- ¡Kent¿en qué andas?

- Pues… Es este reportaje sobre las nuevas leyes de circulación que…

- Bah, déjate eso. Ven a mi despacho, chico, hay trabajo del de verdad.

Clark arqueó las cejas, se ajustó las gafas e intercambió un gesto de complicidad con Jimmy. Perry siempre entraba así, de repente, poniendo la redacción patas arriba. Tener un jefe nunca le había molestado y eso que Perry White no era un jefe al uso; después de año y medio en el Planet ya se había hecho a su forma de trabajar, caótica y vibrante como el propio mundo del periodismo.

- Vamos, date prisa, cierra la puerta. Mira¡esto es lo que quiero¡aquí es donde está la noticia! – Perry no dejaba de golpear el New York Times contra la mesa. Era imposible leer la portada.

- Me permite… - con cuidado le cogió el periódico de las manos. En la portada, a toda página, había una foto en color de un singular cuarteto en uniforme: dos hombres, una chica y un extraño ser anaranjado - ¿Los cuatro fantásticos?

- ¡Exactamente! Quiero que les entrevistes…

- Sr. White, – Clark movía la cabeza con preocupación - los cuatro fantásticos no reciben a nadie… No han dado una sola entrevista desde que… Les pasó lo que les pasó

- A ti te recibirán, muchacho. Eres mi periodista promesa. ¿Quieres dejar la sección de tráfico? Averíguame cómo duermen, qué comen y a qué dedican el tiempo libre. Si tienen pareja, si fuman, si se drogan…

- Mmmm, nadie puede entrar así como así en el cuartel de los cuatro fantásticos… Y menos para preguntarles por su vida privada. ¿Cuánto hace que se convirtieron en figuras públicas¿Tres meses¿No preferiría una entrevista con Supermán? – Clark sabía que aquello no iba a colar pero por intentarlo…

- No. De eso nada. Lois ya entrevistó a Supermán en su día y nuestros lectores le conocen de sobra. Necesitamos algo nuevo. Toma, tus billetes y tus vales de hotel para Nueva York. Supongo que no te harán falta más de cuatro días. Habla con quien tengas que hablar – Perry le daba golpecitos en la espalda mientras le acompañaba a la puerta

- Pero Sr. White…

- No me des las gracias, muchacho, sólo tráeme un buen material.

La puerta se cerró a sus espaldas, dejándole en el pasillo, con los billetes en la mano. Jimmy le miraba torciendo el gesto con preocupación.

- Jodido ¿eh¿qué te ha pedido?

- Una misión imposible

Sentado junto a la ventana durante el trayecto en avión intentaba centrarse en cómo enfocar aquello. No llevaba ninguna documentación: conocía de sobra a los cuatro fantásticos. Durante sus cortísimas andanzas como superhéroes habían logrado dejar fuera de juego a una amenaza como Viktor von Doom. Por desgracia, el carácter exclusivamente público de sus integrantes les había llevado a atrincherarse en su cuartel general y tenían fama de ser completamente inaccesibles. Seguro que a Chloe se le ocurriría algo.

- ¡Clark¡aquí!

Al salir de la terminal allí estaba ella, el sol en su melena era como un chispazo entre la multitud. La levantó del suelo con el abrazo. Cómo la había echado de menos

- Chloe… Chloe… ¡Estás guapísima! Te sienta bien la gran manzana…

- Ja, ja. Y a ti te sienta bien el Daily Planet. Pero… ¿realmente necesitabas coger ese avión? – le susurró ella con complicidad

- Shhh…Si no uso los billetes, Perry podría pensar que me quedé en casa viendo un partido de fútbol y que hice la entrevista por teléfono¿no crees?

- Ya veo… - Chloe le guiñó un ojo. Ninguno de los dos podía ocultar su felicidad. Era genial estar con Chloe y poder hablar con ella en aquellos términos

- Me alegro mucho de verte. ¿Qué tal tú¿Vais arreglando el mundo?

- Bueno, siempre es complicado, a ti qué te voy a contar… El mundo es un cubo que siempre está haciendo aguas. Tapas un agujero y enseguida se abre otro…

- De todas formas seguro que Naciones Unidas funciona mejor desde que te tienen allí

Después de dejar la maleta en casa de Chloe, ella le llevó a comer a un restaurante italiano cercano al edificio de la ONU. Había acabado especializándose en comunicación institucional y ahora estaba de ayudante en el departamento correspondiente. El restaurante era pequeño pero con encanto y tenía un segundo piso con bonitas vistas a la calle 49. En verano se podía disfrutar de la terraza pero Nueva York estaba en lo mejor de su invierno: aún quedaban restos de la nevada del día anterior.

