La historia es mía pero los personajes pertenecen a ouat.

esta es otra historia que estaba haciendo espero os guste, en un principio la iba a titular "ella que nunca fue ella" pero al final le cambie el titulo alrededor de tres veces, espero os guste y os animéis a comentar, ya tengo varios frentes abiertos XD que continuar.


Unidas por la guadaña


Capítulo 1:

Regina Mills había nacido con el único propósito de ser la heredera del imperio Mills conocidos por ser la mejor empresa textil del mundo, la marca Mills fue tan conocida que solo su nombre infundaba respeto pero Regina se equivocó de sexo, el imperio no podía quedar en manos de una mujer no en su familia que había pasado siempre a manos de varones.

El matrimonio Mills trato de tener otro hijo uno que si fuera digno de ser el heredero de su empresa pero nunca pudieron y así fue como Regina Mills jamás tuvo la posibilidad de ser ella misma, instruida para ser la perfecta esposa pues a lo único que podría aspirar una rica heredera que no tenía lo más importante en el mundo de los Mills.

Regina dejo de ser ella misma el mismo día en que nació pero no se había dado cuenta probablemente hasta el día en que conoció a la hija de su esposo Emma Swan, esa mujer tenía prácticamente su misma edad, había huido del control de su padre el mismo día en que ella fue coaccionada a casarse con el mismo "es curioso ella adquiero la libertad mientras que yo obtuve mi prisión" pensaba Regina.

la vida sin duda era una ironía, ahí estaba la primera hija de Leopoldo tan radiante como si jamás hubiera tenido que hacer algo que no quisiera muy al contrario de su hermana menor Mary que había tenido que obedecer las órdenes del viejo a raja tabla y habia permitido que el estúpido de Leopoldo le quitara la posibilidad de ser feliz con su amor verdadero un tal David que habia desaparecido de un día para otro y probablemente sin quererlo Regina se había encariñado de la misma, había sido obligada a ser madre a los diecisiete años cuando tuvo que casarse con aquel hombre que poco tenia de agradable más bien tenía un carácter áspero y en la intimidad tenía que soportar sus exigencias como si de verdad le gustara algo de lo que el hiciera.

Solo podía aguantar su amargura como toda una dama como le habían enseñado desde la cuna "una mujer no dice no a su marido" decía su madre sin parar "una buena esposa escucha y calla" continuaba su madre con el cantineo que siempre la atormentaba.

Sin embargo Regina se enamoró a los diecisiete años había amado una sola vez si "pero ame" se repetía. La vida para Regina seria aún más triste si no hubiera conocido el amor antes de entregarse a aquel hombre al que odiaba hasta puntos insospechados.

Había aguantado diez años de su vida soportando las babas de un viejo al que jamás llego a querer ni un poco y mucho menos después que la obligara a tener relaciones con el "el deber de toda esposa es abrirse de piernas a su marido" le dijo su madre poco decorosa con los detalles, esa vez Regina jamás había sentido tal dolor ni si quiera con su primera vez Daniel, él la había hecho sentirse única y especial pero la vida nunca fue justa para la única hija de los Mills.

-querido hay algo que pueda hacer por ti- decía Regina mientras tomaba asiento en un sillón al lado de la cama de su esposo.

-no lo creo…-decía Leopoldo acostado en la cama.

-los médicos dicen que tu corazón está fallando pero con reposo te sentirás mejor- decía Regina con una sonrisa que había aprendido desde hacía años cuando entendió que una sonrisa era la mejor mascara contra la tristeza.

"un día de estos se me desencaja la mandíbula" pensaba Regina mientras miraba por la ventana del cuarto de Leopoldo, había mirado tanto por esa ventana queriendo saltar por ella y dejar toda su estúpida vida en la que no había conseguido nada ni si quiera su imperio era de ella, una clausula hecha por su padre había cedido las propiedades que poseía de la herencia de sus padres a Leopoldo como su esposo era el varón que necesitaba la familia hasta que Regina tuviera un hijo evidentemente o en caso de muerte de Leopoldo pero había perdido toda esperanza de esto hace años, respecto a lo del hijo Leopoldo había intentado para desgracia de ella, lo que Leopoldo no sabía es que Regina había evitado este embarazo a toda costa tomando todo tipo de anticonceptivos "no le daré nada mas de mi a este viejo" se repetía mientras pensaba mil y un maneras de evitar cualquier tipo de embarazo no deseado.

