Código Apocalipsis

Aquella mañana Yumi no podía volver a dormirse. Por algún extraño motivo se había despertado dos horas antes de que su alarma sonara. En vez de esperar a que los minutos transcurrieran mientras repasaba una y otra vez la pintura blanca de su techo decidió levantarse y darse una ducha bien caliente. Una vez fuera se sintió mucho más aliviada, se vistió y recogió todas sus cosas para irse al colegio. Ni siquiera tenía hambre para desayunar, así que se preparó un bocadillo para almorzarlo en el recreo y escribió una nota avisando tanto a su madre como a su hermano de que se adelantaría por su cuenta.

Esperaba que su hermano la regañase por no esperarlo para ir juntos a la escuela pero realmente no sabía muy bien qué le pasaba. Aquél día prefería estar sola y concentrarse en sus pensamientos. No hacía mucho que se habían mudado y a pesar de ser ya la segunda semana de clase de ambos no habían conseguido hacer amigos, aunque sí que habían cruzado algunas palabras con varios alumnos de sus cursos.

Miró a todos lados antes de cruzar, normalmente siempre tenía que pararse porque algún conductor camicace pasaba ante ella a toda velocidad, pero por alguna razón que desconocía aquella mañana todo a su alrededor estaba inquietantemente tranquilo, tanto que le ponía la piel de gallina. Hasta entonces no se había cruzado con ninguna otra persona, aunque eran las seis de la mañana y tampoco esperaba encontrarse con mucha gente a aquellas horas.

Caminó tranquilamente hasta la valla de la escuela Kadic cuando un extraño olor a quemado se coló en sus fosas nasales y le obligó a taparse la nariz en un acto reflejo. Yumi miró para todos lados tratando de encontrar el origen de aquél olor, debían estar chamuscando algo por allí cerca, algo que le pareció verdaderamente sorprendente. Se acercó un poco más a la valla, el humo casi invisible salía de su escuela, sin embargo, debía estar cerrada hasta las siete y media. Su intención era dar una vuelta por las calles mientras esperaba al toque de queda para empezar con las clases de aquél día. Grande fue la sorpresa que se llevó al apoyarse con cuidado en la puerta y ver que se abría con un leve chirrido ensordecedor. La agarró en cuanto se abrió lo suficiente para que pudiera pasar, no quería seguir empujando y escuchando aquel sonido.

No comprendía la razón del nerviosismo que sentía, no estaba haciendo nada malo pero aquella situación hacía que sus manos comenzaran a sudar y su sangre se helara como si fuera un ladrón que quería colarse en un lugar sin llamar la atención. Se colocó bien el gorro de su sudadera negra y después la estiró un poco hacia abajo para tapar su cintura y la parte superior de sus pantalones vaqueros. Al mirar hacia abajo se había dado cuenta de que llevaba las zapatillas negras y blancas algo llenas de barro pero esperaba que nadie más se fijara en aquél detalle. La única que pensaba que tendría la suficiente cara como para decirle algo era la hija del director. No había cruzado palabra con ella pero había sido testigo de varios espectáculos suyos en público donde se quejaba de la vestimenta de algunos alumnos, cosa que no entendía pues ella misma solía ir con prendas extravagantes.

No sabía muy bien qué hacer, quizás debía dar media vuelta y volver cuando fuera la hora indicada, pero aquél olor despertaba algo en su interior y por algún motivo necesitaba asegurarse de que todo estuviera bien y cerciorarse de que nada fuera de lo común ocurría. Si daba la casualidad de que había un incendio debía avisar cuanto antes a todos los alumnos y profesores residentes y también a las autoridades para que se ocuparan de todo aquello.

La mayoría de las persianas del edificio estaban bajadas y una de las puertas principales tenía algo raro. Se acercó con cuidado para observar más de cerca qué era lo que tenía pero en seguida se arrepintió de haberlo hecho. El cristal de la puerta estaba roto en añicos que aún no se habían desparramado por el suelo, se mantenían sostenidos. Entre ellos se colaba un fluido líquido carmesí que parecía sangre. Yumi retrocedió unos cuantos pasos sin darse cuenta, le había parecido ver algo más en su interior pero no estaba segura de lo que era. De todas formas no tenía muchas ganas de averiguarlo, lo primero que se le pasó por la cabeza fue la idea de que un asesino se hubiera colado en la escuela.

