Este es mi segundo fic. Espero les guste, aunque empieza un poco triste.
Capítulo I- Muerte
Los intereses del señor Matsuo no son otros que el bienestar de su familia. Por tanto deja, en posesión de su esposa todos los bienes que posee. Además, deja a cada uno de sus cuatro hijos y a su sobrina, dos millones de yenes para que hagan con ellos lo que quieran. Además, deja a su hijo menor y a su sobrina, la compañía principal de la que es propietario, como herencia que recibirán el día 21 de diciembre del año en el que cumpla su hijo menor, la mayoría de edad. A su hijo mayor, deja la compañía con el nombre de Computador´s y a sus otros dos hijos para que la manejen en conjunto, la compañía con el nombre de "ISN". Todos recibirán la herencia el día en que cumplan la mayoría de edad.
Finalmente, deja a la compañía con el nombre de "Mujer Hermosa", propiedad de su esposa, la cantidad de 200 millones de dólares para que sean invertidos en ella.
Habían pasado cinco años desde la última batalla con lo cimiclones. Ichigo había tenido una vida normal desde entonces, con interrupciones de pequeños problemas que se presentaban de vez en cuando en los que se transformaba de nuevo en una Mew Mew. Ya no estaba saliendo con Masaya ya que él se había mudado a otro país y era imposible continuar la relación. Aún hablaba mucho con él, aunque desde luego eran conversaciones de amigos y nada más.
Por otra parte, ahora, Ichigo tenía otras cosas en que pensar. Una era la universidad, y otra, bueno, la otra era tratar de no pensar en el hecho de que pronto cumpliría los veinte y el horizonte que eso le preparaba no le agradaba en lo absoluto. En realidad nunca había creído que se hiciera realidad todo aquello, por que quien pensaría que fuese a pasar tan pronto. Aún así Ichigo había decidido estudiar algo que la ayudara para eso, y aunque le costaba mucho trabajo, lo iba a hacer por si algo sucedía y ella debiera tomar la responsabilidad.
Para desagrado, eso había sucedido hacia un mes, justo antes de salir de la preparatoria. Ella podía recordarlo claramente, y aunque no le gustaba recordarlo, tampoco podía dejarlo en el olvido.
Un mes atrás, según ella podía recordar, acababa de salir del café pasaba por el parque cuando lo vio recargado en un árbol. No le sorprendió el verlo, ni el que estuviera empapado. Después de todo había estado lloviendo la semana entera y aquella tarde por fin había parado. Lo que le sorprendió fue que no hubiera tratado de hacerle una broma y que la hubiera esperado en aquel lugar. A él le encantaba molestarla y ella lo sabía, así que se extrañó mucho de que aquel día no fuera así. Lo otro que la sorprendió, fue la forma en la que la miró. Al ver su cara, ella supo que algo andaba mal, pero jamás se imaginó lo que él estaba a punto de decirle.
-¿que te sucede? –Le preguntó ella con cautela.
Él no le respondió. En realidad solo la miró una vez más como si o supiera que decir. Finalmente, luego de unos minutos, decidió hablar.
-Hubo un accidente en la autopista… -Le dijo y volvió a detenerse. Le costaba mucho trabajo decirlo.
Ichigo no supo porque, pero de pronto surgió un miedo entro de ella, como presintiendo lo que iba a pasar.
-Mi padre estaba ahí…- Continuó él luego de mucho esfuerzo.
Ichigo se dio cuenta, aunque era casi imperceptible, de que u voz temblaba al decir esto y no necesitó escuchar lo demás para saber que había pasado. Se recargó en él y comenzó a llorar. Al hacerlo, sintió que él temblaba por el esfuerzo que hacía para contenerse y no preocuparla más de lo debido.
El señor Matsuo, buen amigo de sus padres, había muerto.
Para Ichigo él había sido como su tío ya que lo conocía desde que era muy pequeña. De hecho, había pasado gran parte de sus veranos, cuando era niña, jugando con el hijo menor del señor Matsuo, que era un año mayor que ella.
Ichigo continuó llorando un rato más en aquel lugar y cuando dejo de hacerlo ya era de noche. Se levantó, no sabía cómo habían terminado sentados en el piso mojado, pero no le importaba por que llovía de nuevo y ambos estaban empapados.
Lo miró y se dio cuenta de que él también había estado llorando. En realidad, no parecía que lo hubiera hacho, pero ella lo conocía desde que tenía memoria y sabía, con solo verlo, que había sido así. Él se levantó lentamente y luego le pasó un brazo por la espalda. Ichigo se recargó de nuevo en él y trató de no llorar mientras se dirigían hacia su casa.
Al llegar, sus padres la esperaban en la sala para darle la noticia.
