DISCLAIMER: Todos los personajes oficiales de The X-files son propiedad de la FOX y de su creador Chris Carter

NOTA: En principio tenía la idea de ubicar el fic en el momento del primer film. Una especie de "film alternativo", que pueda seguirse sin tener demasiadas referencias de la serie porque así es más sencillo poder llevar la historia hacia donde interese. No sé cuántos capítulos tendrá.Espero captar la esencia de la serie.


EN ALGÚN LUGAR DE SIBERIA

- No llenaríamos ni un autobús con las formas de vida que podamos encontrar en este cubo de hielo.

El jeep avanzaba a gran velocidad por el antiguo camino vecinal que había estado en desuso hasta hace pocos años. A ambos lados del camino se extendía un desierto de hielo, antaño un poblado bosque de coníferas. La temperatura en aquella región siberiana era tan baja que apenas nevaba. Aún así, el paisaje era completamente blanco, que se iba oscureciendo a medida que avanzaba el atardecer. Pronto sería noche cerrada. Los cristales del jeep se empezaban a congelar y tendrían que parar para rascar la fina película de hielo que se estaba empezando a generar por el exterior.

-La culpa es tuya. Sabías que tarde o temprano tendrías que visitar el terreno. ¿A quién se le ocurre hacer un estudio sobre la recuperación de la biodiversidad en esta maldita zona?

-Pensé que me apoyabas en esto, Lucy. Dijiste que podría ser interesante -el jeep dio un brinco y casi se salió del camino - Y conduce con más cuidado, ¿Quieres?

- Exacto, dije que "podría" ser interesante. Nunca dije "Mark, pilla tu mochila que nos vamos de excursión a Siberia". Y conduzco bastante mejor que tú, ¿vale?.

- Claro, jefa.

Habían llegado a Siberia hace una semana, para empezar el estudio en el lago Baikal. Las autoridades siberianas les habían facilitado un listado de los refugios donde hacer escala y estaciones científicas situadas por todo el norte del país gracias al acuerdo firmado por la universidad de Manchester, que era quien en gran parte iba a financiar aquel estudio. Seguirían rumbo norte a lo largo del río Lena hasta el Ártico, haciendo un muestreo de la fauna de la región. No les había ido especialmente bien la cosa, y sobre todo, aquella jornada había sido nefasta. El botín del día se había reducido a un par de gusanos que rascaban el hielo y una especie de roedor común. Fue por ello que decidieron ampliar la jornada de trabajo y la zona de muestreo, pero no habían obtenido ningún éxito. Más aún, se les había echado encima la noche, estaba helando de verdad, y el refugio más cercano estaría a unos 20 Km. El camino cada vez serpenteaba menos y Lucy pisó el acelerador. Como si se tratara de un acto reflejo, Mark encendió la radio del jeep.

-¿Por qué haces eso?. No hablas ruso.

- Tu manera de conducir me pone nervioso. -pulsó repetidamente el botón de sintonías hasta que encontró lo que buscaba y empezó a sonar All the things she said- En todas partes tienen canales musicales. -dijo con una sonrisa

-Por dios, odio a las Tatu.

Mark encendió la luz del interior, se giró sobre el asiento y comenzó a buscar algo entre el desorden de mapas y cajas de cartón con botes de muestras que era la parte trasera del jeep. La musica se empezó a distorsionar, hasta que acabó por oirse sólo un sonido de estática.

- Oye, no lo quites.

-Yo no he tocado la maldita radio.

Las luces del vehículo comenzaron a parpadear.

-¿Qué demonios has hecho? -dijo Mark

-¡Ya te he dicho que no he hecho nada!

El jeep comenzó a aminorar su velocidad hasta que el motor se apagó con un ruido ahogado. Lucy frenó e intentó arrancarlo. Nada. Finalmente las luces se apagaron también.

-Genial -masculló Mark mientras se abrochaba la cremallera del parka. Luego, abrió la puerta y bajó del vehículo para internarse en la oscuridad de la noche. Levantó el capó del vehículo.

No veía nada, pero al menos no olía a quemado.

-Intenta arrancarlo -dijo con la cabeza metida bajo el capó.

Lucy intentó arrancar el jeep, pero era inútil. Mark siguió husmeando entre el motor, aunque tampoco es que entendiese mucho del tema. Algo empezó a clarear y ante sus ojos apareció claramente la forma del motor. ¿Volvia a hacerse de día?. Imposible. Mark se incorporó y miró hacia el horizonte. La noche no era tan oscura en el norte. Parecía mentira, pero tenía la sensación de que estaba amaneciendo. Lucy salió del coche.

-¿Qué demonios es aquello? ¿Una aurora boreal?