Antes de que los nervios se apoderaran de su cuerpo consiguió sacar el móvil de su bolsillo con manos temblorosas y torpes. Primero, debía ponerse en un lugar seguro. Sin hacer ningún ruido caminó hasta el comedor que estaba situado fuera del edificio central. Estaba totalmente en penumbras y la puerta delantera parecía estar bloqueada por dentro, las ventanas estaban tan sucias y llenas de huellas de manos sudorosas que no podía vislumbrar con claridad lo que había en su interior. Visto lo visto prefirió situarse ante la puerta trasera agachada y apoyando su espalda suavemente contra la puerta.

Los primeros rayos de sol comenzaban a dejarse ver, sin embargo, segundos después eran tapados por unos amenazantes nubarrones que no tenían intención de desaparecer de allí en todo el día. Se asomó una vez más a hurtadillas por la esquina para asegurarse de que nadie había entrado o salido del edificio principal y de que no había habido ningún cambio en la escena. Acto seguido marcó un número de tres cifras en su móvil para avisar a la policía de lo que había visto. Por un momento pensó que quizás se estuviera excediendo, ¿y si lo que había visto solo era pintura o un accidente que ya se había solucionado? Estuvo a punto de colgar pero después recordó el cuerpo que vio en el interior y se convenció por completo de que estaba haciendo lo correcto.

Esperó unos cuantos segundos a que diera señal pero la respuesta que esperaba al otro lado no llegaba. Después de esa incomunicación sí que se estaba empezando a preocupar de verdad, ¿desde cuándo un número de emergencias disponible para todos los ciudadanos no daba señal? Algo muy raro estaba sucediendo y de momento era ella la única testigo de aquello.

Continuó un poco más en cuclillas mientras trataba de pensar qué hacer. Entonces la imagen de su hermano se le pasó por la cabeza, también la de sus padres. ¿Y si a ellos les había pasado algo? ¿Y si el problema estaba en toda la ciudad? Debía volver a casa para asegurarse de que ellos, al menos, estaban bien. Cuando estaba dispuesta a levantarse un estruendoso ruido la asustó produciendo que cayera hacia atrás y golpeara con fuerza la puerta de metal. El sonido fue sordo pero suficiente para que algo en el interior del comedor se moviera con rapidez. Sin embargo Yumi estaba mucho más preocupada por la sombra ante ella. No lograba ver con claridad de qué o quién se trataba porque su rostro estaba demasiado lejos como para reconocer a la persona pero algo en su interior le gritaba una y otra vez que se alejara de allí. Ella siempre había sido bastante fiel a sus instintos y en aquella situación no iba a hacer oídos sordos. Se preparó para dar la vuelta a la esquina hasta que se topó con una cara conocida.

-¿Señor Louis?- preguntó con voz ronca y casi en un susurro. Uno de sus nuevos profesores de química que vestía una bata blanca manchada de barro. Tenía un aspecto bastante tenebroso; unas ojeras que le llegaban al suelo, su tez tenía un color muy pálido y las cuencas de sus ojos estaban inyectadas en sangre como si hubiera estado llorando sin parar durante días.

Yumi volvió a su sitio apretando la espalda contra la puerta con fuerza como si quisiera fusionarse con ella y desaparecer de la vista de ambos sujetos. El que antes se encontraba a unos cuantos metros de ella parecía haber avanzado rápido hasta su posición, ya apenas en unos segundos la alcanzaría. Por otro lado, escuchaba mas pisadas y pies arrastrándose cerca de ella, posiblemente se encontraran mas de aquellos seres de expresión extraña a su izquierda. No tenía muchas más posibilidades.

Se giró poniéndose de cara a la puerta y tiró de la manilla con todas sus fuerzas sin conseguir que se moviera ni un milímetro. Su profesor no atendía a razones y aquella mirada tan penetrante le helaba la sangre. Sus esfuerzos parecían inútiles y comenzaba a perder los nervios, estaba sudando y dentro de poco no tendría más opción que abrirse a la fuerza cuando se encontraran lo suficientemente cerca de ella.

Golpeó una y otra vez con los puños pero aún así nada ocurrió de modo que se volvió a girar levantando la cabeza y posando su mirada sobre aquellos seres aterradores. Guardó su móvil nuevamente en el bolsillo y se arremangó la sudadera cerciorándose de lo que tendría que hacer a continuación.

Cerró los ojos un par de segundos cogiendo aire y soltándolo lentamente, después los abrió de golpe y sintió como su cuerpo se caía hacia atrás golpeándose con fuerza. Durante unos instantes solo pudo ver oscuridad.

