Stiles llevaba un par de horas en el loft, esperando a que el propietario del mismo volviera del trabajo. En ese rato le había dado tiempo a estudiar, tras lo que optó por empezar a leer algunos de los muchos libros que Derek tenía en casa.
Estaba enfrascado en la lectura de uno de ellos cuando el sonido de la puerta le indicó que su novio acababa de llegar.
- Hola. –Le saludó desde el sofá–. ¿Qué tal el día?
Derek no respondió inmediatamente. Se quitó la cazadora y la dejó de cualquier modo en la mesa, tras lo que se acercó hasta el sofá y fue él quien se dejó caer de cualquier modo.
- Largo.
- ¿Y eso? –Dejó el libro en el suelo y pasó un brazo por los hombros de Derek, quien aprovechó para apoyar la cabeza en su pecho–. ¿Qué ha pasado?
- Rick* se ha roto una pata.
- ¿En serio? Pobrecito. ¿Cómo está?
- Ahora mejor –murmuró, medio dormido y disfrutando del calor y aroma que desprendía el cuerpo del adolescente–. He conseguido aliviarle el dolor después de que le vendaran la pata. Pero Jack* no estaba muy de acuerdo.
- ¿Por qué? –quiso saber, pese a estar más preocupado por darle mimos a su Alfa, por ejemplo jugueteando con los pelillos de la nuca. Eso siempre le acababa arrancando ronroneos al hombre lobo, lo que era un digno espectáculo que contemplar.
- Al principio temí que, aprovechando la lesión del Alfa, intentaría recuperar su antiguo puesto.
- ¿Y no ha sido así?
- Todo lo contrario –rio con cansancio, pero sin cambiar de postura y ni siquiera abrir los ojos–. Lo que no le ha hecho gracia es que yo estuviera con él cuando estaba herido… –Se separó un poco. Lo justo por mirar a Stiles a los ojos por primera vez desde que hubiera llegado–. Me ha mordido.
- ¿Qué? –El chico le obligó a moverse para poder coger su mano y buscar la herida… Hasta que vio que no había ninguna marca por ningún lado y recordó que una de las cosas que tenía su novio es que era un hombre lobo y, por tanto, se curaba en cuestión de segundos–. ¿Por qué ha hecho algo así? –preguntó, soltando la mano–. ¿No se supone que tú eres el Alfa?
- Sí… –suspiró. Apoyó la cabeza en el respaldo del sofá, ahora que Stiles se había apartado–. Pero sólo soy medio lobo. Como Alfa, para él Rick siempre estará por delante de mí.
- ¿Y te molesta que sea así?
- ¿Qué? –Derek captó el malestar de Stiles y comprendió que era más por su propio comportamiento–. No, claro que no. Pero sí me sorprendió que me mordiera. Creí que confiaba en mí.
- Estaba preocupado –ofreció en seguida el–. Todos hacemos estupideces cuando estamos preocupados… Y más si es por alguien que nos importa mucho.–Buscó la mano de Derek y apretó sus dedos, esperando así que terminara de desaparecer su ceño fruncido.
- Supongo –resopló antes de centrarse en el chico con el que estaba hablando. A Stiles le alegró ver que, aunque seguía estando cansado, por lo menos también sonreía–. ¿Y tú? ¿Qué tal el día? Pensé que vendrías más tarde. Hoy tenías entrenamiento, ¿no?
- Sí. Pero como no sabía cuándo volverías del trabajo, en cuanto terminé vine directamente aquí para esperarte y… esto, he aprovechado para ducharme… Espero que no te importe.
- ¿Por qué habría de importarme? Esta también es tu casa. –Se incorporó un poco más al ver la expresión de Stiles–. No pongas esa cara. Pasas más tiempo aquí que en cualquier otro sitio… –Alzó entonces una ceja, fingiendo molestia–. De hecho, tendría que empezar a plantearme el hacerte pagar un alquiler.
