Capítulo 1

La sala de conciertos de la escuela de música de Seattle estaba a reventar. Un concierto de piano se iba a dar en dicho lugar y toda la gente estaba ansiosa de ver a uno de los mejores pianistas de la ciudad. Muchos periodistas habían ido a cubrir el evento, esperando poder hablar con el joven músico que iba a amenizar la jornada.

-¿Estás preparado, hermano?-preguntó Mia Grey mientras arreglaba la corbata de su hermano.

-Como siempre-repuso Christian Grey mientras se ponía el saco de paño.

Mia miró a su hermano con tristeza. Había cambiado mucho desde que salió del colegio. Ya no era el mismo niño amable y sonriente sino un ser frio y sin sentimientos. Una mujer lo había convertido en aquel ser sin sonrisa.

-¿Por qué no sonríes?-le preguntó ella-. Mira que la noche es muy hermosa.

-Ella se llevó mi sonrisa-repuso con frialdad el muchacho-. Jamás volveré a sonreír.

Mia lo abrazó con fuerza y derramó un par de lágrimas. Christian correspondió al abrazo sin mostrar emoción alguna.

-Déjame solo, Mia-le pidió Christian-. Necesito prepararme mentalmente.

-Con gusto, hermano-repuso la joven.

La chica salió del cuarto en el que Christian esperaba a ser llamado para su presentación y lo dejó solo. El joven pianista se miró a un espejo de cuerpo entero que había allí. Las enormes ojeras bajo sus claros ojos grises, la barba y el bigote mostraban al hombre en el que se había convertido cuando la mujer que amaba se fue.

Su mente viajó a ese día tan oscuro para su vida pero tan claro en su mente en el que todo con lo que tanto había soñado se había ido a la basura en un abrir y cerrar de ojos.


Era un día lluvioso y él corría con todo lo que sus piernas le daban persiguiendo a la chica que amaba. Ella huía de él para no lastimarse más. El padre de ella no los quería ver juntos y estaba haciendo todo lo posible por separarlos.

-¡Ana!-la llamaba Christian mientras corría-. ¡Detente, te lo pido! ¡Tenemos que hablar!

-¡Aléjate de mí, Christian!-gritaba ella-. ¡Si mi padre nos ve juntos te va a matar y no quiero que te hagan daño!

Sin embargo, el muchacho no se detuvo y consiguió alcanzarla. La tomó por un brazo y la giró para que lo mirara a los ojos

-¿A dónde vas? ¿Por qué me dejas si te amo tanto?-preguntaba él mientras la miraba fijamente-. ¿Acaso hice algo mal? ¿Te he hecho daño?

-No es eso, Christian-respondió Ana mientras apretaba los brazos helados del muchacho-. Eres más que un príncipe conmigo pero las cosas cambiaron.

-¿Por qué rompiste conmigo entonces?-estaba desesperado-. Te amo más que a mi vida y solo quiero que seas feliz-acarició el vientre de la chica-. Cásate conmigo. Vamos a tener un hijo y nos amamos ¿Qué más necesitamos para ser felices?

Ana lo miró con una ansiedad inocultable en sus ojos. Vamos a tener un hijo, dijo él, pero lo que el muchacho no sabía es que ese niño ya no existía.

-Lamento desilusionarte pero ya no vamos a tener ningún hijo-repuso ella con tristeza.

Christian sintió que su respiración se cortaba y que una ira intensa empezaba a correr por sus venas.

-¿De qué estás hablando?-preguntó asustado-. ¿Qué le pasó a mi hijo?

-Cuando mi papá se enteró que él existía-empezó a relatar con voz temblorosa-, tuvimos una discusión muy fuerte. Me dijo que lo último que quería era que su nieto fuera hijo de un bastardo-acarició el pecho del muchacho cuando vio que comenzó a crispar los puños-. Fue tan fuerte la pelea y me dio tanta rabia que te llamara bastardo que salí corriendo del cuarto y cuando estaba bajando por las escaleras, tropecé y me caí. Rodé escaleras abajo sin poder detenerme y cuando desperté, estaba en el hospital. Ethan, estaba conmigo y me dio la noticia-Miró a Christian con desesperación-. Nuestro hijo murió, Christian.

El muchacho sintió que un surco se abría a sus pies. Ese bebé era lo más espectacular que podía haberle pasado en la vida. Era consciente de que se apresuró un poco para engendrarlo pero cuando Ana le dio la noticia no pudo ocultar su felicidad y hacer planes con el bebé y por supuesto con su madre.

