Disclaimer| Yuri on ice [ユーリ! on ICE] y todos sus personajes pertenece a MAPPA, Sayo Yamamoto, Mitsuro Kubo, Kenji Miyamoto, y todos los correspondientes, yo solo decidí escribir algo que ellos se estaban saltando.
Pareja | Viktor x Yuri [Vikturi] [Ligero-Viktor x Yurio] [Yurio x Otabek] [ligero-Yurio x JJ]
Advertencia | Este fic tiene una temática omegaverse. Si desconocen el género pueden pasar a la parte final del fic. Colocaré una pequeña descripción de cómo son las cosas.
Notas | Hola gente, mucho gusto, pueden llamarme Magi. Para este fic me he inspirado en un libro que seguramente todos los que disfruten la literatura conocerán se llama: Anna Karenina. Espero que gusten de leerlo, si no les gusta pueden dejarlo, o pueden quedarse. Yo agradezco ambas, pequeños destellos del cielo.
Sinopsis | Cuando Yuri conoce a Viktor en el tren camino a San Petersburgo surge una chispa mutua que ninguno de los dos ignorará. El intenta recuperar su vida familiar, pero no deja de pensar en el joven oficial y comienza una apasionada aventura que crea consecuencias que cambiarán dramáticamente su vida y la de los que la rodean. [omegaverse][vikuri][otayu]
Le lyubiteli de la tricherie
Viktor x Yuri
―Capítulo 1―
''En nuestro planeta solo podemos amar sufriendo y a través del dolor. No sabemos amar de otro modo, ni conocemos otro tipo de amor. ''
Rusia imperial 1874
Yuri Katsuki es un omega de 23 años, ya no está en edad de ser casadero, es más muchos ya no lo considerarían como un omega joven, pero él tiene una ventaja que se antepone a muchas otras, aún no ha tenido hijos. Si claro, está casado, en realidad este es su primer año como un omega casado, recientemente fue comprometido a un aristócrata, un alto funcionario del gobierno ruso: Celestino Cialdini. Sus padres lo ofrecieron de una forma muy recatada, ya que Yuri era a veces demasiado nervioso, triste y solitario como para conseguir un buen partido… pero al parecer a Celestino le había agradado esa actitud recatada suya. Contrastaban un poco, pues aunque Celestino era vigoroso, también era muy mayor y estricto en su trabajo, así que si, el mandatario había aceptado a Yuri como su omega, posó sus labios y sus dientes sobre la piel cercana a su hombro, como marca y señal del compromiso, o sea la futura boda que se desarrollaría entre el alfa y el omega. Yuri había desabotonado su abrigo en la parte del cuello alto y dejado que todos miraran cuando su futuro esposo ponía la marca de pertinencia, con este compromiso se celebró una fiesta donde solo se encontró la familia intima de ambos y buenos amigos del trabajo, todos aplaudieron, abaniquearon, y bailaron en el salón de la mansión de Celestino. Yuri pidió permiso para retirarse de inmediato…
Había subido las escaleras casi con lágrimas en los ojos, taciturno, su cuerpo se sentía extraño, era como si de pronto ya no le perteneciera, o fuese demasiado poco el control que tenía sobre sí mismo, así debía sentirse tener un alfa. Lloró un poco en su habitación y luego se cambió de ropa, no estaba precisamente triste por casarse, tarde o temprano iba a pasar… pero se sentía profundamente incompleto. Sus padres se lo llevaron a los pocos días de ahí y esperaron que llegara el día de la boda. Aunque ambos eran maravillosos y comprensivos no podían mantener de un omega para siempre, su hermana una beta llevaba casada ya un buen tiempo con otro beta de buen nivel, cada día los Katsuki envejecían más y querían lo mejor para su hijo el menor.
Se organizó una maravillosa fiesta en Moscú, asistió la mejor de la aristocracia, felicitaron a la nueva renombrada pareja y les desearon un matrimonio feliz, esplendido, lleno de saludables hijos. Las personas querían a Yuri, tenía fama de tímido, eso era maravilloso para un omega, sobre todo porque significaba que no andaba en malos pasos, aunque como casadero era un problema ya que pasó mucho tiempo soltero, pero ahora que se encontraba fuera del mercado a todos les parecía un omega maravilloso. Que además tuvo muy buena suerte en encontrar tan buen partido. Yuri disfruto su boda, con su hermoso traje de novio omega, un recatado y ajustado saco con vuelos blanco y encaje por todas partes, la tristeza de su compromiso fue pasando un poco.
