''Perla Negra''
Summary: Edward deja a Bella destrozada, pero ella saca su lado oscuro, la perla blanca se ha vuelto negra, para jugar con fuego... Otra vez.
Re—edición.
Sí amas a dos personas...
Quédate con la segunda, por que si en verdad te hubieras enamorado de la primera, jamás te hubieras fijado en él.
—Bella…. ¿estás bien? —preguntó Charlie, mirando con gran curiosidad, definiendo cada uno de mis movimientos.
—Estupendamente bien, nunca en mí vida he estado tan bien —confesé distante e indiferente, él solamente se limito a mirarme atentamente, realmente había cambiado en un escaso lapso de tiempo. Había cambiado de guardarropa e incluso en mí arreglo diario se había añadido el maquillaje—. Él, solamente era un capricho, padre. —dije sin ningún tormento, e incluso él no lograba captar lo que me había sucedido por más tiempo que viviésemos en el mismo techo; ese hecho me hacía darme cuenta qué Edward era un gran actor mereciente de un óscar. Pero, yo no podía engañarme a misma, Edward Cullen era un vampiro despreciable al desearme únicamente por mí sangre.
— ¿Por fin lo has aceptado? —preguntó sorprendido, me eché a reír ante el rostro de Charlie, sin embargo mí risa provoco un disimulado susto por parte de Charlie, quizá por el hecho que me había vuelto un poco oscura. Mis ojos demostraban mí cambio, estos ahora se teñían de un color más oscuro, y mí risa era un poco macabra, pero a su vez seductora para cualquier chico.
—Me he dado cuenta en esté tiempo, que él era solamente una pequeña etapa de mí larga vida… —dije mientras comenzaba a cortar la lechuga para la cena—: Un chico como cualquier otro, uno más en el mundo, e incluso he pensado en salir con Mike, pero tranquilízate, solamente un juego, dentro de unas semanas o días, quizá horas estará botado por algún lugar —hablé aun riéndome.
— ¿Con Mike Newton? —pregunto incrédulo, yo solamente me dedique a asentir con una sonrisa traviesa dibujada en mis labios—. Ese chico da un problema tras otro, el día de ayer llegó a la comisaria aproximadamente en la madrugada por provocar un escandalo publico—dijo Charlie con el ceño fruncido y en un tono malhumorado, mirándome incrédulo.
— ¿Qué? Es el único chico guapo de Forks, aunque te pesé admitirlo —dije terminando de cortar la lechuga, y para sorpresa de Charlie y mía, mis dedos no tenían rastro alguno de sangre como siempre me solía pasar.
—Me niego, no es el único chico guapo de Forks —lo miré como si tuviese cuatro ojos—He oído de unos nuevos chicos que han llegado recientemente al pueblo, los hermanos Salvatore, de hecho, el mayor de los hermanos me ha alterado el orden público ayer… ¡Tiene a todas las chicas muertas por él! —Charlie río.
—Suerte para el chico, supongo que por primera vez Mike ya tiene un "competidor", qué le bajará a todas las chicas qué ignora. ¿Sabes? Apuesto cinco dólares que es capaz de arrodillarse ante ellas y rogarles que no le dejen—aposté, aun riéndome a carcajadas.
—Siendo así, apuesto que es capaz de embriagarse por la misma cantidad —contesto inmediatamente Charlie.
— ¿Cuándo iremos a Port Ángeles? —pregunté, mientras encendía la estufa, lista para comenzar a preparar la cena.
—Mañana, iremos por la despensa; puedes escaparte un rato por allí, una biblioteca es una buena sugerencia, quizá una discoteca… oh de compras —sugirió Charlie mientras se sentaba en su silla usual.
—Quiero ir a una discoteca—solté sin pudor alguno, su cara cambio repentinamente a sorpresa—. Tranquilo, no alterare el orden publico o cosas por el estilo, no tendrás quejas sobre mí, y no deberás sentirte avergonzado que la hija del jefe de policía esté alterando el orden —prometí, con tal que cediera.
