Título: La Bahía del Silencio.
Categorías: FrienShip.
Advertencias:
Capítulo: 1/1.
Todos los personajes de la Serie South Park le pertenecen a Trey Parker & Matt Stone.
®ShinigamiJazzDark89
La Bahía del Silencio
Las olas azotaba el muelle. Las gaviotas emitían sus usuales ruidos.
Eran las nueve de la mañana y un niño de unos ocho años, se hallaba sentando sobre la arena. De sus infantiles mejillas se deslizaban lágrimas saladas, enfrente del pequeño había una cubeta y una pala para hacer castillos de arena. Pero, la pala estaba rota y por esa razón el pequeño rubio lloraba en silencio. Nadie estaba a esas horas en la playa y los padres del niño jamás le dieron mucha importancia a lo que su hijo hiciera o dejase de hacer. Vestía un traje de baño color verde limón y sus orbes eran de un verde esmeralda, pero sus ojos ahora estaban rojos por el llanto.
Sólo el mar era testigo de esa penosa tristeza.
U hombre de veintiséis años, empezaba a caminar mientras que sus pies eran mojados por el tacto del agua fría, a esa hora estaba tan helada que esa sensación lograba tranquilizar a Craig Tucker. A lo lejos pudo visualizar a un niño sentando, parecía triste por algo. Apresura su paso y llega hasta donde esta esa pequeña bola que no dejaba de temblar.
— ¿Estás bien, pequeño? —pregunta el mayor, el niño se sobresalta y voltea a ver al dueño de esa voz grave, observa como el mayor lo miraba con preocupación y voltea nuevamente para que no notase sus mejillas sonrojadas y sus ojos rojos por el llanto. Nadie debía verlo llorar; sus padres le habían dicho centenares de veces que ante los demás jamás debía llorar porque lo creerían un niño débil y fácil de manipular.
Rápidamente asiente, rogando internamente que el hombre se fuera lo más rápido posible para así continuar llorando.
El pelinegro observa el juego de playa y entiende al instante la tristeza del infante. Se pone de cucillas para quedar a la altura del menor.
— ¿Por qué no continuas jugando, pequeño? — dice amablemente el pelinegro, acaricia sus cabellos rubios con ternura para así calmar los temblores constantes del rubio.
—Señor, por si no lo ha notado…, la pala está rota y ya no puedo jugar con algo que está roto.
Craig sonríe por la inocencia del menor y toma la pala junto con la cubeta de color celeste. Comienza a escavar con la pala y hace un agujero en la arena, después con la arena llena la cubeta para después voltear rápidamente la cubeta para construir un insignificante castillo de arena. Ve una concha cerca y la pone encima del recién construido castillo.
—Habías dicho que ya no servía y cómo puedes observar…, acabo de hacer un castillito con la pala que está rota y con la cubeta. Además si la pala se halla rota puedes usar tus dos manitas para llenar la cubeta con la arena.
—Pero…
—Pequeño, cuando un objeto se rompe puede todavía servir. Imagina a un niño que haya nacido con cualquier discapacidad ¿ya no sirve sólo por haber nacido así? Toda persona al igual que un objeto no siendo perfecto ¿ya no sirve? Recuerda pequeño rubio que nada ni nadie es perfecto, ni tú ni yo lo somos. Pero ese detalle nos hace a ti y a todo ser viviente en este maravilloso mundo especial y único.
The End
N/A: Historia que nació cuando el profesor de T.L.R (Taller de Lectura y Redacción) nos pidió que escribiéramos una pequeña historia pero que al final nos diese un mensaje que pudiésemos aplicarlo en nuestra vida diaria. Espero que haya sido de su agrado esta lectura.
Shinigami Out.
