Disclaimer: Si, quizás soy un demonio y quizás me encante hacer sufrir a mis lectores. Pero no hice contrato con Yana Toboso y su alma no me pertenece. Tampoco lo siguiente :D

Spoilers del final de Kuroshitsuji II

No Yaoi.

...Su mayordomo ¿Por siempre?...

¿Así que este era el final? Pensó Ciel Phantomhive, mientras dejaba que el hombre de traje negro remara hasta la orilla. ¿De dónde? No lo sabía, quizás si preguntaba, obtendría una respuesta, pero no confiaba en su voz por el momento. Después de dejar claro el hecho de que había entendido lo que pasaba ahora con él, no quería aumentar o restar nada a lo ya dicho. Quería poner en claro sus nuevos pensamientos al respecto, antes de decir algo de lo que se tuviera que arrepentir en un futuro.

Tenía mucho futuro para eso.

Su ¿Vida? Había sido sacudida radicalmente.

Justo como siempre, justo como ahora. Sin tener que decir mucho o moverse, siempre parecía ser atraído a este tipo de cosas. ¿Quién podría pensar que aquél pequeño niño, que jugaba en el jardín con su familia, terminaría en esto? Marcado, obligado a tomar ciertas responsabilidades y asumiendo otras por su cuenta. Llevando una larga lista de pecados colgando de sus tobillos, los cuales no le impedían caminar, pero gracias a eso era señalado.

La misma lista de pecados que había traído la aparición de sus problemas, una, otra, y otra vez. Desde un mayordomo demonio a…

El bote arribó a la orilla de un lugar desconocido para el joven Conde. Más no por eso, se detuvo a pensar.

Bajó en cuanto tuvo la oportunidad y empezó a caminar a lo que eran las entrañas de un oscuro bosque de altos pinos, con un cielo estrellado completando el paisaje. Podía decir que estaban de vuelta en el mundo real, humano, quizás así debía llamarlo ahora. NO era más, su mundo real.

Sintió al hombre detrás de él moverse, pero tampoco dijo nada. Se preguntaba si el silencio era por furia, decepción o ¿Sorpresa? Vaya sorpresa.

Quizás, aún en esta nueva forma, seguía teniendo el cuerpo de un niño, pues rápidamente se cansó de caminar hacia una dirección desconocida en un bosque tenebroso. Sus pies protestaban a cada paso que daba, y sentía su cuerpo entumecido, adolorido.

¿No se supone que ahora no debo sentir nada?

La fatiga lo obligó a detenerse frente al grueso tronco de un pino, y usarlo como apoyo por unos segundos para recuperar el aliento. Los pasos detrás de él se detuvieron al mismo tiempo que él lo había hecho.

¿Por cuánto tiempo más planeas seguir jugando? Manteniendo el silencio.

Quizás, no debía descansar. No aún, sus pensamientos no estaban lo suficientemente apaciguados para tomar decisiones correctas, aunque ¿Qué importaba ya? Volvió a equilibrar su peso, pero antes de poder alejar la mano del tronco, fue detenido.

-No…-

Ninguna emoción presente, como siempre.

-A pesar de ser un demonio, a su cuerpo le costará algo de tiempo hacerse a los cambios- tan monótono, o más, que como era de costumbre. Pero viéndolo desde su punto de vista, el fiasco en el que había terminado todo, quizás era de esperarse.

-Estoy bien- esas palabras también eran una costumbre. No importa qué, solo no mostrar tu debilidad a nadie. Menos a él, sobre todo a él.

Intentó dar un paso, alzando un poco su pie por una gran raíz que sobresalía del suelo, pero el momento bastó para hacer a su rodilla ceder y llevarlo al suelo sin remedio. Nunca apareció ese par de brazos que procuraban mantenerlo seguro la mayoría del tiempo, seguro porque conocía el motivo.

No hay nada más en mí que valga la pena cuidar.

Dejó que su cuerpo se sentara en la tierra y se giró, apoyando su espalda en el tronco que antes le brindaba apoyo. Se atrevió a levantar su mirada hacia el demonio de negro, quizás había sido demasiado rápido pues éste pareció leer aquél pensamiento en sus ojos.