Se mudó a vivir a la mansión de Celestino, un lugar precioso, enorme en todos los sentidos y lleno de riquezas, rodeado de jardines con praderas nevadas, un lugar bellísimo y pacifico en el que pasar sus días. Yuri se dedicó a fortalecer sus virtudes de omega, crear una vida familiar y lucirse con los amigos de su marido, que lo tenían en un concepto excelente, siempre con una sonrisa fingida.
Pero las personas de la aristocracia son demasiado chismosas, les encanta murmurar. Los rumores que corren del matrimonio son que Yuri es un omega infértil, por esta razón durante su primer celo como ya casado no salió embarazado. Y la verdad es que no fue debido a ello, en realidad Yuri se consideraba un omega sano, hasta donde tenía conciencia de su condición, sin embargo desde que su esposo Celestino lo mordió para señalizar su propiedad no había vuelto a tocarlo, argumentando que quería esperar a que Yuri se encontrara listo para dar el siguiente paso. Incluso la marca comenzaba a difuminarse un poco, a Yuri realmente no le importaba lo que las personas dijeran, ni que sus padres lo presionaran para meterse a la cama en el próximo celo…
Si le estaban dando la oportunidad de esperar la iba a aprovechar.
Debido a ello su vida en la mansión era dedicada a leer, disfrutar, mantenerse alegre y recatado. No había razones para preocuparse por el celo, no por ahora, ya que había tenido el primero hace un tiempo y Celestino no lo había tocado, aunque ahora pudiera aprovechar, sentado sobre los jardines con margaritas muy pronto llegaría el siguiente celo y con ello lo inevitable.
Mas con ello su primer año como omega casado en realidad estaba siendo demasiado tranquilo, él lo agradecía, se sentía en un bálsamo de tranquilidad. Las habitaciones siempre acompañadas con música rusa, las fiestas a las que el matrimonio asistía, todo en esa casa era para bailar de felicidad, los sirvientes betas que lo adoraban como amo, Yuri se sentía tan extraño rodeado de todas aquellas atenciones, a pesar de que el provenía de una buena familia y educada, su casa no era tan rica como la de alfa, practicaba, música, danza, literatura, poesía, él se sentía demasiado en calma. Hasta que la tormenta se desató, y no la suya precisamente.
―Oh Takeshi ― Yuri se llevó la mano al lóbulo de la oreja, estaba sentado en un banquito forrado de pana color vino, el interior era de plumas de pato, enfrente del tocador de su vestidor. Un cuarto exclusivo aledaño a su alcoba de casado, con paredes forradas de papel azul y muebles blancos, las sirvientas revoloteaban a su alrededor mientras ayudaban a vestirlo.
Dos encantadoras muchachas, una más rechoncha que la otra, ponían los biombos de madera y papel pintado por artistas reconocidos, cuyos nombres Yuri no recordaba a pesar de haberlos estudiado, retiraban las ropas previamente preparadas del maniquí con base metálica donde se preparaban sus atuendos para cada día y lo desvestían con cuidado para limpiarlo y ponerle la ropa adecuada.
La moda de los omega era fácil de diferenciar de otras razas, vestían como hombres si eran machos, pero mantenían ciertos distintivos que los alejaban de los betas o los alfas, tenían ciertas reglas específicas que al mirarlos gritara, este es un omega, no solo su olor, sus modos o su ropa, todo en ellos. Las chiquillas omegas incluso debían ser mucho más cuidadas y recatadas que las mujeres normales. Porque todos los alfas preferían omegas, hombres o mujeres, la ventaja de los hombres era que aguantaban más… pues claro, seguían siendo hombres, y tener un omega macho era símbolo de virilidad, sexualidad, los alfas preferían a los machos sin duda.
La ropa de los omegas macho era ajustada, de nylon muchas veces, pantalones pegados, elegantes de seda, la parte superior era como un traje cualquiera, con la diferencia marcada que en la espalda se encontraban siempre botones o moños en los lumbares, que hicieran que el traje se ajustara a la cintura y se levantara de una forma un poco frondosa en las curvas, a pesar de eso cerraba como cualquier traje en la parte de frente, y en la parte trasera el saco se extendía adornado solo un poco con crinolina de color o capas de seda. Mantenía cierto brillo, lujo, joyería extra que un traje de alfa, diamantes, colores exóticos. Yuri podía decir que asemejaban a un tutu ajustado en la cintura, a veces largos, esponjosos, coloridos, con encaje, vuelo, la moda omega era recatada, pero innovadora.
