Disclaimer: Ninguno de los personajes de Naruto me pertenecen.

1/40 -- Número total de capítulos (No, no me equivoqué. Mi cabeza se permitió explayarse. No yo, no la controlo :P)

¡Hola a todos! Bueno acá estoy de vuelta con una nueva historia que en este caso se llama "Sentimientos viajantes". Bueno queda claro que es un ShikaIno, aunque también tiene en un menor porcentaje NejiTen, NaruHina y SasuSaku. Para que quede claro, es principalmente un ShikaIno. Eso quiere decir que la historia va a desarrollarse principalmente, pero hay un poquito para todos los gustos (o casi todos). Bueno, como siempre quería decir (para los que saben recordar y para los que no avisar) que yo actualizo todas las noches. Sin excepción, es una promesa que pienso cumplir. Y desde ya agradecerles a todos los que lean. Porque creo que a nadie le sobra tiempo para andar perdiendo y la verdad, que inviertan tiempo en leer mi historia me hace muy feliz. Por eso les agradezco eternamente. Y si no es demasiada molestia, me gustaría saber su opinión. ¡GRACIAS A TODOS! ¡¡Nos vemos y besitos!!


Sentimientos viajantes

I

"Tonto sin remedio"

Era tarde en la noche, el firmamento inmensamente negro, salpicado de pequeños destellos de plata. Sobre ellos se alzaba una imponente luna de bronce que con sus haces dorados iluminaba tenuemente las calles de la aldea. En aquellos momentos no había nadie más que ellos, era de suponerse que a tan avanzadas horas no hubiera gente paseando.

Shikamaru bostezó, ni siquiera ellos tendrían que estar allí. Es decir, si no fuera por la misión que habían tenido que realizar, y de la que recién estaban regresando, estaría en su cama durmiendo. Descansando como debería ser, por un momento maldijo a la Hokage ¿Por qué lo había elegido a él? ¿Por qué siempre a él? Estaba exhausto ya de tantas misiones, y aún su jornada no se acababa…

—¡Qué problemático! —exclamó de repente el muchacho, sus palabras resonaron en el enorme silencio y el joven que caminaba junto a él se volteó a mirarlo. Shikamaru siguió rezongando— Ya son las 11 y ni siquiera podré dormir cuando llegue a mi casa porque aún tengo que hacer este fastidioso informe sobre misión para la Hokage. Mujer problemática ¡¿Acaso no puede esperar?! —Chouji rió.

—Supongo que no, si quieres yo lo hago…

—Gracias —exclamó realmente agradecido por el gesto de su amigo más en cuestión de segundos su sonrisa decayó— pero como líder me corresponde a mí.

El castaño lo miró con pena y respondió— Lo siento.

—Yo también, supongo que no puedo escaparme de esto —el Akimichi asintió y ambos siguieron caminando un largo rato en silencio, la oscuridad de la noche daba al ambiente una sensación de paz indescriptible, que el moreno realmente apreciaba.

Levantó la mirada, sus ojos almendrados se perdieron de repente en la inmensidad del cielo. Por efímeros segundos se dejó relajar, permitió a su mente dispersarse de las ocupaciones que lo abrumaban. Sabía que cuando llegara tendría que seguir trabajando pero al menos, en esos momentos, podía permitirse de alguna forma descansar.

Entonces Chouji volvió a hablar, sacándolo completamente de su trance temporal.

—Dime ¿Competirás en el torneo mixto? —preguntó de repente, en ese momento el moreno recordó el evento que la ciudad venía planeando hacía meses. Los preparativos estaban listos y la competición tendría lugar en un par de días.

El torneo en efecto era similar al que habían realizado años atrás, cuando ellos eran Genin y tenían sólo 12 años. En aquella época Shikamaru ya era Chunin, a diferencia del resto de sus compañeros, y aún así la competición no lo había atraído en lo más mínimo. De hecho, había preferido contemplar las nubes y dormir que intentar combatir. Y así lo había hecho, en medio del evento se había escabullido a la terraza, donde siempre solía ir de niño, y se había acostado a dormir. Inclusive había arrojado su cristal al aire, nunca supo a donde había caído. No le importó tampoco, y es que realmente no tenía motivación para esas cosas. Exigían demasiado esfuerzo y él solo quería descansar.

