Disclaimer: Ninguno de los personajes aquí narrados me pertenecen. Son propiedad de LJ Smith, The CW, The Vampire Diaries.

N/A: Este fic participa del Reto "Juguemos al Universo Alterno" del foro "The Vampire Diaries: Dangerous Liaisons".

1er lugar en el Reto "Juguemos al AU".


Rendición o Muerte

primer capítulo

SXVI, Bristol, Inglaterra.

En el segundo piso de un burdel, Caroline peinaba su cabello encrespado y lo recogía con un lazo. La noche había sido tranquila, Rosemarie nunca la había presionado como a las demás, sabía que no disfrutaba con eso. Ella veía en ese lugar una casa, no una habitación en la que esperar a que un hombre quisiera tener sexo con ella a cambio de un par de monedas. El trato favorable que le dedicaba la dueña de la casa se debía a que la encontró mendigando cuando todavía era una mocosa huérfana y despeinada. Rose siempre hacía hincapié en el pelo "el cabello es la clave, marca la diferencia entre una puta barata y una señorita a la que los hombres quieren cortejar". Contuvo agua entre sus manos, cerró los ojos y se mojó la cara. Le gustaba sentir el rostro fresco y limpio por las mañanas en vez del falso y maquillado de las noches.

-¡Todo!- gritó una voz áspera y grave. Caroline volcó un frasco al sobresaltarse y avanzó unos pasos hacia la ventana, hasta que pudo contemplar la escena. Nada raro en esa parte de la ciudad, un grupo de piratas saqueando a un pobre hombre.

-No está en juego su honor, está en juego su vida, "caballero". – ironizó uno de los piratas en una media sonrisa mientras sostenía un sable bajo el cuello de su víctima. Tenía un pañuelo rojo atado en el brazo izquierdo y una trenza de cuero muy larga en la parte más baja del cabello.

-No hay tiempo para esto.- añadió un pirata de pelo rubio con tranquilidad y una sonrisa en los labios.

-Tienes razón. Enzo, Kol, no podemos entretenernos más con este amable señor, debemos encontrar a Helena. ¡Muchas gracias por sus donativos! –sobreactuó el que llevaba el torso al descubierto.

Caroline pudo escuchar un disparo y varios golpes fuertes en la planta baja de la casa y estuvo indecisa entre ir a la habitación contigua de alguna de sus compañeras o quedarse en la suya, quieta y en silencio. Eligió la primera opción y avanzó sigilosa pero con decisión hacia la puerta. La abrió con rapidez y se le heló la sangre. Cuatro piratas se alzaban ante ella, con una mueca cruel y divertida en el rostro.

El rubio tenía fuertemente agarradas de los brazos a Bonnie y Rebekah, y exigió con voz calmada que se encargaran de ellas.

-Eso implica jugar con ellas, ¿verdad, Matt? –preguntó el más moreno de los cuatro frente a la habitación de Lexi, contigua a la suya.

-La única puerta cerrada debe ser la de la princesa, yo me encargo de ese bocadito.

- Bien. Enzo la puta del centro, Damon la princesa, y tú Kol te encar…

-Sé perfectamente qué hacer.-le cortó el pirata del pañuelo rojo mirándola fijamente con una media sonrisa. Caroline escuchó el gritó de su amiga Lexi y un portazo, al mismo tiempo que aquel hombre avanzaba hacia ella lentamente sin apartar la mirada. Unos ojos rasgados color café que parecían tener una especie de atracción sobrehumana. No podía más que retroceder asustada. Se había fijado en su trenza y el pañuelo alrededor del brazo, pero hasta entonces no se había percatado de una fina cicatriz que tenía en la parte izquierda del rostro. Eso sólo le daba un aspecto más peligroso. Su media sonrisa parecía capaz de desatarle el vestido y pensó que lo mejor sería fingir seguridad.

-No voy a acostarme contigo a cambio de unas monedas robadas. He visto lo que has hecho, y es despreciable.- dijo como una damisela estirada, sin mirarle y señalándole con un dedo.

La única reacción por parte de Kol fue ensanchar más su sonrisa y achicar más sus ojos de gato. Había sido una tonta pensando que podría engañar a un pirata, así que corrió hacia la ventana para pedir ayuda. Pero al oír aquella voz cortante, remarcando cada palabra de una forma (aunque le costara admitirlo) muy atractiva, se quedó paralizada.

-Preciosa, te estoy secuestrando, tendremos sexo si me apetece, con cualquiera de vosotras por cierto. Además, esas monedas le han costado la vida, no seas egoísta.

En un último intento corrió hacia el lado contrario para escapar por la puerta. Kol se abalanzó sobre ella sujetándola por el brazo, con la mirada clavada al frente y la mandíbula apretada.

-Creo –gritó a la vez que golpeaba con su puño la puerta en que la tenía aprisionada, provocando que a Caroline se le escapara un gritito ridículo y temblara como un cervatillo.- que he hablado suficientemente claro. Eres una testigo, así que vienes con nosotros.

-No diré nada, lo juro.-susurró de carrerilla.

-Una fulana no puede mantener la boca cerrada, guapa.- añadió disminuyendo la presión con la que la retenía, a lo que Caroline contestó con una bofetada en el pétreo rostro masculino.

-Soy una dama y tengo dignidad. Así sea un hombre o cien los que hayan pasado por mi cama. Prefiero ser una puta a un asesino ladrón.-le insultó a pocos centímetros del rostro.

Kol soltó su brazo para agarrarla del pelo con rapidez, volteándola de espaldas contra su pecho. En la mano derecha sostenía un sable contra el níveo cuello de la joven.

-No me obligues a hacerte daño. Marcar una cara tan bonita sería pecado.-susurró con dulzura a la vez que le acariciaba el rostro con el dorso de la misma mano que cargaba con el arma. –Qué suave.- musitó cerca de su oído. Y cuando ella casi había cerrado los ojos, con una leve carcajada y un tono de voz insultantemente divertido kol añadió "espero que te guste vivir en la bodega de un barco, encanto". Abrió la puerta y la empujó hasta la calle, como si no la hubiera hipnotizado con su tacto y sus susurros unos segundos atrás.

Ya tenían a la princesa Helena, la hija del rey Alaric y la reina Jenna, así podrían liberar a Stefan.

Además Kol se moría por jugar con esa gatita testaruda.


Aquí va este fic sobre Kol, un personaje que me resulta de lo más atractivo porque siempre me han encantado los personajes que parecen crueles y sólo necesitan que alguien confíe en ellos. Y por su mirada rasgada, eso también.

Agradecería vuestra opinión, gracias por leer.

Atentos a los siguientes capítulos.

Abrazo, eos nicté.