Sintieron cómo el suelo empezaba a temblar bajo sus pies y un ruido monótono comenzaba a oirse en la lejanía. Permanecieron como dos estatuas, contemplando el fenómeno que se estaba originando al norte. Una luz que estaba abriendo el horizonte y que se acercaba, veloz, hacia ellos, inundándolo todo. El ruido, ensordecedor, formaba ya parte de ellos. El paisaje siberiano dejó de ser negro, para volver al blanco más luminoso que habían visto jamás. Pronto no pudieron distinguir ni contornos ni figuras, y la luz se convirtió en algo dañino. Gritaron, trataron de volver al jeep. Luego, no vieron nada más.

23 horas más tarde -Tunguska (Siberia)

Un hombre vestido en un uniforme del ejército ruso venía corriendo entre la nieve y se acercó a una zona iluminada donde había otros dos hombres vestidos con parkas oscuros que no eran militares. Les tendió la mano y les habló en un casi perfecto inglés.

-Han tardado más de lo que esperaba.

- La tormenta de esta mañana empeoró bastante las cosas. La mitad del equipo no ha llegado aún -le contestó uno de los hombres, con acento de Arkansas mientras le estrechaba la mano.

-¿Tienen asegurada la zona, Mihail? -preguntó el otro hombre.

- No ha entrado nadie desde que se produjo el incidente y hemos evacuado varias localidades cercanas.

-Bien. ¿Podemos verlo?

-Está tras esa colina

El militar ruso señaló un punto alejado un centenar de metros y los tres se encaminaron hacia allí.

-Asombrosamente, la zona apenas contiene una radiación residual. Ah, y hemos cerrado el espacio aéreo tal como nos dijeron. Tenemos dos cazas sobrevolándolo ininterrumpidamente.

-Perfecto. Es de máxima prioridad que esto no salga a la luz.

-Claro, no queremos que el mundos e entere de que mi país hace pruebas nucleares -dijo Mihail, en el momento en que su teléfono movil comenzó a sonar. Se alejó unos metros.

-¿Pruebas nucleares? ¿Putin les ha dicho eso?-preguntó uno de los estadounidenses al otro.

-Es la mejor opción, por ahora. Que sigan creyendo eso.

Mihail se les acercó de nuevo.

-Me han dicho que tienen a todos mis hombres a su entera disposición. ¿Estarán ustedes al mando, entonces?

-No, lo está él -dijo el hombre de Arkansas, señalando al helicóptero que se aproximaba hacia ellos y que comenzó a describir un círculo en el aire con la intención de aterrizar.

El hombre de Arkansas se despidió de su compañero y del general ruso y se encaminó hacia el helicóptero que acababa de tomar tierra. esperó junto a él, hasta que descendió un hombre canoso y vestido con un traje gris, al que le lanzaron un abrigo. Se lo puso y metió una mano en el bolsillo para sacar un paquete de tabaco y un encendedor. Se llevó un cigarrillo a los labios y lo encendió dando 2 profundas caladas. Con rostro serio se acercó al hombre que le esperaba.

-Está tras aquella colina, señor.

-LLeveme allí.

Ambos caminaron sobre la nieve durante un rato, hasta que llegaron a la cima de la pequeña colina. Bajo ellos se extendía un cráter de un par de kilómetros de diámetro, cuya circunferencia estaba iluminada a intervalos por potentes focos del ejército. El fumador permaneció impasible, observando aquél espectáculo. Luego, sacó su teléfono móvil y marcó un número.

-Soy yo. Estoy en la zona.

Aguardó unos instantes, escuchando lo que le decían desde el otro lado de la línea. Luego, volvió a hablar.

-Es mucho peor de lo que pensábamos. Puede poner en peligro todo el proyecto. Hay que reunir de urgencia al Comité y decidir qué camino vamos a seguir a partir de ahora.

Tras colgar el teléfono se quedó comtemplando el aterrador paisaje que tenía ante sus ojos mientras el cigarrillo se iba consumiendo entre sus dedos.

THE X-FILES :

THE TRUTH IS OUT THERE

NEW YORK 09:35 AM

Bajo un torrencial aguacero, el ford Taurus negro entró a gran velocidad en la intersección de la calle 42 con la avenida Lexington y aparcó junto a los coches de policía situados en la entrada al edificio Chrysler. Se bajaron una mujer y dos hombres, todos vestidos con chubasqueros azules grabados con letras amarillas a la espalda, donde se podía leer FBI y se reunieron con el jefe de policía que estaba hablando por la radio de su coche. Tiró el receptor al asiento y se giró hacia ellos.

-Soy la agente especial Dana Scully. ¿Cuánta gente queda en el edificio?

