Disclaimer: Yami no Matsuei pertenece a Yoko Matsushita. La historia original pertenece al AU 'One Thirteen' de Leareth. Yo sólo la leí, la disfruté y la traduje.

Traductor: Esta historia es un poco más amable con Tatsumi... al final. Tal vez. Ni modo, soy fan del Tatsumi bashing (del Tatsumi todo, para que me hago), ¿por qué, si no, estaría traduciendo este tipo de historias? ¡Go Tats!

Gracias a Raquel y LeiserEngel, por ser mis betas y mis amigas. A Leareth por tener la amabilidad de permitirme traducir sus historias.

¡Sombras, a mi!

Puertas Cerradas
Por Leareth (Traducción: Schatten aka Yakin W.)

Parte Uno

Tatsumi tenía esa mirada de nuevo, notó Hisoka. No estaba siendo obvio, pero considerando la atmósfera alegre y amigable del momento, el silencio del secretario sobresalía como un Terazuma transformado en una fiesta.

Era el receso del mediodía en la División Shokan, y todos se habían juntado en el hospital temporal a visitar a Tsuzuki. Hisoka, como de costumbre, estaba sentado en una silla a su lado, sin decir mucho más de lo que su característico temperamento permitía, mientras Watari le contaba feliz a Tsuzuki sobre su último experimento, ilustrando la descripción lo mejor que podía con sus manos y 003. Al extremo de la cama, Wakaba ignoraba las miradas de incomodidad de Terazuma y estaba cortando rebanadas de pastel para el grupo guardando la pieza más grande para el paciente. Saya y Yuma, para alivio de Hisoka, estaban peleando para ver quién alimentaba a Tsuzuki. Estar consintiendo al shinigami confinado al hospital les había sacado de la cabeza la idea de vestir a Hisoka para que pareciera un pastel de bodas, al menos por el momento. Incluso los hermanos Gushoushin estaban ahí, tomando ventaja de la invalidez de Tsuzuki para sermonearlo sobre los problemas del comportamiento destructivo. Tsuzuki no dijo ni pío. Le interesaba mucho más el pastel que sostenía Wakaba.

Hisoka se desconectó de las conversaciones que había alrededor de la cama y se arriesgó a mirar de nuevo a Tatsumi. El alto shinigami estaba parado enseguida de la puerta, acechando. No había otra manera de describirlo. Tenía los brazos cruzados frente a su pecho y estaba recargado en el marco de la puerta mirando a Tsuzuki fijamente. La mirada en sus ojos era desconcertante. No era la mirada de '¡Tsuzuki-san ha puesto el presupuesto en números rojos otra vez!', no era la mirada de 'Tsuzuki-san, coma propiamente, está ensuciando todo', no era la mirada de 'Tsuzuki-san, es tan entretenido molestarlo', no era siquiera la sonrisa amable y dulce que había visto a Tatsumi dirigirle a Tsuzuki cuando creía que nadie estaba mirando. Hisoka nunca antes había visto esa expresión en el rostro del secretario. Era casi ilegible excepto por los penetrantes ojos azules. Se veían opacos detrás de los lentes, casi atormentados. Pero aún así estaban fijos en Tsuzuki, con la intensidad de un sol, excluyendo a todos los demás en el cuarto.

"Mi relación con Tsuzuki-san... ¿le molesta?"

El pastel fue ofrecido; Hisoka tomó un plato ausentemente. Bien, ¡por supuesto que su relación le molestaba! No eran celos, lejos de eso, le importaban demasiado sus amigos como para preocuparse por algo tan insignificante; era el hecho de que lo que fuese que hubiera habido entre ellos dos hacía tantas décadas seguí ahí, como una piedra en el zapato, e igual de doloroso. Oh, la situación había mejorado desde el incidente con el libro de historias del Conde, claro, pero le parecía a Hisoka más un paso en la dirección correcta que algo definitivo. Luego había sucedido el desastre en Kyoto, y después las pesadillas de Tsuzuki. No habían ayudado en nada. Y luego Tatsumi había tomado ese extraño viaje de negocios del que parecía odiar hablar...

De hecho, ahora que Hisoka lo pensaba mientras se comía el pastel, el extraño comportamiento de Tatsumi había comenzado cuando había vuelto del viaje.

Tsuzuki rió de algo que dijo Yuma, y Hisoka se percató de que Tatsumi parecía sonreír un poco. Pero aún se negaba a acercarse más. De hecho, había estado evitando descaradamente a Tsuzuki últimamente. No sintiéndose bien dejando solo a Tsuzuki de noche, Hisoka y Watari habían estado haciendo turnos para cuidar a su amigo. Sólo él y Watari. Hisoka había pensado que Tatsumi habría estado más que dispuesto a ayudar, pero cuando le avisaron al secretario de su idea, Tatsumi se había negado secamente sin dar ninguna razón. Hisoka había estado demasiado sorprendido para discutir; Watari por otro lado no podía creer lo que escuchaba, y ver al científico rubio enojarse tanto había sido de cierta forma un privilegio. Pero Tatsumi había permanecido inamovible, y en resultado Hisoka y Watari habían tenido que compartir guardias entre ellos. Habían estado haciéndolas por poco más de una semana, y Hisoka por su parte estaba exhausto por la falta de sueño.

