Capítulo 1

El calor del sol acariciaba su rostro y Fye intentó abrir sus ojos, sin embargo, el cansancio y el dolor le impedían hacerlo de forma brusca. Mientras despejaba su mente, sintió un roce sobre su mejilla, unos fríos dedos apartando los mechones de pelo de su cara. Era tan similar a aquella caricia...

Por fin pudo separar sus párpados y, para su sorpresa, se encontró con el rostro de una bella joven, tan familiar, tan parecida a...

-¡Xilynhe!- exclamó Fye sin poder creérselo, acaso seguía en Shion?

-¿Eing?-el rostro de la muchacha era el mejor retrato del asombro- ¿Cómo conoces el nombre de mi madre?

-No es ella, mago-la voz de Kurogane surgió cerca de él.

Fye se incorporó, no sin cierto esfuerzo, y miró con atención la habitación en la que se encontraba. Era una sala amplia, con un decorado similar al del palacio de la princesa Tomoyo, la puerta se encontraba al fondo a la derecha, en el centro se encontraba una mesa redonda, ni grande ni pequeña, enmarcada por tres camas, la suya, la de Kurogane a la izquierda, y la de Syaoran a su derecha. Al lado de este, había otra muchacha ayudándole a levantarse.

-¿Dónde estamos?-preguntó Fye, la cabeza le dolía y no conseguía recordar lo que había sucedido.

-En Beijing, la capital del imperio-le respondió la joven a la que había dado equivocadamente el nombre de Xilynhe.

-Vaya, veo que te diste un buen golpe, ni siquiera te acuerdas de lo ocurrido- se rió Kurogane.

-Yo también estoy algo perdido, ¿hemos llegado a otro mundo?-esta vez fue Syaoran quien era acosado por las dudas.

-Obviamente ya no nos encontramos en ese horrible lugar- le contestó Kuragone.

Al oír eso, la mente de Fye reaccionó y empezó a llenársele de imágenes del país al que visitaron la última vez. Cuerpos, sangre, violencia... Mokona los había llevado sin querer a un país en guerra, al centro de un conflicto. Sin que tuvieran tiempo a entender nada empezaron a atacarles guerreros de uno u otro bando, o quizás de ambos a la vez. Recordó cómo Mokona, asustada, desplegó de nuevo sus alas para alejarse de allí, pero antes de que lo consiguiera los tres amigos ya habían sido heridos. Seguramente, habían caído inconscientes en ese nuevo lugar y los había socorrido aquella chica.

-Debéis de venir de un país en guerra-la muchacha parecía haberle leído el pensamiento-. ¡Ah! Perdonad, todavía no me he presentado. Mi nombre es Lynhxie, ¿y vosotros? ¿Cuál es vuestro nombre?

-Yo soy Syaoran-se presentó aquel desde la mesa, alrededor de la cual se había sentado y estaba bebiendo el té que le había servido la otra chica-, él es Kurogane, y el de tu lado, Fye.

-¡Y yo soy Mokona!- saltó una voz chillona de detrás de Syaoran.

-¡Ah!- gritó asustada la doncella-. ¿Qué es eso?

-Mokona, no hagas eso que asustarás a la gente-le riñó Syaoran-. Lo siento, Mokona es así, y... mmm.... es.... ah....

-Es vuestra mascota-dijo Lynhxie salvándole de la difícil pregunta-. No preguntes más sobre el tema, XiaoYing, estás molestando a nuestros invitados.

-Sí, señorita.

-¿Durante cuánto tiempo hemos estado inconscientes?-preguntó Fye.

-Un día, aunque Kurogane algo menos, se ha despertado antes que vosotros. Teníais unas heridas muy feas-le contó Lynhxie-, hemos intentado curaros, pero algunas son bastante profundas, así que habrá que tener cuidado y cambiar a diario las vendas. ¡Ah! Por cierto, seguro que tenéis hambre. XiaoYing, vete a por comida, por favor.

La doncella salió rápida a cumplir su misión.

-Muchas gracias por habernos ayudado tanto-le dijo Syaoran.

-Lo que me pregunto es por qué lo has hecho, podríamos haber sido malas personas-le soltó Kurogane.

Lynhxie se rió de tal comentario. Era una risa clara, como el sonido que hace el agua de los riachuelos, y a Fye se le antojó muy hermosa.

-En realidad no soy tan buena como para ir por la calle recogiendo heridos y enfermos, más bien casi ni puedo salir del recinto de mi casa... Lo que pasa es que vosotros... Bueno, caísteis del cielo cuando estaba rezando... Y pensé... que podríais ser enviados de la Diosa Madre, que veníais por mis plegarias- después de tal explicación, Lynhxie se quedó callada, ensimismada con sus propias reflexiones.

-Vaya, o sea, que ese bicho no nos dejó en tierra, sino que hicimos un aterrizaje forzoso-Kurogane le lanzó una mirada asesina a Mokona.

-No fue culpa de Mokona. Mokona estaba asustada, no podía controlarme.

-Tranquila, no le hagas caso a Kuroguao, sabes que en el fondo te quiere- le dijo Fye con una sonrisilla.

-¡Pero qué dices, estúpido mago!-exclamó furioso Kurogane.

-Venga, no te enfades- le quitó Fye importancia al asunto y, dirigiéndose a la joven le dijo-. Gracias por tu hospitalidad, aunque creo que no deberíamos abusar de ella.

-Oh, no te preocupes- ésta bajó de las nubes-. Podéis quedaros aquí, padre no suele estar por casa, así que no le tendré que dar explicaciones hasta que vuelva, y para cuando llegue... ¡Podré decir que sois mis guardaespaldas!

