CORTINA DE HUMO
CAPITULO I: Reencuentros.
El judoca sostuvo con la fuerza necesaria la manga blanca y de tela gruesa, entonces el delgado cuerpo femenino pasó volando por encima de su cabeza. El sonido sordo de cuando un cuerpo choca contra un objeto blando, fue el indicativo que a la joven rubia le faltaba practica.
Riza lanzó un suspiro involuntario cuando su espalda golpeó contra la colchoneta, miró un momento la luz sobre el techo y permaneció tirada un tiempo mientras la fuerza de voluntad volvía a ella.
Su compañero; un hombre alto y delgado se sentó a su lado, aflojando su casaca.
-"¿Quieres que demos por terminado el entrenamiento?"- Le preguntó después de mirar su cara a perlada por el sudor.
-"No, aún queda una hora"-
-"¿Por qué lo haces?; ¿Por qué continúas tomando clases de autodefensa aún cuando eres excelente en el uso de armas de fuego"-Cuestionó interesado porque respuesta daría su discípula.
-"El saber disparar no me garantiza el éxito en una misión y sabes de sobra que el fracaso es el equivalente a morir"-
-"Eso lo sé. Y también sé que eres la más vulnerable de tu equipo, que a diferencia de ellos, tú sólo cuentas con armas de fuego para protegerte y que cuando su munición se acabe tendrás que hacer uso de tu cuerpo. Lo que no entiendo es por qué pretendes usar tu cuerpo en beneficio de él"-
Aún acostada lo miró, estudio un breve instante su perfil antes de ponerse de pie y caminar hasta donde estaban sus cosas consiente que su práctica había terminado en el momento en que fue derrotada por su mentor.
El hombre miró su espalda con sus amables ojos, esperando que respondiera. La conocía hace poco tiempo; cuando Riza llegó a su escuela pidiéndole la entrenara en el mayor número de disciplinas de defensa. Y aunque gozaba de buena condición y disciplina, él como su mentor debía aceptar que la mujer estaba en gran desventaja contra sus enemigos.
En especial porque notaba la falta de espíritu y el deseo de vivir, a menudo se preguntaba el por qué de aferrarse a mejorar en cada nueva técnica que le enseñaba; pero pronto comprendió con gran asombro que Riza se veía a sí misma como un muro que debiera proteger a toda costa a su superior. Desde luego nunca se lo había preguntado, pero fue fácil para él deducirlo al notar el ausentismo de la mujer y el empeño que ponía por aprender sin importar que tan adolorido o con cuantos moretones quedara su cuerpo.
-"Riza"- El hombre la llamó una vez que salió de los vestidores y tomaba la maleta donde guardaba su uniforme. –"Todo esto no se trata de cuantos enemigos puedes derribar, sino de a quien quieres proteger"-
La mujer se giró enarcando una ceja al escuchar sus palabras. Permaneció un instante en silencio pensando cómo responderle, pero al no encontrar palabras se limitó a asentir.
-"Y lo más importante. Tú debes ser la primera persona que quieras cuidar; sí piensas de otra forma, no importa cuánto quieras a ese hombre no podrás siquiera mirar sobre su hombro"-
-"Suena como si conociera todo acerca de mí, y cómo si fuese está la última vez que nos veamos"- Replicó extrañada por las palabras de su maestro, que apenas si era dos años mayor que ella y aún así; escucharlo hablar le hacía pensar que le triplicaba la edad.
-"Los vientos de Amestris cambian continuamente y en esta época más que nunca gira a un paso vertiginoso"- El hombre no se había movido de su lugar y sus manos permanecían detrás de su espalda baja, aquella posé hizo sentir incomoda a la mujer pero de igual modo no se movió. –"No busques sacrificarte para que logre sus objetivos; esa forma de pensar es algo egoísta de tu parte. Será mejor que vivas para procurar su felicidad"-
La Teniente iba a replicar ante tales cuestionamientos que lograron herir una parte de ella. Aquella que había cerrado herméticamente en el momento que King Bradley descubriera las intenciones del Alquismista de Fuego y temeroso por lo que lograra hacer toma la decisión de desintegrar el grupo del Coronel Mustang. Fue entonces cuando Riza sin querer indagar en el por qué; consiente de que el tiempo ahora corría en contra de ellos tomó la decisión de convertirse en el escudo de su Superior. Dispuesta a hacer y sacrificar todo para que Roy cumpliera su objetivo, materializando una ínfima parte de lo que Riza también deseaba.
-"Agradezco tu preocupación y consejos, puedes estar seguro que llegado el momento sabré tomar la mejor decisión"- Hizo una breve reverencia a manera de gratitud y salió del dojo, sintiendo como el viento comenzaba a soplar apaciguando típico calor de verano.
Roy Mustang caminaba con una inusual tranquilidad disfrutando de los últimos rayos del sol; hace apenas unas horas deseaba con desesperadas ansias despojarse de la parte alta de su uniforme militar, que en esa época del año le parecía demasiado pesada y un verdadero martirio si se tenía en cuenta las horas que lo usaba. Pero ahora la situación mejoraba para él, el fresco aire del crepúsculo y el gradual cambio de colores del cielo lograron disipar parte del estrés que últimamente comenzaba a sentir el Alquimista.