—Una cosa debo de agradecerle a ese muchacho, que te haya dado un empujón para ser así… ¡tengo una hija de dieciocho años y mente madura de veintiséis! —festejó con una sonrisa en el rostro.
—Rectifico: de treinta—corregí, sentándome en mí silla preferida, noté como Charlie se extrañaba un poco al ver mí postura digna de una modelo.
—Solamente no te uses ropa escotada para ir a la discoteca—me pidió.
—Has frustrado mis planes—contesté fingiendo tristeza, Charlie se limitó a reír.
—Me alegraría que conocieras gente como el amargado de tú ex novio
—Estoy en desacuerdo, no quiero un patán otra vez—mí humor cambio repentino en malhumorada.
—Concuerdo contigo, solamente que no tenga esa manía de enamorar a mujeres a montón—habló.
—Padre, yo solamente buscó mí "media naranja", quién tenga un corazón digno de amar. Recuerda, no hay que juzgar por las apariencias, por lo que nos da qué quizá es un Don Juan… ¿Un Romeo, quizá? Y si un playboy, es el ideal para mí… ¿qué podemos hacer? ¡Absolutamente, nada! —Charlie gruñó ante mi comentario fuera de contexto, sin embargo no pude evitar echar a reír ante su rostro de emociones que se iban entre enojo, e incredulidad.
—La próxima vez que vea a Edward Cullen, lo descuartizaré pedazo por pedazo—anunció, parándose de su silla y yendo escaleras arriba, seguramente a su habitación. Sin poder contenerme, reí.
—A su paso, ¿por qué no lo felicitas de mí parte? Ya que lo hayas hecho podrás matarle—sí es que puedes, reí.
Escuché como las paredes hacían eco de su bufido de desesperación, causándome solo más risa.
. . .
. . .
— ¡Isabella! —gritó malhumorado—: ¡Baja de una buena vez! Deseo llegar temprano a casa—, desesperado, era así como se escuchaba Charlie, seguramente tendría una cara de pocos amigos, pero era de esperarse, me había tardado una hora o quizá más, en bañarme y otra en arreglarme.
— ¡Voy, voy! —grité bajando las escaleras de un salto.
Charlie se sorprendió al ver mí vestido de tono perla oscuro, el cuál me llegaba a la mitad del muslo, y el escote solamente dejaba ver lo necesario para lucir, sin embargo la suerte estaba de mí lado pues llevaba una chaqueta de cuero negro que contrastaba con mí precioso vestido. Y unos zapatos de tacón de infarto.
Quizá, debí de comentar desde cierto principio que Charlie se había sacado la lotería: Aquel día, Charlie había llegado un tanto tarde, ya qué había arrestado a un loco extranjero, el cuál le había entregado un boleto de lotería, provocando una gran carcajada por parte de Charlie, más nunca se imagino que ese boleto fuera el ganador de una gran fortuna.
Se usó en miles de cosas, tanto como para él, y para mí. Un coche de último modelo para ambos, que valía mucho más que el de Rosalie, pero el caso es, que literalmente era una gran suerte para Charlie, y para mí ese dinero.
—Espera… ¿irás con ese taparrabos? —la incredulidad era lo único que había en su tono y su rostro.
—Padre, te presento a vestido, vestido te presentó a mí padre. Además, la chaqueta lo hará invisible, ¿vale? —dije subiéndome al Lamborgini de Charlie, causando que comenzara a refunfuñar para sí por lo bajo, y de vez en cuando escuchaba un: "La juventud de hoy […] Esto no sucedía en mis tiempos". Reí, sus palabras solo me hacían dudar su edad.
