Disclaimer: el Potterverso le pertenece a Jotaká, nada me corresponde.

Este fic participa en el reto anual "Long Story 2.0" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.


Capítulo 1:

Reencuentros


Primero de septiembre. El día en que todos los alumnos del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería volvían a la plataforma 9 3/4 para un nuevo año. Para algunos ese sería el primero años que vivirán en el colegio, descubriendo los secretos y maravillas que posee. Para otros, sería su segundo o quinto año para seguir descubriendo los pasadizos secretos, los lugares escondidos del castillo. Pero para otros alumnos, ese sería su último año en volver a subir al Expreso de Hogwarts para ir al castillo, poder estar en las Salas Comunes de cada casa, de poder recorrer los pasillos y para estar, ese último año, junto a personas que no volverían a ver.

Por ese motivo, la estación se encontraba abarrotada de personas, tanto niños, que quería ir en esos momentos a Hogwarts pero eran muy jóvenes, como adolescentes, que se reencontraban con amigos, y adultos, que rememoraban sus tiempos en el castillo. Todos ellos, se despedían de sus hijos, hermanos o sobrinos, y se encontraban con viejos conocidos y familiares.

Se notaba en el aire la alegría de volver a ver a amigos y también, el sentimiento que todo padre siente al observar como sus hijos se iban por un tiempo, esperando que nada les ocurriera.

James Potter se encontraba despidiéndose de sus padres cuando algo, mejor dicho alguien, se le abalanzó sobre su espalda, haciendo que perdiera levemente el equilibrio y que empujara, levemente, a una chica que pasa en ese momento.

—¡Cornamenta! —una risa perruna se escuchó del dueño que se encontraba sobre la espalda del chico—. Hoy volvemos a Hogwarts. Es nuestro último año, ¿lo puedes creer?

—Vamos Sirius. Bájate de la espalda de James—la Señora Potter le pidió, más bien le ordenó al ojigris.

La sonrisa ni la diversión en los ojos no se le borró al bajar.

Hola, Cornamenta. Cuanto tiempo sin vernos. Te he echado de menos—James imitó la voz de su amigo, intentando sonar ofendido por la forma en que había aparecido. Pero se podía notar la diversión en la voz del azabache. Podía entender el entusiasmo de Sirius, pero quería molestarlo, por lo que siguió fingiendo estar enojado—. Así tenías que haberme saludado, no como una bestia.

—James—en la voz de su padre había, debajo de la diversión, una leve advertencia.

Sirius se puso serio, pero sus ojos delataban que algo se traía entre manos—. Buenas tardes, Señor James Potter. Cuanto tiempo que ha pasado—estaba imitando la voz y tono de una persona mayor.

Las sonoras carcajadas no tardaron en aparecer por parte del nombrado. Había extrañado los cambios de actitud de su mejor amigo.

—¿Así que te es gracioso? Esto me es divertido—nuevamente Sirius se abalanzó sobre James, el cual no se pudo defender, para despeinarle el ya despeinado cabello por naturaleza, aún más. Parecía que la nueva forma que tenía de saludar Sirius era tirarse sobre esa persona.

Los dos adultos miraban la escena de ambos amigos divertidos, y un poco preocupados, esperando a que no se lastimaran.

Era cómico verlos a ambos forcejeando, principalmente James que se encontraba con Sirius devuelta sobre él.

—Ni siquiera nos encontramos en el Expreso y ya se están molestando—una voz procedente detrás de los dos amigos hizo que dejaran de forcejear y se giraran para ver al dueño. Esta vez, como si se hubieran puesto de a cuero Potter y Black, se tiraron sobre el dueño de la voz.

—¡Lunático! —y los tres hombres cayeron al piso por la fuerza de dos de ellos. Un divertido Remus se encontraba con sus dos amigos encima de él. Por suerte y previniendo algo por el estilo, Remus había dejado ya su baúl y demás cosas en el compartimiento que utilizarían.

Se encontraban riéndose a carcajadas el lobo, el ciervo y el perro, sus risas se mezclaban, comentarios también. Los magos más jóvenes miraban divertidos a Remus, Sirius y James, mientras que los adultos negaban con la cabeza ni bien los veían.

Lo que ninguno había notado, por la posición en que se encontraban, que tres muchachas, de su misma edad, tenían la vista clavada en ellos.

—Muchachos—la madre de James exclamó preocupada. A veces no comprendía el comportamiento que su hijo y sus dos amigos tenían. Si no fuera que los conocía y que sabía cómo eran ellos tres, hubiera pensado y reaccionado de otra forma. Pero, conociendo a los tres jóvenes, se esperaba algo como eso.

Aun riéndose y molestándose levemente, James, Remus y Sirius se levantaron del suelo y se pararon enfrente de los dos adultos.

Se despidieron de ambos adultos, recibiendo las últimas recomendaciones y recomendaciones de parte de la madre de James. Y algunos concejos sobre chicas de parte del padre de James, que fueron recibidos y escuchados con una mala cara de parte de su esposa, y algunas risitas de parte de los chicos.

