Capítulo 1

A Fairy Tale

Ven a escuchar la historia que te contaré, una historia de magia y amor, donde los misterios bailan y lo imposible puede pasar. Donde la realidad, es un suceso y nada más. Y donde los cuentos de hadas, pueden convertirse en verdad…

Esta historia comienza así, con la vuelta del Gran Soberano Endimión…

El cielo encerraba el dolor que él sentía, el ruido del mar lo acompañaba bravamente. Su propio corazón y el mar unidos en una furia total. Por más que no quisiera creerlo, el sabía que esas noticias funestas eran verdad.

Sus amadas tierras jamás le mentirían, ellas hablaban en silencio para él. Comunicándole la terrible verdad, el cielo negro sin estrellas y sin luna, el mar embravecido. Ella no lo esperaría con una sonrisa, ya no más.

El demencial galope se oyó fuera del muro del castillo, un muro imbatible, hasta hoy… Sus sirvientes salieron a recibirlo, ninguna cara desmentía la verdad. En ellas sólo se veían lágrimas.

Saltó de su caballo, sin esperar y subió corriendo las escaleras hasta donde su amor moraba.

-No, no.- Gritó desesperado. –Ella no puede haber muerto.- Las lágrimas surcaron su rostro por primera vez en años.

-Lo sentimos mí lord, pero su prometida no sobrevivió.- Uno de sus guardias lo detuvo antes de llegar a su cuarto.

Se alejó de él, con el alma destrozada. Logrando llegar sin fuerzas hasta donde toda su familia estaba reunida. Los padres de ella lloraban y su madre limpiaba la sangre que se extendía por las sábanas de lino blancas.

La cruel realidad era esa, ella había muerto durante el ataque del castillo, sólo cinco bajas, sus generales y mejores amigos. Y su mujer…

El dolor era tan grande que no podía soportarlo. La había perdido a ella, y en sí a todo, su mundo era ella. Y sus amigos lo sabían, por eso habían perdido su vida por protegerla.

Tantos años de esperar que fuera más "grande" a que estuviera preparada para gobernar, para estar a su lado como la "Soberana".

Tres años posponiendo su boda, todo para perderla y saber que jamás habría otro como ella. Saber que para él, ya no quedaba nada en este mundo.

Desde que había nacido ella se había convertido en su prometida, y él la había odiado por eso al principio. Aborrecía tener cerca a esa pequeña molestia.

Cuando había cumplido los 10 años, Serenity desapareció de Palacio y no la volvió a ver hasta 5 años después. Convertida en toda una mujer…

La más hermosa, más perfecta que todos los ángeles del cielo. Su sonrisa podía derretir el corazón más duro y dejarlo a sus pies, convertido en su nuevo esclavo. Uno que obedecería sin chistar a los caprichos de su ama.

Sólo le bastó con verla para saber, que ella no sólo sería un cuerpo más para adornar su cama. No, ella sería Ama y Señora de todo, incluso de su vida, alma y por sobre todo su amor.

Ahora yacía inmóvil en los brazos del sueño de la muerte. Dios se apiadara de él y de su dolor. Si el destino fuese justo, él, hubiera partido con ella. Porque juntos eran todo, separados no había nada.

Desesperado por el dolor, con sus ojos ardiente por las lágrimas no derramadas. El Soberano Endimión corrió hasta su fiel corcel y cabalgó sin detenerse hasta perderse en las profundidades del Bosque Prohibido. Y esa fue la última vez que alguien lo vio…

-¿Y después que pasó?- Preguntó la curiosa pequeña a la mujer que la hechizaba con su historia.

-¡Ah! Mi pequeño Colibrí, el Soberano Endimión llegó raudamente a lo profundo del bosque. Allí vivía la más poderosa de las brujas.-

-¡¿Y?!- Interrumpió impaciente la niña, con sus ojos brillantes de estrellas.

-El Soberano bebió un brebaje mágico, poderoso, y mortal…- La pequeña se sobresaltó y ella prosiguió para tranquilizarla. –Aunque sólo de aspecto. La bruja le dijo que Dios puede conceder el milagro de la vida, y él sólo podría volver a alguien de la muerte. Pero también él era justo y amaba a sus criaturas.

Así que si Endimion creía en él, dios le devolvería a su amada. Sólo tendría que esperar, y para eso, era necesaria la poción con la que dormiría el sueño de los eternos. Donde el tiempo no pasaría y él no despertaría hasta que ella no lo encontrara.

Y el día que ella volviera a él, tal vez tendría que luchar, pero siempre el verdadero amor vencería y su doncella a sus brazos volvería.- La pequeña sólo tenía ojos para ver la trovadora y ella la miraba con tanta dulzura, que las dos parecían encerradas en su mundo de fantasías.

-¡Serena!- La voz de una mujer las volvió a la realidad. -Hija, ya es hora de volver.-

La pequeña se levantó de la silla y se acercó a la joven para dejarle un beso en la mejilla. –Es una historia muy linda, ojalá que algún día pueda volver a escuchar el final. Seguro que ella lo va a encontrar, mi corazón no tiene dudas de eso.-

Se marchó riendo y dejando el aire cargado de felicidad y niñez. Una mano calida se apoyó en el hombro de la trovadora.

-¿Recodabas que fuera tan hermosa de chica?-

-Recordaba que sólo ella podía ver lo bueno en mí.- La trovadora miró a la mujer que se encontraba a su lado. –Siempre supe que era hermosa, sólo basta con ver su alma. Estoy tan feliz de que haya vuelto.- Unas lágrimas escaparon de sus ojos.

-Lo hicimos bien Haruka, esperamos y dios nos dio el milagro. Sólo nos resta esperar un poco más. Ahora es una niña, tal vez dentro de unos 20 años esté preparada para volver a él.-

-Y lo va a estar Michiru, no esperamos 500 años para perderla de nuevo. Esta reencarnó en la misma familia.- Sonrió feliz mientras veía alejarse a la pequeña.

-Es sólo cuestión de esperar un poco más y rezar.- Michiru le sonrió.

Lentamente Haruka se levantó y le tomó las manos. –Estoy segura que todo va a salir como siempre deseamos. Ahora andando mi amada, nosotras también tenemos que volver a dormir…


Hola a todas!!

Bueno como verán aquí estoy con una nueva historia, dedicada especialmente a Aurea y a mi ahijada, que me hace mirar todo el día pintetas pintesas (traducción princesas de disney)

Este es un cuento de hadas con un final feliz, así que a no tener miedo que como dice Maléfica "Desmostrando que el amor lo vence todo"

Besos