"PRESO DE TUS LABIOS"

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Se trataba de una cálida y abrazadora noche de otoño. La tenue brisa que rondaba por los alrededores incitaba que las copas de los árboles desprendieran las hojas que a duras penas se mantenían adheridas a las ramas. Estás levitan por toda la superficie con libertad esparcida; destilaban paz en cada movimiento que ejecutaban.

Su mente divagaba con inutilidad aquella noche.

Volvió a cerrar sus párpados, oprimiéndolos, tratando de lograr que el sueño le llegara de una jodida vez. ¿Nunca se les ocurrió que cerrando bien fuerte los ojos podrían dormirse más rápido? Bueno, él no, es más, lo creía ridículo. Sin embargo, a estas alturas hasta lo más ridículo le parecía lógico.

Un nuevo suspiró fue desprendido de sus labios entre el silencio presente que emanaba aquel cuarto a penumbras. El despliegue de sus párpados, cerrados minutos antes, asomaron unos profundos y penetrantes ojos negros, tal así, como la negrura de la noche.

Una mirada obscura y carente de luz.

De una patada mando a volar las blanquecinas sabanas que lo arropaban. Estás quedaron extendidas por todo el suelo de madera. Su cuerpo se removió inquieto en la cama, no podía hallar una posición que le resultara cómoda.

Un día difícil, una noche imposible, pensó.

Se incorporó sentándose en el borde de la cama y, simultáneamente, llevó una mano en dirección a sus hebras azabaches para revolvérselas. Acto seguido, sacó la mano de su cabellera y esta vez se restregó la cara con la misma. Su vista fue a parar directo a la ventana situada frente a él, por dónde un destelló de luz plateada, proveniente de la luna, se colaba con intrepidez. Se quedó unos instantes contemplando aquel pequeño rayito de luz. Sintió como una sensación cálida comenzaba a envolver su pecho hasta llenarlo. Identificó rápidamente el sentimiento de paz, el mismo que lo acompañaba vigorosamente cuando permanecía cerca de ella.

Un gesto de fastidió se dibujó en su rostro al percatarse, una vez más, que nuevamente estaba pensando en su antigua compañera de equipo, cabía decir mucho más en ese último tiempo.

Anteriormente, cuando acababa de abandonar la aldea de la hoja, lo había encontrado razonable dado que había formado un lazo muy fuerte con sus compañeros de equipo; inclusive, hasta lo consideró normal ya que con el tiempo su mente dejaría de hacerlo y se concentraría única y exclusivamente en su venganza. Pero este no era caso, era totalmente diferente, no sólo porque ya había pasado más de un año y medio de su partida, sino que ya no pensaba en su antiguo equipo de gennin en conjuntó. No, su mente divagaba primordialmente en su compañera. En Sakura. Era delirante.

Estaba cansado, molestó, por lo cual no podía evitar sentirse frustrado.

La cuestión era simple: por alguna estúpida razón, por más que haya intentado enfocar su mente al cien por ciento en su entrenamiento -y no es como si nunca lo hubiera hecho-, no podía dejar de pensar en la "molestia" de su compañera. Lo que ocasionaba que su mal humor se incrementará a niveles indescriptibles, si es que eso era posible.

Una vez más volvió cerrar sus ojos con firmeza, como si intentara reunir su concentración al máximo. ¿Tampoco se les cruzó por la cabeza que cerrando fuertemente los ojos podrías concentrarte mejor en algo? A él sí. Lo creía mucho más razonable que cerrar los ojos para dormirse con rapidez.

Necesitaba concentrarse, recordar el preciso instante en el qué se había vuelto tan estúpido.

No podía comprender como él, Uchiha Sasuke, único sobreviviente de la matanza de uno de los clanes más poderosos del mundo shinobi, y por ende, el único Uchiha que quedaba sobre la faz de la tierra –o eso tenía entendido él-; criminal de rangos S, asesino a sangre fría -porque podía matar a cualquiera sin ningún tipo de remordimiento o sentimiento alguno- ¡podía estar desvelándose, sólo porque a su mente se le ocurría jugarle una mala pasada pensando en bobadas como tales!

—Estúpido, Kabuto. —masculló frunciendo el ceño y conteniendo la rabia.

Si no hubiera sido por ese cuatrochi intento de mujer sub-desarrollado, él ya podría encontrarse precisamente en los brazos de morfeo. Volvió a refunfuñar algunas cuantas maldiciones más hacía el de cabellera gris, recordando los acontecimientos dados algunas semanas antes.