―Takeshi, ¿Por qué hiciste eso a Yuuko? ― terminaron de vestirlo, un precioso y cuidadoso traje de color negro, con un saco negro y holanes detallados en las mangas, botones de oro. Su cabello arreglado, y lindos anillos en sus manos, entre los que destacaba su anillo de bodas ―. Tendré que hablar con Celestino, mira que hacerme salir de Moscú solo con una carta…
Y así era. Su amigo de la infancia Takeshi Nishigori, vivía en San Petersburgo junto con su esposa, también amiga de Yuri, es más su mejor amiga de la vida… Yuuko Nishigori, una omega como el, que hacía cinco años había tenido unas bullosas trillizas, después de eso tuvieron problemas matrimoniales, nada grave, pero esta vez según Takeshi, Yuuko ya no quería perdonarlo, ese maldito alfa había estado de coqueto con una de las profesoras de patinaje de las trillizas, una beta por supuesto. El matrimonio estaba devastado y su amigo se sentía seguro de que si Yuri iba a San Petersburgo podría ayudarlos a resolverlo. Yuri siempre lograba sacar lo mejor de Yuuko, podría darle unas lindas palabras de amistad y convencerla de perdonar a su alfa, por el matrimonio y las trillizas.
Yuri se miró en el espejo una última vez, mientras las sirvientas retiraban los muebles, biombos y el agua, le preguntaron si quería usar algún tipo de collar o sombrero, Yuri negó con amabilidad y salió del vestidor, las manos finamente acomodadas enfrente de su pecho. Se deslizo por los pasillos cálidos de la mansión y bajó las escaleras en forma de caracol que daban a la planta secundaria, sin detenerse a saludar a la servidumbre, los cuadros o las flores que decoraban las pisos y habitaciones. Solo miró su objetivo hasta llegar a las escaleras principales, con la mano derecha deslizo el barandal de caoba hasta llegar al salón principal
― ¿Celestino? ― preguntó Yuri entrando por el salón que daba hasta la oficina de su alfa. Tan rápido como los ayudantes de su esposo se dieron cuenta de su presencia se alejaron ―. ¿Estás muy ocupado?
―Bueno ocupadísimo, pero siempre tengo un momento para mi omega ¿Qué sucede cariño? ― pregunta con excesivo entusiasmo y una sonrisa que no le llega a los ojos.
El omega se sienta frente al escritorio de caoba y saca la carta que Takeshi le ha enviado. La desliza hasta las manos de su alfa con una sonrisa amortiguadora, Celestino evade todos los papeles gubernamentales que tiene enfrente y le devuelve la sonrisa.
―Es Takeshi ― Celestino la toma y lee la caligrafía con atención ―. Está convencido de que si hablo con Yuuko solucionaré los problemas de su matrimonio, no quieren hacer un escándalo de esto….
Celestino deja la carta, después de un vistazo, se la devuelve a Yuri en las manos y las aprieta con suavidad.
―El adulterio de un alfa es algo que fácilmente pasa desapercibido en esta sociedad ― lo alienta con una sonrisa, pero después desvía la mirada ―, si crees que puedes ayudarlo ve adelante, estoy seguro de que Yuuko te escuchará, pero el corazón de una omega destrozada, no podrás repararlo.
La parte buena del alfa de Yuri es que siempre lo apoyaba en cualquier decisión que tomara, también tenía agradables consejos, él era mucho mayor por lo que podía orientarlo todo el tiempo, cuando las cosas le salían mal a Yuri, como aquella ocasión en la que no había podido pedir el té correcto para la duquesa cuando vino de visita desde la India, Yuri se puso triste y deprimido pero Celestino lo reconfortó diciéndole que no se sintiera mal, Yuri sonreía de regreso, comenzaba a confiar en su esposo.
―Pero ellos han sido una buena pareja desde que tengo memoria, espero poder ayudarlos ― Yuri suelta las manos que quedaron aprisionadas entre las morenas de su alfa ―. Lamento tener que irme, solo será por unos días.
―A por ello ― el alfa se levanta ―, también lamento que tengas que irte, pero confió en ti, así que resuélvelo como solo tú sabes hacerlo.
―¿Todo nervioso y temblando? ― Yuri sonríe suavemente y baja la mirada avergonzado.
Celestino suelta una risa, rodea el escritorio y toma los hombros de Yuri, lo mira muy fijamente a los ojos, Yuri no puede evitar desviar la mirada avergonzado de sentirse observado tan fijamente. En realidad no puede soportar el contacto físico entre los dos por demasiado tiempo, suele ponerse demasiado nervioso, ansioso y busca soltarse, pero esta vez deja que su alfa le toque la nariz con la punta del dedo índice. Es como si le debiera cierto respeto, lealtad y obediencia, aunque él ha sido comprensivo hasta límites inexplorados.
―Sé que lo lograrás, te esperaré de vuelta. ― Yuri sonríe, con tranquilidad, Celestino agrega en voz más baja junto a su oreja mientras lo abraza como despedida ―. ¿Cuánto falta para tu próximo celo?