- ¿Por qué? –preguntó el humano, escandalizado–No es justo.
- ¿Y lo es que yo pague por toda la comida, luz y agua? –preguntó a su vez el hombre lobo, sarcástico.
Stiles buscó rápidamente algo que le permitiera tener la razón… por mucho que no la tuviera.
- Pero eso es porque tú eres el único que tiene trabajo Y además eres inmensamente rico. El dinero no tendría que ser ningún problema para ti. Además…
- ¿Además? –La ceja subió un poco más al haber captado el tono juguetón.
- Creo que lo que te cobras en especies es un precio más que generoso por el alquiler…
- ¿Ah, si?
- Claro que sí –sonrió, acariciando muy sutilmente el brazo de Derek–. No tendrás queja sobre lo mucho que me esfuerzo a la hora de pagar…
- Viéndolo así –murmuró, como si no le diera importancia, pero entonces llevó una mano hasta la cintura del chico para acariciar la piel bajo la camiseta, y al segundo siguiente ya había girado sobre sí mismo para tenerle bajo su cuerpo, atrapado entre él y el sofá. Aprovechó la posición de ventaja para acercar el rostro a su cuello e inspirar profundamente, disfrutando de su esencia–. Creo que ya va siendo hora de que te cobre el alquiler de este mes.
Stiles rio ante la sugerencia, aunque la risa se transformó en un gemido cuando sintió la lengua del otro lamiendo su cuello y garganta.
No pudo decir ni hacer mucho más mientras Derek le levantaba en volandas y, sin dejar de lamer su cuello alternado por algún que otro mordisco juguetón y que terminó de encenderle, le llevó hasta la cama. Entre los dos intentaron quitarse la ropa el uno al otro, pero tan pronto como Stiles se quedó sin camiseta Derek besó la piel que se le acababa de presentar y no parecía muy dispuesto a romper ese beso… por muchas ganas que siguiera teniendo de desnudarle.
Cuando por fin lo consiguieron, el Alfa observó a su chico desnudo para él y jadeando de placer, y eso que aún no había entrado en él. Pero justo en el momento en que Stiles abrió las piernas un poco más, sin romper el contacto visual para dejarle claro que ya podía hacer lo que quisiera con él, Derek pensó en algo a lo que le llevaba dando vueltas bastante tiempo.
- ¿Qué pasa? –preguntó Stiles al ver que se había quedado quieto y parecía pensativo.
- ¿Te gustaría cambiar?
El adolescente se quedó con la boca abierta en cuanto la pregunta terminó de llegar a su cerebro. Y cuando su cerebro pudo volver a funcionar, tras recuperarse de las neuronas que acababan de explotar, se incorporó en la cama hasta quedar sentado, con las piernas todavía abiertas.
- ¿En serio?
- No tiene por qué ser siempre así –dijo sentándose a su lado, en el centro de la cama–. Ya te lo dije la primera vez que nos acostamos.
- Pensé que fue para que no me sintiera presionado –Stiles se recreó en el increíble cuerpo de su novio que ahora tenía tan cerca–. Y no voy a negar que me encanta lo que me haces…
- Aun así –Derek trató de no sentirse ofendido por el hecho de que Stiles no le estuviera mirando a la cara–. ¿No te gustaría ser tú quien entre en mí?
En seguida Stiles captó el tono más grave de lo normal. Dejó de lamerse los labios y de observar con cierta lascivia el culo de Derek.
- ¿Seguro que quieres tú?
La pregunta sorprendió al hombre lobo.
- ¿Por qué no iba a querer?
- Pues porque eres el Alfa. No sería como… no sé, ¿dejarte someter?
La nueva pregunta le removió el estómago.
- ¿Es que tú te sientes sometido cuando lo hago yo?
- No, claro que no –le tranquilizó rápidamente–. Pero en mi caso es distinto. Cuando pensaba en la posibilidad de estar contigo, en lo concerniente al sexo siempre me imaginé justo lo que hacemos. Y bueno tú… Tú eres… ¿tú?
