Disclaimer: El potterverso pertenece a J.K. Rowling.

Este fic fue escrito para el reto "Solsticio de Invierno" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black

Personaje (s) utilizado (s): Draco, Narcissa y Lucius Malfoy

Palabra dada y utilizada en este capítulo: Bombones

Raiting: K

Número de palabras: 603, según Word.


Mortifagos


Lo sabía. Aun mientras compraba los bombones para su madre, estaba seguir de qué pese a que lo intentara no iba a ser un buen Yule.

Era improbable.

En primer lugar su familia estaba bajo el escaneo continuo del ministerio de magia y estos le habían advertido que luego de examinar todos los casos, era posible que todos los miembros de su familia terminaran en azkaban.

Su padre tras unos extensos interrogatorios había sido enviado a azkaban. Siendo, prácticamente, imposible sobornar a algunos de los malditos jurados, pues habían comprometido su lealtad al ministro.

No obstante, había logrado que le permitieran pasar, lo que seguramente sería, su último Yule, juntos.

El abrigo que traía puesto se le hacía pesado, pero debía admitir que impedía que el frio le calara los huesos. En Londres hacia frio, cierto, pero no tanto como en aquella época.

Si no se hubiera olvidado de los bombones estaría refugiado en su mansión cerca de la chimenea tomando un trago de whisky de fuego.

Salió de la colorida tienda y se apareció cerca de la Mansión Malfoy. Soltó un sonoro suspiro, mientras se adentraba al colosal terreno y se detuvo ante el umbral de la puerta, antes de que esta se abriera dejándole entrar y mostrando a un elfo doméstico sonriente.

―Feliz Yule, amo Draco.―dijo el sirviente.

El rubio sólo asintió y se adentró a la mansión.

Su madre lo esperaba con un amago intento de sonrisa y su padre sólo le dedicó un asentimiento de cabeza.

―Aquí tienes, madre.―dijo mientras le entregaba la caja de bombones a la matriarca Malfoy.

Por primera vez en la noche la sonrisa de la Malfoy pareció sincera, pero fueron tan sólo por unos leves segundos.

Y lo supo. Aunque en realidad siempre lo había sabido. Desde el justo momento en que la víspera del solsticio comenzaba a terminar.

El reloj marcó la medianoche. Y los tres Malfoys se vieron unos a otros.

―Feliz Yule, Draco.―comentó la matriarca, mientras se acercaba a abrazar a su hijo.

El rubio le devolvió el abrazo.― Feliz Yule, madre.―respondió como autómata.

El patriarca Malfoy se levantó y se dirigió hasta su esposa e hijo. Colocó sus manos en los hombros de ambos Malfoy e intentó sonreír, pero simplemente no lo logró.

―Feliz Yule a los dos.―susurró tan bajo, quizás sólo para que ellos lo oyeran.

Y fue en el justo momento en que la puerta de la mansión se abrió de par en par que el joven Malfoy comprendió el porqué del rostro de su madre. Aunque en realidad no tenía nada que comprender, porque desde el justo momento en que había hecho el trato con respecto a la efímera libertad de su padre lo había sabido.

Él mismo había condenado a toda su familia.

Sólo que había esperado que los del ministerio los dejarían pasar todo el veinticinco de diciembre, juntos. Pues se suponía que ellos también celebraban en esa fecha.

Al parecer se había equivocado.

―Señores y joven Malfoy´s, se les informa que serán llevados a Azkaban por encontrárseles culpables de pertenecer al grupo liderado por Lord Voldemort y además sobornar a entes del ministerio para conseguir la libertad de Lucius Malfoy…―y ahí estaban las consecuencias.

Había arriesgado la libertad de su madre y la suya propia sólo por ese efímero instante.

Pero no se arrepentía, pues lo había hecho conforme a los deseos de su madre y si ese era el precio estaba dispuesto a pagarlo.

Después de todo se habían condenado desde el preciso momento en que se subyugaron al Señor Tenebroso. Desde que pasaron de ser sólo sangre puras para convertirse en Mortifagos.


¿Tomates? ¿Avadas? ¿Crucios?

Saludos mágicos