One-shot del meme.
Pareja: Tezusaku
Advertencias: Ooc, romance.
El capitán también siente.
Los susurros siempre llegaban cuando ella pasaba. Cuando creían que él no miraba o no les escuchaba. Quizás, creían que es que era tan de piedra que no podía entender que estaban en la edad- más que suficiente- de fijarse en las chicas. Algunos, tenían tendencias de mujeres mayores y aunque no aprobaba eso, ellos sabrían en qué plato comían.
Lo que sucedía esos días eran bien simple. Ellos se posicionaban en la red, observando cada vez que la nieta de la entrenadora venía para mostrar algo a su abuela. Todos arrastraban a Ryoma con expectativas de que sintiera algo por la castaña de largas trenzas, pero el de ojos dorados siempre se negaba y marchaba como si eso no fuera con él, a jugar tenis.
Por un lado lo comprendía. El tenis era importante. Hacías deporte, viajabas, ganabas premios, becas y puede que hasta dinero si te lo planteabas en terreno profesional. Sí, era un buen negocio aunque a la larga terminaba fastidiándote el cuerpo por exceso de ciertas técnicas. Pero existía otras cosas y eso era algo de lo que hasta el capitán se había dado cuenta. Claro que Echizen solo tenía la mitad de su juventud.
Por su parte, esperaba poder descubrir qué más había tras el tenis. Reflejado en un escondite que nadie sabe o descubre tan a la ligera.
Entonces, los murmullos de sus compañeros le hicieron volver a la realidad. La castaña se inclinaba de forma respetuosa ante su abuela, mirándoles de reojo, sonrojándose. Entonces, se fijó en él y emitió una tímida sonrisa que él correspondió con un simple gesto por parte de su cabeza.
Cuando la muchacha se marchó, los comentarios comenzaron pese a que Echizen se había ido al no querer saber nada y Ryuzaki abuela estaba presente. La muchacha había crecido lo suficiente como para que los chicos empezaran a intentar adivinar la talla de su busto.
Y fue cuando él aprovechó el momento. Mientras que Ryuzaki regañaba a sus insolentes alumnos por hablar así de su nieta. Se marchó. No necesitaba recibir un regaño que no necesitaba, porque había cosas que él sí sabía.
Por ejemplo, Sakuno utilizaba solo una ochenta de pecho, todavía estaba en crecimiento, por supuesto. Medía lo suficiente como para poder inclinarse y besarle los labios. Su piel era suave en todas partes y podía abrazar con bastante fuerza. Era tímida incluso en los momentos más íntimos y siempre…
Sí, siempre le esperaba en el mismo lugar cuando se escapaba de los entrenamientos. Detrás de la escuela, con los brazos extendidos hacía él y ofreciéndole su boca.
Entonces, cuando él la besaba, sonreía para sí mismo. ¿Cuántos de sus compañeros de equipo que tanto lo respetaban, se imaginaria esto?
Probablemente ninguno, porque nadie se había detenido a pensar que él, Tezuka Kunimitsu, también sentía.
Fin.