- ¿Qué se supone que significa eso? –Se acercó un poco más al chico pese a estar prácticamente pegados, uno frente al otro–. ¿Crees que no confío en ti? –El silencio de Stiles hizo que se pusiera aún más a la defensiva–. ¡Piensas que no confío en ti!
- Claro que no, pero… –Miró al hombre lobo unos segundos, sin tener muy claro cómo decir lo que quería decir… Sobre todo, cómo hacerlo sin que se sintiera humillado–. En fin, estoy contigo cuando lo hacemos, ¿sabes? Incluyendo cuando alguna vez, mientras te toco, estoy más cerca de lo normal de tu culo y… –Se sonrojó, más por Derek que por sí mismo–. Y puedo decir que el escalofrío que tienes, que no es precisamente de los discretos, no es un escalofrío de anticipación por lo que va a pasar, sino de terror…
Fue Derek quien apartó la mirada, tragando con dificultad cuando creía que Stiles ya no podía verle.
- Eso no es verdad –murmuró. Pretendía ser una queja, pero la voz tan queda con la que habló le quitó todo el sentido.
- Derek… –Colocó dos dedos bajo la barbilla del Alfa, obligándole a mirarle a la cara–. No te estoy reprochando nada, ¿vale? Me parece muy bien que quieras mantenerlo como lo hemos estado haciendo hasta ahora. La mayoría de las parejas no son versátiles. No tenemos por qué serlo nosotros.
- Pero sí quiero que lo seamos… –Esta vez la queja sonó más a queja, aunque también parecía la protesta de un niño pequeño–. Quiero que entres en mí –Le miró unos segundos en silencio, terminando de recuperar su naturaleza de líder–. Quiero que seas tú quien me folle.
Al ver que su petición, y que ahora sí había sonado a orden, no hizo que Stiles saliera de su estatismo, trató de convencerle de un modo más directo. Sin romper el contacto visual se tumbó en la cama y fue él quien abrió las piernas en una clara invitación.
- Adelante. Fóllame.
Stiles tuvo que tragar saliva varias veces, incapaz de apartar la mirada de la más que generosa polla de Derek y, sobre todo, de la parte de su anatomía que ahora se le ofrecía por primera vez.
- ¿Estás seguro de que es esto lo que quieres? –preguntó sin mirarle a la cara.
- Ya te he dicho que sí.
De nuevo fue la voz del hombre lobo, sin esa fuerza y seguridad a la que tan acostumbrado estaba, lo que llevó a Stiles a fijarse en lo realmente importante. Y cuando subió de su sexo hasta sus ojos verdes, que le miraban ansioso, encontró lo que estaba buscando… Y lo que no debía estar ahí.
- Entonces, ¿por qué estás temblando?
Derek le miró como si se hubiera vuelto loco y no dijera más que estupideces… Hasta que se dio cuenta de que tenía las sábanas agarradas y que efectivamente tenía el corazón acelerado. Trató de calmarse, obligándose a dejar de dar aquel espectáculo tan bochornoso, como si fuera una chica virginal la primera vez que se desnudaba.
Por su parte, Stiles captó los intentos de su compañero por calmarse y se apresuró a colocar una mano sobre su corazón desbocado.
- No pasa nada, en serio. No tienes por qué…
- Pero sí tengo por qué… –Se sentó de nuevo en la cama, viendo que de momento no iban a hacer nada más, y sujetó la mano que Stiles tenía sobre su pecho–. No quiero que pienses que me veo superior a ti y yo soy el único que debe…
- Te aseguro que jamás he pensado algo así… –Observó con atención las pupilas de Derek, intentando leer en su interior–. Pero está claro que tú sí. Y que por eso eres tú quien tiene el problema. –Reculó un poco para, sin dejar de coger su mano, no estar tan cerca de él y darle un poco más de espacio–. Así que, resumiendo, no vamos a hacer nada distinto.
