre un puente, Sakura detuvo su andar abruptamente logrando soltarse. Sasuke giró su cuerpo poco a poco, hasta quedar nuevamente frente a la kunoichi. El pelinegro pudo notar en los ojos de su acompañante una mezcla de determinación, nervios, expectativas y excitación y, de repente, sintió como tu torso era rodeado con fuerza por los delgados y fuertes brazos de la pelirrosa, por debajo de la capa que llevaba. No pudo evitar abrir desmesuradamente los ojos ante la sorpresa del acto, por un momento creyó que luego de detenerse ella comenzaría a reñirle o simplemente daría media vuelta y le dejaría, tal como él lo había hecho la última vez que se habían visto.
–Bienvenido a casa –dijo al fin la pelirrosa poniendo más fuerza en el abrazo, apoyando su mejilla en el firme y cálido pecho del ninja, cerrando los ojos con fuerza, con la esperanza de poder contener el llanto, permitiéndose envolver por el calor y el aroma que su masculino cuerpo emanaba. Él sólo atinó a acariciar con suavidad su cabello, con una sonrisa que no se molestó en ocultar, viendo hacia la luna.
–Estoy en casa –respondió, para luego rodear los hombros de Sakura con su brazo, cubriéndola un poco más con su capa, escuchando como por fin ella liberaba los sollozos que había intentado reprimir.
NA: ¡Hola!, el día de ayer sentí esa inspiración que tenía mucho tiempo sin sentir, así que me puse a escribir y salió ésto. En realidad no sabría qué decir, sólo que es una especie de colección de momentos entre Sakura y Sasuke producto de mi imaginación y deseos extraños (gracias a Kishimoto que no nos ha dado mucho sobre ésta pareja). No tengo idea del rumbo que tomará ésto, pero ya veremos. Tengo un poco más escrito, pero eso lo agregaré después de que lo relea y tenga una idea más clara de a dónde va éste conjunto de relatos.
-Jazmadi
Actualizado.