Yuri tiembla, claro su alfa le da tiempo y lo que quiera, pero no puede esperar para siempre, sobre todo cuando los celos de los alfas son más esporádicos y difíciles de controlar, es por eso que un omega en celo siempre debe de complacer a su alfa y no esperar a que el dichoso alfa entre primero, usualmente termina en violaciones u omegas sin poderse levantar un buen tiempo. Yuri sabe que sus celos son controlados y vienen cada determinado tiempo, pero no puede darle una respuesta segura. Carraspea con suavidad, se deja abrazar, mira a su alfa y le explica con un poco de seguridad.
―Aún falta una temporada ― Lo dice a medias, pues ya han pasado bastantes meses desde la última vez, más no el tiempo suficiente para que el calor hormonal se dispare―. Volveré, adiós.
―Adiós cariño.
Se despiden con un beso en la mejilla, Yuri sale arrastrándose del despacho, el olor de alfa que se le impregna es incontenible, sabe que si va viajar será mejor cambiarse un poco, pues casi es invierno y San Petersburgo es muy frio. Llama a sus sirvientas, les pide que preparen su equipaje, que compren un boleto para el tren nocturno y directo a San Petersburgo, por supuesto que traigan sus abrigos, el sombrero, los manguitos, y que cambien su saco casual por un saco de viaje, estos tienen una particularidad el cuello es más alto, se usa así para que los omegas no muestren el cuello, ni se encuentren vulnerables a las miradas de otros alfas.
Los omegas más jóvenes suelen utilizar ropa con cuellos más abiertos, los más osados se atreven a mostrar los hombros, aunque Yuri normalmente utiliza sacos y camisas de holanes con cuello alto, para no generar el morbo, no se caracterizó jamás por ser un omega que atrajera demasiado a los alfas. Estos se sienten tentados a morder la piel del cuello en cuando las feromonas de olor atacan, hay que mantenerse precavidos.
Mientras Yuri se prepara con el abrigo de seda color azul petróleo, y piel de oso negra, se pone los manguitos, se perfuma y arregla maravillosamente. El sombrero negro de redecilla es lo último que se pone, cubriendo su rostro sonrojado por el frio, alisa su pantalón ajustado, sus botas para la nieve y sale de la casa enfundado en pieles y un aire de juventud, emoción que le produce el salir de casa, casi un año ahí, como un omega casado, las aventuras aguardan. La angustia de dejar su hogar lo satura, pero aun así sale, se va en el tren, se aleja, con los caballos del carruaje y sonríe levantando la red de su sombrero.
La puerta de la mansión la abre uno de los sirvientes más viejos que se despide con una inclinación, Yuri ama las puertas de cristal que le permiten ver la hermosa nieve caer por todos lados, las escaleras enormes de piedra negra con leones en cada esquina y el carruaje jalado de caballos blancos, las maletas que le han preparado ya están esperando, el cochero baja para tomar su mano enguantada y ayudarle a subir al carruaje.
―Por fin vuelvo a verlos amigos. – Murmura Yuri en el sillón de terciopelo rojo, acomodándose la ropa. Una sonrisa sincera se posa en sus labios mientras retuerce su anillo de matrimonio.
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Las estaciones de tren son todas iguales, llenas de gente, vestidos pomposos sombreros de canotier, muy similar al sombrero tipo casquete con redecilla y adorno de pequeñas flores rojizas que traía encima, cubriendo su rostro , las pieles de oso encima de los sacos pomposos de los omegas siempre resaltan más entre los tumultos. Pero el frio es tan ensombrecedor siempre que uno se para junto a los rieles para abordar, así que Yuri solo se cubre con elegancia mientras sube en escalón a otro, alguien ya se ha dado a la tarea de guardar su equipaje en donde debe ser, ahora solo buscará su camarote para viajar hasta San Petersburgo, con suerte y si el invierno lo favorece estará llegando a su destino cerca de la mañana. Un viaje de toda la noche. Se recoge la redecilla un poco para que no le pique en el mentón y encuentra el camarín que comparte con otra mujer sentada de forma antinatural en el asiento contrario.
Parece esperarle.
―Bonne nuit ― saluda Yuri entrando con toda la gracia que logra acumular y cierra la puerta.
―Bonne nuit ― contesta la mujer con un acento grave y profundo.
Es esbelta, tiene el cabello perfectamente atado y como no, una pamela cubriendo su rostro, un hermoso vestido color amarillo mostaza y un abrigo de piel de oso color café chocolate, juega con las manos frente a su vestido con distracción y mira por la ventana, tiene las facciones duras. En primera instancia Yuri no puede reconocerla pero sabe que es una omega, una mujer adulta omega. Parece de alta alcurnia, pero no puede reconocer su nombre, quisiera, porque es de buena educación saber quién es la persona con la que viajas.