Sentía que el corazón se le saldría del pecho, se quedó paralizada tumbada de espaldas en el suelo. No sabía por qué de repente aquella puerta había cedido y tampoco si allí dentro se encontraría con más de aquellos seres medio putrefactos. Unos golpes contra la puerta hicieron que se levantara mirando hacia allí y se pusiera alerta. No podía ver mucho en el interior del lugar pero poco a poco sus ojos se acostumbraban a la penumbra.

Antes de que lograra ponerse contra la puerta unas manos la sujetaron y le taparon la boca para que no se le ocurriera gritar o hablar. Había alguien tras ella amarrándola con fuerza y comenzaba a hacerle daño. Aquella persona no parecía ser como las que estaban fuera, en cuanto Yumi soltó un pequeño gritillo de dolor la soltó de inmediato diciéndole en voz baja que mantuviera la calma.

-¿Quién eres?- preguntó susurrando. Ahora podía distinguir mejor la silueta de la otra persona, aunque ni siquiera era capaz de distinguir si se trataba de un chico o una chica. La cogió de la mano con suavidad y Yumi dejó que la arrastrara hasta la otra punta del comedor. La poca luz que se filtraba entre las persianas rotas y las ventanas sucias le permitió esquivar varios cuerpos y cacharros tirados por el suelo.

-Ten cuidado, no te tropieces con nada- le advirtió la otra persona. Ahora estaba segura de que era un chico.

El joven, que tenía su misma estatura, despejó una de las mesas más cercanas a la ventana del fondo para que ambos pudieran ver un poco sus rostros. Yumi lo imitó y tomó asiento frente a él volviendo a colocarse las mangas de la sudadera como antes estaban.

-¿Tú sabes qué es lo que pasa aquí?- preguntó finalmente tras esperar unos pocos minutos. El chico ante ella no dejaba de mirarla fijamente y comenzaba a sentirse incómoda. Quizás simplemente estuviera esperando a que los golpes de la puerta cesaran o igual desconfiaba de ella. Repasó un par de veces su figura con la mirada, no sabía exactamente de quien se trataba pero no era uno de sus compañeros de clase así que probablemente estaría en otro curso. Ni siquiera recordaba haberlo visto por las instalaciones.

El chico la observó durante unos instantes más y después reaccionó hablando lentamente y despacio. –Ha sido cosa de unas horas.- Yumi esperó hasta que continuara. –Sobre las cuatro de la madrugada mi compañero de cuarto y yo escuchamos ruidos procedentes del pasillo y cuando salimos para ver lo que sucedía todo era un auténtico caos. No entendíamos qué pasaba, solo veíamos a los alumnos corriendo de un lado a otro y los profesores intentando salir del edificio. –bajó la mirada, parecía que algún recuerdo desagradable había surcado su mente. –Mi compañero y yo nos separamos y cuando salí del edificio me vi acorralado así que opté por esconderme aquí. Al principio estuve solo un rato pero otros que intentaban escapar comenzaron a venir, aunque al de unos minutos empezaron a comportarse de manera extraña y después nos atacaron ellos.

Yumi se quedó pensativa, a pesar de lo que contaba no veía a nadie más allí dentro, aunque sí era consciente de ciertos bultos tirados por el suelo. Quería convencerse de que solo eran sillas y muebles rotos aunque en el fondo sabía que no era así. Estuvo a punto de preguntarle por los demás pero prefirió mantenerse callada al ver el rostro de su acompañante.

-Yo… tuve que hacerlo, no tuve opción. Cerré la puerta y no dejé que nadie más entrara para evitar que siguiera pasando lo mismo. Los infectados se transformaron y nos atacaron en el interior de la cafetería. Tuve suerte pero no estoy orgulloso de lo que hice, ni con los infectados ni con aquellos a los que abandoné a su suerte.

El chico bajó aún más su rostro, parecía no atreverse a mirarla a los ojos. Yumi entonces pensó que había tenido suerte de que a ella si la dejara entrar, además a causa de eso ahora un montón de aquellas criaturas les esperaban fuera y los habían rodeado.

Sin pensarlo mucho más alargó la mano hasta tocar con suavidad su antebrazo y lograr captar su atención tras sobresaltarlo un poco.

-Escucha, en situaciones extremas nadie sabe cómo va a actuar y tú hiciste lo que pudiste por sobrevivir. Nadie querría haber estado en tu lugar y con la única posibilidad de hacer lo que tú te viste obligado a hacer, seguro que muchos habrían muerto, pero tú no. Tú sobreviviste y eso no tiene nada de malo. –El joven miró con algo de timidez su cara, a Yumi le pareció ver un pequeño brillo de agradecimiento por sus palabras pero no se atrevía a demostrarlo. –Además, me has salvado. Me dejaste entrar. –eso llamó mas su atención.