Charlie condujo a una velocidad decente, con el pretexto que no le gustaría que lo detuviera uno de sus colegas por ir a gran velocidad, además de pasar la incomodidad de verle en un coche tan lujoso. Por lo qué indicaba el calendario era verano, y solamente faltaban unas horas para que todo acabará, y él pueblo entero supiera quienes eran los dueños de los coches tan lujosos con las ventanas oscuras.
—Esperó que ninguno de tus "amiguitos" se pase de listo. O, me veré obligado a arrestarlo—en cierto principio, pensé que era una broma, sin embargo el rostro de seriedad de Charlie me demostraba lo contrario. Iba muy enserio.
—Tranquilo, estaré con Ángela, la he llamado ayer por la noche, ella me esperara en la biblioteca. Tú más que nadie, sabes a la perfección que ambas somos responsables, además, ahora ella es mí mejor amiga—terminé confesando.
—Espera… ¿acaso no era Alice? —preguntó confundido.
—Correcto, era Alice, sin embargo en esté tiempo… Ángela me ayudo a mantenerme de pie y con la frente en alto, subiéndome el animó, ¿no crees que es lo mínimo que puedo hacer para agradecerle? Además, Alice debió de dejarme en el olvido, sabes que Alice es un encanto de chica, y pude entablar de inmediato una amistad con alguien que no sea precisamente yo…
El coche se detuvo, cuando llegamos a la esquina en donde se encontraba la biblioteca, y a su paso Ángela, quién me estaba esperando. Bajé del coche de Charlie, cuando su mirada se dirigió a mí, se quedo con la boca abierta.
— ¡Hey, Ángela! —dije mientras que iba caminando a paso lento para estar a su lado.
— ¿Bella…? ¿Bella Swan…?—preguntó, como sí le fuera poco creíble que fuera yo, con una sonrisa burlona asentí—. ¡Dios mío, estás muy cambiada! —comentó mientras me observaba de arriba a bajo, y así sucesivamente.
—Es ley, debo de cambiar, ya pasé una etapa muy dura y nefasta de mí vida… ¿Por qué no cambiar? —contesté.
—Oh… Bueno, vamos— dijo Ángela mientras comenzaba a caminar en dirección a la discoteca. En el transcurso, el camino fue rellenado con risas y anécdotas de ambas.
Cuando por fin habíamos llegado, era lo que me esperaba: una discoteca de mala muerte, pero al parecer era la única que existía en Forks… o al menos la única que Charlie consideraba decente. ¿Cómo serían las demás? Esa, era una buena pregunta, quizá la pregunta del millón.
— ¿Estás segura, Bella? —preguntó, cuando nos introducimos un poco más apartado de la entrada del lugar. Había gente que hacia distintas cosas, había un rincón muy oscuro y apartado de las barras y la pista de baile en donde provenían gemidos. En la pista, bailaban chicos aproximadamente de nuestra edad, bailando muy pegados con sus parejas. En las bebidas, había chicos lo suficientemente ebrios como para causar un desastre.
—Me mantengo firme con mí decisión—respondí—. Vamos a beber algo, ¿no? —pregunté cambiando de discusión.
—Vale, mientras no aceptes bebidas de los desconocidos, estoy de acuerdo—habló, mientras caminaba atrás de mí.
Ambas éramos tímidas e introvertidas, algo que nos aseguraba que entablaríamos una buena y duradera amistad. En mí cabeza, me seguía preguntando él por qué de mí repentina decisión, si quería vengarme de Cullen, me era imposible, solamente haría un tremendo ridículo ante la sociedad; pero estaba claro: Por alguna razón el destino, o quizá Charlie, nos habían traído a está discoteca de mala muerte.