Aunque fuese tonto y digno de un adolescente, pensó en su Teniente lamentando como cada día su pérdida. Durante las horas de trabajo lograba olvidarla, concentrado en las labores correspondientes a su puesto y la carga extra planeando su estrategia contra la próxima guerra contra los homúnculos poco tiempo le quedaba para acordarse de ella.
Pero entonces llegaba el final de su turno y sin importar las horas extras que hiciera en la oficina o fuera de esta, le resultaba inevitable que el tiempo que había pasado a su lado no se hiciera presente en sus recuerdos.
Desde el día que el Furher se la había arrebatado con una socarrona y disimulada sonrisa; que no sólo le advertía que con la misma facilidad con que había desbaratado su brigada, del mismo modo podía acabar con todo lo que Roy trataba de proteger.
Lanzó un suspiro, queriendo saber si su vida tal cual la planteaba no se había convertido sólo en trabajo y más trabajo. Hacía mucho que no tenía una cita con alguna mujer tan sólo para salir de la rutina, o asistía algún bar con sus compañeros o pasaba una noche entera embriagándose frente a la barra de Madame Christmas escuchando alguna vieja canción.
Puesto que la situación se le presentaba, decidió echar suerte y cumplir dos de las antes mencionadas actividades.
No le importó como llegó hasta ese lugar, si sus deseos lo habían conducido hasta ahí o sí fue una coincidencia. Lo único cierto era que a sólo unos metros delante de él se encontraba su Teniente. Echó a andar atravesando la ya poco transitada calle y se colocó a su lado, extendió sus brazos tomando la bolsa de papel que sostenía, dedicándole una lánguida sonrisa a modo de saludo.
Riza miró sorprendida al hombre a su lado. Cuando decidió utilizar lo que restaba de su día de descanso realizando las compras después de su entrenamiento, no pasó por su mente el encontrarse con su Coronel. Aunque por una fracción de segundo imaginó que eso era lo que la gente llamaba destino, un hombre al que apenas conocía de hace unos meses le hablaba indirectamente de él durante una clase de artes marciales, para terminar caminando junto al militar.
-"Ha pasado algún tiempo"- Comenzó ella, mientras se alejaban algunos metros de supermercado. –"¿Cómo han sido estos días?"-
-"Calurosos"- Riza le lanzó una mirada de desaprobación y él sonrió, esperando justo ese gesto en ella. –"Han sido difíciles sin ti"- percibió el asombró en sus ambarinos ojos, completando su respuesta. –"El trabajo se ha intensificado, debo hacer todo por mí mismo. Hay horas que la oficina parece una biblioteca de tantos papeles, pero de algún modo me las arregló para terminar"-
-"Eso es bueno. No quisiera saber que todos hemos estado trabajando mientras tu gastas tu tiempo dormitando o comprando flores para alguna mujer"-
Y a Roy le divirtió el suave tono de enojo en su voz.
-"Será mejor que me valla, no creo que sea buena idea si alguien llegase a vernos Coronel"- Intento cortarlo, no muy segura de querer realmente alejarse de él. Tomó la bolsa con sus comprar, pero Roy se lo impidió.
-"Es la primera vez que veo tu cabello de esa forma"-Le dijo, señalando con la mirada su rubio cabello sujeto en una cola de caballo, meciéndose de tanto en tanto por la brisa nocturna.
Riza trató de reprocharle su comportamiento, pero no se lo permitió.
-"Riza por favor no te vayas"-Ella pasó del enojo a la sorpresa. –"¿Quieres acompañarme por esta vez, aunque sólo sean unas horas?"- Se sincero sin siquiera pensarlo, porque de pronto sintió que la pose de militar frío y calculador carecían de importancia ante su deseo de recuperar tan siquiera un instante de su vida como un hombre común.
-"No creo que sea correcto"- Y Riza Hawkeye pudo haberlo entendido al mirar a través de sus ojos o fue que deseaba lo mismo, pero su respuesta sonó como si aquello fuese una cita que se repitiera cada semana. –"Además parece que no estoy vestida de acuerdo a la ocasión"-
-"Aún así te vez hermosa"- Comentó acentuando con la mirada la ropa de la mujer. Unos sencillos vaqueros, blusa blanca sin ningún decorado y suéter lo bastante ligero para no sofocarla.
-"Coronel…"-Le reprochó semejante atrevimiento. –"Será mejor irnos antes de que cambie de parecer"-
Roy le lanzó una de sus mejores miradas, agradecido por estar una vez más con su Teniente se encaminaron hacía el bar de Madame Chrismas.
-CONTINUARA-
Han pasado dos años desde mi última publicación en ffn, y mucho más tiempo de haber escrito un royai. Pero he decidido regresar en parte a promesas y en parte porque las ideas han regresado, y es que si deje de escribir fue precisamente por ello; por falta de ideas.
Cómo pueden ver apenas estoy desempolvándome y puede que haya perdido mucho de lo antes ganado con la práctica. Pero espero les guste y dejen sus comentarios.
Gracias
-Sherrice Adjani-