Yuri se limpia los lentes con un pañuelo de seda que su madre bordó para el antes de contraer nupcias con Celestino, se supone que es de mal gusto que los omegas utilicen gafas pero para el son absolutamente necesarias, puede vivir sin ellas y evidentemente consigue hacerlo, pero ahora que va a estar en el tren por tanto tiempo decide retirarlas para tomar un sueño conciliador. La mujer observa cada uno de sus movimientos, analizándolo sin reparo, el tímido omega se retrae en el asiento, acomodándose de forma incómoda para dormir sobre el asiento, no quiere ser difamado con un omega que babea sobre la redecilla del sombrero.
Apenas cierra los ojos se queda profundamente dormido, tal como le han enseñado con los modales a flor de piel no mueve el rostro mientras duerme, permanece duro y rígido como un tablón de madera, pero suave y delicado al tacto. El traqueteo del tren, la luz del exterior, el frio que empapa todo alrededor. En realidad es un viaje incomodo, pero valdrá la pena cuando vea a Takeshi, Yuuko y a las niñas. Se consuela las primeras horas de viaje con este pensamiento, pero cuando el tren hace la primera parada de las tres permitidas sus ojos se abren y no vuelven a cerrarse, no sabe cuánto tiempo ha pasado ni cuanto falta para San Petersburgo, pero parece que la omega no ha dejado de mirarlo en todo el viaje, sus ojos cansados lo respaldan. La mujer sonríe a medias cuando sus ojos se encuentran de nuevo.
―Pareces un muchacho encantador ― le sonrió ella con el sarcasmo en la punta de la lengua pero sin ser evidente, más bien asemeja que es su forma de hablar ―. ¿A quién vas a ver? ¿Cómo te llamas?
―Soy Yuri Katsuki madame…
―Lilia Baranovskaya ― dice ella inclinando la cabeza. Entonces Yuri ubica de inmediato quien es.
―Oh, condesa ― Yuri saluda con una sonrisa.
―Vaya, así que sabes quién soy. Cosas buenas, supongo.
Yuri asiente con cuidado, la sonrisa formal no se aparta de sus labios. Mujer de buena fama, buena fama por ser increíblemente refinada, estricta, maravillosa en todo lo que hace, experta en arte, mecena de jóvenes apegados a las bellas artes, maneja cientos de academias de ballet en toda Rusia, es una leyenda viviente de la gracia y la serenidad. Aunque ahora ya es bastante mayor para seguir en esos rumbos se hizo de una gran fortuna, su fama era la de una persona especial, pero por supuesto no era mala fama la que la precedía, solo algo que resultaba muy intimidante.
―Maravillosa fama la que la acompaña ― consciente Yuri ―. Perdóneme por no haberla reconocido antes, tengo la cabeza en las nubes.
―Estás distraído ―asiente ella con rudeza, como si fuera más que obvio que esa es la razón por la que no advirtió su presencia del todo ―. ¿Qué es lo que te lleva a San Petersburgo?
―Oh, asuntos familiares ― explica Yuri con cuidado de no revelar nada ―. ¿Y usted madame?
―Es el baile de presentación de mi ahijado, estoy ansiosa por presentarlo a la sociedad. Es una preciosidad, como ya no quedan muchas, espero que consiga un marido que valga la pena… ¿Dejaste a tu esposo?
―Sí, es la primera vez que nos separamos desde que nos casamos en invierno de hace un año ― a Yuri no le gusta hablar con la gente de su relación, porque de inmediato la conversación tomaba un ritmo que él hubiese preferido evitar.
―Oh, ¿Tienes pequeños? ― La mujer lo menciona sin interés, da por sentado la respuesta antes de que Yuri se la dé. Sabe que si es un omega joven, recién casado debe de tenerlos. Incluso parece preparar la lengua para dar un par de consejos de cómo lidiar con la separación de los bebés en los primeros meses.
―Todavía no, por desgracia ― se muerde el interior de la mejilla.
―¿Ah no? ― entonces piensa que está defectuoso ―. Bueno, deseo que el amor guie tu matrimonio y te de bendiciones muy pronto.
―Gracias madame…
―¿Con quién te quedarás en San Petersburgo? ― pregunta ella, Yuri huele la invitación para quedarse en el palacio de esta condesa, pero ya así de pronto la rechaza totalmente.
―Con Takeshi Nishigori, son buenos amigos míos él y su esposa, me recibirán en su casa y pasaré un tiempo con ellos. Tiene una temporada que nos despedimos, las desventajas de ser un omega recién casado, creo. – Yuri rechaza la oferta con cortesía, se da cuenta que el hablar con una mujer así de importante le pone los nervios, sus manos se retuercen y se toquetea las uñas con inseguridad.