-Si… la verdad es que no sé muy bien por qué. Escuché un ruido sordo y después unos cuantos golpes. Me dio miedo volver a enfrentarme a una situación similar pero ya no podía permitírmelo, los remordimientos me perseguían.

-Muchas gracias por eso. Por cierto, soy Yumi, este era mi primer año en Kadic pero parece ser que he empezado con mal pie- sonrió levemente. El chico se levantó dejando ver su ropa rasgada, un rayo de luz se estrelló contra su pelo dejando ver la cantidad de escarcha y polvo que tenía. Yumi también pudo ver unas gotas de sangre por su cadera.

-No es mía…- contestó de inmediato al darse cuenta de que la mirada de ella se había posado sobre esa zona. Hizo una pausa y prosiguió –yo soy Ulrich. –Le tendió la mano y ella la estrechó en seguida. -¿Qué intenciones tienes ahora? De momento estamos aquí atrapados y no se darán por vencido tan fácilmente.

Yumi se levantó y se asomó por las diversas ventanas que había en el comedor buscando una lo suficientemente alejada y despejada por la que pudieran salir sin arriesgarse demasiado. Tenía intención de salir de allí cuanto antes e ir en busca de su familia para asegurarse de que estaban bien. –Ulrich, ¿has conseguido comunicarte con alguien?.

-No. He llamado cada media hora pero las líneas están cortadas y colapsadas, no he podido hablar con nadie del exterior. Eres la primera persona normal que veo desde hace unas horas. Todo ha pasado muy rápido y dudo que haya mucha más gente viva. Al menos dentro de la escuela.

Ella se alarmó por sus palabras, la idea de imaginarse a sus padres y su hermano muertos o convertidos en algo fuera de lo común la horrorizaba. –Tengo que volver a casa, mi familia está allí.

-No eres alumna interna ¿verdad?- preguntó, ella negó con la cabeza. –y ¿Qué haces tan temprano en la escuela?

-He tenido una mala noche y me apetecía dar una vuelta antes de venir pero un olor a quemado me ha atraído hasta aquí. Estaban todas las calles desiertas.

-Todo esto es muy raro pero no parece que se vaya a solucionar pronto, creo que tenemos que salir de aquí cuanto antes. Iremos a buscar a tus padres- dijo con voz firme y segura, no seguiría escondiéndose a costa de otros, además ahora ya tenía a una compañera que le daría apoyo, por algún motivo Yumi le hacía sentir seguro. Ella asintió con la cabeza mientras le mostraba una pequeña sonrisilla de gratitud.

Yumi cogió su mochila verde y la abrió mostrando todo el espacio libre que aún tenía en su interior. Sacó el bocadillo y un pequeño brik de zumo, también llevaba un paquete de pañuelos y su cartera junto a las llaves de casa.

-Podríamos recoger la comida que encontremos aquí dentro y llevárnosla- propuso ella, Ulrich asintió y la guió hasta la cocina, él ya había revisado todo previamente y había amontonado en un estante las latas de guisantes y champiñones que había encontrado. También había algunas con pimientos rojos, albóndigas en salsa y legumbres. -Solo queda esto, antes de que yo llegara alguien ya había arrasado con la mayoría de las cosas. O posiblemente les tocara recargar la despensa esta mañana y no tuvieron oportunidad.

-De momento será suficiente, tampoco podríamos llevarnos más. –Ambos cargaron todo en sus brazos y volvieron a la mesa para introducirlo todo en la mochila. Ulrich hizo amago de cogerla para cargar con ella pero Yumi lo detuvo –no hace falta, puedo con ella. –él no quiso ceder pero Yumi parecía tan cabezota como él y no tuvo más remedio que dejarla.

-Entonces llevarás tu el cuchillo de sierra y yo me quedaré con el pequeño- la obligó, de aquella forma iría más segura mientras que él debería acercarse más a los enemigos para dejarlos fuera de juego. También cogió el palo de una escoba en la otra mano.

Yumi le contó donde se encontraba su casa para que le fuera más fácil seguirla en su trayecto. Ambos se disponían a abrir una de las puertas principales que permanecía desierta en aquél momento pues todos se encontraban en la parte trasera golpeando la puerta con cada vez más fuerza.