Derek quiso impedirle que se alejara más de él.
Y entonces comprendió que sólo había una manera de lograrlo.
Negó para sí, maldiciendo su mala suerte.
- Tienes razón… –admitió en un susurro–. Tengo un problema… Algo que pensé que ya había superado… –Apretó los dedos de Stiles–. Lo siento.
- Hey. No pasa nada. –Se arrodilló en la cama y aprovechó la cercanía para acariciar la mejilla de Derek–. Sólo quiero que no hagas nada de lo que no te sientas seguro. Nadie está obligando a nadie.
- Pero tú si quieres –dijo con más seguridad, pues sabía que tenía razón–. También estoy contigo cuando lo hacemos. Y oigo tu corazón acelerado cuando estás tan cerca que sólo tendrías que moverte un centímetro para entrar en mí… –susurró, oyendo perfectamente la respiración entrecortada de Stiles a causa del deseo–. Sé que lo deseas… –Besó lenta y deliberadamente los labios humedecidos del chico, tras lo que se tumbó de nuevo en la cama, abriendo las piernas para que Stiles quedara entre medias–. Así que adelante. Hazlo.
Stiles tuvo que apartar la mirada. Y al ver que Derek no había captado que eso era un "no", se movió para que su novio dejara de estar en esa posición tan… delicada.
- Estás loco si crees que voy a follarte cuando tú no quieres.
- No es que no quiera. Es…
- No estás preparado –le interrumpió–. El resultado es el mismo… –Le miró de mala manera–. No vamos a hacerlo.
Cuando Stiles se sentó en el borde de la cama, dándole la espalda, Derek suspiró.
- No es que no confíe en ti… –Se incorporó y colocó una mano sobre el hombro del chico–. Es verdad, Stiles. Confío en ti. Más de lo que lo he hecho con alguien en toda mi vida.
El adolescente miró por encima de su hombro, suspiró, y se levantó. Lo siguiente que hizo fue recoger los calzoncillos de Derek del suelo, que lanzó a su dueño.
- Vístete, ¿quieres? –pidió mientras se ponía su propia ropa interior–. No creo que esta sea una conversación que debamos tener estando desnudos.
Derek le hizo caso, aunque tan sólo se puso los calzoncillos. Lo suficiente para no sentirse tan vulnerable. Una vez consiguió que desapareciera esa sensación, rodeó la cama hasta sentarse al lado de su pareja.
- Lo siento.
Stiles asintió.
- ¿Quieres hablar de ello? De ese problema… –La expresión de Derek cambió y se arrepintió de haber preguntado–. Aunque no tiene por qué ser ahora. Pensé que te vendría bien para… No sé. Que dejaras de temblar…
Derek agachó la vista para centrarla en sus manos, que había entrelazado sin darse cuenta. Buscando las fuerzas para terminar de sincerarse en ese gesto tan sencillo pero que hasta hacía muy poco que no había vuelto a realizar, y que durante muchísimo tiempo creyó que no podría volver a experimentar.
- Mi primera vez no fue todo lo bien que uno cabría esperar –rompió el silencio pasados unos minutos.
Stiles observó al hombre lobo, no del todo seguro si eso es lo que esperaba oír. Viniendo de él, y más con lo que le había ocurrido en el trabajo, habría imaginado que sus dudas respondían más a su naturaleza de hombre lobo y, sobre todo, a su posición de líder.
- Nunca lo son. Es lo que tiene que sea la primera vez.
- ¿Fue lo mismo contigo? –preguntó el Alfa, preocupado–. ¿Conmigo?
- No. Claro que no. En mi caso fue increíble… –sonrió con cierta ensoñación, recordando aquel día–. Pero eso fue porque estaba con un hombre lobo increíble que hizo que todo fuera mágico. Y supongo que el hecho de que no fuera tu primera vez también ayudó… La experiencia y todo eso. –Se dio cuenta de que se estaba enrollando y volvió al problema de Derek–. Pero si tú estabas con una chica que también era virgen, ninguno de los dos sabíais lo que estabais haciendo. Es lógico que no saliera perfecto.