―Oh claro, los conozco, están invitados a la fiesta… Tiene quince años mi muchacho.
―¿Su hijo? ― pregunta Yuri confundido de pronto.
―No, mi ahijado. Yuri Plisetski.
―Oh por supuesto, es buen amigo de Yuuko Nishigori, lo ha mencionado en sus cartas, un joven encantador. No he tenido el gusto de conocerlo.
―Ya lo conocerás, no te preocupes. – Parece que todo lo que rodea a esta mujer tiene fama y fortuna, de pronto Yuri quisiera decirle quien es su alfa para sentirse menos insignificante, pero se lo guarda.
Además él ha oído de la boca de Yuuko que Yuri, con quien comparte el nombre, mejor conocido como Yuratchka en realidad es un buen chico, con una personalidad sumamente difícil, probablemente pensándolo ahora heredada de su madrina, Lilia, aunque su abuelo Nicolai se caracterizaba por dar excelentes fiestas y tener un carácter amable. Ahora que Lilia estaba a cargo del muchacho, con sus recientes quince años debían estar buscando un alfa poderoso y guapo para él, Yuri no estaba enterado de mucho, pues él no vivía en San Petersburgo, sin embargo moría de entusiasmo por conocer al joven y sensacional omega. El ángel ruso.
―Eres un joven encantador definitivamente ― el tren se detiene en la estación hasta ahora más bullosa y congelada ―. Me hubiera encantado tenerte de invitado en mi palacio, pero estoy segura de que nos volveremos a ver durante tu estancia.
―También estoy seguro madame ― Y lo estaba, verdaderamente lo estaba.
Yuri se distrae por un segundo con el ruido que el tren profiere, pone los ojos con lentes sobre la ventana y observa el tumulto de personas moviéndose por el andén, han comenzado a bajar sus maletas y a deslizarse de un lado a otro con el frio. Y por fin el sol ha pintado el cielo con a los primeros rayos por encima de las nubes cargadas de agua y frio, las que generan los copos de nieve y las gotitas que se congelan. Es de mañana. Están en San Petersburgo, con todo el ajetreo es fácil darse cuenta, además los soldados imperiales están afuera, seguramente reciben a alguien de la realeza. Yuri ya se siente agotado de tener que lidiar con la condesa como para fingir modales a extranjeros adinerados, así que se levanta con entusiasmo para buscar a Takeshi e irse en un carruaje de los Nishigori, es más puede que tome un baño, un desayuno, hable con Yuuko y pueda relajarse del viaje. Es un omega después de todo, necesita descanso.
Esa es solo una vieja patraña de omegas.
―Vuelvo en un momento madame,
Yuri se levanta mientras busca a través de la ventana con la mirada a su amigo, sabe que ya está afuera esperándolo desde hace un buen rato, y aunque cree que dicha acción provocará que se le entuman las piernas lo último que pide es un poco de abrazos, y calor familiar. Después de todo fue un agotador viaje lleno de preguntas, situaciones incomodas y cuidar los modales frente a la condesa. Se pone los guantes y se arregla bien el saco de omega y el sombrero antes de abrir la puertecilla de vidrio que separa los camarines del pasillo. Las personas de los camarines aledaños ya han abandonado el tren, el ruido solo se concentra en la plataforma.
Avanza a través de éste sin toparse con ninguna persona, sus pies están tensos y sus manos destacan por falta de calidez, aun así se quita los guantes mientras toca los asientos que recorre con la vista perdida en las ventanas de cristal que ya no se encuentran empapadas o congeladas, su visión se mueve conforme a los pasos que da sobre la alfombra del tren, de cualquier modo no alcanza a distinguir a Takeshi. Justo está por dar la vuelta cuando el saco hace un ligero sonido de frus contra la madera de la salida y un golpe sordo lo saca de las ensoñaciones baratas de reencuentro entre amigos. Sacude la cabeza, confundido, intentando volver a enfocar sus ojos en los rostros de las personas, pero ahora solo siente el sonido de esos pasos, la presencia que destaca, sus sentidos se activan.
Son golpes en el piso que se extienden hasta llegar a su hombro, alguien ha pasado rozándole, le ha pegado en el hombro sin fijarse, con mucha falta de delicadeza. Lo deja pasar por un instante mientras da el paso para bajar por la escalerilla, pero siente la respiración agitada de una persona, del sujeto que le ha pegado al pasar. Es él de quien destaca su presencia, su olor. Apenas gira el mentón con suavidad para verlo, se encuentra de frente con sus ojos. Azules, como el cielo en una mañana de verano. Le quema en el hombro donde le ha tocado, la garganta y la nariz se le han cerrado, pecado que sea tocarlo u olerlo. Las manos le han temblado.