- Entonces… ¿todavía no hay ningún europeo guapo que se te haya declarado?

- Bueno, europeo no… Pero hay un chico japonés…

- ¿En serio?

- Sí, bueno, no tenemos nada¿no? Pero yo creo que hay algo de "feeling" ¿Y tú¿alguna chica del Planet?

- No, realmente… Me gusta una chica pero siempre está de allá para acá y… No hay manera de proponerle nada. Es como si sus prioridades siempre estuvieran puestas muy lejos. Además, está en otro departamento y apenas la veo…

- Eso es porque aún no le has dicho nada concreto. Puede que entonces empiece a prestarte más atención

- No sé. De momento voy a esperar un poco – Clark no quería realmente revelar más información acerca de la chica, tratándose de la prima de Chloe… Probablemente Lois no sospechaba ni remotamente que él podía estar interesado en algo más que una relación profesional… La posibilidad se mostraba muy lejana, al menos por el momento

- Mejor no esperes demasiado. Por cierto¿cómo está Lois? Me escribe de vez en cuando y me cuenta, pero en el último mes no he sabido nada de ella

- ¿Eh? – Clark salió de su ensimismamiento – Ah, Lois está bien… Ella está bien

- Me alegro

Al llegar a los postres Clark por fin le planteó a Chloe su situación profesional y la razón por la que estaba en Nueva York.

- Veamos, Clark, según lo que yo sé tu única posibilidad es Susan Storm… Ninguno de ellos es nada accesible pero desde luego el Dr. Richards no tiene tiempo para frivolidades con la prensa, al grandullón no le gusta relacionarse demasiado con la gente y luego está La Antorcha… Él sí que empezó largando bastante pero los demás le pararon los pies y ahora tiene prohibido abrir la boca, por no mencionar que si eres un tío ya tienes bastantes menos posibilidades de conseguir que quede contigo. Así que yo definitivamente me centraría en Susan. La Chica Invisible sólo tiene veintitrés años, dos menos que tú y que yo. Al principio pagó el pato de la inexperiencia y se ha llevado ya algún palo con la prensa, así que sé sutil. De todas formas, Clark – aquí bajó la voz - ¿no podrías tú, siendo quien eres, conseguir un pequeño enchufe? No sé, al fin y al cabo pertenecéis al mismo gremio…

- ¡Chloe! – Clark se sonreía ante aquella ocurrencia - ¿Qué quieres, que me presente con la capa ante la puerta del cuartel y les haga un interrogatorio? Sí, eso sí que sería tremendo, pasaría a ser la Lidia Lozano de los superhéroes. De hecho podría tener mi propio Late Show… Entrevistarlos e intercalar números de música y baile – Clark iba describiendo el rótulo con la mano – "Crónicas kryptonianas". ¿Qué te parece?

A Chloe le faltaba el aire, el ataque de risa era incontenible

- Para Clark, por favor, me vas a matar con esa historia…

- Te gustaría verme en eso¿eh? – le guiñó un ojo – Sacando los trapos sucios de los villanos… Mmm… Voy a necesitar colaboradores, repasaré mi lista de antiguos enemigos… Sería una buena forma de reinsertarlos en la sociedad

- Ja ja ja ja, calla ya, tonto – Chloe se levantó de la silla, le revolvió el pelo y le dio un beso en la mejilla – Eres genial

Después de comer, Chloe le había llevado a patinar a Rockefeller. Él se había resistido tremendamente pero "en Nueva York, en navidad… ¡Imprescindible!" había insistido ella, así que Clark la acompañó un rato y luego se apoyó en el borde de la pista a esperarla. Desde allí se veía el cuartel de los cuatro fantásticos, lo que le recordaba para qué había ido a la ciudad. Chloe le había asegurado que las relaciones entre Naciones Unidas y los héroes locales eran excelentes y que podía conseguir al menos que le recibieran, a través de un contacto. Clark sintió lástima al imaginarles todo el día encerrados, protegidos del mundo exterior, mientras que él podía patinar libremente, pasear, ir al cine o a un restaurante, llevar una vida normal gracias al anonimato que le proporcionaba su identidad secreta. Hacer amigos verdaderos como Chloe o como Jimmy, que sólo le juzgaban y le querían por su forma de ser.