De cualquier manera, aunque Tatsumi no quería tener nada que ver con el cuidado de Tsuzuki, aún iba de visita, pero sólo durante el receso del mediodía cuando todos los demás iban también. Según lo que Hisoka sabía, el secretario no había hecho ninguna visita personal a Tsuzuki desde el viaje de negocios hacía una semana, y Tsuzuki estaba comenzando a preocuparse. El secretario siempre parecía tener una excusa para no ir. Hisoka siempre había sabido que Tatsumi era un adicto al trabajo, pero de verdad... las cosas se estaban saliendo de proporción. Estaba comenzando a irritarlo, por que sabía que había otra razón por la cual Tatsumi estaba esforzándose para evitar a Tsuzuki, pero no podía adivinar cuál era. Sin embargo, no iba a preguntar. Tatsumi no era exactamente una persona con la que fuese fácil comunicarse, y eso era decir poco. 

"Aún queda pastel, ¿quién no ha comido?" preguntó Wakaba. Seis shinigami y dos Gushoushin levantaron tenedores llenos de pastel. Ella sonrió, y luego se dio cuenta de que había alguien más.

"¡Tatsumi-san, venga y tome una rebanada!".

Hisoka observó cuidadosamente a Tatsumi. El alto shinigami pareció sorprenderse cuando se dirigieron a el, como si apenas se diese cuenta de que había otras personas en el cuarto, pero recobró el control tan rápido que Hisoka dudó que alguien más aparte de él se hubiese dado cuenta. "Ah, no gracias, Wakaba-san. No tengo hambre."

Saya y Yuma parpadearon confusas, y se quejaron. "¿Qué quiere decir con 'no tengo hambre'?" demandó Saya. "¿Cómo puede no querer pastel? ¡Especialmente de chocolate!."

"¡Sí, Tatsumi!" Watari movió su tenedor de un lado al otro como si estuviese ofreciéndole carnada a un ave. "¡Es pastel de chocolate! ¡Pastel de chocolate hecho por Wakaba-chan!."

Tatsumi sonrió y negó con la cabeza. Hisoka se preguntó si nadie más estaría considerando que el shinigami estaba negando con la cabeza porque era una forma conveniente de evitar el contacto visual.

"Tatsumi."

Hisoka observó a Tatsumi envararse. No sabía si Tsuzuki lo había notado.

"¡El pastel está delicioso, Tatsumi!" dijo Tsuzuki alegremente. Su rostro estaba cubierto de chocolate y estaba sonriendo como si fuese Navidad. "¡Tienes que probarlo! Mira, hice que los demás te dejaran un pedazo bien grande."

Hisoka esperó, aguardando a que Tatsumi dijera algo sobre los malos modales de mesa y se acercara a limpiar el rostro de Tsuzuki.

Tatsumi ajustó sus lentes, evitando la mirada de todo el mundo. "No gracias, Tsuzuki-san. No tengo hambre."

Aceptar el pastel significaría acercarse a la cama donde estaba Tsuzuki.

"Aw, vamos, Tatsumi. ¿Por favor?".

Algo se asomó por un momento en los ojos de Tatsumi antes de que éste se diera la vuelta. Los ojos verdes de Hisoka se abrieron desmesuradamente cuando sus habilidades empáticas detectaron una extraña lectura del shinigami, como un repentino viento helado en la noche...

"Dije que no tengo hambre," contestó Tatsumi ligeramente cortante. Por un segundo sus ojos se centraron en Hisoka, y el joven shinigami sintió su rostro encenderse al darse cuenta de que sus observaciones habían sido descubiertas. "Ahora si me disculpan, tengo trabajo que hacer." Abruptamente, dio la vuelta y rápidamente dejó el cuarto.

Siete shinigami y tres aves lo miraron irse.

"¡Bueno, vaya!" dijo Saya indignada.

"El pobre de Tatsumi trabaja demasiado," comentó Yuma.

"Probablemente tenga algunos presupuestos que cortar," gruñó Terazuma , más interesado en comerse el postre que Wakaba le estaba dando.

"¡No el presupuesto de la biblioteca!" clamaron los Gushoushin.

Hisoka se mantuvo en silencio, tratando de ubicar lo que había sentido del maestro de las sombras. No fastidio, ni preocupación, sino... ¿miedo?

El empata parpadeó dos veces. Miedo era una de las últimas cosas que esperaría sentir de Tatsumi. Ciertamente no miedo a Tsuzuki. En realidad, no, Tatsumi no estaba asustado exactamente de Tsuzuki, pero el shinigami de ojos púrpura era seguramente una gran parte de lo que estaba mal con Tatsumi.

Miró a su compañero de reojo. La sonrisa usual de Tsuzuki había desaparecido y el resto del pastel estaba olvidado en su regazo. Sus ojos estaban dolidos mientras miraba hacia la puerta.

Del otro lado de la cama, Watari siguió la mirada triste de Tsuzuki hacia la puerta por la que Tatsumi se había ido. El rostro del científico se oscureció, y miró enojado hacia el pasillo.

"¿Cuál demonios es su problema?" gruñó.