-Dime que no es cierto-fue lo único que pudo decir el chico ante la impresión que le produjo la noticia-. Dime que me estas mintiendo y que mi hijo sigue creciendo aquí-rogó mientras acariciaba el vientre de Ana.

-Ya no hay nada aquí, Christian-comentó mientras ponía su mano sobre la de él- Y si algún día lo hay, no será tuyo.

Christian soltó de repente a la chica y la miró con rabia en su mirada.

-¿No me amas?-preguntó dominado por una ira intensa.

Ana contuvo su respuesta. Quería decirle que sí, que él era el hombre más importante en su vida y que lo amaba con toda su alma pero para evitar que su padre le hiciera daño tenía que mentirle aunque eso le partiera el corazón.

-No, Christian-respondió ella-. Ya no te amo.

Christian tuvo la impresión de que su corazón puro y noble era arrancado de su pecho y en su lugar ponían uno oscuro y sin sentimientos.

-Ya no me amas-susurró como si no lo creyera-. Solo me usaste para divertirte y mostrarle a todo el mundo que tenías a un payaso por novio.

-Eso no es cierto-replicó ella enojándose-. En su momento si te quise como se debía pero ahora no siento nada por ti.

El joven apretó los puños y una mirada malvada apareció en sus ojos.

-Afortunadamente, ya no tenemos nada en común-dijo en tono bajo-. Un hijo de dos personas que no se aman solo iba a sufrir. A donde vaya a estar, está mejor.

-Tienes razón-admitió ella.

La lluvia seguía cayendo fuertemente sobre los dos protagonistas mientras ellos se miraban fijamente. Ana sufría en su interior mientras que Christian comenzaba a sentir un rencor indomable hacia aquella mujer.

-Hasta aquí llegamos-repuso ella para romper el silencio-. Adiós para siempre, Christian Grey.

-Que te vaya bien, Anastasia Steele-dijo Christian y se dio la vuelta para irse.


En todo esto pensaba el Christian de veintiséis años. Llevaba seis años sin verla y seis años despreciándola por su hipocresía, por haberlo usado de esa manera. Con cuidado acomodó su corbata y se miró una vez más al espejo.

-Eres bien guapo, Christian Grey-dijo con una sonrisa malvada en el rostro. La única sonrisa que mostraba a los demás-. Ahora a tocar el piano como todo un genio.

Sin esperar a más, salió del cuarto y se dirigió al auditorio.


En el auditorio, Grace Trevelyan Grey, madre de Christian, Mia y Elliot esperaba a que su hijo saliera al escenario. Mientras lo hacía, consentía a Orión, el imponente lobo siberiano propiedad de Christian y que acompañaba a su amo a cualquier lado. En esas estaba cuando apareció Mia y se sentó de golpe junto a ella.

-Hola mamá-la abrazó-. ¿Cómo estás?

-Se puede decir que bien-respondió la mujer-. Aunque sigo preocupada por tu hermano.

-Yo también lo estoy, mamá-repuso la chica-. Él ha cambiado mucho desde que ella se fue.

-Es una lástima que esa muchacha no lo hubiera querido de verdad porque mi Christian si estaba de verdad enamorado-comentó Grace.

-Y aunque mi hermano quiera negarlo, se le nota que sigue enamorado de esa mujer que tanto lo lastimó-objetó Mia enojada-. Christian ya no es el mismo de antes. Ya no sonríe y cuando lo hace su sonrisa es malvada y me da miedo.

-Solo necesita tiempo, pequeña-le acarició una mano-. Muy en el fondo está el Christian que tanto queremos las dos.

-Eso es cierto, madre-aceptó Mia-. El tiempo tal vez cure sus heridas.

Grace sonrió y continuó alisando el pelaje del imponente animal que reposaba tranquilo justo al lado de ellas.

Entretanto el auditorio iba llenándose poco a poco. La gente esperaba con ansias el inicio del gran concierto. Personalidades muy famosas entraban al lugar y se iban acomodando. Entre las personas informales que entraban apareció un joven de pelo rubio y de profundos ojos azules, tomado de la mano de una rubia de hermosos ojos azules y detrás de ellos una chica de cabello castaño y ojos azules claros y a su lado iba un muchacho idéntico a ellas.

-Linda noche, ¿No crees, Elliot?-preguntó la rubia al muchacho.

-Es hermosa-aceptó el muchacho-. Sin embargo, no sería tan linda si no estuvieras junto a mí, Kate.