-querido tu hija Emma viene a verte-

-vaya al fin ha atendido a mis suplicas de verla, hace falta que me esté muriendo para que venga…-afirmaba mientras tosía Leopoldo.

-no digas eso querido no creo que piense que vas a morir- "por desgracia para mí la mala hierba nunca muere" pensaba la mujer desemperezada de una posible muerte.

-Regina yo quería pedirte...que me perdones….-decía Leopoldo rápido y bajando la mirada ocultando su vergüenza.

La mujer solo escucho un zumbido y se disculpó de su esposo y salió de aquella maldita habitación que quemaría sin dudarlo si pudiera.

Días después Emma Swan había aparecido en la puerta de la entrada entro en aquella casa como si fuera una pesadilla aun recordaba las palizas de su padre "se una dama" le decía su padre "obedéceme" repetía sin cesar. No obstante Emma bajaba la cabeza y sonreía cuando en realidad estaba planeando una fuga y así paso varios años de su vida planeando como salir de la mansión que había visto el maltrato paterno a la que había sido sometida por no ser lo que se esperaba de ella, como si de verdad tuviera que seguir un rol en la sociedad, Emma Swan había visto mundo tanto la parte mala como la buena, ella sobrevivió como pudo se hizo camarera y se pagó los estudios en una universidad sencilla, el periodismo había sido su forma de sobrevivir al pasado y había escrito un libro que había tenido relativamente éxito, el hecho de que se basara en su padre no debió extrañarle en nada.

Ella había huido de esa casa e intento sacar de ahí a su hermana pero Mery siempre fue muy miedosa no se atrevía a arriesgarse, el sometimiento paterno era lo más conocido a la seguridad que había conocido cosa que jamás entendió su hermana mayor.

Por otro lado Emma no había conocido jamás a la esposa de su padre de hecho le sorprendió que fuera de la edad de ella misma, Mary había comentado que era la mujer más hermosa que jamás vería y era cierto, Emma había admitido este hecho desde que la vio con un vestido negro y unos tacones bajando las escaleras de caracol de la gran mansión "sin duda una belleza poco común pero tan triste" pensaba Emma Swan.

-vaya me imagino que tu eres Emma- dijo Regina tendiéndole la mano "el parecido con la anterior mujer de Leopoldo es impresionante" pensaba la morena

Emma la sujeto con mucha delicadeza como si tuviera miedo a romperla.

-vaya eres hermosa, lo que decía mi hermana es cierto y dime ¿cuánto le queda?- pregunto Emma sin rodeos.

Regina no pudo evitar esbozar una sonrisa la primera real en mucho tiempo "sí que es clara"

-los médicos no saben dar una fecha exacta el corazón podría fallarle en cualquier momento pero eso depende de dios-"ojala dependiese de dios así tendríamos un demonio menos en la tierra" pensaba Regina.

-¡uf! dios ha sido demasiado bueno con el- soltó Emma sin tapujos

Regina no entendía cómo podía decir eso la hija de Leopoldo Swan el hombre más temible en aquella casa "es verdaderamente especial" pensó Regina.

-imagino estará en sus aposentos por desgracia aun no olvido como llegar- sonrió Emma a Regina que la miraba como si fuera una loca.

Emma era una mujer rubia de ojos verdes y con una piel suave y blanca con una sonrisa cálida que podría hacer creer a cualquiera que jamás había sufrido en la vida.

Al pasar al lado de Regina no pudo perderse del olor a manzanas de la morena era verdaderamente embriagador "al menos el viejo tiene gusto para las mujeres" pensó Emma apenada consigo misma ante tal pensamiento.

