La asistente personal del CEO.
1: Pagar el favor
El joven hombre de cabello rubio platinado se mordió la lengua disimuladamente cuando sintió alguien más ocupar el asiento a su lado en el carrito de ramen.
—Buenas noches —oyó que dijo una voz femenina, muy melosa para su gusto.
—Buenas noches —respondió en su tono de siempre, sin emoción. Después de esa pausa, siguió comiendo, con la espalda inclinada hacia su comida, haciendo el menor ruido posible al sorber los fideos -para él sería desagradable la simple idea de levantar el tazón, el cual agarraba firmemente con una mano.
En principio, no le quiso responder al saludo, no porque sinceramente no fuera una buena noche para él siendo que apenas minutos atrás estuvo en una infructuosa reunión de negocios, sino que era cansador estar repitiendo saludos a cuanto se cruzara. Ser educado era hartarte, pero le tuvo que responder a la muchachita para no ser mal visto por el dueño del puesto.
Sin siquiera girar un poco el grado de los ojos, dedujo que la nueva clienta era rubia en solamente un tono más oscuro que él, y que pidió la comida de una forma demasiado risueña.
Dedujo algo más de ella. Por el aroma a alcohol, fue que se había pasado un poco de copas.
Dentro de media hora serían las once de la noche. ¿Cómo pensaba irse a su casa así? Por la forma en que el sujeto le indicaba sentarse, sospechaba que le costaba hasta caminar si ni bien podía sentarse.
Tal vez habría estado festejando algo en compañía de sus amigos, pero entonces se preguntó adonde fueron los mismos y por qué la dejaron así, toda por su cuenta, sin ocuparse de llevarla a casa.
Como sea, no era asunto suyo así que decidió ignorarla y por su lado la chica igual ya que se puso a platicar con el vendedor.
—¿Y cómo se encuentra Ichigo-kun?
—Mi hermano (hip) ya no está (hip)… soltero —en algún momento comenzó a tener hipo, así que bebió un vaso de agua que amablemente le dio el señor.
A Yukio recién le dio un poco de interés. ¿Cómo no lo notó? Probablemente si le hubiera dado una ojeada, la habría visto bien y se hubiera dado cuenta de que era Yuzu Kurosaki, hermana de aquel shinigami sustituto, la ebria que estaba al lado suyo hablando entre el hipo y respondiendo cosas que apenas tenían que ver en lo que era preguntada.
El tazón ya no estaba muy caliente, pero comenzó a comer a una velocidad más lenta, una que le permitiera ir al ritmo suficiente para acabar al mismo tiempo que la rubia.
Cuando finalmente terminaron, dieron mutuamente las gracias pagando a la vez y finalmente Yukio se permitió ver a la joven a la cara.
Por supuesto, su cara no se parecía a la de Ichigo en nada. Ella poseía ojos grandes y claros.
Como fuera, él emprendió su camino en dirección al estacionamiento del edificio donde estaba parado el carrito ambulante. Buscaría su auto y se iba ir directo a casa. Basta eso de quedarse hasta tarde en su oficina, pensó.
A menos de metro y medio de caminar, se sorprendió un poco de que el dueño del puesto le insistiera a la rubia en que le esperara un rato, a que cerrara, y que la llevaría a casa.
—Yo puedo ¡irme sola...!
—Y-Yuzu-chan, por favor, sino préstame tu celular, llamaremos a Karin-chan o Ichigo-kun y…
—¡Estoy bien, estoy bien! —dijo muy rápido y poco entendible.
La rubia no estaba bien y la comida no había ayudado como el fullbringer o en vendedor esperaron, ya que sus sentidos no mejoraron mucho.
Desde ya, queda claro que su tolerancia al alcohol está por los suelos.
—Taka-san, la llevaré yo —Yukio se encontró a sí mismo devuelta frente al banquillo, ofreciendo eso como si no fuera la gran cosa.
El hombre le tenía en alta estima porque permitiera poner su puesto enfrente de su empresa, pero no lo demostró con la mirada que le dio. Parecía que le estuvieran contando un chiste vulgar.