- ¿Crees que fue con Paige?
La pregunta sorprendió a Stiles. Sobre todo porque, si Derek la había hecho, era porque efectivamente estaba equivocado y Paige no fue su primera vez.
Por si acaso, Stiles prefirió preguntar.
- ¿No fue con ella?
- No… –negó con pesadez. Volvía a mostrar cansancio–. Cuando la conocí, nunca pensé en el sexo. Era feliz simplemente estando con ella. No estaba tan obsesionado con perder la virginidad como le ocurría a otros chicos de mi edad… –Se encogió levemente de hombros, en un gesto que le hacía parecer increíblemente vulnerable; mucho más que si lo hubiera hecho un humano–. Supongo que era porque tenía otros problemas más serios con los que lidiar, como era ser un hombre lobo que aún no había desarrollado su parte animal y que tenía que estar todo el tiempo fingiendo ser sólo un adolescente más.
- ¿Y ella no quería tampoco?
Derek negó.
- Estuvimos muy poco tiempo juntos. No tuve ocasión de planteárselo siquiera.
- Entonces… –Se mojó los labios, sin querer preguntar realmente- ¿con quién fue?
- Sabes con quién. –Alzó una ceja cuando Stiles se quedó callado pero con la boca medio abierta–. Adelante. Puedes decírmelo.
- ¿El qué?
- Que fui un idiota por perder mi virginidad con Kate.
El nombre de Kate Argent le sacó de su estupor. Miró a Derek con rabia, enfadado porque le pidiera hacer algo así.
- No pienso decirte eso.
- Pues deberías. Yo lo pienso cada día.
- Eras muy joven –trató de justificarle, sin tener muy claro por qué lo estaba haciendo–. No sabías lo que querías.
- Sólo era un año más joven que tú… –Miró suspicaz al adolescente–. Si el año pasado te hubiera dicho que quería acostarme contigo, ¿me hubieras dicho que sí?
- ¡Por supuesto que sí!
El hombre lobo guardó silencio unos segundos, sus pupilas clavadas en las del chico.
- Mentiroso.
Stiles fue a quejarse, aunque fuera diciendo una mentira, pero Derek no le dio tiempo.
- Yo tampoco quería, ¿sabes? –susurró. No quería que Stiles pensara que estaba enfadado con él–. Había pasado muy poco tiempo desde lo de Paige. Iniciar una relación era lo que menos necesitaba en esos momentos… Pero Kate sabía qué teclas tocar. –Negó con cansancio–. Era la mejor a la hora de manipular a la gente, y más a un crío que todavía no sabía cuál era su lugar en el mundo…
- Me estás diciendo que ella… ¿te obligó?
Derek tragó saliva.
- No lo sé.
- ¿Cómo no vas a saberlo? –estalló, cada vez más incómodo con aquella conversación.
- Kate tenía la capacidad de modificarlo todo a su antojo para que al final yo dijera lo que ella quería. Para que acabara pensando una cosa que en realidad nunca me interesó pero que conseguía meterme en la cabeza… En ese sentido, Peter y ella eran exactamente iguales.
- Entonces te obligó –sentenció.
- Fui yo el que decidió que quería estar con ella. Quien subió a su coche cada vez que venía a buscarme al instituto. Quien la besó y… –soltó aire, sin saber muy bien cómo explicar algo en lo que realmente no quería pensar–. Tal vez ella me manipuló pero fui yo el que tuvo la última palabra… Y esa no fue "no".
Esperó a que Stiles volviera a gritarle y tal vez a insultarle, enumerando la cantidad de estupideces que estaba diciendo. Y lo triste es que en el fondo intuía que tendría razón, aunque sólo fuera porque rara vez se equivocaba… pero le resultaba imposible pensar de otro modo.
Pero cuando la queja no llegó se atrevió a mirar a Stiles a la cara.