-Creí que no quería que me acercara-

Por una parte tenía razón. No deseaba que nadie o nada lo detuviera. Quería que por lo menos unos minutos fueran solo para él, sin que nadie interviniera en su vida, su existencia. Sin embargo la otra mitad de su cansada mente pedía que nada de esto fuera cierto, y que el mayordomo le mostrara –por lo menos- que el estar junto a él no había sido solo por su alma, por el contrato. Había querido sentir ese sentimiento de protección, yendo más allá de una simple obligación.

Era un tonto al haber albergado esa esperanza. Trataba con un demonio, después de todo.

-¿Por qué sigues aquí?-

Sabía por qué, pero quería escucharlo.

-Usted sigue siendo mi amo- contestó de inmediato el otro, sin perder la aparente calma de su rostro –A menos que sea una orden, yo seguiré aquí, a su lado- se llevó la mano derecha directo al pecho, como siempre que se inclinaba y obedecía una orden.

Eso hacía a Ciel enfadar.

¿Sigo siendo el amo, eh?

-Esto no puede seguir siendo así- declaró, levantándose del suelo y apoyando su espalda al pino para el soporte. Vio un leve brillo de sorpresa en los ojos de su mayordomo cuando dijo esas palabras.

-¿Bocchan?-

El joven se pasó una mano por el ojo del contrato, algo contrariado.

-No es correcto para mí seguir siendo tu amo si ya he cumplido mi venganza- continuó con fuerza en cada palabra, pero antes de que Sebastian pudiera intervenir, prosiguió: -Incluso si no lograste consumir mi alma para terminar el contrato… ganaste tu libertad al cumplir con tu palabra-

Aunque yo no pueda cumplir con la mía.

-Yo sé que podemos romper el contrato, y serás libre de formar nuevos pactos con otros humanos-

La manera en la que ahora se refería a la raza de la que hacía unas horas fue parte, era aterradora. Las cosas de hecho podían cambiar de esa forma, en tan poco tiempo.

-Incluso puedes buscar la forma de matarme, no me opondré a nada de eso-

Vivo, muerto, demonio, ángel o shinigami, el orgullo de Ciel Phantomhive no quedaría de lado. Si había prometido su alma y por motivos de fuerza mayor no podía entregarla, haría lo que estuviera más cerca de cumplir esa promesa, así le causara problemas.

Le tomó unos momentos al demonio comprender lo que su joven amo decía. El estar dispuesto a romper el contrato, cuando podía esclavizarlo por toda la eternidad junto a él.

Era cierto.

El contrato no había desaparecido porque él no había podido reclamar su alma, y eso los llevaba a un círculo vicioso, donde tendría que seguir obedeciendo al joven Conde por siempre, ya que las circunstancias de su muerte ahora se habían extendido demasiado. En cambio estaba dejándolo libre, según el demonio, muy a su pesar.

Su mirada se suavizó con apenas una leve sonrisa.

-¡No me mires así! ¡No es un acto de compasión!- reclamó de inmediato el joven demonio, cruzándose de brazos y restándole importancia. –Te prometí algo que no te puedo dar, así que mínimamente eres libre de irte-

¿Habría un día que el joven Conde podría dejar de sorprenderlo? Pensó el demonio. Escondió su propio entretenimiento por el momento, mas no podría dejar la oportunidad de aclarar algunas cosas con su amo.

-Bocchan, siendo humano, no podía vestirse solo- comenzó con un tono tranquilo y su sonrisa cotidiana –Siendo un joven demonio ¿Qué podría cambiar en eso?-

El susodicho giró hacia un lado la cabeza y plantó su vista en el suelo, tratando de esconder sus mejillas sonrojadas por la vergüenza de lo antes dicho. ¡El maldito demonio se las regresaría todas ahora que podía! Él ya había pensado en eso y aún así una promesa era una promesa. Si esa era la única manera de cumplir con una parte, lo haría.

-Encontraré la manera- contestó cortante –Soy Ciel Phantomhive…-

-Y yo soy su más noble mayordomo- completó Sebastian, inclinándose levemente. De su traje sacó algo que puso al alcance de su joven amo.

¿Puede ser?

-Alois Trancy lo dejó en la torre del reloj. Supuse que mi bocchan lo necesitaría- tomó la pequeña mano del joven demonio y puso el anillo en el único dedo del cual no se saldría.

El sorprendido Conde no protestó al no darse cuenta en realidad de todo lo que estaba pasando.

