Capítulo 1

Todo había terminado, su era como santo había finalizado, lo único que quedaba ahora era esperar, pero que cosa había que esperar, toda su juventud se había ido, la persona mas cercana a él estaba muy lejos, incluso, ni siquiera su propio pupilo estaría ocupando su lugar como santo en el santuario. La armadura que había lucido en su adolescencia y su adultez ya no estaba con él, aquello significaba que una vez que la hubiese dejado ya no serviría para nada más, él ya no serviría para nada más y lo único que tendría que hacer era vagar; vagar por el mundo en busca de una luz que iluminara su vida, su vida que fue tan castigada por el destino al igual que el resto de sus compañeros, aunque eso no quiere decir que nunca haya existido un resplandor que le haya hecho ver que tan buena puede ser la vida siendo esta muy dura.

Habían pasado 50 años desde que se separó de su armadura, del santuario, de sus compañeros y de su discípulo, pero muchos años mas atrás existiría el motivo por el cual, Camus, esa personalidad tan fría que conocemos.

- Ha pasado mucho tiempo y la nieve sigue igual, algo me sucedió y me transformé en otro cuando pude seguir siendo el mismo
y darle importancia a los que me rodeaban.

El santo que alguna vez lo fue se sumergía en sus pensamientos, revivía una a una sus batallas por la cual tuvo que defender a los mas débiles, pero en una de esas batallas su vida cambió para siempre

- ¡¡Polvo de Diamantes!! –

El viento helado salía rápidamente por la mano de aquel joven, aquel viento fue a dar directamente hacia el rostro de un chico menor que él, el cual tenía un semblante muy frío para su edad.

- Camus, como piensas convertirte en caballero si no puedes evitar que te golpee con algo tan básico

- Lo siento, estaba distraído maes... – recibiendo una cachetada de parte del adulto

- No puedes estar distraído, recuerda que no se necesita gente así para defender este mundo

Camus solo asintió a las órdenes de su maestro. El futuro santo de Acuario era entrenado por otro santo del santuario, el cual había sido muy castigado por la vida, cada uno de sus discípulos anteriores a Camus habían resultado muertos, nadie sabe si por el excesivo entrenamiento o simplemente porque ellos no eran capaces, pero eso dio mala fama al malogrado entrenador, hay que tener en cuenta obviamente que Camus era el discípulo que mas años ha estado con el por el hecho de que este chico era especial.

El maestro de Camus que estaba sentado en su mesa a la luz de la vela lucía muy sereno y sin decir ni una palabra, el silencio de la cabaña en que se encontraba había sido interrumpido, era Camus quien venía desde el frío hielo con algo para cenar.

- Maestro, traje algo para cenar

- De acuerdo. – Se coloca de pie y se dirige hacia donde está el chico – Déjame esto a mi, tu ve a hacer 1000 flexiones, con
las manos desnudas, no importa que tan frío esté el hielo, oíste

- Si – Camus sale inmediatamente de su casa y en la parte trasera comienza a hacer los ejercicios que había sido señalados
por su instructor.

Mientras que Camus hacía su actividad, su maestro lo miraba atentamente sin que se diera cuenta

- Camus, cuando te vayas al santuario no tendrás porque seguir aguantando que te trate de esta forma tan dura.

Cuando terminase de decir eso, el maestro solo procede a hacer su cena, mientras tanto en el patio, Camus hacía uno a uno sus flexiones, el hielo del suelo quemaba sus manos, pero no podía reclamar, era un entrenamiento, uno muy duro, pero que igual valía la pena, aunque tan metido estaba en su entrenamiento, el pequeño Camus no se daba cuenta de lo que sucedía a su alrededor.

- Cuidado!!!! – el estridente grito no pudo sacar a Camus de sus pensamientos ni por un segundo, pero...

- Que?... – Camus tarde se había dado cuenta de que encima de el se venía un individuo en un trineo – Aaahhh...

Quien sea quien fuese ya había caído sobre Camus, el estaba completamente cubierto de nieve, pero lo peor era que trineo y persona estaban sobre el, la persona que iba en el transporte rápidamente se puso de pie dispuesta a ayudar a Camus que estaba un poco adolorido.

- Lo siento... te encuentras bien?

- Como te parece que estoy – decía tomándose la cabeza y sin mirar a quien le hablaba.

- Perdón, es que no fue mi intención, de verdad

- Descuida – colocándose de pie – Será mejor que te vayas... –

Camus miró a la persona con la que estaba hablando y se dio cuenta de que no era un mocoso descerebrado que jugaban con nieve, si no una distraída pero singular niña de la aldea.

- Te conozco?

- Eh no creo, como te llamas?

- Camus

- Camus?... Ah! Tu eres el pupilo de ese sujeto que dice entrenar jóvenes para vestir armaduras !

- Para ser caballeros, no para vestirlas... oye! Como sabes...?

- Ese hombre es muy popular aquí en la aldea, es oriundo de aquí.

- Lo se...

- Camus, sabes... yo… eh – El chico solo la miró con la misma mirada que todos conocemos y eso puso muy nerviosa a la
chica – Ah no te enojes, es que... aún me siento incomoda por el accidente que provoqué

- No te preocupes, ahora vete, o mi maestro podría enfadarse

- Tienes razón, Adiós – se marcha con trineo y todo mientras que Camus ve como su figura se va alejando

- Espera!...