—Compórtense, no quiero recibir más de diez cartas, James—la mujer miraba a su hijo, con una seriedad que hacía que su hijo la tomara enserio—. Y eso va para ustedes dos también. Los quiero.

Luego de que se despidieran por una última vez, se encaminaron a su compartimiento, cargando con el equipaje de James y de Sirius, planeando algunas de las cosas que harían ese año. Porque tenían que hacer algo que todos recordaran, que no los olvidaran, porque ese era su último año, y tenía que ser inolvidable. Tenía que estar en la mente y corazón e cada uno.


—¡Lily!—dos chicas exclamaron ni bien vieron a la pelirroja entre toda la gente. Era imposible no reconocerla, era la única que tenía el cabello del color del fuego.

La aludida no esperaba que su nombre se escuchara por sobre todo el alboroto que había en el andén. Por lo que levantó la vista un poco más, justo a tiempo para ver una mata de cabellos negros como la noche y otra mata de cabellos rubios, la abrazaban, haciendo que no pudiera reaccionar.

—¡Alice! ¡Marlene! —exclamó Lily, una vez salida de su asombro inicial. No había esperado encontrarse con sus mejores amigas ni bien entraba al andén, pero parecía que ellas dos no opinaban lo mismo.

Una vez que se separaron del abrazo que habían tenido, las tres muchachas se miraron, esmeralda contra zafiro y ónix. Las miradas de las tres jóvenes brujas se cruzaron y no pudieron evitar reírse y volver a fundirse en otro abrazo. Hacía tiempo que no se veían cara a cara. Habían mantenido contacto mediante las cartas que se mandaban entre sí, pero no era lo mismo.

—Las extrañe a los dos, a sus locuras—a Lily se notaba que estaba contenta de volver a ver a sus amigas, se notaba en la sonrisa que tenía en la cara.

—Yo también, pelirroja. No tenía a nadie que me despertara a la mañana con sus gritos—bromeó la rubia, mientras que reía.

—Yo extrañé esto—Alice pasó sus brazos por los hombros de sus amigas, y las atrajo hacia ella—. Estar las tres juntas.

Más risas se escucharon de las tres muchachas. Lily fue la primera en separarse para poder coger otra vez su carrito, para poder guardar su equipaje.

Marlene condujo a la pelirroja hasta el compartimiento que ocuparían en el trayecto hasta el castillo. En él ya se encontraban los dos baúles de la pelinegra y de la rubia, y había un tercero, pero ninguna sabía de quien era. No era la primera vez que le pasaba eso, que alguien venía y colocaba su baúl también en el compartimiento de ellas.

Después de colocar el baúl de Lily en su lugar, salieron fuera del tren, a esperar para que sea el momento en partir.

Se estaban contando las cosas que habían hecho en esas vacaciones y que no habían podido incluir en las tantas cartas que se escribieron, cuando un grito y unas carcajadas se escucharon. Estaban cerca del origen de aquel ruido.

—¡Lunático! —eran Potter y Black que saludaban a Remus.

Lily puso mala cara. Ambas chicas que se encontraban a ambos lados de la pelirroja notaron el cambio en ella, y dirigieron la vista hacia donde la tenía puesta su amiga.

—Lily, relájate. Son, simplemente ellos—le dijo Marlene, al saber el porqué de la mueca que había hecho—. No tienes que darles importancia.

—Marlene tiene razón—secundó Alice—. No tienes que preocuparte. Además, ¿Quién sabe si cambiaron, y ya no son los de antes?

Lily soltó un suspiro. Sus amigas sabían lo que le pasaba.

—Vamos, subamos al tren—dijo, para evitar responderle esa pregunta.

No, no pueden cambiar, pensó mientras que subía al tren. Son ellos, los Merodeadores. Aunque… Desechó ese pensamiento que se le había venido a la cabeza, con un movimiento de la cabeza.

Las tres se encaminaron a su compartimiento y se sentaron cada una en un lugar. Lily se había sentado al lado de la ventana. Le gustaba ver el paisaje cada vez que iban y volvían de Hogwarts. Este va a ser la última vez¸ se dijo a sí misma.

Estaba acomodando unas últimas cosas (intercambios de regalos entre ellas que se había hecho, recuerdos de los lugares que habían visitado en esas vacaciones), cuando la puerta del compartimiento se abre, haciendo que la persona que menos quería encontrarse, menos compartir compartimiento, le sonriera a Lily.

—Pero miren si son ellos—una sonrisa se extendía en los labios de Marlene al decir aquello, también se podía notar una leve burla dirigida hacia ellos.

Merlín, ¿Qué te hice?, eso fue lo que se preguntó Lily, al ver quien estaba bloqueando la entrada, junto con dos personas más.


Ese fue el primer capítulo, espero que les haya gustado.

¿Review? :D

¡Nos vemos pronto!