―Una disculpa ― ofrece con una sonrisa. Yuri no sabe cómo es posible que con el frio que hace afuera no se le entuman los músculos de la cara para sonreír de esa forma tan… arrebatadora.
Asiente con aire soberbio, no quiere mirarle el rostro blanco por más tiempo, ni la nariz rojiza, ni el pelo plata que escurre por su cabeza. Sobre todo no quiere percatarse de la ropa que utiliza, la ropa de oficial de la milicia, ni mucho menos del olor tan masculino que destila, un alfa oliendo así haría desmayar a cualquier omega. Solo se da la vuelta y lo deja pasar. Sale por los escalones, se encuentra en el exterior, observa a la gente por montones mientras se asoma con fuerza de las escalerillas.
―¡Takeshi! ― grita levantando la mano cuando lo vislumbra a través de las personas que se arremolinan en la entrada. Su amigo está parado encima de una caja buscándolo por entre los tumultos.
―¡Yuri! ― grita entusiasmado el robusto moreno de pelo negro que baja de la caja y camina entre todos hasta la puerta del tren.
Yuri se baja a zancadas, se saca las cosas innecesarias de encima, el gorro, la bufanda y todos los artefactos de piel que ahora le sofocan, cuando ha logrado quitar a la mayoría de las personas que cubrían la entrada se lanza a los brazos de su amigo, que lo recibe con fuerza y cariño, entre gritos emocionados, reunión cálida y familiar tal como lo había deseado. Se sueltan después de intercambio abrazos, y apretones de mano. Risas innecesarias.
―¿Estás cansado del viaje? – Le pregunta su amigo revolviéndole el cabello, como si fueran niños. El olor familiar de alfa que destila es uno al que Yuri se encuentra acostumbrado así que lo aspira con ternura y se aparta.
―¡Muchísimo! ― admite Yuri repentinamente exhausto sacando aire a pulmonadas. Las funciones básicas de su cuerpo le exigen descanso y comida.
―Anda por tus cosas, el carruaje nos está esperando. – lo toma del brazo para guiarlo hasta la entrada del vagón. Yuri hubiera preferido no dejar nada, pero le fue imposible cargar con todo de una vez por todas.
El alfa lo observa mientras Yuri se sujeta de la barra del tren, ha faltado tomar su abrigo de pieles y despedirse apropiadamente de la condesa, solo eso hace falta y se marcha a casa… sube los escalones tímidamente, de pronto su paso se aligera cada vez más, el entusiasmo es suplantado por una corriente nerviosa que surge desde la boca del estómago y se extiende por su cuerpo, sus manos, sus cabellos. Carraspea e inútilmente camina por el pasillo hasta el camarín. Intenta ignorar la sensación opresiva que se acumula en su pecho y las mariposas que brillan en la coronilla de su sonrisa, se muerde el labio tremendamente inquieto ante la presencia del alfa, cuando levanta la mirada del piso la condesa ha salido, y el joven de pelo plateado la tiene tomada de la mano.
―Madame Lilia, usted ha encontrado a su acompañante y yo a mi amigo, por ahora nos despedimos ― Yuri dice esto sin mirar al joven alfa al rostro. Teme prestarle demasiada atención a los detalles.
―Que te vaya bien cariño, nos veremos pronto.
Se acercan para intercambiar un abrazo sensible, dar un beso tímido en cada mejilla y alejarse un paso, la mujer con mucho ímpetu le regresa el abrigo de piel a Yuri y se alejan una zancada. Cuando Yuri mira de nuevo al bien parecido alfa, lo nota sonriendo igual de cómodo que antes, con las cejas un poco confundidas. Ladea la cabeza confundido pero habla en un acento conmovedor…
―Monsieur Yuri, perdóneme por no haberlo reconocido antes. Me hubiera disculpado adecuadamente.
Yuri baja la mirada sonrojado, apenado. El otro no se hace esperar, de hecho no desaprovecha la oportunidad, toma con delicadeza, pero firme, la mano de Yuri, la levanta por el aire y la lleva hasta su boca, deposita un beso en esta sin dejar de mirarle a los ojos, con seriedad, simpleza, un aroma embriagante. Yuri sujeta el aire en sus pulmones y aparta la mano un segundo después, tocándose los nudillos con nerviosismo. Le quema, le quema la piel donde le toca, está nervioso, se siente como la débil hoja de un árbol que se mueve con el frio viento despiadado, todo en su alrededor le grita peligro, se contrae.