- ¿Uh¿Sucede algo?

- Tu nombre, no me dijiste tu nombre – La chica solo sonrió

- Christine, me llamo Christine. – La chica sigue su camino directo a casa.

Camus que estaba aún en el piso sintió el llamado de su maestro al que asistió inmediatamente.

- Camus, vaya por fin llegaste

- Siento la demora

- Je, ven a comer algo, de seguro estás hambriento o no?

- Eh... – Camus calló ante lo dicho por su maestro mientras se sentaba a la mesa

- Camus, una pregunta sincera¿Hay algo que encuentres impropio de tu entrenamiento?

- No maestro – contestó secamente para después mirar a su maestro que lo estaba viendo fijamente – Si el entrenamiento no
fuese así de duro es lógico que la gente que estuvo antes que yo fracasara

- ¿Camus, te has preguntado alguna vez porque se me ha dado mala fama?

- No maestro... – Volvió a decir en el mismo tono anterior, al sentir que su maestro esperaba otra respuesta quiso preguntar
– ¿Porqué?

- Con ellos fui muy humano y de vez en cuando se descuidaban y los dejaba pasar, a la larga eso provocó sus muertes, un
maestro así no puede haber en el santuario y por eso he tenido que ser muy duro contigo.

- Maestro¿Porqué dices eso?

- Por que no quiero que pierdas la calidez que tenías cuando te tomé como mi pupilo y por mas duro que sea yo contigo o
por mas arriesgado que sea el entrenamiento no dejes de ser tu mismo, de acuerdo, Camus eres el mejor alumno que he
tenido jeje

Con esas palabras el maestro de Camus se puso de pie para luego mandarse a cambiar, dejando a un

Camus algo confundido por aquellas palabras, le estaría sucediendo algo a su maestro?, no se sentiría bien?, como podría ayudarlo? Realmente en ese instante no sabía que hacer.

- Son las 7:00 PM, iré a correr un rato. – Ya sí como dijo, para calentar un poco el cuerpo salió a correr para después seguir
con su entrenamiento.

Camus corría y corría sin problema alguno por las calles de la pequeña aldea, el mismo sentía en su cuerpo la soledad de ese lugar y en sus oídos el silencio de ahí se rompía con el sonido del chocar de sus pies en la nieve y la de su agitada respiración, pero hubo algo que llamó su atención y que hizo que su actividad fuese interrumpida, el grito ensordecedor para alguien como Camus rompió la tranquilidad y el silencio que ahí habitaban.

Camus, fue rápidamente a ver quien era la persona que gritaba, se trataba de una mujer por el grito, así que fue rápidamente, al girar la esquina vio que unos hombres al parecer no de la aldea atacaban a una mujer indefensa y algo ya de edad, el futuro santo de Acuario se pondría en acción de no ser porque fue interrumpido indirectamente por otro individuo.

- Deténganse ahí malditos!! – La voz de la fémina que gritó le era muy familiar, de hecho hace un rato había estado con
ella...

- Christine? –

La pequeña chica no escuchó ni vio que Camus se encontraba a unos metros mas allá de donde esta estaba.

- Dejen a esa mujer tranquila! – Christine, a pesar de parecer una niñita se veía divertida desafiando a los vándalos por lo
que estos solo rieron

- Lindura, una niña como tu no tiene que andar por estos lados a esta hora

- Exacto, deberías estar durmiendo bebé

- Ya cállense! – La chica que tenía un palo en sus manos corrió hacia los hombres dándole a uno en la cabeza

- Maldita niña! – agarró a la chica por el cuello de sweater que traía elevándola del piso – Ya verás que niños como tu no
son nada para mi

- Suéltame... – apenas pudiendo hablar por la incomoda situación en que se encontraba

- Ahora ruegas por tu vida, ne? –

Tira a la chica en contra de una pared, esta cae pero aun está consciente, pero uno de los sujetos dispuestos a liquidar a la chica se tiró encima de ella y sin darse cuenta, el hombre, cae seco al piso y se da cuenta de que Christine no está.

- Donde está? La chica donde está? – El hombre miró hacia varios lados y vio que cerca de la esquina había un joven que
llevaba a una chica en brazos. – Quien demonios eres tu!? Que haces?

- Camus? – dijo recién reaccionando después del golpe de antes – Camus que haces..a..quí – La chica no pudo con el
dolor de su cabeza perdiendo la conciencia.

- No dejaré que le hagan daño a esa mujer y a esta joven.

- Mejor cállate niño – El hombre se acercó a Camus rápidamente para acabar con el, pero Camus evadió el golpe
cargando a la chica en sus hombres y hacer uno de sus primeros Polvos de Diamantes bien hechos

- POLVO DE DIAMANTES!!!

El sujeto terminó con la parte inferior de sus piernas completamente congeladas al igual que su compañero

- Señora, puede ir se tranquila, no van a volver a molestarla y en cuanto a ustedes – a los malhechores – Váyanse a donde
pertenecen – con el singular tonito de voz que conocemos de Camus.


La próxima semana subiré otro episodio de este Fics, que les guste

SpectreNikki

"No hay justicia perfecta, ni maldad perfecta" - Shaka