-Flash Black-

El cielo se encontraba teñido de un color grisáceo, a medida que la espesa neblina se iba haciendo cada vez más presente, cubriendo las grandes montañas y los árboles de los bosques. Se aproximaba una fuerte tormenta, esa era la razón por la cual cierto azabache camina de regresó a su cuarto acompañado de un peligris que portaba, para su gusto, unas horribles gafas sobre su rostro.

"Valla forma de interrumpir un entrenamiento por una simple tormenta", pensó el azabache molestó al recordar lo mucho que se estaba entreteniendo con Kabuto. Sonrió para sus adentros de manera arrogante.

Por lo general, muy pocas veces se le presentaba la oportunidad de medir fuerzas con Kabuto dado que siempre entrenaba con Orochimaru o solo. Pero esta vez, como Orochimaru tenía algo "más importante que hacer", según lo que le había dicho Yakushi cuando se presentó ante él diciéndole que sería su oponente ese día, no le había quedado de otra.

Al principió no le había gustado mucho la idea. Era de sobra sabido que al pelinegro no le caía precisamente bien el chico de gafas, y lo mismo viceversa. Sin embargo, a medida que la pelea iba avanzando, fue cambiando de opinión; debía admitir que el chico de cabellera gris era muy bueno a lo que respectaba en combate, pero no tan bueno como él. Había aprendido demasiado en los entrenamientos con Orochimaru, así que no le había resultado difícil hacerle frente. Le estaba dando una buena paliza, y pudo haber cumplido su cometido del todo, si tan sólo el muy idiota no hubiera insistido en que se aproximaba una fuerte tormenta y a su vez apelado que al día siguiente tendría una misión para "Lord Orochimaru"; por ende, debía regresar para preparase y que esté le informara de que trataría.

Una excusa patética en su totalidad. ¿A quién diablos le importaba que tuviera un misión para ese complejo de gato en celo? Eso no era más que pretexto de marica.

"Maldito cobarde", el portador del Sharingan iba sumido en sus pensamientos a medida que maldecía internamente a kabuto.

Ambos caminaban en silencio por los largos y escasamente iluminados pasillos de la guarida. Ninguno había pronunciado palabra alguna en el transcurso que volvían de regresó. No hasta que un destelló de malicia surco los ojos de Yakushi al mismo tiempo que se acomodaba las gafas y se disponía a pronunciar las primeras palabras en todo el camino.

Así que la famosa pupila de la godaime Tsunade, con fuerza bruta y medic-ninn, era nada más y nada menos que la pequeña Haruno Soltó de golpe mientras una imperceptible sonrisa se hacía presente en su rostro. Esto no paso de inadvertido para Sasuke.

El moreno lo miró de soslayo. Una expresión dura y fría bañaba su rostro por completo.

Hmp ¿Pretendes que vaya a felicitarla o qué? No me interesa Escupió con indiferencia, para luego continuar con la vista centrada en el camino.

Siguieron marchando unos segundos más en silencio. La tensión entre ambos se había vuelto tan palpable, a cierto punto que podía ser cortada con un cuchillo; pero eso no le importó en lo más mínimo a Kabuto, había dado en el punto con su comentario. Sabía que estaba jugando con fuego, y quién con fuego juega, quemado saldría. Aún así no le interesaba, tenía que comprobar sus sospechas, por lo que se dispuso a romper el silencio por segunda vez consecutiva:

Uhm, pensé que tal vez te podía interesar saber algo de tu antigua compañera, puesto qué... —Hizo una breve pausa que conllevó breves segundos, y después de un momento prosiguió: —Llegaste a tenerle afecto; claro está, junto con el resto de tu antiguo equipo.

Oh sí, con eso de seguro se había ganado por completo estar en la lista negra de Uchiha; sin embargo, le gustaba verlo cabreado y confundido por sus comentarios.

Sasuke paró en seco. Habían llegado al final del camino; justó en la parte en que el recorrido de la guarida se dividía en otros dos largos, y pobremente, iluminados pasillos. Uno dirigido hacia la izquierda y el otro a la derecha.