—No lo sé —contestó rascando la parte trasera de su cabeza—. ¡Todo eso es demasiado problemático! ¿Tú Chouji? —el Akimichi asintió con desgano.

—Competiré con mi padre, ya sabes, la nueva regla es que se compite en parejas.

—De hecho, no lo sabía. —admitió, así era el interés que compartía por el asunto que ni siquiera se había molestado en averiguar las condiciones. Tampoco sabía las reglas o el premio en cuestión—. Entonces supongo que eso me deja fuera del torneo, si tú no compites conmigo.

—Supongo… Yo tampoco tengo muchos ánimos con el asunto, es decir, preferiría competir contigo.

Y así era, desde que eran niños, desde aquella vez en la terraza donde se habían conocido, ambos jóvenes habían sido inseparables. Mejores amigos e íntimos confidentes. No había nadie que comprendiera mejor a Chouji que Shikamaru, así como tampoco había alguien en el mundo que conociera más al Nara que el Akimichi. Sólo había habido alguien más en la vida del moreno capaz de comprenderlo: Asuma. Él había sido la única persona que había llegado a conocerlo a fondo. Que se había adentrado en sus vicios y fascinaciones (el Go y el Shogi), que había tenido fe en sus habilidades. Que había creído en él como nadie antes lo había hecho, ni siquiera él mismo.

Seguro, a veces su sensei había sido exigente con él. Asuma lo había forzado repetidamente a intensos entrenamientos que el chico sólo catalogaba como "problemáticos e innecesarios". Pero también era cierto que Shikamaru le debía la vida a su sensei, en repetidas ocasiones él lo había salvado (una de ellas durante el examen Chunin, tras la persecución a Sasuke). Y él no había podido, cuando Asuma lo necesitó él le falló. De la peor forma y el resultado fue inminente, el hombre había muerto. Su vida se había extinguido, su fuego apagado y todo había sucedido ante sus ojos. Bajo sus capacidades, él no había podido.

—¿Estás pensando en él? —preguntó de repente el castaño, mirándolo fijo con sus pequeños ojos como rendijas. El moreno lo miró sorprendido, ambos sabían a quien se referían con "él", y Chouji sonrió—. Te conozco de siempre y cada vez que lo recuerdas tienes esa mirada en tu rostro, esos ojos. La misma expresión de aquella vez, pareciera como si lo vieras morir una y otra vez en tu cabeza, quizá sea así ¿Me equivoco?

—No —admitió de forma funesta, su voz casi en un susurro que pareció fantasmagórico. Chouji bajó la mirada con tristeza.

—Sabes que no fue tu culpa ¿Verdad? —preguntó el castaño con la voz quebrada. El moreno escondió sus ojos de la mirada de su amigo y murmuró:

—Podría haber hecho más. De todas formas ya no importa —respiró profundamente y levantó la cabeza al cielo—, ya pasaron muchos años ¿Verdad?

—Ya pasaron tres, no sé si son muchos o pocos. A veces ni una vida es suficiente para reponerse de una muerte.

El Nara asintió aún con dolo en su mirar y volvió a contemplar el oscuro firmamento, las estrellas brillaban intensamente. Suspiró y de pronto notó que se encontraba en la entrada de su casa.

—Bien, acá me quedo Chouji —dijo volviéndose a su amigo, el Akimichi asintió.

—Si, yo me voy ya. Tengo hambre —el moreno sonrió. De alguna forma, sin siquiera palabras de por medio, Chouji era siempre capaz de hacerlo sentir mejor.

—¡Adiós Chouji! —el Akimichi se despidió con un gesto de la mano y sin siquiera voltearse a mirarlo empezó a alejarse, de camino a su hogar. Donde sus padres lo esperaban.

Volvió a contemplar una vez más la intensa oscuridad que se extendía sobre su cabeza y suspiró, estaba agotado. La misión lo había drenado por completo, recordar la muerte de Asuma lo había dejado con un desagradable sabor agridulce en la boca y una espesa sensación de soledad en el pecho. Ahora más que nunca necesitaba descansar, y quizá fumar un cigarrillo. Sería sólo uno.