—Sacho-san, no me lo tome a mal, pero simplemente no es correcto que una jovencita se vaya en el auto de un hombre que no conoce.
"Yo podría tener el mismo malentendido que usted", pensó. No obstante, conocía bien al anciano como para prejuzgarlo y entendía lo que quería decir. Aparte, él tenía una hija que trabajaba con Yukio. Por esta última razón es que no comprendía bien por qué no querría dejarlo ayudar… o tal vez sí.
Sabe que a la hija de Taka-san le gusta.
Había visto cómo ella le miraba, pero esa mujer que mayor a él era por dos años no era la única. Si dijera que no le importaba en lo más mínimo, estaría mintiendo. Como todo adulto y hombre que era, le resultaba difícil hacer caso omiso. Sin embargo, a diferencia de muchos, para el rubio no era opción dejarse llevar por esto.
—Conozco a su hermano, trabajó para mí durante un corto lapso de tiempo, será una forma de agradecer su servicio ya que no pudimos despedirnos de la manera más fortuita —dio la excusa, tal vez no era del todo mentira.
Lo que hicieron en la guerra contra los Quincy bien pudo ser su manera de dar las gracias, si no lo hubiera hecho porque se irían todos al carajo de no ayudar.
Taka dudó un momento, frunciendo el entrecejo, pero después bufó y aceptó. Si conocía al hermano, entonces tenía bien sabido de que no se propasaría con la jovencita.
—Yuzu-chan, ve con Yukio-kun, anda —indica.
La mujercita volvió a negarse y Yukio tuvo que decirle que la llevaría donde su hermano para que aceptara. La ayudó a ir hasta el estacionamiento, cuidándola que no pisara mal, le abrió la puerta del auto y la hizo ir en la cabina de atrás, poniéndole el mismo el cinturón a regañadientes de la rubia.
Una vez dentro aseguró todo, por seguridad, sin abrir ni un poco las ventanas polarizadas. Pero tuvo muchas ganas de abrir las cuatro cuando la vio comenzando a arquearse, temiendo que vomitara.
—Me debe algo después de esto —suspiró.
—Eh, si te encuentro te lo doy… ¿y quién dijiste que eras? —se le pasó la risa y ahora le veía frunciendo el ceño, curiosa.
—No se lo dije —continuó la vista en el camino.
—Hace rato te dijeron… 'Sacho-san' ¿No eres muy joven para eso?
—Tengo dieciocho.
—Onii-chan tiene veintiuno… y ni siquiera tiene… un auto.
Yukio sonrió. La sorpresa de eso de su edad y el comentario alimentaban su ego, aunque sus palabras no eran necesarias para saber que siempre estuvo mucho más arriba que varios que superaban su edad hasta con una década.
No tuvo que responderle, ya que su pasajera se entretuvo con el vidrio donde comenzó a soplar aliento y dibujar caritas.
—Deje eso, Yuzu-san —le pidió cansado.
—Al menos… dime cómo te llamas —pegó la frente al cristal. Le gustaba la sensación fría contra su cabeza caliente.
—¿Mi nombre japonés*? —se quejó cerrando los ojos. Después se dio cuenta de su error, pero era tarde.
—¿No… no eres japonés? —por el retrovisor, la vio sacar la cabeza de la ventana y cómo estaba mirando a él. A pesar de estar bebida, supo interpretar eso.
—Yukio —dijo sin más, no quería contestar eso—. Dios, le cobraré este viaje después.
Ella se rio cerrando ojos, parecía dejarse vencer por el sueño. Por fortuna llegaron antes de que pasara. Yukio estacionó frente a la puerta de la clínica, sin moros en la costa, y ayudó a la mujer a bajar.
—¿E-eh? ¡Mira, llegamos a mi casa! —dijo con asombro. Yukio torció los ojos.
—Debo irme ya, buenas noches y la próxima vez no te excedas si no tienes un acompañante de confianza.
—E-espera —detuvo Yuzu cuando se viró—, ten-tengo… no tengo mi bolso pero sé cómo te puedo pagar.