Mientras miraba todavía el edificio Baxter, aquel rascacielos que era el cuartel, sintió cómo alguien le empujaba y se le echaba encima. Esto le sacó de sus cavilaciones y rápidamente agarró por la cintura a la persona que se había tropezado. La sujetó firmemente contra su abrigo negro para evitar que resbalara.

- Ya te tengo

Unos ojos intensos y femeninos eran lo único que se podía ver por encima de aquella inmensa bufanda negra y por debajo de la boina francesa, calada hasta ocultar toda la melena. Aquellos ojos eran como un caleidoscopio de distintos azules, oscuros y profundos, muy bonitos. La chica todavía estaba con las piernas suspendidas en el aire y Clark la colocó cuidadosamente sobre el hielo, liberando el abrazo de su frágil cintura. Luego se agachó para recogerle las gafas de sol, que se le habían caído. Ella aún parecía sorprendida.

- Muchas gracias… Me temo que iba a salirme de la pista de cabeza…

- De nada. Estas barreras no parecen muy seguras. Lo mejor es quedarse a un lado y no moverse

Se hizo el silencio. Ella simplemente le miraba pero no decía nada.

- Me llamo Clark Kent – le tendió la mano. La chica parecía mostrar desconfianza, pero finalmente se decidió

- Yo soy Carol Russell, encantada. Tampoco patino mucho – le estrechó la mano enguantada y luego se las enfundó ambas en los bolsillos.

Él no sabía si ella estaba seria o sonriente y su conversación era difícil de seguir. Seguía con el rostro embozado por la bufanda, toda ella vestida de negro de arriba abajo. Miró un momento a Chloe, que parecía estar en su salsa y se dedicaba en la distancia a dar giros y patinar con soltura hacia derecha e izquierda de la pista. Estaba claro que iba para rato y él prefería tener conversación.

- Yo en realidad es la primera vez que vengo. Y en Metrópolis no suelo patinar nunca…

- ¿De Metrópolis? Parece una ciudad muy similar a Nueva York. Con el mismo tipo de problemas y conflictos… Aunque no tenéis de qué preocuparos, tenéis un buen defensor

- ¿Defensor¿te refieres a Supermán?

- Sí, claro, a quién si no

- ¿Se le conoce mucho por aquí?

- Mucho. Aquí tenemos a los cuatro fantásticos pero no es lo mismo. Son jóvenes e inexpertos, aún tienen mucho que aprender…

- Bueno, Supermán tampoco es ningún abuelo… Hablando de los cuatro fantásticos, me han enviado a entrevistarles…

Aquí el cuerpo de la chica se tensó bajo el abrigo oscuro y adoptó una postura rígida

- Los cuatro fantásticos no conceden entrevistas. Todo el mundo sabe eso. No quieren convertirse en alimento para los medios

Clark notó cómo la conversación derivaba hacia terrenos espinosos pero resolvió permanecer en silencio

- Te aconsejo que dejes esa idea de la entrevista. Yo me tengo que marchar ya. Gracias por tu rescate

La chica se dio la vuelta y empezó a alejarse

- Oye… Se te olvida esto…

Clark seguía con las gafas de sol en la mano. Ella se giró de nuevo y se acercó patinando con dificultad para cogerlas. Él aprovechó que estaba cerca otra vez

- Perdona que haya mencionado lo de la entrevista, no pensé que te molestaría. Me hubiera gustado poder hablar contigo un poco más

- Lo siento pero tengo que marcharme, de verdad

Clark, temeroso de no volver a verla e incapaz de pedirle abiertamente que se bajara la bufanda, decidió utilizar el último recurso, atravesó el tejido hasta que despuntaron los rasgos de la nariz afilada y los labios carnosos. La reconoció y quedó tremendamente sorprendido, incapaz de pronunciar una palabra. Ella se colocó las gafas de sol, ocultando su atractiva mirada y con un "adiós" se alejó hacia el otro extremo de la pista, perdiéndose entre los patinadores.

- ¡Clark! Qué rápido te has apalancado. ¿Con quién hablabas? – a Chloe le faltaba el aire de tanto ejercicio

- Nada… Una chica… Chloe…

- Dime

- Creo que lo de la entrevista no va a resultar

- ¿Por qué lo dices?

- Tengo un mal presentimiento