Disclaimer: Ni los siguientes personajes ni los lugares mencionados son de mi propiedad. El mundo de Harry Potter pertenece enteramente a su creadora J. K. Rowling y a la Warner Bross que compró sus derechos para hacer las películas que todos conocemos tan bien.

Este fic se constituirá por una serie de historias cortas relacionadas entre ellas que girarán en torno a la pareja Lily L. Potter y Scorpius H. Malfoy. Es decir, serán viñetas.


Falsas apariencias


La primera vez que la vio fue avanzado decidida hacia el alto taburete de madera sobre el que descansaba el sombrero Seleccionador. Era pequeña y menuda, delicada y frágil, con piel de porcelana salpicada de pequeñas pecas y una larguísima cabellera pelirroja recogida en una pulcra trenza a su espalda. Cutis perfecto y extraña mirada de niña mujer en sus brillantes ojos azules. Era una muñequita de porcelana (y aun hoy lo sigue siendo).

La observó fijamente sentarse en la incómoda superficie de madera, con las piernas bien juntas evitando que se le viera algo indebido por culpa de la falda, para que inmediatamente después le calaran el feo y viejo sombrero seleccionador hasta la nariz. Pasó algo extraño, en su cabeza, resaltando con su oscura tela sus cabellos carmesí, parecía hasta quedar bien. En aquel momento deseó haber estado más atento a los nombres que pronunciaba tan solemnemente la anciana mujer en vez de haber estado hablando y bromeando con uno de sus compañeros.

Un par de asientos a su izquierda Albus Potter tampoco apartaba la mirada de la muchachita. No supo bien por qué, pero a Scorpius aquello le molestó. Había entablado conversación un par de veces con él, aunque realmente Albus no solía hablar muy a menudo, así que aquello era todo un logro. Chasqueó la lengua y apartó la mirada de su compañero de casa y de curso para centrarla nuevamente en la chica.

Le hubiese gustado que acabara en Slytherin (como él), pero su aspecto no demostraba ambición ni astucia, sino que más bien parecía hecha para ser protegida, mimada y cuidada, a ella no le hacían falta esas cosas. Era tan pulcra y recta en cada uno de sus movimientos que tampoco parecía rebelde ni capaz de quebrantar ni una sola regla. No encajaba en Gryffindor.

Parecía perfecta para Hufflepuf, una pequeña muñequita tímida y tranquila, como una cucharada de mermelada de fresa. O incluso para Ravenclaw, podía ser que debajo de aquella deslumbrante cabellera escondiera una increíble sabiduría. Por lo que jamás imaginó que la casa a la que la destinaría el anciano sombrero sería la de los leones. Ni tampoco que Lily Luna Potter acabase siendo la perra más grande que pisase Hogwarts.