—¿Uhm? —el hombre de pelo rubio giró, aburrido dispuesto a darle un comentario sarcástico para que dejara de incordiarlo.
…
Cuatro de la tarde de un domingo, para cuando Yuzu Kurosaki revisó el reloj despertador del dormitorio el cual antes perteneció a su hermano, mas fue redecorado y ahora era utilizado por ella desde que Ichigo se mudó con su novia.
—Ah, así que finalmente despertaste. ¿Te suena que te dijera algo como 'no confíes en personas que apenas conoces'? Sobre todo, si son mujeres. No es que sea una amargada ni nada para desconfiar así, sino que las demás sí lo son por ser demasiado patéticas al dar por hecho que todos deberían pensar y comportarse igual que ellas. Después se quejan de la falta de libertad de expresión, cuando gente de su tipo no la merece —Karin recriminó y divagó con el ceño pronunciado, pasando adentro con un plato hondo de sopa de pollo que estaba tibia. Era instantánea.
—Karin-chan no grites —se enfurruña la rubia. Está bien que le regañe, pero de momento no quiere eso porque la jaqueca que tiene le hace retumbar todo en su cabeza.
La Kurosaki de pelo negro estaba enojada. Un poco con Yuzu y un poco con todo. Se supone que su hermana menor era más inteligente que Ichi-nii y ella, juntos, en prácticamente cada maldita asignatura desde que estaba en primaria, pero no advirtió de la broma de mal gusto que querían realizarle un par de compañeras auto-declaradas amigas.
Un par de mujeres desagradables con las que estuvo forzada a hacer un proyecto grupal, mas estaba segura de que Yuzu ahora abrió los ojos en ambos sentidos y que no se dejaría pisotear así nuevamente.
Ese par de mujeres eran unas arpías e hijas de su… condenada madre, pensó Karin. No podía creer cuán lejos podían llegar, a qué punto les llegaba la envidia como para fingir una invitación así y dejar a su hermana tomar hasta que no pudiera pararse e irse, dejándola a la intemperie. Aunque también retaba a Yuzu porque estaba preocupada por ella, mas si no la fue a buscar fue porque sabía que era necesario para que entendiera una o dos cosas sobre eso.
Dios, solamente Orihime era menos prejuiciosa con las intenciones de la gente que busca dañarla. Sin embargo, la novia de su hermano tenía con qué defenderse, y sabía que no corría riesgos así tampoco, no era tonta a pesar de lo que los demás pensaran.
—¿Y con quién viniste, además? —preguntó verdaderamente interesada—. Taka-san llamó un poco después desde el celular de Kiyomi.
Kiyomi había sido una compañera en su último año de preparatoria, que se mudó a Karakura en aquel entonces.
Yuzu tomó la aspirina que le ofrecieron y bebió el vaso de agua, después cerró los ojos sintiendo el efecto de la compresa con agua fría en la frente.
—Creo que se llamaba Yuki… algo, era rubio y no me acuerdo de mucho más —se tocó la frente, dejando de lado un momento la compresa y el agua, para recoger el plato de sopa.
—¿En serio? Taka-san dijo algo sobre que era una persona que trabajaba ahí, cuando le pregunté. Me dijo que él estaba en Y. Hans Enterprise vendiendo ramen a las afueras —a Karin le cayó la verdad como un balde de agua helada, rememorando otros datos más como que era 'una persona importante que no negaba su presencia ahí, apesar de que al estar frente de otros edificios, seguridad lo sacaba' según Taka y si se llamaba algo como 'Yuki', podría no ser otro que cierto rubio llamado Yukio el lujoso automóvil el cual vio la noche anterior, en el cual reparó cuando este doblaba una esquina, motivo que no la hizo suponer que en ahí vino Yuzu—. N-no ¿no será que quien te trajo es el dueño del lugar es Yukio Hans Vorarlberna?
—Eso no puede ser —negó suavemente la rubia—. Según las noticias, el jefe de Y. Hans Enterprise es un niño.
Karin puso los ojos en blanco.
—¿Hace cuánto escuchaste esas noticias, Yuzu?