Volteó con lentitud exagerada quedando frente a frente con Kabuto. Se dedicó, por unos segundos, a fulminarlo con la mirada sin decir vocal. Él no se inmutó, ni mucho menos se dejó intimidar por la fuerte mirada que Sasuke le lanzaba, más bien sostuvo la mirada. Negro contra negro. Luego de un momento de tensión, y duelo de miradas, el azabache habló:

¿Qué mierda estás intentando decirme? Su voz era ronca y destilaba odio en ella. "A que está jugando este imbécil", fue el primer pensamiento que se alojó en su mente mientras trataba de controlar sus intentos de matanza y ganas de ver el suelo teñido por la sangre del ojinegro.

Nada Procedió a responder con total tranquilidad—. Sólo pensaba que tal vez…

Las palabras murieron en su boca al sentir de un momento al otro la falta de aire. Sasuke, con un rápido movimiento, lo había tomado por el cuello aprisionándolo contra la pared. Al levantar la mirada, sus ojos ya no eran negros como la noche, ahora se hallaban teñidos de un rojo carmesí. Había activado el Sharingan.

El azabache de cabellos alborotados sé inclinó hasta su oído y con una voz tétrica, la cual Kabuto nunca había escuchado antes, en un susurro pronunció:

Tú no tienes que pensar nada habló amenazante, haciendo más firme su agarre—. No vaya a ser cosa que por hacerlo te quedes descabezado o sin cerebro.

El ninja renegado, sintiendo la falta de aire, comenzaba a ahogarse y empezaba a perder la conciencia. Sasuke solo bufó y soltó bruscamente su cuello. Kabuto cayó de rodillas, respirando agitadamente mientras tomaba grandes bocanadas de aire y se llevaba una mano al cuello por inercia.

Hmp —Fue lo único que se limitó a pronunciar antes de girar sobre sus talones y continuar su camino perdiéndose por unos de los largos pasillos.

El peligris lo observó alejarse lentamente. Una vez que desapareció por el corredor, se incorporó y acomodó las gafas. Definitivamente, había sacado de sus casillas a Sasuke el haber mencionado a la de cabellos rosáceos.

Sí, efectivamente sus sospechas habían sido comprobadas. Lo que sentía Uchiha hacía Haruno no era sólo un cariño de amistad, iba más allá de eso.

Sonrió de manera arrogante y burlona ante esto.

Al fin y al cabo, lo que vi esa noche era cierto. —Susurro para sí mismo a medida que la sonrisa cínica dibujada en su rostro iba en aumento.

Volteó su cuerpo, comenzando a marchar en dirección opuesta al camino que Sasuke habia tomado minutos antes.

"Bueno, valió la pena después de todo. Por lo menos conozco la debilidad de Uchiha", especulaba mientras caminaba por los pasillos con tranquilidad. Cualquiera que lo viera pensaría que venía de ganar una batalla, puesto que su rostro era todo un poema.

-Fin del flash back-

Se levantó de la cama e impulsó sus piernas en dirección a la ventana, y en su afán por encontrar un poco más de paz observó a través de ella; la oscura noche, la luz plateada que emanaba la luna sobre el suelo, las copas de los árboles, las hojas de arce que danzaban con libertad a raíz de la ligera brisa nocturna. Todo se encontraba en su punto exacto.

Ese mismo escenario le recordaba a Konoha. A la noche de su partida, aquella en que lo dejó todo y nada. Porqué, al final de cuentas, ¿qué tenía él allí? Nada. Esa era la única palabra que se le cruzaba por la cabeza al hacerse tal pregunta. Si bien, Naruto y Sakura, al igual que Kakashi, lo consideraban como si fuera uno más de esa familia que se había formado, él no lo hacía. No podía hacerlo. La familia no se traiciona, y eso era justamente lo que él les había hecho. Los había apuñalado por la espalda sin previo aviso.

En el momento que atravesó la salida de Konoha con el fin de conseguir más poder, se había convertido en un ninja renegado que el día de mañana sería señalado como traidor. Aunque esto último no era algo que lo consternaba en demasía. No le interesaba lo que los demás pensaran de su persona, o si ya lo tachaban como traidor. Él tenía asuntos más primordiales de los que debía ocuparse, y sinceramente, tenían cierta importancia personal.

Dejando de lado su principal objetivo, el cual era el causante de qué se encontrara dónde estaba, primero tendría que lidiar con su lucha interna-obsesiva de pensar en la molestia de su ex-compañera.

Volviendo al tema de inicio, una pregunta nublo su mente:

"¿A caso sería posible que kabuto hubiera podido ver algo aquella noche?" Trató de no dar por sentado del todo la respuesta. No era tonto, ese maldito infeliz sabía algo. Pero, ¿qué?


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