Buenas, muy tardes noches... Justo en el límite de tiempo, presento este intento, puesto que no pude hacer nada mejor.

Avisos:

Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto.

Este fic participa en el "Reto: ¡No al romance!" del foro Secreto en el Valle del Fin.

El total de palabras, sin título es: 451.

El drabble está ambientado en el universo original, cualquier punto luego de la muerte del Tercer Hokage y antes de la muerte de Jiraiya.
No me demoro más (aunque creo que olvido algo...)


Débil

Orochimaru solía pasar tardes felices en su laboratorio, sobre todo cuando tenía sujetos de prueba nuevos. Kabuto siempre estaba a su disposición. Satisfactorio.

Su nuevo proyecto radicaba en desarrollar el modo sabio de los sapos de manera artificial y para ello tenía un hombre maduro y muy resistente que podía soportar toda clase de sustancias. Era muy fuerte físicamente, pero débil, débil de corazón: había sido capturado por defender a su escuadrón: una bola de inútiles.

Esas situaciones intrigaban sobremanera al sabio de las serpientes. Nunca tuvo un vínculo así de fuerte con su propio equipo, aunque sus compañeros y maestro si lo tuvieran.

Mientras removía una solución, pensó en ellos:

Tsunade… un corazón débil, vulnerable. Era ridícula, con su miedo a la sangre. Era fuerte, tenía un gran poder y astucia, mas no sabía aprovecharlo para lo verdaderamente importante. Un desperdicio, con los magníficos logros que pudo obtener de no ser por su moral de médico.

Los débiles morían, caían, se sacrificaban.

"Justo como el shinobi de su mesa, justo como el estúpido novio de Tsunade".

El Tercer Hokage, su mentor, había muerto en batalla contra él. No se arrepentía ni lo haría. Ese anciano, siempre tan benévolo, tan blando… tan inútil. Recordaba su infancia, cuando miraba con admiración a aquél hombre. Era la máxima aspiración para todos, excepto para él. Él era distinto, él era contemporáneo, alguien que actuaba como fuera necesario. No un cobarde que había dejado morir a un clan lleno de individuos útiles por el miedo a una guerra que no haría más que limpiar de escoria al mundo. De débiles.

"Justo como el shinobi de su mesa, justo como el estúpido novio de Tsunade, justo como Sarutobi".

Y Jiraiya… aquél era el peor, el más idiota, el más sentimental. El que le causaba más lástima. Jiraiya era justo como el individuo inconsciente que tenía a su disposición, alguien con ideales: amistad y paz. La guerra era algo inherente del mundo ninja, al igual que la traición, los golpes de estado, la avaricia, el conflicto. Eso jamás cambiaría y no era preciso que lo hiciera. Lo que él quería del mundo, lo que realmente importaba, era la ciencia, el poder, el conocimiento. La vida, como objeto de observación y de deleite. Sólo en eso estaba el progreso, no en la paz, aquella paz tan asquerosa, aquella agua estancada con la que aquellos tres soñaron y seguirían soñando.

"Justo como el shinobi de su mesa, justo como el estúpido novio de Tsunade, justo como Sarutobi… justo como Jiraiya caería algún día".

—Kabuto —llamó y extendió la mano hacia el muchacho, quien le cedió una jeringa. Inyectó con precaución, pero sin delicadeza, la vena.

Él no era débil.


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