—Cinco años y- ¡O-oh!
—Sí, la gente crece —suspiró Karin por lo obvio. Sin embargo, su hermana no cambió la expresión de 'Eureka'.
Su dulce hermanita se había llevado las manos a los labios, su frente estaba roja e igual sus mejillas, pero en un color más fuerte que antes y se notaba que le aumentó el tono de rojo debido al calor en la cara. También parecía a punto de llorar.
—Aunque puede que fuera un sueño —murmuró.
Karin agrandó los ojos. Eso la tomó totalmente desprevenida.
—¿Qué? ¿Cómo? ¿De qué estás hablando Yuzu?
—Yo… yo…
…
Esa misma tarde se arregló dispuesta a ir al edificio. El logo con el nombre brillaba a la luz de la tarde, iluminándose en sus letras plateadas. Yuzu se armó de valor y avanzó al divisar al hombre comprando un café en un carrito ambulante.
—Buenas tardes —dijo al vendedor, después miró al rubio—, buenas tardes, Sacho-san.
—Yuzu-san, es un alivio verla en óptimas condiciones.
Yuzu se sonrojó de la vergüenza, queriendo taparse la cara.
—Sobre lo de ayer —tuvo que seguirlo ya que él avanzaba a las escaleras para subir a la entrada del sitio, notando recién a otro hombre que caminaba muy de cerca suyo. ¿Un guardaespaldas tal vez? —Lamento haber vomitado en sus zapatos —miró abajo, después rápidamente alzando los ojos para no parecer que se concentraba en eso—, aunque, es una fortuna que las manchas salieran.
—Tenía otro par idéntico —dijo sonriendo con ironía.
—Y-ya veo. Pero ¡puedo compensárselo!
—¿Alguien que hace dos trabajos a medio tiempo con los cuales planea ahorrar para costear estudios futuros? —al verla comenzar a fruncir el ceño, aclara—. No pretendo ofenderla, sino aclarar lo poco conveniente para usted que me parece. Y algo más.
Ella le miró dubitativa.
—He oído que usted obtuvo el primer lugar en preparatoria tres años seguidos. Mi compañía tiene un plan de estudios para el verano, si está dispuesta a realizar una pasantía con nosotros podríamos incluso costear una porción de la beca cuando se matricule en la Universidad.
—¿Q-qué?
Ante la confusión, solo le extendió a la rubia una pequeña tarjeta.
—No la vamos a llamar, usted llámenos si está dispuesta. Tiene una semana solamente.
E ingresó a través de las puertas giratorias, dejando a la menuda mujer de cabello rubio vacilante y todavía con deseos de preguntar.
Shishigawara entró a trompicones dada la velocidad de su jefe, volteó una vez dentro y la vio irse lentamente, ruborizando por lo linda que era a pesar de que su figura le dejaba qué desear.
—¿Por qué quieres que trabaje para ti? ¡Ella no es una fullbringer! —le dijo a Yukio, siguiéndolo hasta el elevador.
Este dejó de sorber la taza de café.
—Tiene conciencia necesaria sobre nuestro mundo, nos vendrían bien personas que no se espanten y sepa mínimamente qué son los 'fantasmas' —no dijo que la hermana fue la primera opción, pero no le interesaba esto a Karin y esta vez no podían usar a Sado-kun a su favor.
No quiere tampoco estar rogando a alguien que no tiene interés, así que optó por preguntarle a Yuzu. Ichigo no se opondría esta vez, está seguro y en caso de hacerlo solo le quedará explicar los motivos.
—¿Estás seguro de que no haces esto solo porque te parece linda? —se burló el grandote antiguo discípulo de Tsukishima.
—No —dijo con voz neutra y sin emoción.
¿Ayudar a la chica que le besó como agradecimiento por llevarla a su casa, pero luego vomitó sus zapatos de 10.000? Yukio solo quería ser filántropo, no mujeriego.
*Headcanon mío que hace mucho no uso: Yukio Vorarlberna es su nombre japonés, y pronunciación de apellido japonesa, mientras que el original es Hans Vorarlberg.