Ulrich desató los numerosos cables que había colocado alrededor de la manilla para permitirles el paso al exterior, le llevó un par de minutos deshacerlos y tras eso empujó lentamente la puerta sin hacer ningún ruido. La poca luz que se filtraba entre las nubes les molestó durante unos instantes pero después empezaron a desplazarse con rapidez a la entrada de la escuela, tenían todo el camino despejado. Yumi corría tras Ulrich apretando fuertemente la mochila contra su espalda para que lo que contenía en su interior no resonara demasiado. Había sido buena idea colocar el chaleco de Ulrich en su interior para evitar que se movieran tanto.

Estuvieron a punto de cruzar la verja que daba a la calle cuando un grito les llamó la atención y al igual que a ellos, a todos los seres que se encontraban alrededor del edificio. Yumi se paró en seco y Ulrich al notar que no lo seguía se giró para cruzar una mirada con ella. Por un momento sus ojos se encontraron y Ulrich hizo ademán con la cabeza advirtiéndole que no era una buena idea entrar dentro, sin embargo ella no le hizo caso. Volvió sobre sus pasos para adentrarse en el interior del edificio principal. La puerta que hacía media hora estaba manchada con sangre se encontraba totalmente rota y cuando dio un par de pasos recordó aquel extraño movimiento que había visto en el interior. Se detuvo esperando ordenar nuevamente sus emociones para no dejarse afectar por aquello. Hasta que un nuevo grito ahogado volvió a alarmarla.

-Vamos, no puedes quedarte aquí- levantó un poco la vista para observar a Ulrich que se había situado junto a ella. Aprovechando que Yumi no miraba al frente apartó con el pie una extremidad y acto seguido agarró su mano para tirar de ella hasta los dormitorios. El grito parecía venir de allí.

-Ayudaremos a quien esté ahí y nos iremos- él asintió con la cabeza. Si la guiaba él tendrían muchas más oportunidades de moverse ágilmente, ya que se conocía a la perfección cada uno de los pasillos.

Tras cruzar un par de largos pasillos desiertos aunque adornados con manchas de sangre y totalmente destrozados, encontraron movimiento en los cuartos de las chicas. Las puertas de las dos últimas habitaciones se balanceaban continuamente.

-Ten cuidado, tenemos que evitar acercarnos demasiado a no ser que sea necesario, sino nosotros también acabaremos convertidos en criaturas de esas.- le explicó Ulrich, Yumi asintió con la cabeza y recorrieron unos cuantos metros hasta poder ver lo que sucedía: En una de las habitaciones un estudiante permanecía atado del cuello con un gran cable pero no estaba completamente inmóvil puesto que era quien producía que la puerta golpeara una y otra vez la pared. Parecía llevar haciéndolo mucho tiempo, pues atar así a alguien no era cuestión de unos pocos minutos.

Sin que éste los alcanzara con sus garras Ulrich entró en la habitación con cuidado, mientras tanto Yumi permanecía en la entrada del cuarto vigilando el pasillo, no querían llevarse ninguna sorpresa desagradable por ser descuidados.

-¿Has encontrado a alguien?- dijo intentando meterle prisa, aquella situación la ponía nerviosa.

-No, quien fuera la que había gritado debe estar en otra habitación, aquí no hay nadie.- Yumi echó un vistazo rápido encontrándose un cuarto realmente revuelto.

Cuando tanto ella como Ulrich salieron nuevamente al pasillo se quedaron perplejos. Otro estudiante convertido en uno de aquellos seres hambrientos se desplazaba por el suelo sin media pierna y con unos cuantos lápices clavados a lo largo de su espalda, parecía que alguien había tratado de impedir que siguiera moviéndose. Extrañamente, en vez de seguir todo recto para dirigirse a donde Yumi y Ulrich estaban, se acercó a una habitación a su izquierda y que tenía la puerta cerrada.

El estudiante comenzó a desgastar sus uñas y las yemas de sus dedos contra la puerta de madera, no parecía sentir dolor aunque empezaran a sangrar pero tampoco podía dejar de gimotear. Los dos se dieron cuenta de que dentro de aquella habitación debía haber alguien vivo para que el ser que se desplazaba por el suelo tuviera tantísimo interés en tirar la puerta abajo. Yumi se acercó seguida de Ulrich y estiró su brazo con el cuchillo en la mano, pondría fin a aquél escándalo cuanto antes.

Con un ágil movimiento traspasó el pecho del cuerpo sangriento, pensando que de aquella forma caería rendido, sin embargo siguió zarandeándose y lo peor es que al hacer eso había puesto interés en ella.

