Disclaimer: Antes de empezar, es mi deber indicar que ninguno de estos personajes me pertenece. Con suerte mi vida me pertenece.
Dicho lo anterior espero que quienes se topen con esto lo hagan con un amplio criterio de Sherlockisidad (No, esa palabra no existe). Esta historia no tiene otro fin más que el de entretener al lector y especular, que es lo que (Mejor) más hacemos en este Fandom.

Sin otro particular: LA'ERS.


Dice el Señor Allan que estoy más pálida de lo normal y que posiblemente debería tomarme un par de días libres. He lanzado la excusa de que he estado tomando demasiadas muestras de tejido en los congeladores donde guardamos los especímenes más antiguos, pero pienso, dos días después del hecho, que no me ha creído para nada.

Supongo que tiene mucho que ver el hecho de que he pasado las tres cuartas partes de la noche buscando tutoriales sobre maquillaje en internet, y que después de mucho ensayo y error, mi piel facial haya perdido un poco de su lozanía gracias a los tres litros de desmaquillante que he estado utilizando indiscriminadamente.

Después de haber intentado el look de Diosa Griega, el de Vampiresa Glacial, el de Hada del Bosque, Hembra Vulcana y el de Sueño de Primavera; solo he conseguido traerme conmigo el lápiz labial rojo que temo utilizar porque es muy de Femme Fatale.

¿Cómo le hacen las mujeres hoy en día para compatibilizar el trabajo y el derretimiento del maquillaje?
El Jueves, pensando que definitivamente aparecería de la nada como suele hacer, saqué mi arsenal comprado en el mercado y comencé a hacerme 'un par de retoques' antes de la hora de comida. El resultado fue que dos horas después, mis ojos estaban llorosos por el rímel, el rubor había dejado sendas manchas rojizas en mis mejillas porque, aparentemente, debí haber sido sutil con la esponja y porque para usar rubor (Tarde lo comprendí) no se usa una esponja; el delineador de ojos había aparecido como por arte de magia justo en la piel que recubre mi cartílago septal y mi base de maquillaje se quedaba adherida en la pantalla de mi teléfono móvil cada vez que contestaba una llamada.

Cuando finalmente llegó para tomar prestados unos utensilios para analizar, y cito textual,"Lo que hace la Amatoxina en el hígado de una cabra de raza Boer", lo único que quedaba de mi antiguo esplendor era una mancha negra alargada sobre mi mejilla izquierda, y un poco de lápiz labial en la comisura de mis labios. Cosa que sorpresivamente Sherlock observó pero no comentó.

Supongo que un poco más de desmaquillante no hará daño.

Un poco más tarde, esa misma mañana.

Sherlock ha aparecido más temprano de lo usual a interrumpir mi laboriosa tarea de tocar el Trocánter Menor del Señor Cotton en busca de anormalidades.

Entró silenciosamente mientras tenía mi mano metida por un costado de la pelvis de un cadáver.

-Molly, Molly, Molly….

No puedo soportar su voz tan temprano en la mañana. Es como estar sentada en una caverna con mucho (MUCHO) eco y que una voz profunda te convenza de subir a dar un discurso para mil académicos solo usando tu ropa interior. Ok, pésima analogía.

-Necesito pedirte un favor.

Me está mirando. Me está mirando con sus… ojos.
Estoy arruinada, no voy a poder decirle que no.

-Necesito un cuerpo.
(Yo diría lo contrario)
-Masculino, de entre 70 a 76 kilos…
(De pura inteligencia y atractivo)
-De entre 35 a 40 años, que no tenga daños severos.
(Como los que estoy teniendo ahora)
- Preferiblemente que haya muerto de heridas internas.
(Como las que produce ese cabello ensortijado que cae sobre el abrigo)
-Hace menos de 48 horas
(Podría hundirme en esos ojos y no salir hasta que hayas resuelto cada…)
-Sé que te pido demasiado pero…
(…Crimen…)
-Es necesario para una investigación que estoy realizando y…
(…En este…)
-Eres la única en quien puedo confiar, Molly.
(…Estúpido pedazo de tierra que gira…)
-Sé que puedes lograrlo y…
(… Que gira alrededor del sol…)
-Molly…
(…Maldito sol quemante…)
-¡Molly! Creo que esa ya no es "la pierna" del Señor Cotton.

Bueno, eso ha sido una de las torpezas en una larga y agónica historia de torpezas que adornan mi vida. Pero no he podido negarme. Aunque en mi defensa creo que fue más por haberme equivocado de Trocánter que porque haya dicho que soy la única en la que puede confiar.