-¿Guardaespaldas?- soltaron los tres al mismo tiempo.

-Sí- se rió la muchacha-, vuestras heridas son serias y necesitáis cuidados, además, estoy segura que tampoco conocéis un lugar mejor en donde quedaros, y viendo vuestras armas diría que sabéis de sobra defenderos, así que si no os importa hacer un trabajillo así, sería la cuartada perfecta.

-Tiene razón- admitió Kurogane-, no conocemos este país. Además, quizás aquí encontremos lo que estamos buscando.

-Pero, ¿y tu madre? ¿No le importará?- preguntó Fye, aunque internamente deseara conocer a la Xilynhe de este mundo.

-Ella... está muerta. -su voz sonó tranquila, su rostro se mantuvo inexpresivo, pero no consiguió camuflar el dolor escondido tras esas tres palabras.

-... Lo siento-Fye sintió un golpe helado en su corazón, algo que se incomprensible.

¿Acaso no podría olvidar nunca esos momentos, esa sonrisa, esa mirada, ese rostro...?

-No pasa nada-la voz de Lynhxie rompió aquel frío silencio-. Fue hace mucho, y ya lo superé. No debería sentirme mal, es más, he de alegrarme porque, seguramente, madre está en el cielo con los ángeles.

El ánimo de la muchacha se les contagió a todos. No sabían por qué, pero a los viajeros les empezaban a agradar mucho aquella niña.

En ese momento entró Xiao Ying con la comida y el hambre evitó que pudiesen volver a la conversación anterior. En realidad, tampoco hacía falta. Todos sabían ya qué iban a hacer, no había duda alguna sobre si aceptar la hospitalidad de Lynhxie. Sin embargo, aún quedaba un interrogante en sus mentes, ¿encontrarían allí una forma de revivir a los clones de Syaoran y la princesa Sakura?


-¿Creéis que podemos confiar en ella?- preguntó Kurogane.

Lynhxie se había marchado cuando estaban comiendo, y lo mismo hizo la doncella tras recoger los platos. Las dos muchachas les habían dejado solos sabiendo que tendrían muchas cosas de qué hablar, cosas que no eran de su incumbencia.

-Ha sido muy amable por su parte ayudarnos, no creo que sea una mala persona-reflexionó Fye en voz alta.

-¿Eso dices de ella... o de Xilynhe?-las palabras que salieron de la boca de Kurogane parecieron dardos de hielo-. No te dejes engañar por la apariencia, ella no es aquella joven que conocimos en el Reino de Shion.

-No seas tan duro, Kurogane- replicó Syaoran-. A todos nos ha caído muy bien esa muchacha, incluso a ti, no lo niegues. Lo que no entiendo es por qué estás tan tenso y desconfiado.

-Mmm, simplemente pienso que debemos tener en cuenta que estamos viajando por mundos extraños. Aquél del que venimos esta vez estaba en guerra y estuvimos en peligro, quién nos asegura que aquí nos encontremos a salvo.

Ninguno quiso contestarle. Ahora que se encontraban totalmente despiertos podían recordar perfectamente aquel terror del cuál habían escapado. Pero no había otra forma de conseguir lo que querían; en el País de Clow no había forma de "revivir" a sus amigos, así que debían buscarlo por otros mundos.

-Venga, deja de comerte la cabeza con esas incertidumbres, Kurotan-le animó Fye con su sonrisa de siempre-. Acéptalo y ya está: ahora estamos con buenas personas y debemos continuar con nuestra misión.

Como única respuesta revivió un gruñido por parte de aquél.


-Señorita, ese joven se parece mucho a...

-Ya lo sé-contestó Lynhxie-. Pero no quiero que digas nada, ni una palabra a nuestros invitados, y hazle saber al resto de los criados que temporalmente se les prohíbe ir al patio de atrás. No quiero que nadie les moleste.

-De acuerdo, se hará como ha ordenado- Xiao Ying hizo asintió levemente con la cabeza. Sin embargo, quería decir una cosa antes de irse-. Señorita, ¿cree que él puede ser un ángel enviado por la Diosa Madre? ¿Cree que la difunta señora habrá oído sus plegarias?

-Por favor, Xiao Ying, retírate; quiero descansar- dijo Linhxie eludiendo a la pregunta.

La doncella se fue dócilmente, dejando a su señorita en sus aposentos. Una vez que ésta se aseguró de estar completamente sola, Lynhxie se derrumbó en su cama. "¿Cómo podría contestarte, amiga mía? ¿Cómo, si son las mismas dudas que me atormentan a mí?" Por un momento pensó en cerrar los ojos y olvidarse de todo, pero el recuerdo de su madre, despertado por Fye, le hizo cambiar de idea. Se levantó, no sin cierta pereza, y, cerrando la puerta de su habitación tras de sí, salió hacia el templo familiar.


Notas de la autora: Hi! Este es el primer fanfic que escribo. Me gustó mucho la historia de Tsubasa Chronicles así que quise aportar un poco de mi propia imaginación. La historia que quiero crear es como una continuación del último cap. del manga, como no he visto el anime no sé si también concerda (supongo que no). Todos los personajes pertecen, claro está, a las Clamp, he intentaré reproducir lo mejor posible su cáracter y forma de ser; aunque también introduje personajes nuevos, como lo es Xilynhe (cuya identidad se revelará más tarde) y Lynhxie (Xiao Ying es un personaje secundario sin gran importancia).

Espero que les guste, si ven algún fallo por favor, no duden en comunicármelo.

Thanks