Los personajes de la película "El Origen de los Guardianes" no me pertenecen, son propiedad de DreamWorks, el resto pertenece a mi imaginación.
A escondidas siempre solían hablarnos de la historia del Juicio Final. Y uno escuchaba, porque ese era el efecto de lo prohibido. Lo malo fue que no actuamos como los demás, la mayoría de las personas era consciente de sus límites, podían hablar en susurros, callar cuando veían a un guardia, pero jamás de los jamases cometerían nuestro error, querida amiga.
Como solían decir nuestros padres, la historia del Juicio Final, contada de boca en boca y luego escrita en papel por rebeldes para inmortalizar lo que alguna vez fue, se encontraba oculta en las bóvedas de la Ciudad Perdida. Allí nos aventuramos a indagar, ¿recuerdas? Contaba la leyenda que en el territorio del Coco cualquier respuesta podría ser encontrada, sólo se debía saber buscar.
—Debemos irnos, no podemos estar aquí. —dijo Elizabeth. Y tú, como siempre, le respondiste mordaz.
—Si tanto miedo tienes, vete. —dijiste, tomando un cabello rizado de la chica. Elizabeth reaccionó mal, te propinó un manotazo que hizo eco en la Ciudad.
—Oh, una pelea de gatas. —comentó Matt, sonriendo de lado a la vez que Michael asentía.
Éramos seis personas. Éramos los súbditos del Coco. Le obedecíamos sin ninguna replica, su palabra era ley y la verdad absoluta, pero por más que nos hicieran jurar lealtad hacia el Rey de las Pesadillas nunca lograron que nuestros espíritus lo hicieran. No sólo éramos súbditos y soldados, éramos jóvenes, incontrolables pero astutos, fieles pero curiosos. ¿Una aventura en la Ciudad Perdida? Fue uno de los pocos momentos en que tú y Elizabeth llegaron a un acuerdo tan rápido.
Sin embargo, no habíamos olvidado nuestro lugar. Por más que tú sonreías y te burlabas de Elizabeth, te sentías igual que ella. Todos nos sentíamos igual. Teníamos miedo de ser descubiertos y nada, ni siquiera las risas y peleas lograron ocultar el sentimiento, pero, de alguna forma, en vez de paralizarnos o huir, continuamos…
Los seis caminamos por la oscuridad de los pasajes hasta llegar al centro de la bóveda. Sorprendidos admiramos las reliquias: frente a nosotros se alzaban enormes estantes que parecían llegar hasta el cielo, creaban pasillos con un enorme mar de conocimiento. Parecían ser infinitos, ¡cualquier amante de los libros perdería la cabeza! Tú y yo nos miramos, en otro tiempo ver tantos libros juntos pudo habernos provocado un orgasmo, pero desde hace más de un año que abandonamos las palabras por las armas. La emoción se había ido, sólo quedaba melancolía y añoranza.
Tú también lo sentiste, te vi sonreír con tristeza. Diste un paso, pero antes de seguir miraste a los lados. Como siempre tu cabeza antes que tu corazón. Hice el mismo movimiento, todos lo hicimos. Por más leales que fuéramos, por más que nuestro expediente se encontrara en blanco, estar aquí era un delito, si alguna pesadillas nos encontrara podría matarnos…
Aquel pensamiento hizo dudar a Elizabeth, a Matt, incluso a mí, pero si el resto dudó lo aparentó con mucha facilidad.
Revisamos los libros cercanos, al principio con mucha curiosidad y sed de saber, pero a medida que los minutos pasaban muy pronto la idea de largarnos se hizo más apetitosa. ¿En serio valía la pena arriesgar nuestra vida por esas páginas? Yo juraba recordar que libros eran más interesantes.
Pero tú no corriste con la misma suerte. Seguiste buscando hasta que tus ojos dieron con un libro oculto entre los demás. Lo tomaste.
—Vaya… —Pasaste la palma de tu mano por la tapa y corriste el polvo acumulado por el paso de los años. Lo abriste para leer la primera página en total silencio.
—¿Qué encontraste, Addy? —Te preguntó él detrás abrazándote por detrás. No lo apartaste, tampoco reclamaste cuando depositó un beso en la curva entre tu cuello y hombro.
—La historia del Juicio Final… —Leíste en voz alta, entonces apartaste la mirada y lo miraste— en verdad existe.