Entró a su casa, adentro se encontraban sus padres esperándolo. Inmediatamente al verlo su madre comenzó a gritarle, él la ignoró, no sabía porque esta vez le reprochaba pero la mujer siempre parecía tener una razón justa para hacerlo.

Así que se despidió y en silencio se dirigió a su habitación, al abrir la puerta la sintió fría. La soledad que ahora acarreaba a la espalda daba la sensación de adueñarse también de su cuarto, más la ignoró. No podía darse el lujo de perder el tiempo, ni siquiera en digerir sus sentimientos.

Bostezó, se sentó en su escritorio, encendió la lámpara sobre él, tomó unos pergaminos que tenía a su lado y un bolígrafo —Qué aburrido…

Finalmente rendido a sus obligaciones se inclinó sobre la vieja mesa de madera y comenzó a escribir, revisó algunos viejos archivos para completar el informe y siguió escribiendo. Varias hojas pasaron completadas con su caligrafía, en ellas se leían los detalles de la misión.

De pronto el crujir de la puerta lo distrajo, levantó la mirada de la pila de papeles frente a él y se sorprendió de ver allí, no muy lejos de él, a Ino. Sus ojos le ardían del cansancio, los frotó. Quizá estuviera alucinando.

Pero la muchacha seguía allí, sonriendo alegremente. Shikamaru dejó escapar un suspiro de lamento. ¡Justo lo que le faltaba! Con todo el trabajo que tenía, ahora tendría que parar y encargarse de la rubia. Con lo que deseaba descansar, ahora estaba seguro de que no podría.

—¡¿Qué clase de saludo es ese?! ¿Ni siquiera un hola o una sonrisa? NO pareces muy feliz de verme… —no lo estaba, no era un buen momento para él.

—No es eso —mintió, aunque no del todo, realmente no le molestaba la presencia de ella. Sólo a aquellas horas y cuando estaba trabajando—, es que tengo que terminar esto para mañana —señaló los papeles frente a él y la muchacha sonrió, tomó una silla y se sentó junto a él.

—Bien, tú sigue. Prometo no molestarte —él la miró con desconfianza ¿Acaso eso era posible? Pero finalmente accedió, después de todo no tenía otra opción.

—Bien.

Y si decir más volvió la cabeza a la pila de papeles, otra vez la vista comenzaba a arderle. El cansancio estaba haciendo estragos en su cuerpo, la espalda ya le dolía por la mala postura y las letras frente a él parecían dar vueltas.

De pronto la voz aguda de ella rompió el silencio.

—¿Cómo estás? —él la miró con el seño fruncido.

—Fastidiado, sucio, hambriento, cansado. Recién regresé de una misión y ahora tengo que quedarme toda la noche haciendo esto. Ni siquiera pude cenar o darme un baño ¿Cómo te parece que estoy? —la muchacha hizo una mueca de reproche.

—¡Ey! Yo sólo preguntaba, no tenías porque descargarte conmigo —él suspiró.

—Lo siento, pero dijiste que te quedarías callada —le recordó. Ella sonrió y volvió a cerrar la boca, el silencio se adueñó una vez más de ellos y Shikamaru pudo volver a su trabajo.

Quince minutos pasaron e Ino volvió a hablar.

—¿Cómo fue la misión? —él cansado levantó la mirada con pesadez y la miró indignado ¿Acaso ella nunca sabía callarse? No sabía porque se lo preguntaba, pues sabía la respuesta.

—Bien Ino, bien.

—¡Oh que bien! ¡Me alegro! —él asintió y volvió a los papeles pero al segundo que la punta de la pluma tocó el pergamino, Ino volvió a hablar.

—¡¿Qué Ino?! ¡¿Qué?! —exclamó harto de la situación, sólo quería irse a dormir ¿Acaso era mucho pedir? ¿Un poco de paz y tranquilidad?

—Nada —dijo sonriendo, él negó con la cabeza.

—Dime ¿Por qué estás acá, en mi casa, a estas horas? No creo que sea para visitarme a mí, así que dejemos esto y vayamos al grano ¿Qué quieres? —la muchacha fingió inocencia y haciendo pucheros murmuró.

