Annabeth

Uno podría llegar a pensar que después de haber derrotado a Cronos este verano las cosas regresarían a la normalidad, y que podría disfrutar del resto del verano con mi ahora nuevo novio Percy Jackson, pero no, al parecer los dioses tenían planes diferentes, o al menos ciertas Diosas.

Todo empezó el miércoles en la tarde, cuando estaba con Percy en el lago, platicando de cómo estaba quedando el Olimpo ahora con la construcción, las remodelaciones y las sugerencias que me daba de cómo podría decorar el templo de Poseidón.

-Percy, deberíamos ir con Quirón, prometimos ayudarle con las clases de espada y griego antiguo.

-Annabeth, solo un momento y ya, solo cinco minutos más.- decía, poniendo su carita suplicante, haciendo que me perdiera en sus hermosos ojos verde mar.

-Está bien sesos de alga, solo cinco minutos más. –accedí, como una tonta enamorada, y eso era justamente lo que era, una tonta enamorada, y del chico mas lento de todo el campamento, pero no me importaba, porque cuando lo tenia a mi lado, podía sentir mi cuerpo mas cálido y mi corazón acelerado, acompañado de esas molestas pero gloriosas mariposas revoloteando en mi estomago.

-¿Sabes listilla?, se me ocurre una buena forma de pasar esos cinco minutos.

-Así, y ¿Cuál es?, si se puede saber claro está- dije, consciente de la forma en la que miraba mis labios mientras hablaba.

-Así- y sin más, extinguió la tormentosa distancia que existía entre nuestros labios, besándome de la forma en la que hacía que perdiera la cordura, y el racionalismo, algo que es difícil siendo hija de Atenea, pero que solo él lograba en mi.

El beso era dulce, y podía probar la esencia marina de sus labios, esa esencia de los mares más puros que podían existir, enrosque mis brazos en su cuello y lo atraje mas a mí, hasta que la necesidad de oxigeno nos obligo a terminar el beso, pero no a separarnos.

-Un día de estos me vas a matar listilla.

-Cállate Percy- y lo volví a besar.

-Creo que deberíamos volver ahora.- Puso su cara triste pero esta vez accedió.

-Está bien, pero aun me debes un paseo por los campos de fresas.

-Yo no soy la que llego tarde en la mañana.

-No, fui yo, pero yo fui el que tuvo que ir a recuperar tu cuchillo porque viste arañas en el bosque mientras leías.

-¡Eran enormes Percy!, debiste verlas, eran asquerosas.

-Sí, si lo que digas amor- dijo mientras me rodeaba con sus brazos, estábamos a unos metros de las canchas de voleibol, cuando siento un fuerte golpe en la cabeza, escucho la voz de Percy hablándome a lo lejos y empiezo a ver todo negro.

Desperté algo desorientada en la cabaña de Atenea, con un fuerte dolor de cabeza, ahí donde me había golpeado la pelota, obviamente no se sentía como si me hubiera golpeado con eso, sino que tenía una jaqueca horrible, la cabeza me palpitaba y me daba vueltas. Podía deducir que aun era temprano porque todos tenían la pijama puesta aun, que raro, tal vez el golpe había sido tan fuerte (como me lo sugería el dolor) que había dormido toda el día y la noche al parecer, pero lo que era más extraño es que no me hayan llevado a la enfermería.

-Buenos días Malcom.- Salude a mi hermano que iba pasando con algunos planos.

-Annie- dijo con desdén y con la mirada extrañada.

-¿Qué paso?, ¿por qué estoy aquí?, ¿no había espacio en la enfermería?

Me miro como si estuviera loca y solo me contesto con la voz más seca que le había oído usar, y más conmigo, que éramos como hermanos, y no solo por nuestra madre.

-No sé de lo que me estás hablando, ahora si me disculpas, yo si tengo cosas más importantes que hacer que perder el tiempo con una niña hueca como tú.

¿Desde cuando Malcom estaba enojado conmigo?, pero sobre todo ¿desde cuándo me consideraba una niña hueca?

-¿Disculpa?, ¿hueca yo?

-¿Qué, a tu cerebro le cuesta procesar esa información?, valla, si que te atrofias cada vez más, ¿Qué diría nuestra madre?, has de ser su mayor decepción.