-Hay que darles en la cabeza- le explicó Ulrich intentando que los nervios no se apoderaran de él, estaban perdiendo un tiempo muy valioso y esperaba que el resto de sujetos contaminados no estuvieran amontonándose en la entrada. Le dio una cuchillada rápida y el cuerpo cayó seco al suelo. Lo apartaron un poco y abrieron la puerta.

La habitación estaba bastante más ordenada que otras que habían visto, solo tenía el edredón y algunos cosméticos esparcidos por el suelo. Yumi se adentró para inspeccionarla en su totalidad, a simple vista no podía ver a nadie allí.

-Ten cuidado- Yumi asintió al tiempo que Ulrich se posicionaba como ella había hecho anteriormente, ahora le tocaba a él vigilar. Pasó despacio al interior, la cama estaba deshecha y tenía algunos libros sobre ella. Cogió uno que estaba boca abajo abierto por la mitad y le sorprendió bastante encontrar una foto de Ulrich decorada con corazones y su nombre escrito por todas partes. Se giró hacia él esperando a que la mirara. -¿Qué pasa?- se preocupó.

-¿Tienes alguna novia o algo por el estilo?- le preguntó ella extrañada. Ulrich negó automáticamente con la cabeza, no entendía del todo a qué venía aquella pregunta. Entonces Yumi decidió explicarse. –He encontrado un libro lleno de fotos tuyas.

Al escuchar esto un murmullo salió del armario, una vocecilla gritona se quejaba en su interior. Las puertas se abrieron de golpe dejando ver a la hija del director con el pelo totalmente revuelto.

-¡Eh! ¡Deja eso ahí! Es mío- gritó enfadada. ¿Quién te crees que eres para cotillear las cosas de los demás? Ya verás cuando mi padre se entere de esto- le amenazó quitándole su diario de las manos. Yumi dio un paso atrás, solo conocía a aquella chica desde hacía unos segundos y ya había logrado que no quisiera acercarse mucho a ella.

-¿Podrías tranquilizarte un poco?, hemos venido a ayudarte, nadie quiere cotillear tu absurdo libro- le contestó ella cruzándose de brazos. La hija del director le miró enfadada soltando un pequeño gruñido.

-Sissi, deja de discutir con Yumi por cosas sin sentido, tenemos que irnos de aquí cuanto antes- le gritó Ulrich desde la puerta con un tono no demasiado amistoso. Ella al escuchar su voz se sorprendió mucho, tanto que corrió hasta él para darle un abrazo.

-¡Ulrich! No puedo creer que hayas venido a salvarme, sabía que vendrías a por mí y que alejarías a ese horrible monstruo de mi- estaba refiriéndose al estudiante que se arrastraba por el suelo, eso estaba claro. Ulrich trató de escabullirse de sus brazos pero le costó bastante hacerlo.

-Oye… Sissi, ¿verdad?- ella se dio la vuelta y de repente toda la alegría e ilusión que había demostrado se esfumaron de su rostro para dedicarle una mirada furiosa a Yumi. -¿Hay algo que quieras llevarte de tu cuarto? Tenemos que irnos ya, así que mejor dejad los saludos para cuando estemos en un lugar más seguro.

Sissi se acercó a ella amenazante y señalándola con el dedo índice -¿Desde cuándo eres tú la que manda aquí? No pienso dejar que alguien como tú me diga lo que tengo que hacer.- Yumi suspiró sin poder creerse lo engreída y descerebrada que podía llegar a ser, su actitud los estaba poniendo en peligro a los tres. Entonces, Ulrich decidió que debía poner fin a aquella situación cuanto antes. Se acercó hasta Sissi susurrándole al oído que recogiera las cosas esenciales para que pudieran irse y esta acató sus órdenes sin rechistar.

-Muchas gracias- le dijo Yumi acercándose a la puerta y asegurándose de que todo seguía en orden. –¡Chicos, vámonos ya!- los alarmó, tanto Ulrich como Sissi se pusieron nerviosos al observar el miedo en el rostro de Yumi, la cosa se estaría poniendo muy fea.

Ulrich agarró a Sissi de la mano y siguieron los pasos de Yumi por el pasillo, acto seguido Yumi dejó que Ulrich la adelantara para que las guiara a la salida más cercana. En aquel momento Yumi logró ver como Sissi y él salían por la puerta antes de recibir un golpe en el costado, alguien se había abalanzado sobre ella tirándola al suelo.