—¡Qué malo eres Shika! ¿Por qué piensas que quiero algo?

—Porque siempre es así. Ahora ¿Qué es?

—¡Compite conmigo en el torneo de combates mixtos! —gritó de repente, él la miró aburrido y volviéndose al escritorio continuó con el papeleo. Ino lo miró indignada, si había algo que odiaba era que la ignoraran—. ¡Shikamaru!

—¿Qué? —exclamó el finalmente dándose por vencido y dejando la pluma sobre el escritorio, hasta que ella no se fuera no podría terminar. Eso era obvio.

—¡Te pedí algo!

—No, no lo hiciste. Sonó más como una orden y no dijiste "por favor" —ella puso los ojos en blanco. Realmente Shikamaru era un pesado, pero era su única esperanza.

—¡Bien! Compite conmigo en el torneo de combates mixtos, por favor —repitió de nuevo recalcando las últimas dos palabras. El chico sonrió.

—Mejor —ella volvió a mirarlo exasperada ¿Acaso Shikamaru estaba jugando con ella?

—¿Y, competirás conmigo o no?

—No.

—¡¿Qué?! ¡Pero dijiste…! ¡Hasta dije por favor! —él rió la contempló encolerizar.

—Nunca dije que aceptaría —explicó divertido, luego agregó en un tono algo más perezoso— la verdad es que no me interesa el torneo.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Porque es problemático.

—¡¿Acaso no quieres ganarte las vacaciones?! —él volvió a mirarla. Ella forzó una sonrisa en señal de ruego.

—No sabía que ese era el premio —confesó aún aburrido ¿Por qué simplemente no se rendía y se iba? Él sabía la respuesta; porque se trataba de Ino. Ella nunca se daba por vencida, menos aún cuando realmente quería algo.

—¡¿En qué mundo vives?! ¡Claro que ese es el premio! —exclamó horrorizada de la ignorancia de su amigo.

—De todas formas, no —volvió a repetir.

—¡Oh vamos Shika! Será divertido…

—Mmm… —fingió considerarlo un momento, luego volvió a negar rotundamente— No.

—¡Hazlo por mí!

—No, Ino no ¿No tienes a nadie más a quien molestar? ¿Como Sakura o alguien?

—¡No, quiero competir contigo! —él la miró extrañado.

—¿Conmigo? ¿Y se puede saber porque conmigo? —ella sonrió, de alguna forma algo detrás de su sonrisa lo asustó. Sabía que Ino siempre planeaba algo y temía que ocurrencia loca podía salir de su boca.

—Por que eres jounin y eres inteligente. Si compito contigo tendremos más posibilidades de ganar ¿No te parece que necesitas unas vacaciones?

Debió habérselo imaginado, que aquellas eran las verdaderas razones de la muchacha. El asunto no tenía nada que ver con él, como siempre, se trataba de ella. De hecho, estaba seguro que si hubiera alguien mejor capacitado para estar en pareja con ella en el torneo, Ino ya estaría en su casa y no la de él. Shikamaru no era más que una herramienta para conseguir lo que quería, se sintió decepcionado pues por un momento había llegado a pensar que Ino realmente quería competir con él.

Pero era irremediable.

—Bien.

Dijo finalmente, no sabía porque lo había hecho pero a pesar de saber la cruel verdad le había dicho que si. Quizá fuera porque estaba cansado o quizá se debiera simplemente al hecho de que no podía decirle que no. Fuera lo que fuera, la muchacha había logrado su objetivo. Era un tonto, lo sabía, pero no podía evitarlo. Además, si no le daba una afirmativa Ino jamás se iría.

—¡¡Gracias Shika!! —exclamó de felicidad, el muchacho sólo la miró entre aburrida y cansado.

—Bien, ahora vete. Tengo que terminar esto o Tsunade me matará y no podré competir contigo.

La muchacha sonrió, le dio un cálido y fuerte abrazo y salió dando pequeños saltitos de la habitación. El moreno simplemente la observó desaparecer, cuando ya no estuvo a la vista bajó de nuevo la mirada a los papeles y las palabras salieron solas de su boca:

—¡Soy un idiota!