-Aunque bocchan dijo una vez, que aún sin el anillo él seguía siendo el jefe de la familia Phantomhive, me he acostumbrado a verlo en su mano en los últimos 3 años-

Ciel miró por unos segundos el anillo de piedra azul, debía admitir que lo había olvidado por completo. Pero lo que lo tenía aún más sorprendido eran las acciones de su mayordomo demonio, y sus palabras.

-¿No quieres tu libertad, Sebastian?- cuestionó seriamente. Recuperando su fachada fría y sin sentimientos. El demonio le volvió a sonreír.

-Es una gran oferta, de hecho. Pero el contrato me ayudará a saber dónde se encuentra mi aprendiz, y si me necesita-

¿Su qué…?

-¿A-pren-diz?- repitió Ciel bastante sorprendido. Parpadeando un par de veces. ¿Cómo podía estar decidiendo eso por su cuenta?

-¿Espera sobrevivir usted solo al mundo de los demonios, bocchan? Le advierto que es mucho más duro que la vida de los humanos. Tome mi consejo, es mejor tener a alguien que lo guíe. Una eternidad, después de todo… es un largo tiempo-

Había algo en la forma en la que el demonio sonreía, que hacía a Ciel preguntarse si esos eran sus verdaderos motivos.

-Además…-

No pudo protestar.

-Los últimos años me han sido tan entretenidos como nunca antes. Debo admitir que hubo ciertos momentos en los que usted, bocchan, logró poner en duda mi verdadero objetivo. Muchas veces pensé en dejar de lado la finalización del contrato y continuar siendo su mayordomo hasta que eventualmente, su alma viniera a mí por su propia cuenta-

¿Estaba siendo serio?

-Yo nunca miento, bocchan- había leído la incredulidad en la mirada del joven Phantomhive. –Ahora, con este drástico giro de los eventos. Me siento responsable de usted, apenas un pequeño demonio-

Momento…

-¡¿A quién le llamas pequeño?- se sobresaltó, lanzando una fulminante mirada que por un segundo se tornó carmesí, logrando una expresión algo divertida del otro hombre.

-¿Ve a lo que me refiero? Encuentro divertida y refrescante su manera de ser. Me siento protector sobre usted, aunque no pueda devorar su alma- el pensamiento ensombreció un poco los ojos de ambos –Pero la eternidad puede ser un poco menos larga, solo si me permite guiarlo-

Sebastian alargó una mano en ofrecimiento a Ciel, quien miró la extremidad por unos segundos y luego el rostro del hombre.

¿Podía ser cierto lo que decía? ¿No tenía que estar solo?

-¿Y el contrato?-

-Como dije, me ayudará a seguirlo protegiendo- sonrió. –Además de que podemos romperlo cuando usted quiera-

Todo parecía tan real, sin ser pensado. Las palabras de Sebastian eran para Ciel una gran oportunidad. Aunque no lo había demostrado, había tenido miedo de tener que pasar el resto de su eternidad solo y rechazado por aquél que lo había acompañado en todo momento.

Quizás era un buen comienzo.

Extendió su mano lentamente, posándola sobre la del otro demonio. Cuando Sebastian apretó su mano alrededor de la suya, vio un leve brillo rojo atravesar sus ojos, con algo que no podría describir.

Es suficiente por hoy.

Quizás las palabras de Sebastian tenían algo de razón, quizás su cuerpo debería acostumbrarse a este nuevo cambio. Pero esos juegos de la mente y su nuevo tipo de existencia eran lo suficiente para cansarlo, y hacerlo sucumbir en las tinieblas una vez más.

Sus rodillas volvieron a ceder, pero ahora tenía la certeza de que sería atrapado y así fue. Tan solo medio segundo después había sido atrapado por su mayordomo, quien lo recogió en sus brazos, concordando con sus pensamientos.

-Descanse, bocchan. Ha sido un largo día-

Su suave voz empujándolo de inmediato al sueño.

-¿A dónde iremos?- susurró Ciel, antes de conceder el descanso.

-A casa- había contestado su mayordomo.

Pero algo le decía, que casa no significaba la mansión Phantomhive. Aunque ya no importaba, la vista se le nubló y dejó que su cuerpo se relajase, con la certeza de que no podía pasar nada peor.


Ahora, si llegaron hasta aquí, ustedes ya han hecho un pacto conmigo n.n Y tendrán que dejar review (wuju!) Cumplan y tendrán su recompensa, próximo capítulo:

"Su mayordomo, en Casa"

anypotter