— ¡Ya deja de seguirme! —Refutó Félix, irritado como de costumbre por la brillante presencia de Bridgette.

Ella sin hacerle el mínimo caso. Seguía caminando tranquilamente detrás de él. Sonriéndole y mirándolo con esos ojos que brillaban por el simple hecho de ver al amor de su vida.

— No —Espetó de repente aumentando la velocidad de sus pasos— No, Bridgette, no quiero.

— Pero si todavía no te he dicho nada.

— Aun así, mi respuesta es no.

— Sal conmigo —Pidió Bridgette avanzando rápidamente hacia él.

— No.

La mencionada sin rendirse. Siguió detrás de él.

Este hizo las zancadas más grandes, intentando hacer que se rinda. Ella persistente iba trotando tratando de alcanzarlo.

— ¡Sal conmigo! —Repitió sin intenciones de darse por vencida. Estando a un metro de alcanzarlo. Este aumento la velocidad— No tiene que ser una cita, una salida de amigos está bien —Saco las entradas de su bolsillo— ¡Mira! ¡Mira! ¡Ya tengo las entradas!

Pero a Félix no le importó, por eso no la miró y no se detuvo, aun cuando él se metió en la biblioteca e intentó -inútilmente- leer un libro ante la mirada penetrante de Bridgette que cada vez que alzaba la mirada, esta con una sonrisa le mostraba las entradas. Tampoco cuando se metió en el baño, tardando un rato largo. Y ella creyó que tenía diarrea.

— ¿Cuánto tiempo me seguirás? —Cuestionó hastiado.

— El tiempo que sea necesario hasta que me digas que si —Respondió honestamente con una gran sonrisa pintada en su rostro— ¡Vamos! ¡Sal conmigo!

Pidió alegremente, mientras recorría la escuela, otra vez, ya que de nuevo era recreo.

Él suspiró largamente, ella nunca había sido tan persistente e insistente como el día de hoy. Pensó que se iba a detener cuando saliera de la escuela. Grave error. Fue peor.

Ahora lo seguía y lo animaba en cada lugar. En el entrenamiento de esgrima, en la práctica de piano. ¿Es que no tenía otra cosa mejor que hacer? Ella lo estaba siguiendo como una acosadora, a todas partes lo seguía, se había adherido a él como si fuera un pulga, como si ella formara parte de su cuerpo.

¡Ya no aguantaba más!

Así que se detuvo. De pronto, abruptamente. Ocasionando que ella se choque contra su espalda. Esta se sobo la nariz y alzó la cabeza viendo esos ojos tan gélidos como el hielo, pero tan hermosos que la observaban.

— Eres una pulga —Espetó cansadamente. Dio un suspiró y cruzó los brazos. Bridgette lo miraba tan fijamente que él desvió la mirada a un costado sintiéndose perturbado. Bufó y habló:

— Esta bien, pulga, saldré contigo.

Ella abrió la boca, incrédula por lo oído. Al segundo comenzó a saltar de la alegría muy emocionada. Sonriendo enormemente sin molestarse por ese apodo.

— ¡Mañana a las cinco! ¡Enfrente del cine! —Rió de nuevo sin borrar aquella sonrisa— ¡Nos vemos! —Se despidió, alzando la mano con efusividad.

Y corrió rápidamente hacia su casa, donde sus padres de seguro la estarían esperando hace un buen rato. Saltando y riendo sola por el trayecto. Feliz porque la idea fue efectiva.

Este al notar que se fue. Sintió que sus hombros se quitaban un peso de encima, sintiéndose libre...

"Por fin se había liberado de la pulga"

Sin embargo por un corto periodo de tiempo, cabe señalar, al final de cuentas, Félix es un gato.