Los chicos se besaron mientras eran observados por la joven de cabello castaño, quien no parecía muy complacida de estar ahí. La pareja rompió el beso y observaron a la joven.

-¿Qué te pasa, cuñadita?-preguntó Elliot mientras sonreía-. ¿No estás a gusto aquí?

-Sabes muy bien que no-replicó ella-. Llevo seis años sin verlo y estoy segura de que él no querrá verme a mí-se volvió para mirarlo con el cejo fruncido-. Y no me llames cuñada.

-Christian ya está lo bastante crecidito como para seguir con esas estupideces, Ana-replicó Elliot enojado-. Lamento hacerte enojar.

-Cálmate, cariño-Kate se paró frente a él y le tomó la mano-. Recuerda que nuestro hijo siente lo que pasa a su alrededor y es un bebé algo sensible.

Elliot acarició el vientre de Kate. Su hijo estaba creciendo ahí dentro. Dos años de matrimonio con esa hermosa chica y ya iba a convertirse en padre. Se consideraba afortunado de tenerla a su lado.

-Está bien-aceptó él-. Voy a calmarme pero no permitiré que el baboso de mi hermano se comporte como un canalla con tu amiga.

-No pienso hablar con él-replicó Ana, mirándolo-. Le dije adiós un día y en eso se va a quedar.

-¿Vas a ignorarlo y a seguir huyendo de él después de haberle mentido de esa manera?-la retó Elliot.

-Yo no le mentí-replicó ella-. Mi papá quería separarnos y si yo seguía con él iba a matarlo…

-¡De todas formas le mentiste!-exclamó Elliot-. Le dijiste que su hijo había muerto y que no lo amabas y eso no es cierto.

Ana observó con fijeza al piso mientras recordaba ese triste día en el que le había dicho a él que el hijo que esperaba había muerto y que había dejado de quererlo.


Después de haberse quedado sola en medio de la lluvia, se dirigió a su casa. Entró como tromba, asustando a su padre y a su hermano que en ese momento conversaban en la sala de la casa.

-¿Dónde estabas?-preguntó Ray, su padre, deteniéndola por los hombros-. ¿Y por qué estás tan mojada?

-Mi vida acaba de destruirse por tu culpa, papá-se separó de él-. Le dije al hombre que amo que ya no siento nada por él y que su hijo había muerto.

-Me alegra que hayas entrado en razón-opinó Ray mientras sonreía-. Ese muchacho no te convenía.

-Lo hice para protegerlo de ti-replicó ella-. Amenazaste con matarlo sino me alejaba de él. Sin embargo, que lo haya alejado de mi vida con mentiras no quiere decir que no vaya a seguir amándolo ni pensado en él todo el tiempo. Además de que este bebé me lo va a recordar siempre.

-Desafortunadamente ese bebé es hijo de ese bastardo-replicó Ray-. Aunque si se mantienen alejado de él estaré seguro de que será un niño de bien y educado y no revoltoso como su indomable progenitor.

Ana no quiso decir nada al respecto y rápidamente subió a su cuarto y cerró la puerta. Mientras lloraba se sentó la cama y se acarició el vientre.

-Perdóname, bebé-susurró-. Perdóname por alejar a tu padre de nosotros pero no quiero que le hagan daño. Lo amo con toda mi alma y solo quiero que este bien aunque signifique tenerlo lejos de nosotros. Te juro que algún día lo vamos a volver a ver y espero que él sepa perdonarme por esto que le estoy haciendo.

Luego de eso se levantó y empacó todas sus pertenencias en una enorme maleta. Cuando ya la tuvo lista, acudió a su padre y le dijo que quería irse del país por un tiempo. Ray no aceptó la decisión de su hija y se opuso. Tampoco quería perder a su hija y a su nieto pero esperaba poder mantenerla lejos de Grey por un tiempo prudente.


-¿Ana?

La voz de su hermano la hizo volver a la realidad.

-¿Si, Ethan?-lo miró.

-¿Te pasa algo?-le preguntó su hermano-. ¿Quieres que nos vayamos de aquí?

-No-repuso ella-. Creo que es mejor enfrentar de una vez por todas está situación. Además, Christian debe saber que su hijo si está con vida.

-Mejor vamos a sentarnos-intervino Kate-. Estoy un poco cansada.

-Claro, mi vida-contesto Elliot.

Los cuatro muchachos fueron a acomodarse hacia el centro del auditorio.