Ulrich se percató una vez que ya estaban fuera del edificio, se dio inmediatamente la vuelta con intención de volver a sumergirse en la oscuridad del edificio y ayudarla, pero entonces Sissi se interpuso en su camino y tiró con fuerza de su brazo suplicándole que no la dejara sola y que no volviera a entrar.

-Tengo que ayudar a Yumi.- cuando intentó traspasar las puertas rotas advirtió que estaban obstruidas por muchos cuerpos sin vida que vagaban alrededor de Yumi, no podía volver a adentrarse en aquellas circunstancias porque acabarían pillándolo antes de acercarse a ella. -¡Yumi! ¡Sal de ahí!- antes de que unos cinco cuerpos se pusieran ante él logró ver que seguía tumbada en el suelo, probablemente inconsciente o aturdida por el golpe. Trató de apuñalar a los que más cerca tenía pero cuando logró deshacerse de uno, una mujer joven lo agarró de las manos y tuvo que forcejear con ella para deshacerse de la atadura.

Yumi se puso en pie perpleja, había cerrado los ojos durante la caída porque se sentía más segura, no sabía qué estaba pasando pero quien la hubiera empujado no tenía buenas intenciones con ella. Había muy poca luz aunque pudo ver el reflejo de su cuchillo a unos centímetros de ella y también a una alumna pequeña que la miraba ansiosa. Alcanzó como pudo el cuchillo y cerró los ojos antes de introducirlo en la cabeza de la pequeña, aquello la marcaría de por vida.

Suspiró tratando de tranquilizarse un poco pero no tenía tiempo para aquello, ante ella tenía unos cuantos invitados ansiosos por hincarle el diente, demasiados para poder quitárselos de encima. Durante unos segundos le pareció ver a Ulrich tras aquella multitud tratando de ayudarla pero él también tenía problemas. Estaba muy asustada y lo reconocía. Sus rodillas temblaban de miedo y su cuerpo la obligaba a pegarse contra la pared todo lo posible. Podía contar al menos cinco cabezas en la oscuridad, cada vez más y más cerca de ella. Agarró a uno de ellos con fuerza, tratando de que no le hiciera ni un pequeño rasguño, hasta conseguir llegar a su cabeza y atravesarla con el cuchillo. Sin embargo, este acto provocó que otra de las figuras se acercara peligrosamente a ella para morderla. Yumi trató de esquivarla pero por desgracia no fue lo suficientemente rápida, así que esperó a que el punzante dolor de una mordedura llegara e invadiera todo su cuerpo.

Cuando volvió a levantar la vista ya no escuchaba solo los gemidos de aquellas horrendas criaturas, la figura que segundos antes estuvo a punto de marcarla para siempre se encontraba pinchada en la pared con varios cuchillos en sus extremidades superiores. Aún se movía así que Yumi no tardó en darle el toque final. Después miró expectante lo mucho que había cambiado la situación de la que pensaba que jamás escaparía.

Ulrich se había librado de al menos dos de aquellas figuras y trataba de darle el jaque mate a una tercera que se le resistía en el suelo. Por otro lado, un chico joven y con una característica cresta rubia asestaba cuchillazos a diestro y siniestro sobre los restantes. Ahora estaba segura de que había sido él quien la había ayudado hacía unos momentos. Se quedó observando sin saber muy bien qué hacer, estaba totalmente agradecida con él por haber llegado en el momento exacto.

-Oye, vamos, no te quedes ahí, tenemos que salir- a su derecha un chico de su misma estatura le había posado la mano en el hombro queriendo sacarla de sus pensamientos para obligarla a moverse. También era rubio y llevaba unas gafas negras que parecían algo sucias. Su ropa le llamaba la atención, estaba prácticamente limpia en comparación con la de su compañero de la cresta, el cual enseñaba el pecho por algunos cortes que tenía en la camiseta. –venga, salgamos por ahí, ellos vendrán ahora.

Yumi se dejó empujar con suavidad por el chico, su voz era tranquilizante y parecía que sabía perfectamente lo que hacía, era fiable. Fuera se encontraba Sissi con las manos en la cara, seguramente asustada por todo lo que estaba sucediendo. En cuanto la vio salir con su nuevo compañero le dirigió una mirada llena de rabia y odio.

-¡Ha sido por tu culpa! Si le pasa algo a Ulrich por tu culpa… ¡te arrepentirás!- Yumi no dijo nada, sabía que ellos dos estarían bien porque cuando habían salido de allí estaban terminando con los últimos que quedaban y de lo poco que conocía a Ulrich confiaba plenamente en él. El otro chico también parecía saber lo que hacía, así que estaba segura de que saldrían sin un solo rasguño.