―Viktor Nikiforov, gracias por acompañar de mi madre durante el camino.
―Gracias a ella.
Yuri no da más vueltas al asunto, no puede, se ha mareado. Se aleja dando tumbos por el pasillo del tren, se percata que esos dos no comparten apellidos y entonces ubica la mala fama que debe de preceder a esa mujer tan recta, el haber tenido un hijo con un tal Nikiforov, un imponente alfa, distinto a su esposo… según Yuri tenía entendido él cual era Yakov Feltsman, igual Yuri no tenía tiempo para pensar en eso, su mente debía enfocarse en otra cosa que no fueran esos asombrosos ojos azules, ni los labios de Viktor. Ni en nada que tuviese que ver, por su bien. No podía evitar tallar con los propios dedos y uñas ahí donde le había besado.
―Vamos Yuri ― pide Takeshi, lo toma del brazo como a un joven omega soltero y se lo lleva entre risas violentas.
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―Yuri Katsuki, claro ― Viktor baja de las escaleras sujetando el brazo de su madre, observando como el joven pelinegro se aleja con Takeshi ―. El amigo de infancia de Takeshi y Yuuko Nishigori.
―Ese mismo ― Lilia ya no da crédito a lo que su hijo menciona, en realidad está enfocada evitando a las personas que se le pegan como lapas mientras camina con su vestido amplio por entre la multitud de personas que hay en la estación ―. ¿Están los condes de Austria aquí, no hijo? ¿En el ejército te mandaron a vigilar?
―Por suerte no me toca a mí esa ardua tarea, ni me tocan tareas similares mamá ― Viktor Nikiforov sonríe con tranquilidad mientras aparta la mano de su madre de su traje azul celeste.
―¿Estás de buen humor esta mañana, no? ― Ella se alegra sin mostrarlo en su rostro.
En realidad se da cuenta porque Viktor ha revisado que sus guantes blancos, los botones de su traje estén perfectamente alineados y que la gorra de su cabeza no se mueva ni un milímetro, en pocas palabras está prestando especial atención a su atuendo mientras se alejan de la estación de tren. Viktor sabe que es hermoso, celestial, una aparición perfecta, no hay porque destacar que cuide su imagen, pero que lo haga especialmente…
―¿Debo agradecer a Yuri por esto? ― pregunta como al aire.
Viktor solo ladea la cabeza y sonríe débilmente. No lo piensa demasiado, culpa repentinamente a que su celo vendrá en un futuro no muy lejano, pero por otra parte la imagen del ángel pelinegro se posa de nuevo en su mente, se recrea mientras buscan el carruaje entre las personas de clase baja, los soldados, algunas omegas, gente que le observa, le sonríe, pero el solo sonríe al recuerdo de ese pequeño ser que anhela ver una vez más. Lo siente, dentro de él. Se mueve.
Viktor ha pasado toda la vida rodeado de omegas, preciosos y preciosas omegas, con olores agradables, sonriéndoles con simpatía luciendo toda su belleza de alfa y puliéndose para ser el partido ideal, cosa que evidentemente jamás estuvo en sus principales intereses, sin embargo ahora… era como si su pecho quisiera inflarse o teñirse de rojo para ser notado por ese omega precioso, cuyo aroma podía eclipsar a cualquiera de los otros, su roce había sido mágico, sus ojos chocolates como si pudiese beber de ellos o perderse entre los blancos dedos de su mano. Cualquier sensación que tuviese ahora estaba impregnada de la majestuosa visión de ese omega.
―Tal vez mamá, tal vez.
N/A: Ahora si traje el omegaverse para ustedes que querían un omegaverse, bueno la idea vino a mi mente porque Anna Karenina es una de mis películas favoritas y me encanta, pensé que la historia estaría muy bien si fuese con ellos protagonistas, pero al final terminé dándole muchísimos giros en mi cabeza, por otra parte dentro del capítulo se manejan algunas descripciones de muchos atuendos, yo me imagino que tal vez en algún momento será necesario que observen una imagen de lo que yo describo, así que tal vez comience a subirlas a mi Facebook persona.
Magi Allie, así pueden encontrarme. Ahí subiré avisos de actualización y si necesario imágenes del fic, envíen una solicitud de amistad y si puede un mensaje explicando de donde vienen.
Perdonen si este capítulo de introducción no tiene las descripciones suficientes, o si no se respetan demasiado las personalidades de los personajes, ahora si ustedes quieren en el siguiente capítulo puedo agregar un apartado exclusivo para hablar de lo que significa el omegaverse y la jerarquía, alfa, beta, omega, dentro de este fics. Solo si les apetece.
¿Un review para que estos dos se encuentren en el baile de Yurio?
