Porque tu opinión no importa

"There are in fact two things, science and opinion; the former begets knowledge, the latter ignorance."- Hipócrates

I

"I thought about how there are two types of secrets: the kind you want to keep in, and the kind you don't dare to let out.''- Ally Carter

Clima poco favorable y estrés de fin de año: esa era la situación de los escolares del tercer año en todo el país. Maldita sea la presión de ser un estudiante a punto de egresar del instituto y malditas también las universidades con sus tediosos exámenes de admisión. Bueno, esa era la situación de muchos que sí tenían planeado seguir estudios universitarios y el proceso tradicional de admisión… otros, sin embargo, 'la tenían más fácil' porque eran aceptados gracias a su desempeño como deportistas. Aunque todos sabemos que ni tanto, pues para ganarse tal premio debieron haberse esforzado lo suficiente como para ser uno de los mejores, pero no solo de sus propios institutos, sino a nivel nacional.

En este país ejemplos claros de esto último son los integrantes de la conocida 'Generación de los Milagros', unos escolares talentosos del básquet: todos recibieron ofertas de varias universidades con la condición de que jueguen para sus universidades en diversos campeonatos. Increíblemente ninguno aceptó. Cada uno tenía planes que no involucraban al básquet, aparentemente. En fin, eso solo es un ejemplo.

El asunto es que es una época estresante del año. Solo basta con mirar las ojeras de algunos, como el caso de Kagami Taiga.

Era un estudiante del instituto Seirin, un pelirrojo enorme que en esos momentos del año tenía una mirada un poco atemorizante por la falta de sueño, aunque lo suyo era más por ansiedad que otra cosa porque el sí fue uno de esos deportistas que sí aceptó una beca. El chico juega básquet y no es nada malo, por no decir que puede hacerle la competencia a la llamada 'Generación de los Milagros'. Claro, pero el detalle es que a él se lo levaban a los Estados Unidos, aunque no es la primera vez que se va allá, al contrario, podría decirse en cambio que ese sería su retorno. Para él era muy estresante pensar en ello. Nunca pensó que tendría una oportunidad como esa, incrédulo aceptó, pese a que la oferta fue nada más realizada después de su debut en las nacionales de básquet de su país, incluso su entrenadora de la infancia se quedó incrédula porque no pensó que eso pasaría, al menos no así de rápido.

Pero ya hablando de un caso promedio de postulante, estaba su compañero, que en esos momentos caminaba junto a él camino al instituto y se veía algo cansado, pero no tanto como su compañero pelirrojo, y que, a diferencia de él, temporalmente llevaba un parche en una mejilla. Su nombre es Kuroko Tetsuya.

Un muchacho de ojos y cabellos celestes, y de estatura promedio, con notas ni buenas ni malas, que piensa volverse profesor de infantes, sabe que tiene la vocación para ello y por eso eligió esa carrera. Sus amistades no se sorprendieron mucho que digamos, además que no lo imaginaban tampoco en otra cosa. Tal vez les parecería raro verlo en otra cosa, quién sabe.

A diferencia de los otros miembros de la 'Generación de los Milagros', él no recibió ningún tipo de oferta de becas para ninguna universidad ¿qué lugar podía ocupar alguien tan promedio como él en un grupo tan resaltante en lo que era el básquet escolar japonés? Era el 'sexto jugador', el de los pases invisibles gracias a su poca presencia. A él le fue indiferente recibirla o no, al final no planeaba practicar básquet en la universidad: solo pensaba en dedicarse de lleno a sus estudios.

Ambos chicos caminaban en silencio al instituto, parecía que estar acompañados era suficiente en esos momentos. Si alguno hablaba tal vez sería de algo estresante, así que mejor era caminar en silencio y disfrutarlo por unos momentos, o al menos hasta que Kagami lo rompió de la manera más brusca posible.

- ¿Qué te pasó en la cara?- preguntó directo y sin tacto alguno.

- Me caí- respondió indiferente.

- Deberías tener más cuidado, que te vas a romper algo.

- Claro, mamá…

- Seguro es porque no duermes bien- continuó ignorando el comentario anterior.

- Eres el menos indicado para hablarme de ello, Kagami-kun.

- Cállate.

Luego de ello el silencio volvió temporalmente. Cuando estaban ya por la entrada del instituto Kagami volvió a hablar, aunque esta vez de una manera más cuidadosa.

- Hablando en serio ¿te estás alimentando bien? Te veo algo demacrado.

- No es nada Kagami-kun, solo es cansancio. Es normal. Pero gracias por preguntar.

- Te creeré, pero si necesitas…

- Gracias, Kagami-kun, pero estoy bien. No te preocupes demasiado.

Al pelirrojo no le quedó más que creerle, pero Kuroko de verdad no se veía bien. Podía ser que luego de 'la tormenta' vuelva a estar bien. Solo se le notaba un poco más físicamente. Su actitud era la misma. Fue por eso que Kagami decidió no tomarle mucha importancia.

Eso era lo que quería el más pequeño. Ya era suficiente con tratar ciertos temas en su casa, no quería que lo absorbieran más de lo necesario y no quería preocupar a Kagami. No quería hacer que sus últimos meses en el país fueran angustiantes ni agrios. No quería preocuparlo. Quería lidiar con sus problemas solo. Consideraba eso como lo más adecuado. Aunque también existía cierto temor al rechazo por parte de Kagami por culpa de esa situación algo problemática.

Kuroko sabía que él había reaccionado adecuadamente al saber que su 'hermano', Himuro, era homosexual. Sin embargo, igual sentía cierto temor al rechazo porque su caso ni siquiera era como el del azabache 'hermano' del pelirrojo. Era un tanto más delicado: él se consideraba a lo que muchos llamarían como 'transexual'.

El peliceleste no tuvo problemas en aceptarse a sí mismo como uno. Él siempre se había sentido así y no podía cambiarlo por más que quisiera, así que consideró que ya era hora de conversarlo con sus padres.

Fue muy complicado porque no sabía cómo decir eso ni cómo lo tomarían ellos o su abuela, de quien esperó una reacción más conservadora. Se sintió seguro de qué era, pero no se sentía emocionalmente preparado para afrontarlo; sin embargo, consideraba que ya era hora de dejar las cosas claras con su familia. Con toda la valentía que tenía fue a dialogarlo con su madre, quien no reaccionó como él esperaba.

Tetsuya esperaba de su madre una reacción menos exagerada y ofensiva contra él. Ambos siempre tuvieron una relación buena: ambos se querían, respetaban y era muy extraño que discutieran. Siempre muy pacíficos. Sin embargo, cuando él le comentó a su madre lo que le ocurría, se armó un completo escándalo en su casa, o mejor dicho, su mamá armó uno. Al final resultó todo opuesto a lo que él esperaba: recibió apoyo por parte de su papá y su abuela materna, pero no el de su madre y se ganó un puñetazo de ella, lo cual explicaba ese parche que cubría la hinchazón.

Bueno, nunca podemos ni podremos complacer a todos ¿o sí?

Con tantas cosas que hacer el tiempo en la secundaria se hacía más corto. Eso era lo mejor, al menos para Kuroko lo era, así al menos se distraería de la tensión entre su madre y él por un tiempo. Tenía que organizar y priorizar cosas, como su ingreso a la universidad.

Felizmente no se sentía tan mal, siempre estaba con Kagami, ya sea estudiando o haciendo nada algunos fines de semana porque no todo es estudio en esta vida… y también porque iban a colapsar de estrés. Hasta Akashi, un amigo de Kuroko que es súper aplicado con sus estudios, se daba sus días de descanso.