¡Hola! Sólo quería contribuir a la celebración del más bello :D
¡Felicidades Afrodita!
Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen. Son propiedad de Masami Kurumada.
Afrodita se llevó la copa a los labios, apenas humedeciéndolos con el vino, que según DeathMask, era uno de los más finos.
El cangrejo lo observó expectante, la oscura mirada del español también transmitía ansiedad, aunque claro, eso nunca lo admitiría. Afrodita levantó una ceja al darse cuenta de la insistente mirada de ese par.
—¿Qué?—preguntó molesto.
—¿Y? ¿Es o no es?
—¿Es o no es, qué?—insistió. Shura resopló.
—¡¿Qué si es Malbec o Merlot?!
—¡Oh! Eso, bueno yo opino…
Hizo una pausa, volvió a probar la consistencia del vino, degustó, se pasó la lengua por sus sonrosados labios, chasqueó la lengua, giró la copa sobre sus mano con mirada concentrada, mientras analizaba la bebida. Shura y DeathMask sudaban la gota fría, y se inclinaban cada vez más hacia el pisciano, aguardando por la respuesta, que según Death, era de vida o muerte.
—…Que es Merlot—dijo.
—¡Ajá! ¡En tu cara cabra!—vitoreó DeathMask.
—Pero tiene tientes de Malbec, así que es un simple vino mezcla de mesa—concluyó, regodeándose con el fracaso de sus compañeros.
Death y Shura le pagaron lo que habían apostado al sueco, y se dejaron caer en el sillón resignados. Siempre era lo mismo, no podían competir con Afrodita, él siempre tenía la última palabra.
—¿Creen que Saga sobreviva mañana? escuché que esa niñata viene hacia acá, será un desastre—comentó el italiano viendo por la ventana hacia el recinto Patriarcal.
—En realidad, me preocupa tu cabeza, eres el primero de nosotros en pelear—Death volvió la vista a Afrodita, con mirada asesina.
—¿Qué insinúas?
—Sólo digo que si alguien muere, en primer lugar, ese serás tú.
—Si eso llega a pasar, ¡juro por mi Armadura que te arrastraré hasta el Yomotsu conmigo!
—Será aburrido estar por aquí sin ti amigo—dijo Shura palmeándole la espalda con fingida dolencia.
—Entonces deberíamos morir los tres, ¿no les parece?—Shura y DeathMask lo observaron, luego entre ellos.
—Si morimos, lo hacemos juntos—.Shura extendió su mano.
—Si morimos, lo hacemos juntos—.Afrodita, colocó su palma sobre la del español. Ambos observaron al faltante.
—Maricas—dijo Death, antes de colocar su mano sobre la de Shura y Afrodita, para luego sonreír.
Se detuvo en la entrada de su Templo, justo al borde de las escalinatas. El sol caía… al igual que el Santuario y la poca cordura que aún le quedaba a Saga.
Silencio, a lo lejos vio varios copos de nieve caer en puntos estratégicos, junto a la moribunda, en el Octavo Templo y ahí, a unos metros frente a él, sobre esos muchachitos.
Giró sobre sus pasos, sabía lo que el destino – autoimpuesto – le tenía preparado.
Estaba preparado.
Le daba la bienvenida a la muerte, mientras se colocaba el casco y sostenía su inseparable rosa en sus labios.
—Pronto—susurró—sólo aguarden por mí.
Para Afrodita había dos clases de belleza: la primera residía en el poder y la fuerza.
Dos lágrimas, porque una sería injusto. Tan sólo dos lágrimas derramó aguardando su enfrentamiento, mientras elevaba unos pétalos al cielo en dirección al Decimo y Cuarto Templo respectivamente.
«Si morimos, lo hacemos juntos.»
—Amigos…
La segunda, en la amistad.
Gracias por leer.