Por fin todo el mundo ya se había acomodado y el director de la escuela de música el maestro Jason Taylor, presentó con mucho entusiasmo al joven pianista Christian Grey. Christian apareció en el escenario y una lluvia de aplausos cubrió su entrada. El muchacho apenas hizo una reverencia sin mostrar sonrisa alguna. La gran mayoría de chicas que había en el sitio, suspiraban al ver al muchacho. Todas tenían la esperanza de que él las mirara, solo eso. Aunque no faltaba la que tuviera la ambición de ser la dueña del corazón de aquel imponente joven. Sin embargo, y aunque Christian lo negara todo el tiempo, Ana era la única e indiscutible propietaria de ese corazón últimamente tan oscuro.

Con paso elegante se dirigió hacia el enorme piano de color oscuro que dominaba la mitad del escenario y se sentó frente a él. Vestido completamente de negro y con las ojeras alrededor de sus ojos se asemejaba a un vampiro.

-Se ve muy bien-comentó Elliot.

-Ha cambiado mucho-comentó Ana-. Ha crecido y se ve mucho más guapo que antes.

-Se dice que su estilo de interpretación es muy oscuro-intervino Kate-. La canción que está tocando puede ser muy alegre pero él le da su toque oscuro y propio muy interesante que cautiva al público.

-No se parece en nada al Christian del que me enamoré-replicó Ana con tristeza-. Es oscuro, frio y está irreconocible.

Christian estuvo interpretando el piano por cerca de dos horas. Tal y como Kate lo había dicho el chico ponía una pasión tan negra en sus interpretaciones que gran parte del público no pudo contener las lágrimas. En especial con la última canción que interpretó: Love history. Con cuidado se levantó y se plantó frente al público que muy emocionado se puso en pie y empezó a aplaudirlo fieramente. Al levantarse, su mirada recorrió cada rincón del auditorio donde ubicó a su hermana, su madre y su perro. El animal se entusiasmó mucho y casi sale corriendo hacia su amo pero el muchacho lo detuvo con un gesto de su mano y el perrito se sentó de inmediato al ver la orden. Después de la ovación, Christian abandonó el escenario y fue a refugiarse a su lugar sagrado. En un par de minutos, su madre y su hermana aparecieron por la puerta. El primero en correr hacia Christian fue Orión.

-Hola, amigo-el muchacho lo recibió en sus brazos y empezó a acariciarlo-. Tú no me abandonarías, ¿verdad?

-Y nosotras tampoco, muchacho-replicó su madre mientras se le acercaba.

-Lo sé, mamá-se levantó y la abrazo-. ¿Disfrutaron del concierto?-preguntó.

-Desde luego, hermanito-repuso Mia-. Aunque si me estuvo fastidiando los comentarios insinuantes de tus admiradoras con respecto a lo guapo, fuerte y talentoso que eres.

Christian sonrió con su malvado gesto.

-Muchas mujeres me persiguen-abrazó a su hermana y a su madre por los hombros-, pero yo solo tengo ojos para dos hermosas y maravillosas damas: mi hermana y mi madre.

-¿Y ella, hermano?-preguntó Mia mirándolo.

Christian se separó con fuerza de ellas y caminó hacia la puerta. En medio del concierto le parecía haber visto ese par de ojos tan azules y tan hermosos que lo habían enamorado diez años atrás. Tuvo la sensación de que perdía la concentración total y que se bajaba del escenario para correr hacia ella, tomarla en sus brazos y besarla en los labios mientras le rogaba que no volviera a irse de su lado. Sin embargo, en su mente apareció esa tarde lluviosa en que ella le decía que ya no la amaba y volvía a sentir rencor hacia ella.

-Christian-Grace se le acercó y le acarició la espalda-. ¿Ella también?

Por un momento, la duda invadió su mente pero lo que su corazón sentía cada vez que la recordaba era mucho más fuerte que cualquier cosa en el mundo.

-Sí, madre-respondió mientras asentía con la cabeza-. Ella también. Aunque haya jugado con mis sentimientos.

-Mejor vámonos-intervino Mia-. Tienes que dormir, Christian.

-Yo nunca duermo-repuso Christian.

-Vamos, muchacho.

Mia y Grace condujeron a Christian fuera de la habitación. Los tres se dirigieron al salón principal del lugar donde el muchacho debía conceder un par de entrevista antes de retirarse. La pequeña familia pasaba en medio de la gente. Christian solo miraba a su alrededor, asegurándose de que ella no estaba en el lugar y que solo fue su imaginación. No obstante, no pudo seguir en su observación porque un montón de periodistas lo rodearon y empezaron a hacerle preguntas.

