Los cielos se estremecían y la tierra crujía al impacto de un poderoso rayo que convertía las fornidas rocas en diminutos guijarros con un poder capaz de superar al del mismo sol durante un instante, los vientos arrancaban las hojas e incluso ramas de los árboles haciéndolas volar como metralla guiadas bajo su completo antojo y en medio de esta tormenta una catástrofe aún mayor se manifestaba justo en el centro de la tempestad.
En el centro había dos figuras ligadas la una a la otra solo por la fuerza de sus cascos y se trataban de un corcel y una yegua. El corcel era de color blanco y su melena era café, el brillo de su pelaje brillaba como cristal aún sin la presencia de la luz del sol, porque el único brillo que necesitaba era el de los ojos color verde de su amada, que vestía un vestido rosado con detalles en distintos tonos del mismo color y que también ocultaba su pelaje menos el de su melena de un color verde del pasto que nace en el suelo donde el fuego ya ha consumido todo alrededor, esas hojas que nacen en ese lugar se dice que son las más bellas y hermosas de entre todas las plantas. Pero su amor no estaba ''destinado''.
Él, el prometido de la próxima gobernante del imperio de cristal y ella la reina del sur, él destinado a una vida más como un objeto decorativo y ella obligada a una vida de castidad para dedicar toda su vida a su reino. Ambos con él único deseo de ser felices el uno con el otro y sabían que no era un simple deseo juvenil porque desde el momento en que él vio a esa joven, tímida y temerosa unicornio sentada en la esquina repitiendo en su mente que ella jamás podría formar parte del bello ritual del baile por miedo a que el corcel con quien bailase fuese el mismo con quien quisiera estar el resto de su vida. Pero sus temores se volvieron realidad cuando observe a aquel corcel que la observaba fijamente y a través de ellos pudo ver su alma deseosa de encontrar lo que le hacía falta y una voz dentro de ella le dijo que ella era esa parte que podía completarla. Duro es el amor cuando no es correspondido, pero lo es más cuando es correspondido y florece para que después la cruel mano del destino la arranque del lugar donde florece y esparza sus pétalos a los cuatro vientos para que nunca sean encontrados.
Poderoso es el amor, capaz de cambiar vidas para siempre así como el destino y convertir el martirio diario de vivir en un gozo que nunca termina, pero su poder sobre el corazón y la mente también puede torcer el destino de los que caen en sus caprichosas manos, Transformando a sus víctimas en seres de oscuridad que se alimentan del llanto y el sufrimiento para tratar de apaciguar su propio dolor