-¿Quién tiene que arrepentirse de qué?- Ulrich apareció por la entrada junto a su compañero de cuarto. Ambos sonreían por haberse vuelto a encontrar. A Sissi se le cambió la cara por completo en cuanto lo oyó y Yumi no pudo evitar sonreír al verlos, se sentía algo más relajada ya que había terminado todo.

-Ulrich, yo… muchas gracias por venir a ayudarme- dijo Yumi cuando se acercó un poco a donde Sissi, él y su compañero se encontraban.

-Oye, creo que te equivocas, tu príncipe azul he sido yo- soltó su compañero antes de que Ulrich pudiera abrir la boca para contestar. –Creo que me merezco una pequeña recompensa.- se acercó más a Yumi hasta que ambos quedaron a muy poca distancia, Yumi no supo cómo reaccionar así que simplemente se quedó quieta.

-¡Odd! Este no es momento para ligar.- lo apartó de un pequeño empujón para que entrara en razón.

-Parece mentira que me hayas echado de menos, Ulrich, solo llevamos unos minutos juntos desde que nos hemos reencontrado y ya me estas regañando- se quejó entre risas. A pesar de todo lo que estaba sucediendo no podía desaprovechar ninguna ocasión para hacer bromas, más aún cuando se las ponían en bandeja.

-Venga, chicos, dejadlo ya, tenemos que irnos de aquí cuanto antes.- les recordó el otro chico de gafas que se había quedado algo más atrás observando toda la escena en su conjunto. Los cuatro asintieron y comenzaron a andar en dirección a la valla.

Yumi se quedó algo más atrás dejando que Ulrich, con Sissi pegada a su brazo, se adelantaran un poco y así poder juntarse con los otros dos chicos, aún no le había dado las gracias de manera adecuada a Odd.

-Oye, Odd, te agradezco mucho que me ayudaras, sin ti y sin Ulrich, seguramente ya no sería la misma- bajó un poco la mirada para observar el polvo que levantaba con cada paso que daba. Odd se quedó un poco pensativo y su compañero le dio un leve codazo indicándole que le diera una respuesta sensata.

-No te preocupes, Yumi. En realidad fue gracias a Jeremy que os encontramos- dijo señalándolo a su izquierda. –Estábamos atrapados en la biblioteca hasta que se le ocurrió la genial idea de despistarlos a todos con un señuelo y es por eso que pudimos ir hasta la entrada. Además, es un placer ayudar a chicas guapas como tu- añadió tras unos segundos en silencio. Parecía que si no soltaba aquella última frase reventaría.

-Ya está otra vez… -comentó Jeremy en bajo. –No se lo tengas en cuenta Yumi, siempre es igual con todas las chicas, digamos que no puede evitar ser así.

Tanto Jeremy como Yumi comenzaron a reír bajito logrando enfurruñar a Odd que iba en medio de ambos. Ulrich, en cambio, miró hacia atrás con envidia, no le hacía ninguna gracia tener a Sissi pegada a él en cada paso que daban, prefería conocer más a sus compañeros de viaje.

-Entonces, ¿a dónde vamos ahora, Yumi?- preguntó Jeremy algo preocupado pero con un tono de voz muy relajado, como si todo estuviera bajo control.

-Primero, iremos a mi casa para ver si mi familia está bien. –los dos asintieron con ganas, la idea no les disgustaba, mientras más se alejaran de allí mejor y además debían comprobar cómo estaban las cosas en la ciudad.

Entre los berrinches de Sissi y las amenas conversaciones que Yumi mantenía con sus dos nuevos compañeros, los cinco se apresuraron a paso ligero unas calles más abajo donde la casa de Yumi se encontraba, tan silenciosa y tan vacía como la había dejado aquella mañana.

¡Muy buenas! Después de mucho, muchísimo tiempo, he decidido volver con nuevas ideas frescas y dispuesta a dejarlas por aquí para quien quiera leerlas. Siento haber desaparecido durante tanto tiempo, aunque debo decir que todos los comentarios que me han llegado durante estos años los he leído y los tengo muy en cuenta. Por eso mismo ¡ESTOY DECIDIDA! ¡VOY A CONTINUAR, TERMINAR, REESCRIBIR E INVENTAR NUEVOS FICS! Así que preparaos que ya he vuelto! ^^