DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a la grandiosa Suzanne Collins.

LET IT GO

Todo lo que toca muere… Es algo que no había tenido tiempo de reflexionar.

Luego de todas las parafernalias venidas con la victoria de los rebeldes y siendo él uno de los rostros principales de la rebelión, los últimos meses se la pasó en constante movimiento.

Pero ahora, que todo volvía a la normalidad, ahora que tenía un trabajo estable y su familia permanecía unida, ahora, que no tenía prácticamente ninguna preocupación de la talla de las que había venido cargando toda su vida, la realidad le calló de golpe.

Deseó con todas sus fuerzas que con el cambió de distrito, diferentes aires, distintos lugares, lo ayudarían a no rememorar ciertos hechos que si bien, no quería olvidar para siempre, justo ahora, no tenía intención de sacar a flote. Cosas de las cual arrepentirse.

La muerte de Prim era una de esas cosas, el saber que él fue responsable directo de ello le carcomía las entrañas; sin embargo, había algo más que lo perseguía, unos ojitos soñadores que recreaba su mente cada vez que cerraba los ojos; una dulce voz que lo llamaba a través del murmullo de los árboles; una suave caricia del viento que le recordaban unas manos pequeñas, suaves e inexpertas.

Porque nada se comparaba con las palabras atoradas en su garganta, a los sentimientos que tanto reprimió por orgullo, los besos que aún se sentían como fuego, y a las lágrimas que inundaban su interior.

Porque perdió a la mujer que amaba y eso era trágico, pero, el darse cuenta de su amor cuando jamás volvería a estrecharla en sus brazos, a oír su risa ni respirar su mismo aire era devastador. Ahora el respiraba solo.

Dentro de él solo estaba la amargura que dejó la partida de su amor, un amor que fue lento en llegar y se fue tan rápido que daba la ilusión de haber sido solo un hermoso sueño. Un sueño que al ser sólo de uno se torna en pesadilla.

Todo pudo ser distinto, pero las posibilidades no importan ya…

Porque él la dejó ir.