Al subir las escaleras empezó a sentir el ambiente cargado de nuevo, ese que noto a los doce años cuando le pego una de tantas bofetadas por no hablar con propiedad.

Al entrar vio al hombre que había estado en sus pesadillas tantos años tendido en la cama como un vulgar mortal "vaya el karma siempre está ahí" pensaba Emma.

Regina había seguido a Emma y se había quedado fuera de la habitación para poder escuchar todo lo que ahí se decía, sentía tanta curiosidad por aquella mujer y era algo insólito en ella misma.

-veo que la muerte te está rondando- dijo Emma con una sonrisa de medio lado quedándose de pie enfrente de la cama de su padre.

-vaya veo que aun posees mi sentido del humor agrio- comento Leopoldo sonriendo.

-no es tan agrio como el tuyo me temo- Emma miro a su alrededor- veo que sigues con la foto de madre colgada deberías tener vergüenza de que te vea si quiera después de lo que me hiciste ¿Qué hubiera dicho mama?- pregunto Emma con una voz rota.

-yo…Emma… no he sido un buen hombre lo se….no debí haberte hecho eso….estaba tan enfadado de que ese sinvergüenza se aprovechara de ti…- decía su padre entre respiraciones entrecortadas.

-perdí a mi hijo Leopoldo, lo perdí por una de tus palizas, no querías que tuviera un bebe ilegitimo y así fue, ni si quiera me llevaste a un hospital por el que dirán me recluiste en mi propia habitación y allí mandabas a los médicos, tardaste más de tres horas en encontrar un médico o más bien a un carnicero.

-Emma yo… he preparado mi testamento….os dejare bien a tu hermana y a ti incluso a Regina a ella le será devuelta toda su herencia con intereses...-decía Leopoldo mientras respiraba difícilmente.

Emma arrugo la frente como si de pronto sintiera nauseas.

-Leopoldo grande debe ser tu culpa con esa mujer para que quieras darle todo su patrimonio devuelta aun sabiendo que la parte de ella es mucho más grande que la tuya, debe de haberlo pasado peor que yo-rio Emma tristemente-¿crees que ahora puedes reparar el daño con dinero verdad?-

Regina escuchaba atentamente por primera vez entendió porque Leopoldo hablaba de su hija como si quisiera llorar, al parecer a ella también le debía bastante.

-perdóname Emma yo…-

Emma se dio media vuelta y camino hacia la puerta, diciendo mientras iba caminando.

-ya no podre tener hijos gracias a ti, no te perdonare ¡NADA! pídeselo a dios si es que existe aunque tu iras directo al infierno.-

Emma salió y su derecha vio a Regina con cara asustada.

-vaya señora veo que no la enseñaron a respetar conversaciones ajenas-sonrió Emma causando un escalofrió de Regina de pronto todos los aparatos de la habitación de Leopoldo empezaron a sonar como locos.

Regina abrió los ojos mucho y entro al cuarto seguida de Emma, su padre se había levantado y se había caído al suelo.

-Emma…Regina…perdonadme yo…-

Regina no entendí ese maldito viejo le había arruinado la vida durante diez años y ahora le pedía perdón solo porque se estaba muriendo, a su hija lo entendía pero a ella, ¿acaso las violaciones se pueden perdonar?

-nunca…-susurro Regina para sorpresa de Emma que miro hacia su padre el cual había puesto una mirada tan preocupada por el final que incluso su hija sintió pena por el por primera vez, pero al mirar hacia Regina lo vio, vio esa mirada perdida que ella misma había tenido.

Los médicos particulares de la familia entraron en el cuarto apartando a las dos mujeres, Emma vio la mirada perdida de Regina y confirmo sus palabras "así de grande debe ser su culpabilidad"

Regina seguía pensando en una buena razón para que una persona confié ciegamente en que encontrara la paz con un perdón que solo se da por pena como si para irse necesitaran pedir algo que jamás dieron. La piedad era algo que Leopoldo nunca tuvo con ella ni si quiera cuando tenía dieciocho años y le prometió que sería algo rápido "ojala hubiera sido rápido" pensaba todavía Regina.


continuara...