Cuando nos sentamos en la barra, un joven aproximadamente de nuestra edad nos vino a servir. Ángela no despegaba su mirada de la preparación de las bebidas, mientras yo mantenía la mente y vista en blanco…
¡No sabía que pensar! No, desde qué Edward se había ido; sí comenzaba a pensar, todos esos pensamientos estarían marcados por él, su rostro y sus últimas palabras, y siendo sincera no quería mortificarme el día de hoy. Yo tenía la ventaja de tener un futuro, un cambio en esté, ¿y él…? Él, se la pasaría huyendo cada tres o cuatro años de ciudad en ciudad de clima frío y nublado. Así que… ¿por qué darle importancia a él, quién solamente había sido algo fugaz, algo pasajero…?
El joven nos entrego las bebidas, dándole una mirada picara a Ángela, para después mirarme, causando que robará su atención. Bufé, y me limité a rodar los ojos e ignorarle hasta qué se diera por vencido. Realmente, era algo que nunca me solía suceder a menudo, debía de admitir que me subía la autoestima el que los chicos se detuvieran por mirarme y tratar de robar mí atención, pero hasta el día de hoy, ninguno me llamaba la atención.
—Bella, como te mira aquel chico—susurró Ángela mirando sobre mí hombro disimuladamente.
—No creo, quizá te mire a ti—contesté ignorando su comentario.
— ¿Qué dices? Está claro que no—negó poniéndose colorada hasta la coronilla.
—Angela, ¡date una oportunidad! Ben es un idiota al no apreciarte, al ignorarte; en vez de andar tras la cabeza hueca de Jessica, debería darse cuenta que tú vales mucho más que esa Barbie plástica. Puedes enamorar a quién tú deseas, sí pones todo tú empeño en eso. Eres una chica inteligente, guapa y valiosa. Cualquier chico que te ignoré, merece unos lentes de botella —dije bebiendo apenas un sorbo de mí bebida.
— ¿En serio lo crees? —preguntó, con un brillo que hacía brillar sus ojos.
—Por supuesto, pero ante todo, jamás te arrodilles ante ellos, ¡date tú lugar, dignidad mujer! Si no te quieren tal como eres, simplemente no cambies, sé como tú eres o desees, todo aquello le causará remordimiento
Ángela sonrió, pero al mirar detrás de mí aquella sonrisa se lleno de perversidad—: No es por nada, pero aquel chico te come con la mirada, y va en serio—anunció—: Es guapo, de cabello oscuro… ¡no sabía ese lado de ti, eres una experta ligando! Así que por eso querías venir—me guiñó el ojo, causándome una carcajada.
—Ángela, ¿qué tienes en la cabeza? ¿Ligando…? No, que va, jamás lo he hecho, y jamás lo pienso poner en práctica—contesté.
—De esa manera… ¿Cómo conquistaste a Edward? —preguntó sonrojada, pero después tímida—: Lo lamento, sí quieres no…
—No hay problema, el pasado es el pasado—intervine de inmediato—, Puedes preguntarme lo que desees, eres mí mejor amiga y confidente, es lo mínimo que puedo hacer, tú me aconsejaste cuando él, literalmente, me abandonó. Pero acerca de tú pregunta, conquistar a Edward… él es un chico guapo—dije sincera, no deseaba hablar negativamente de él, inventar una calumnia era algo muy bajo, que afectaría mí dignidad—. Cualquiera soñaba con que él la quisiera, sin embargo, al momento de llegar, no me lo esperaba. Él se fijo por sí solo en mí, jamás tuve la intención de seducirle o algo por el estilo, dado que mí autoestima no era muy alta… De hecho, no lo es.
—Sigo sin comprender… ¿Cómo lo superaste… tan pronto? —preguntó Angela aún apenada.
—Era una etapa—conteste sin preámbulos, con un toque ligero de melancolía, ya que por más que me costará admitirlo, aun me afectaba todo lo que había sucedido—. Una etapa hermosa, que se terminó, como debía de ser.
—… ¿Le sigues queriendo?