-No lo sabemos con certeza. No es fácil evacuar un edificio así. Sus hombres ya están dentro.

-¿Y Norton?

-Está atrincherado en el piso 61

Scully pasó de largo sin prestar más atención al policía y atravesó las puertas del vestíbulo, flanqueada por dos jóvenes agentes del FBI.

Siguió avanzando por el vestíbulo en dirección a los ascensores. Su teléfono móvil empezó a sonar en su chaqueta. Lo cogió al tercer tono.

-Scully

-¿Scully, dónde estás?

-Acabo de entrar al edificio. Manhattan está colapsada por la tormenta y las calles que hemos cortado.

-Habrás descubierto que los ascensores han sido inutilizados.

Scully pulsó varias veces el botón junto a la puerta del ascensor principal. Ni siquiera se iluminó.

-Genial.

-Ha cortado la energía para ganar tiempo.

Scully se giró y miró a su alrededor con el teléfono pegado a su oreja.

-Mulder, ¿dónde estás?

-Piso 45...46.

-¿Estás subiendo andando? Me impresiona.

-No hacía un buen día para salir a correr, así que me decanté por esto -dijo Mulder.

Scully se apartó del teléfono unos segundos para hablar con sus 2 agentes.

-Los generadores de emergencia están en el sótano -les dijo, y ambos agentes partieron corriendo en aquella dirección.

-Mulder..., ¿me vas a decir qué haces ahí arriba?

-Nuestro trabajo. ¿Para qué nos enviaron aquí?

-¿Para asegurar este edificio?

-Creí que nuestro principal objetivo era evitar que Jason Norton se suicidara.

Scully comenzó a deambular por el vestíbulo, mientras por las escaleras bajaban las pocas personas que aún quedaban en los pisos superiores.

-Mulder, Jason Norton no se va a suicidar. Cuando una persona se quiere suicidar no dice a todo el mundo que lo va a hacer a no ser que quiera reivindicar algo o llamar la atención. Normalmente suelen ser maniobras financieras. Norton controla varias de las principales empresas de Wall Street. Con el anuncio de su suicido, la bolsa se ha desplomado esta mañana y él está ganando cientos de millones en sus empresas fantasmas. Fin de la historia. Yo ni siquiera hubiese evacuado el edificio ni acordonado la manzana, pero ese hombre es una de las personas más influyentes del país y el protocolo es así. Te aseguro que ese ricachón no se va a tirar desde el piso 61.

-¿Por qué crees que la gente se suicida, Scully?

-Oh, Mulder, otra vez no. -dijo mientras miraba al techo.

- El sociólogo francés Emile Durkheim dijo que los suicidios responden esencialmente a causas sociales. Las sociedades presentan ciertos síntomas patológicos de integración o regulación social, ya sea excesiva o insuficiente del individuo en la colectividad. El suicidio es entonces un hecho social.

-Mulder, ¿a dónde quieres llegar? -dijo Scully con una falta total de interés, mientras esperaba a que retornara la electricidad al ascensor.

-El suicidio ha estado ligado a la humanidad y sus costumbres: los mayas, según refiere la historia, veneraban a Ixtab, la diosa del suicidio, y en Oriente, los japoneses se hacían el harakiri para lavar su deshonra.

-Pareces todo un experto en el tema..

-Fue a partir del siglo XIX cuando se perdió ese sentido de socialización, inserto en la ritualidad. La sociedad emergente rechazó aquel paradigma medieval. La muerte fue liberada y pasó al dominio privado, el cadáver era velado en la casa, sepultado en familia, y en ese sentido la muerte pasó a depender cada vez más de la voluntad del individuo. De este modo, la sociedad occidental se había desvinculado de la muerte y del suicidio en particular.

-¿Quieres decir que la gente no se suicida por voluntad propia?

-No cuando eres Jason Norton, al menos.

-¿Estás insinuando que alguien le está instando al suicidio a uno de los hombres más poderosos del mundo?

- Ya lo vas pillando.

Scully se paró y tomó aire.

-Mulder, han cerrado los expedientes X. Tienes que dejar de buscar lo que no existe.

-Te lo confirmaré en unos minutos, Scully -dijo Mulder, y apagó su teléfono.

Fox Mulder se tuvo que apoyar unos instantes en un descansillo para recuperar algo de aire, pero finalmente llegó al piso 61, donde Jason Norton le aguardaba sentado en el sillón de cuero de su despacho.

-Le felicito. Ha sido el primero en subir los 61 pisos andando. ¿Han evacuado ya el edificio?

- Soy el agente especial Fox Mulder, del FBI

-Sé quién es. Le esperaba.