A lo lejos y tratando de ocultar su identidad usando unos lentes oscuros, Ana observaba a Christian. No quedaba rastro del muchacho que conoció en el colegio pero no podía negar que se veía mucho más guapo que antes. Además que parecía haber aumentado su musculatura y un poco su altura.

-Parecen que los veintiséis años te sientan muy bien, Christian Grey-comentó Ana.

Kate, que estaba cerca de ella, se dio cuenta de la constante mirada que mantenía la chica sobre el joven pianista.

-Ya deja de mirarlo-susurró al oído de la chica-. No demuestres lo que todavía sientes por él.

Ana le lanzó una mirada rápida a Kate mientras trataba de ocultar el color rosa que aparecía en sus mejillas.

-Guarda silencio, Kate-replicó Ana-. Si Ethan te escucha, tendré muchos problemas.

-Tranquila-continuó Kate en su tono travieso-. Mejor… ¿Por qué no te acercas y lo saludas?

-¡¿Te volviste loca?!-exclamó-. Christian no quiere verme, de eso estoy segura.

En ese momento, una vieja enemiga de Ana apareció por la escalera del lugar y escuchó lo que Kate y su cuñada hablaban. La de gafas oscuras le pareció conocida y se detuvo a mirarla por un momento. Cuando confirmó que era quien creía se acercó a ellas rápidamente.

-Cálmate, Ana-decía Kate-. Tal vez él haya olvidado lo que pasó y esté dispuesto a hablar contigo…

Kate no pudo continuar porque en ese momento fue interrumpida por la mujer que acababa de entrar.

-¿Qué haces aquí, Ana Steele?-preguntó enojada.

Ana miró a la chica y se quitó los anteojos para verla mejor. Tragó saliva con fuerza cuando la reconoció.

-Elena-susurró Ana sin permitirse evidenciar su sorpresa.

-¿Qué haces aquí?-repitió la chica rubia, de impresionantes ojos verdes.

-Solo vine a disfrutar del concierto-repuso Ana calmadamente.

Elena se le acercó y la miró de arriba abajo.

-¿No viniste por Christian?

La pregunta fue directa y Ana ya se la veía venir. Por un momento se quedó mirándola fijamente.

-No vengo por él-mintió y sintió un dolor en el corazón-. ¿Por qué lo preguntas?

-Más te vale-ignoró la pregunta de ella-. Porque por fin él es mío y nadie me lo va a quitar.

Tal afirmación causó que Ana sintiera que su corazón latiera rápidamente y que unos celos incontenibles se apoderaban de todo su cuerpo.

-¿Están juntos?-preguntó Ana conteniendo el nudo que se formaba en su garganta.

Elena sonrió. Pero cuando estaba a punto de responder, alguien la interrumpió.

-¡Ya deja de decir eso, Elena!

Elena, Ana y Kate quedaron boquiabiertas al escuchar la fuerte voz de Christian. La primera se dio la vuelta para observar con miedo al alto pianista.

-Hola, Christian-lo saludó tímidamente-. ¿Cómo estás?

-Estaba bien-repuso mirando a Ana fijamente-. Pero dos personas acaban de arruinarme la noche-volvió a mirar a Elena-. Por favor ya deja de decirle a todo el mundo que somos novios porque eso no es cierto, ¿estamos?

-Está bien-aceptó Elena.

-Ahora vete-le ordenó el muchacho.

Elena se perdió entre la multitud rápidamente. Ana sintió que la respiración se le cortaba cuando Christian fijó sus llamativos ojos grises en ella.

-¿Qué haces aquí?-preguntó el muchacho.

Ana sostuvo su mirada.

-Vine a buscarte-respondió ella-. Necesito hablar contigo.

-Tú y yo no tenemos de que hablar-replicó Christian-. Mejor vete por donde viniste y no vuelvas a buscarme.

Y se dio la vuelta para perderse entre la multitud. Ana lo siguió.

-¿Qué haces, Ana?-Kate la retuvo por un brazo.

-Tengo que hablar con él-se zafó-. Tengo que decirle que aún lo amo y que su hijo está vivo.

-Ya déjalo-le rogó ella-. Christian no quiere saber de ti y si insistes en perseguirlo solo vas a conseguir que te haga daño. No es el mismo que conocimos hace años. Es oscuro y frio.

-Por mi culpa es así-replicó Ana-. Si no quiere perdonarme, por lo menos conseguiré que vuelva a ser el de antes.

Y salió corriendo.