Eso sí que me hico enojar, una cosa es que este enojado conmigo por no sé qué motivo, y uno muy distinto llamarme decepción. Estaba a punto de soltarle una maldición cuando llego Elisa.

-Annie, te busca tu novio.- bueno, al parecer el día de hoy era "odien a Annabeth Chase", porque la pequeña Elisa me miraba con una mezcla de miedo y aversión. Genial, solo espero que Percy me pueda explicar lo que está pasando el día de hoy, no estaba mejorando precisamente con el dolor de cabeza.

Me cambie lo más rápido posible, poniéndome unos shorts y la camiseta naranja del campamento, soltándome al cabello, como a mi Sesos de alga le gusta, iba saliendo, cuando sentí las miradas de todos.

Salí buscando a Percy con la mirada, pero lo que vi me dejo en shock. Era Luke… ¡era Luke!, de pie, ahí en el umbral de nuestra cabaña, se volteo a verme y una enorme sonrisa atravesó su rostro.

-Amor, buenos días- dijo y me beso, ¡me beso!, ¡Luke me beso!, fue solo un beso de piquito, pero era Luke, no había duda, solo que ya no tenía esa cicatriz tan característica de él. No me recuperaba aun del shock de verlo ahí, vivo, y diciéndome ¿amor?

-¿Qué pasa?, ¿por qué me ves así?

-¿Qué haces aquí?, ¿Cómo es que estas aquí?- no podía salir de mi asombro.

-Annie, ¿te sientes bien?, te ves rara.

¿Qué me miraba rara?, claro que me miraba rara, podía imaginar mi cara de asombro petrificada en mi rostro y ¿desde cuando todos habían empezado a llamarme Annie?, saben cuánto odio ese diminutivo.

-Vine por ti para ir desayunar, como todos los días amor. Anda vamos que se nos hace tarde.- Tomo mi mano y me arrastro con él a el comedor, donde estaba buscando a Percy con la mirada para que me explicara que es lo que estaba pasando de una vez por todas, y juro por el Rio Estigio que si es una broma de mal gusto, conocerán mi furia.

Cuando lo vi, estaba con la cabeza gacha, como si estuviera triste por algo, en la mesa de Hermes, lo que me preocupo y enfrió un poco mi enojo, pero no lo extinguió. Me acerque a él lentamente hasta llegar a su lado y poder hablar con él.

-Percy ¿Qué pasa?, ¿esta todo bien?, ¿qué hace Luke aquí?, ¿por qué estas en la mesa de Hermes?- las dudas eran tantas que no terminaba de decir una cuando ya estaba preguntando otra cosa.

El solo me miro con una mezcla de confusión y coraje en sus hermosos y profundos ojos verdes.

-Déjame en paz Chase, ¿cuántas veces tengo que repetírtelo?, no me hables, me enfermas, ¿no lo entiendes?, ¿tengo que deletreártelo para una cabeza hueca como tu?

Las lagrimas se empezaron a formar en mis ojos son mi permiso, nunca me había hablado con tanto desprecio y asco en su mirada.

-¿Qué pasa aquí?, pregunto Luke.- No me había dado cuenta de que se nos había acercado hasta que lo sentí abrazarme por detrás.

-Nada.- Contesto Percy.

-Ya te he dicho que no molestes a mi novia Jackson.

-No fue mi culpa, ella se me acerco a molestarme.

-Es a ella a la que veo llorando Jackson, creo que te haría bien un tiempo extra en los horarios de limpieza.

-No fue su culpa.- intervine yo, antes de que le dieran mas tareas.- Necesito hablar con él, es importante.

-Y ¿de que quieres hablar con el amor?, si con trabajos se soportan, debe ser algo realmente urgente.

-Pues yo no quiero hablar contigo, ahora si me disculpan.- y si mas se fue, dejándome más confundida que en toda mi vida. Mi cabeza empezó a dar vueltas, lo que había visto hasta ahora me asechaba, un muy vivo Luke, las palabras con las que me había nombrado, ¡su novia!, el enojo de Malcom hacia mi, el miedo en los ojos de Elisa, y sobre todo, el odio que me tenia Percy. Eran demasiadas emociones para mi mente, y el dolor de cabeza me estaba matando en este punto, por lo que no me preocupo mucho cuando me trago la oscuridad y me deje llevar a la inconciencia.