-¿Me conoce?-preguntó Mulder asombrado.

-Digamos que he seguido de cerca su cruzada. Hombrecillos verdes, ¿eh?

-Usted no se va a suicidar, ¿verdad?

-Oh, sí que lo voy a hacer. Es necesario. Mi papel en esta representación está tocando a su fin. Mi muerte quizás dé una vaga esperanza al resto. Me gustaría que mis hijos pudiesen tener un futuro.-sacó una PDA de su bolsillo y la puso sobre la mesa de roble de su despacho.

-¿Qué es eso? -preguntó Mulder

-Información por la que mucha gente está dispuesta a matar. ¿Quiere descubrir la verdad? Es suya.

Mulder estuvo a punto de coger la PDA pero titubeó.

-Los expedientes x están cerrados.

-Ya lo sé, agente Mulder. Estuve presente en esa votación.

-¿Y qué votó usted? -le preguntó Mulder con sarcasmo.

-Agente Mulder...no tenemos mucho tiempo.

Mulder hizo ademán de dar media vuelta y salir de aquél despacho. Avanzó unos pasos hacia la puerta y se giró de nuevo.

-No crea que voy a entrar en este juego.

-Yo creo que sí. Entre la información que le acabo de ofrecer se encuentra el paradero de su hermana, Samantha.

Mulder no dijo nada y le miró fijamente a los ojos. No parecía que aquél hombre estuviese mintiendo. Aquello iba muy en serio. Mulder extendió su mano hacia la mesa y agarró la PDA.

-Eso está mejor -dijo Norton. -Mucho depende ahora de usted. Por cierto, comprenderá que dada la vital importancia de lo que le acabo de entregar, si alguien supiera que la tiene usted...

-Me matarían. Aún así, se enterarán de que me la dio a mí. Pondrán patas arriba este despacho para encontrarlo.

Jason Norton se puso en pie y abrió un armario que tenía a su espalda. Mulder sacó su teléfono y llamó a Scully.

El ascensor acababa de sobrepasar el piso 40 cuando el movil comenzó a sonar. Era Mulder.

-Scully, tenías razón. Ese tipo no va a saltar del piso 61.

-Ya te dije que perdíamos el tiempo...

-Tiene una bomba -la interrumpió Mulder.- Tienes que evacuar todo el edificio en menos de 4 minutos. 3:59, 3:58... deprisa, Scully!

-¿Qué? Mulder, estoy subiendo en el ascensor hacia donde estás tú.

El ascensor se paró bruscamente y la luz se fue.

-Mulder, han cortado la energía!

-Scully, tienes que salir de ahí! No hay tiempo!

Mulder agarró a Jason Norton de la corbata y se inclinó sobre él.

-Pare esa bomba!

-No se puede parar. Lo siento. El edificio aguantará. Solo volarán unos cuantos pisos.

Mulder se dio media vuelta y corrió hacia las escaleras con el teléfono pegado a la cara.

-¡¿Scully, en qué piso estás?!

-No lo sé. Creo que había pasado el piso 50. Voy a intentar abrir las puertas manualmente!

Siguió corriendo escaleras abajo y descendió varios pisos. Se paró frente al cartel que indicaba que estaba en el piso 56 y miró hacia la zona de ascensores.

-Vamos, Scully. Necesito alguna señal. Se nos acaba el tiempo!.

Oyó golpes metálicos que provenían del piso de abajo y volvió a correr por las escaleras, saltándolas de 2 en 2. LLegó al piso 55 y vio que las puertas de uno de los ascensores estaban a medio abrir. Corrió hacia ellas.

-¡Scully!-gritó, guardando el teléfono.

-¡Aquí! ¡Estoy atrapada entre los dos pisos! -gritó ella.

-¡Aguanta! ¡Voy a sacarte de ahí!

Mulder se tiró al suelo e introdujo medio cuerpo por la pequeña abertura. Miró hacia abajo y vio a Scully intentando trepar. Le tendio la mano y la agarró del brazo para ayudarla a subir. Cuando por fin la sacó del hueco del ascensor se oyó una fuerte detonación y todos los cristales estallaron. Parte del techo se les vino encima y todo se llenó de humo.

Mulder se levantó del suelo tosiendo y ayudó a su compañera.

-¿Estás bien?

Ella hizo un gesto afirmativo y se acercó a una de las ventanas. Fuera la tormenta había amainado y ahora lo que caía del cielo eran miles de trozos de papel en suspensión provenientes de los pisos superiores.

Ambos permanecieron unos instantes mirando por la ventana. Finalmente, Scully habló.

-Aún tenemos que bajar 54 pisos.

-Sí, está siendo una mañana algo atípica.