Y lo que vio le dejó paralizado.
- ¿Por qué lloras?
No era un llanto desconsolado o más propio de una rabieta. Sólo eran unas cuantas lágrimas que habían caído por sus mejillas y que lograban que Stiles, estando tan callado, pareciera más vulnerable que como le había visto en toda su vida.
Derek pensó que era absurdo que, después de todo lo que había pasado, la primera vez que le viera así fuera cuando el problema ni siquiera le afectaba a él.
- Porque no es justo que esa zorra te hiciera daño y encima tú sigas pensando que fue culpa tuya…
- Lo fue.
- ¡No! –negó con vehemencia–. Aquí sólo hay una víctima, y esa eres tú… Y aunque eso te ponga en la situación de pobre desvalido, lo siento mucho pero es así. Ella te forzó. Te obligó a hacer algo para lo que no estabas preparado. –La rabia que sentía por estar hablando de Kate y lo que hizo se desvaneció al comprender que ella, pese a llevar años muerta, seguía afectando a su relación–. Y es normal que ahora, pese al tiempo que ha pasado y que ahora estés con alguien que te quiere y que jamás te haría daño, no te sientas capaz de hacerlo… –Trató de sonreír para hacerle ver que en el fondo todo estaba bien, aunque no lo consiguió del todo–. Así que no te preocupes. Jamás volveré a pedirte hacer algo distinto. Soy feliz tal y como estamos.
La conclusión a la que había llegado Stiles, sin embargo, era diametralmente opuesta a lo que pensaba Derek.
- Pero yo no –sentenció–. No quiero que el recuerdo de lo que me hizo me impida estar contigo.
- Eso no va a cambiar. –Se puso en pie y se colocó frente a él–. ¿Me ves? Estoy aquí. No pienso irme a ningún lado. Da igual lo que hagamos o no hagamos.
- Piensas que no confío en ti… –murmuró Derek, todavía sentado en la cama–. Que temo que puedas hacerme daño y…
- Alto ahí. –Puso dos dedos sobre sus labios–. Ni se te ocurra seguir hablando. Hazme un favor y, por una vez, usa tu súper oído para ayudarte a ti mismo, ¿quieres? –Esperó unos segundos para asegurarse de que le estaba escuchando y, cuando tuvo la confirmación, apartó los dedos–. Escucha mi corazón y dime si estoy mintiendo. –Dejó que Derek se concentrara-. ¿Estás? –El Alfa asintió y Stiles comenzó a hablar lentamente. Sin que hubiera el menor atisbo de dudas–. Confío en ti. Confiaría mi vida en ti, como ya lo he demostrado unas cuantas veces… Y como tú mismo has dicho antes, sé que confías en mí más de lo que lo hayas hecho con nadie. Porque si no fuera así ahora mismo no estaría aquí, en tu loft que has dicho que también es mi casa y al que he entrado con las llaves que tú me has dado. Y por supuesto que no estaríamos hablando de tu experiencia traumática con Kate. –Inspiró profundamente, pues el corazón se le había disparado sólo de decir en voz alta lo que Derek ya debía considerar como una verdad absoluta–. Así que, te lo pido por favor, no vuelvas a decir que pienso que no confías en mí. ¿Vale?
Derek contempló unos instantes más a su novio, incapaz de encontrar algo que explicara lo mucho que significaba que Stiles pensara así. En seguida comprendió que realmente no hacía falta que dijera nada, pues el chico siempre había sido capaz de leerle la mente, incluso antes de que él supiera lo que estaba pensando.
Por desgracia, tener esa confianza por parte del que lo significaba todo para él no terminaba de resolver el problema.
Se puso en pie y le abrazó.
- Esto no cambia nada –murmuró en su cuello–. Sigo queriendo darte más de lo que te doy…
- Me das muchísimo, Derek –Se apartó lo justo para poder hablarle a la cara–. Más de lo que nadie ha hecho jamás.