—Contada de boca en boca, escrita por rebeldes para no olvidar lo que alguna vez fue. —continuó el rubio separando su cuerpo de ti y manteniendo sus ojos en el papel.
—Se perdieron más vidas en esos tiempos, cuando intentaron luchar contra Él, pero hoy victoriosos nos volvemos a alzar, gustosos obedecemos al rufián y desde entonces el equilibrio se recuperó y la paz nuevamente surgió. —Te detuviste e intercambiaste una mirada dudosa con Robin— ¿Se referirá al Coco? Antes no lo querían.
—Puede ser. —Aceptó, moviendo su mano hacia el libro para pasar a la siguiente página.
La oscuridad consumió todo a su alrededor,
nuestros ojos ya nunca más verán la luz del sol.
Monstruos de arena varias vidas quitaron,
entre llantos y agonías sucumbimos al tirano.
Los astros han de cumplir sueños,
plegarías se elevaron al cielo.
Los guerreros inmortales se alzaron,
ardua lucha dieron al tirano.
Pero su contienda fue en vano.
Caídos en las tinieblas no se levantaron,
nos dejaron ante sus manos,
despiadadas garras que nuestros sueños arrancaron.
Sumergidos en aquel tormento,
un grito nos levantó del padecimiento.
Mil misterios se envuelven en tu nombre.
Con tu luz nos guiarás
y de este suplicio nos liberarás.
Tu poder magnifico será
pero tu naturaleza no has de olvidar.
No te avergüences de sentir.
Comprendida es tu razón, tu cobardía te venció.
En la lejanía te veremos partir,
oculto en las sombras jamás te veremos surgir.
Tu poder prevalecerá,
pero oculto de nosotros siempre estará.
No pudieron seguir leyendo. Matt gritó y todos nos dimos cuenta de que las pesadillas nos descubrieron. Corrimos sin dudarlo, no tardarían en aparecer más, pero como si se tratara de una alarma activada, la Ciudad comenzó a inundarse de más oscuridad, la poca luz que nos iluminaba prácticamente se extinguió. Estábamos a ciegas, guiándonos solamente por el vago recuerdo de los pasillos.
Divisamos la salida, en ese entonces no éramos conscientes de que el agujero se estaba cerrando hasta que estuvimos prácticamente ahí. Robin fue el primero en subir la escalera de madera, luego tú, yo, Elizabeth y Matt, y a pesar de que nos encontrábamos afuera no dudamos en seguir corriendo hasta que, prácticamente, nos desplomamos en el suelo. Jadeábamos, agotados, y con la garganta ardiendo.
—¿No nos siguen? —preguntó Elizabeth. Robin negó con la cabeza.
Entonces Matt comenzó a reír.
—¿Qué te pasa? —inquirí, confundida, pero tú también reíste, Robin también y entonces lo comprendí.
¡Entramos y escapamos de la Ciudad Pedida!
—¡Aun no me lo creo! —exclamaste. Sonreí de igual manera.
—¡Yo tampoco!
—El Coco debería estar orgulloso de sus soldados. —dijo Matt.
—Al contrario, debería temernos. —dijo Robin, pasando una mano por su cabello— Ni siquiera me despeiné.
Elizabeth nos miraba en silencio. No sonreía, y sus ojos parecían a ver visto la mismísima mano huesuda de la Muerte.
—¿Dónde está Michael?
Y las risas se detuvieron. Nos miramos entre nosotros y sólo recién notamos la ausencia del chico.
La desaparición de uno sólo una cosa podía significar.
—Debemos marcharnos. —ordenó Robin.
Asentimos y una vez más huimos sin ni siquiera mirar atrás, sin ni siquiera saber que esa sería la última vez que estaríamos juntos como equipo.
Juntos como amigos.
Bien, bien, esta historia se llamaba antes "Aunque la oscuridad domine, siempre habrá luz" pero hoy será "Luz en la oscuridad". Otro punto a aclarar, antes este fanfic era un Lectora x Personaje, pero decidí sacarlo y ahora el personaje principal se llama Audrey 'Addy'. La verdad no me importa la narración de la historia de antes, pero dudo mucho que la personalidad encajara en cada persona que lo leyera, así que al final terminé creando a Audrey.
Y bueno… eso sería todo :D