—Fue mí primer amor—suspiré—: He de admitir que un poco, pero él se fue, y me queda claro que no me amaba, de hecho el me lo había dicho frente a frente, fue una ilusión mía creerme el juego del novio adolescente —Ángela bajo la mirada, un poco apenada ante mis confesiones—. Fue sincero al confesarlo, no todos los hombres tienes esas agallas, Mike es un claro ejemplo, terminar por celular sin dar explicación alguna.
—Por tus palabras, se ve que le tienes cariño y aprecio—comento Ángela ante mis comentarios o quizá halagos hacia Edward.
—Solamente digo lo que es, él siempre me regaló innumerables sonrisas, un amor puro y verdadero en su momento. Sin embargo todo tiene su fin, hasta los libros más hermosos deben tener su fin, y lo nuestro ha terminado. Sólo espero que él esté pensando cosas positivas de mí, si no, me veré obligada a patearle el trasero por correo aéreo—bromé—. Supongo que él, como yo, está dando buena opinión sobre mí, aunque dudo que hable de ello, ante todo, él es un caballero.
—Qué hermoso… aunque, dudo que Ben se así—bajó la mirada un tanto triste—. ¿Cómo… cómo puedes encontrar un chico así?
—El tiempo… el tiempo es lo que marca, tarde o temprano llegará, mientras tanto, nos queda una larga vida por delante, pero te digo lo siguiente: puede ser quién menos pienses.
— ¿Te soy sincera, Bella? —asentí levemente con la cabeza—Te envidió por aquella historia de amor, pero únicamente eso, no quiero que pienses que te envidió a Edward, o lo he hecho. ¿Sabes…? En mí mente creo una historia, que sea mía.
—Suena bien, mantendrá ocupada tu mente—contesté, dedicándole una sonrisa amistosa—Por parte mía, envidió tu valentía, eres una mujer independiente, fuerte, mientras que mí todo era él, pero tú, eres un ejemplo a seguir.
—Esto es… gracioso—río.
—Concuerdo contigo—, y me unía a su risa.
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—Bella, no es por molestarte, pero aquel chico te mira demasiado—comentó Ángela mirando nada disimulado sobre mí hombro—. ¿Mejor nos vamos, no…?—los ojos de Ángela se abrieron como platos, en ellos pude distinguir el reflejo de alguien… ¿Quién era? Por mero instinto, resté importancia al shock de Ángela, y comencé a cuestionarme…
—Ángela… ¿Ángela? —la miré incrédula. En su rostro se formó una sonrisita estúpida… bufé, las mujeres y sus "debilidades".
—Hola, ¿qué hacen unas chicas tan hermosas completamente solas? —preguntó una voz masculina, me intrigó el saber quién era el dueño de aquella voz varonil, por lo que me gire, pero me lamenté inmediatamente.
Por lo poco que las luces fosforescentes me permitían ver, me percaté de lo alto que era, su cabello oscuro como la noche, sin dejar atrás aquellos ojos de color azul eléctrico.
Me limité a rodear los ojos, y levantarme de mí lugar, dispuesta a arrastrar a Ángela a la salida si era necesario.
— ¿Qué son…?—preguntó Ángela con un suspiro, mientras nos dirigíamos a la salida.
—No tengo ni la más remota idea, y no pretendo averiguarlo—caminé arrastrándola, y a unos pasos de la salida, para mí sorpresa me topé con un muro… pero al mirar hacia arriba me lamenté, y preferí mil veces volver a ser la misma chica torpe que era antes.
— ¿Tan temprano se van? —preguntó el chico de ojos eléctricos, causándome un gran enojo.
— ¿Acaso estás ciego? Abre paso, y déjanos salir.
—Vamos, la diversión apenas comienza, y solamente quiero hacer nuevas amigas—dijo el otro chico, provocando un sonrojó por parte de Ángela, suspiré resignada.
— ¿Qué es lo que quieren?
—Divertirnos… pero sí tu quieres algo más—susurró en mí oído seductoramente, para después separarse rápidamente de mí—. Soy Damon, y él es Stefan.