- Pero quiero dártelo también desde un aspecto más físico.
- No hace falta. ¿Es que no lo ves?
La súplica de Stiles, quien parecía ser el que más estaba sufriendo ante la perspectiva de no poder ser el activo, hizo que el Alfa intentara aproximarse al tema desde una nueva perspectiva.
- Ya lo sé. –Tomó las manos del adolescente–. Pero tengo la sensación de que, mientras siga sin poder entregarme a ti como tú lo haces conmigo, será como si ella siguiera ganando. –Apretó los labios, enfadado con el mundo por permitir que eso ocurriera–. Pese a que está muerta, tengo la sensación de que su fantasma, su recuerdo, me sigue acechando.
Ver a Derek tan serio y preocupado hizo que Stiles se replanteara el problema. Ese siempre había sido su fuerte: si no parecía haber una solución al problema, buscaba otra alternativa que fuera más favorable.
- Entonces –dijo, pensativo–, ¿crees que si me dejaras entrar en ti, sería como si por fin hubieras acabado con ella? ¿Para siempre?
- Creo que sí. –El optimismo se evaporó en seguida… No dejaba de ser Derek Hale–. Pero no sé si podré –Apretó un poco más las manos de su novio–. No, a no ser que me ates y me obligues…
- Eso ni en broma… –negó en seguida Stiles. Pero viendo lo serio que estaba Derek, y ya estaba harto de verle así, añadió con un toque picarón–: A no ser que hayamos entrado en el terreno de los juegos eróticos y tu opción sea el BDSM, claro, en cuyo caso te diría que ¿por qué no intentarlo? –Derek sonrió, muy a su pesar, y Stiles se anotó un tanto–. Pero primero ciñámonos a lo básico, ¿vale? Tú si que quieres hacerlo. Que yo sea el activo. –El hombre lobo asintió tímidamente–. Pero de lo que no estás seguro es de si podrás dejarte hacer sin entrar en pánico. –Asintió de nuevo, más avergonzado por confesar su mayor miedo, pero sorprendentemente Stiles parecía contento–. No te preocupes. Deja que yo me encargue de todo.
- ¿Qué quieres decir? ¿Qué vas a hacer?
Stiles mostró la sonrisa más grande que Derek había visto en toda su vida, quien no tuvo del todo claro si eso, viniendo de quien venía, era una buena o una mala noticia.
- Voy a encargarme de que tu primera vez sea inolvidable.
- ¿Vas a hacerlo ahora?
- ¡No! –gritó, escandalizado, mirándole como si se hubiera vuelto loco–. Ahora mismo estás demasiado tenso. Y necesito tiempo para organizarlo todo y que sea perfecto…
- Creo que con una cama sería suficiente. Y ni siquiera eso. Con que estén las dos personas que van a follar, no se necesita más.
Stiles negó al tiempo que chasqueaba la lengua.
- Hay que ver lo romántico que eres cuando quieres… -le repochó-. ¿Recuerdas cómo fue mi primera vez? ¿En lo alto del mirador, en plena noche y bajo las estrellas? –su compañero asintió–. Para mí fue mágico… Y por eso es justo que tu primera vez lo sea también.
El sonrojo de Derek fue distinto esta vez. Como el de un chico virginal ante la perspectiva de su primera vez, nervioso y emocionado a partes iguales.
- Gracias -murmuró-. Aunque no sé sí…
Stiles volvió a taparle la boca con dos dedos.
- Con el gracias me vale –le guiñó entonces un ojo–. Y ahora… Creo que hay un alquiler que debes cobrarte…
El sonrojo del hombre lobo se transformó rápidamente en deseo. Era hora de cobrar, y pensaba hacerlo con creces.
* Del fanfic "Our first dates": Rick era el antiguo Alfa de la manada de lobos del zoo en el que Derek acabó trabajando como cuidador, y Jack el joven y nuevo Alfa que sustituyó a Rick al frente de la manada.