—Es un placer… yo soy Ángela, y ella es Bella—, en ese momento, me lamenté de haber traído a Ángela, era madura, lo admito, sin embargo era muy ingenua delante de un guapo desconocido.
Dentro de mí sospechaba que eran vampiros, sin embargo el color de sus ojos desmentía mí absurda teoría, pero prefería no bajar la guardia.
—Vamos a sentarnos, ¿quieren? —preguntó el tal Stefan, y literalmente Ángela me arrastró para que volviéramos en donde se encontraba las barras, curiosamente, ellos nos llevaron en un lugar apartado.
Ella, y él tal Stefan entablaban una conversación, mientras que yo, estaba que echaba fuego por las orejas.
—Venga, relájate, ¿acaso tan mala compañía soy? —preguntó Damon.
— ¿La mentira, o la verdad? —contesté incrédula y desesperada—. Eres alguien de lo más prepotente, ¿quién te has creído para actuar de tal modo?
—Me creo, por el simple hecho que serás mí futura esposa.
— ¿Eh? ¿Estás de broma? Yo ni a la esquina llegó contigo—me quejé—. Con tú permiso, pero yo me largo de aquí—me giré para tomar el brazo de Ángela e irnos, sin embargo el solamente me atrajo hacía él, caminando hacia atrás.
Sentí como mí espalda se pegaba contra la pared, y mí vista tardaba en ver visiblemente. El lugar en donde Damon me había llevado era bastante oscuro, y el olor de alcohol le decoraba. Delante de mí, solamente podía distinguir el pecho de Damon, por lo que me vi con la obligación de alzar la mirada, para verle.
— ¡Déjame ir! ¡Tú no sabes quién es mí padre! —amenacé.
—Sherlyn… No te imaginas cuanto sé de ti—se burló, mientras se agachaba para besarme, sin embargo aparte mí rostro rápidamente, entonces él tomo mí barbilla, mirándome unos segundos con furia, para después cambiar repentinamente a una sonrisa burlona, con un rastro de furia. Declarado: era un bipolar.
Bajó su rostro hacia mí cuello, comenzando a aspirar mí olor. Por un momento me sentí incómoda ante la situación, pero me percaté que debí de haberme sentido así desde que lo vi. Comenzó a besarme el cuello, para momentos después, su boca a unos cuantos centímetros de la mía.
—Sé que me deseas…—susurró—. Dentro de ti, está aquel deseo lleno de lujuria…mueres por que te haga mía.
— ¿De verás lo crees? —traté apartarlo de mí, pero me fue imposible, solamente logré que me aplastará más contra la pared—. Lamento decepcionarte pero… no eres el primero, no el último
Él sonrió—: Sé con quién te metes. Sé a la perfección que no soy el único vampiro que aparece en tu vida, he de agradecer a tu imán para la mala suerte—susurró, y me besó ferozmente.
Una corriente eléctrica me atravesó, haciendo que mis piernas doblegarán, sin embargo él colocó mis piernas alrededor de sus caderas, robándome un suspiró, del cuál me lamenté inmediatamente. Delineó mis labios con su lengua, y en un descuido, el beso se había profundizado mucho más.
—Detén…te… ¡De…tente! —susurré entre besos, con la respiración entre cortada.
— ¿Qué me detenga? —susurró cuando bajo hacia mí cuello comenzando a besar, provocando que de mis labios se me escaparán gemidos—. Amor, esto apenas está comenzando, además deberías de dejar de contestar mis caricias sí esto no te agrada.
Caí en shock ante sus palabras… ¿lo estaba haciendo…?
—Pero… ¿sabes…? —susurró en mí oído—: Me agrada que seas sumisa.
Abrí mí boca para protestar, sin embargo gemí un poco más alto de lo usual…. No quería, ni debía de admitirlo, pero… estaba a punto de ter un encuentro casual con un completo desconocido en una discoteca de mal muerte.
